Pokemon, Misterios, Calabozos.

Capítulo 1: Principios y comienzos.

¿Quién soy? ¿Dónde estoy?
Esto, Esto no es lo mismo.
¿Fue todo lo anterior un sueño? ¿Por qué?


–¡Pero qué demonios! –gritó con fuerza.

–¡No, no, no! –Se rascó la cabeza entre sus tres pelos negros y prosiguió sus gritos –¿¡Qué rayos pasó!? No entiendo nada.

–Debo salir de aquí, pero ya. –dijo para sí mismo.

Él se encontraba en un campo de césped alto bastante amplió. El viento movía la hierba ligeramente de manera tranquilizadora, pero parecía que no surtía ningún efecto en su humor.

Empezó a caminar paso por paso, pero sus patas palmeadas le hacían caminar torpemente y tropezó.

–¿¡Por qué rayos!? ¡Malditas cosas inútiles! –decía mientras miraba sus patas cortas a comparación con su robusto cuerpo de forma redonda.

–¡Hola! –Se escuchó un energético saludo detrás de él.

–¿¡Qué!?¿Me saludas? ¿Por qué? –dijo al ver al saludador alegre. Este era una especie de bulbo color azul oscuro con patas y boca, muy pequeños ojos rojos además de unas largas hojas verdes en el tope de su cabeza.

–No lo sé, solo quería ser amable. –respondió el bulbo azul confundido ante la pregunta de él.

–¿Amable? ¿¡Qué amable, ni que nada!? ¿¡Acaso no sabes que puedo matarte de un solo ataque!? –le gritaba furioso a la criatura.

–¿Matarme? No veo como un pato podría matarme, menos uno que solo es tipo agua. –Respondió el ser con hojas algo sorprendido por su pregunta.

–Todo esto está mal. –Se dijo para sí mismo.

–¿Sabes si hay cerca una zona nevada por aquí? –preguntó el pato.

–Bueno, pues hay una, yo nunca he ido por que no me gusta el frío, pero para nada, de hecho una vez que el campo Siempreviva se llenó de hielo yo …–decía la planta hasta que él lo interrumpió –¡Si, si, si, no quiero saber tu estúpida vida, sólo dime para dónde es! –el palmípedo gritó con fuerza.

–Bueno, ya, sigue derecho hasta el camino Rueda Feliz y de ahí gira a la izquierda, continúas todo el tramo hasta que topes con una cueva, enseguida deberías ver una montaña alta, ahí hay nieve, si pasas por un ducklett brillante te pasaste de largo. –Explicó el bulbo con una sonrisa. Tras lo cual el pato rápidamentecaminaba con torpeza por el campo.

–¡Hey, espera! –Le gritó al pato mientras caminaba a su lado. –No parece que te haya visto antes por el campo. ¿Estás perdido? ¿Quieres que te ayude a regresar al pueblo? –decía a su lado, mientras que el tipo agua solo se mantenía caminando.

–Podríamos regresar, hacer muchos amigos y hasta unirnos a un equipo de exploradores. ¡Y vivir grandes aventuras! –le sugirió al ave andante con una expresión de ilusión en sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja.

El pato se detuvo en seco, su mirada fija en el piso, algo parecía irritar su columna porque estaba temblando. De forma rápida voltea a ver al bulbo azul directamente a los ojos con una ira extrema… la planta en eso momento supo que un ataque se avecinaba. El pato levanta su brazo rechoncho y con sus pequeñas uñas araña directamente la cara de la plante… o al menos eso intentó, el arañazo solo provocó que la planta riera un poco.
Lo único que logró fue hacerle cosquillas, literalmente.
El bulbo comenzó a carcajearse del pato, y este bastante sulfurado sigue avanzando con pasos no coordinados, y tropieza de nueva cuenta.

Ahora se puede apreciar al pato caminando hacia la entrada de una cueva. La cueva era alta rocosa y color grisáceo oscuro, todo estaba rodeado por piedras y sin pastura alguna a la vista.
Él se encontraba bastante cansado, al llegar justo a la entrada posa sus garras en el suelo para descansar.

–Este condenado cuerpo regordete, no aguanta nada de esfuerzo físico. ¡Pero si yo caminaba kilómetros! ¡Maldición! –Se decía a sí mismo tratando de recuperar el aliento.

A lo lejos se ve una especie de pato morado brillante.

–¡Hola, tío! –le grita el ave morada.

–¡Púdrete! –grita él de regreso.

–¡Carajo! ¿¡Por qué todos tiene que ser tan amables!? –Se cuestionaba a sí mismo con rabia.

Volteó su vista hacia arriba y admiró que por arriba de la cueva había una gran montaña con nieve cerca de la cima.
Buscó al lado y encontró una pequeña senda muy empinada de piedra color gris claro, pero parecía estar tallada lo cual hacía un sendero no muy rocoso por el cual ascender, enseguida del cual encontró un letrero con la siguiente leyenda:

"Camino hacia la Montaña Fresquesilla, pasé bajo su propio riesgo. Si no tiene experiencia en alpinismo, no pase"

Ese hubiese sido un buen consejo, si el este pato iracundo supiera leer, solo vio este montón de caracteres curiosos y comenzó a subir, tambaleándose torpemente por la senda de piedra. Cayó al suelo de nuevo. Se enfureció en sobremanera. Y ahí desde el suelo subía por la piedra tallada gateando entre patas y garras con determinación en los ojos.

Ahora el ave acuática se encuentra a mayor altitud, entre espesas nubes, había un viento helado que erizaba la piel y penetraba los huesos. Casi no se podía ver nada además del camino de piedra cuesta arriba.
Él tenía una fina capa de hielo sobre sus plumas amarillas, y su gran pico tenía algunas estalactitas de hielo así como los pelos de su cabeza congelados. Lentamente se arrastraba con sus pequeñas garras hacia adelante.
De pronto copos de nieve comenzaron a caer, primero algunos, luego más y en poco tiempo la piedra tenía un manto de nieve.

Él sentía como el viento frío quemaba su piel, hasta que todo su ser quedó entumecido. Cerró los ojos y alcanzó a decir –Estoy en casa. –Y perdió el conocimiento.