Hellowww! Creo que este será mi gran aporte al fandom de cdm, espero que les guste. Este fic se caracterizará por ser one-shot que saldrán cada… bueno, cuando ande inspirada xD

Aclaración: La historia de CDM no es mía, es de beemoov, yo solo tomé los personajes para dar mi propia versión del juego.

Cada one-shot estará basado en un capítulo del juego, por lo que, en cada episodio habrá un: Alerta de spoiler. XD


ALERTA DE SPOILER: CAPÍTULO 10


PERDER

Al final, todos salieron perdiendo…

Ambos se abandonaron y abandonaron. Se alejaron de quien siempre estaba ahí, de una amiga que buscaba bellos recuerdos con aquellos que la hicieron feliz en el pasado... aquellos que ahora, ya no estaban.

Cerró los ojos con fuerza, y se sentó en el primer asiento del bus. No pagó, tampoco le cobraron, quizás, el chofer de la vieja y gastada micro, logró sentir un poco de pena por aquella muchacha que había subido.

Ella miraba por la ventana, más, sin embargo, sus ojos se perdieron en las palabras y los momentos que rodearon el hospital, lugar de donde ella venía. El recorrido era lento, su asiento viejo se tambaleaba, y en cada paradero, el bus se detenía a dejar o recoger gente que iba y venía. Sí, porque la gente iba y venía en la vida.

Sus piernas temblaban, no por el frío, sino por el temor de la expectación. El miedo a lo inconcluso, aquello que no se podía conocer hasta que el tiempo se hiciera tiempo.

Su humor era distinto al de esa mañana, de estar feliz y eufórica debido a la cita que había tenido con Nath, la noche anterior, ahora estaba perdida y sola, en un gran campus repleto de universitarios que solo se proponían a ser competitivos, tal como su compañera de habitación, Yeleen.

Sus ojos comenzaron a nublarse por primera vez ese día, se guio por los pasillos hasta llegar a la única puerta que conocía bien, demasiado bien. No alcanzó a sacar la llave cuando sintió que su compañera de cuarto abrió la puerta desde dentro.

-Vinieron unas amigas y... -la avasalló con una simple frase que le partió el corazón. "Amigos", era algo que, al parecer, ella había perdido ese día. -¿estás bien?

-Claro. -contestó fríamente. No tenía ganas de discutir.

-Creo que mejor le diré a mis amigas que…

-No te preocupes, usa la habitación como se te antoje.

Seguía con los ojos acuosos cuando se despegó de la puerta para deambular por la universidad, pensando en lo que había ocurrido, en lo que sus dos amigos se habían dicho.

Se sentó en una banca para luego sentir el viento libre recorrer las finas hebras de su largo cabello. Recordó las risas con sus amigos y los tiempos que habían vivido juntos cada vez salían al parque a comer helado y a hablar de sus vidas.

Que bellos recuerdos eran esos...

Pero luego recordaba la sensación de vacío que ellos también transmitían y que era suplida por Chani, la única chica que podía pasar horas escuchándola… con ella, la sensación de bienestar era latente.

Revisó su celular hasta verificar con tristeza que ambos amigos habían dejado el grupo que ellos tenían, eso fue la guinda del pastel, pues de inmediato, comenzó a llorar aquello que no había llorado ni siquiera cuando se había ido de la ciudad.

¿Acaso era el comienzo de una despedida?

Quizás, era momento de que ellos arreglaran sus problemas. Quizás, podía seguir siendo amiga de ambos… o quizás, era momento de crecer y de soltar a aquellas dos personas que, en un momento de su vida, la habían hecho tan feliz y tan segura de sí misma... total, ninguno estaría solo, cada uno ya tenía un pilar al cual aferrarse…

Se preguntó si esa era la verdadera soledad, algo que ella nunca había experimentado debido a su gran capacidad de meterse en problemas con ayuda de otros. Sus pensamientos saltaron de pronto hasta Nathaniel, uno de sus últimos cómplices, ¿acaso él también sentía de esa manera la soledad?

-Nathaniel... -susurró. -Nathaniel... -volvió a susurrar en medio del frío viento otoñal.

Miró su celular hasta dar con el número prohibido. Era irrisorio pensar que ella había esperado con ansias un mensaje suyo, y ahora era ella quien le escribiría. Lo necesitaba, necesitaba escuchar la voz calmada, seria y burlona de su amigo.

-Nath... ¿estás ocupado?

Marcó temblorosa, más no tuvo tiempo para arrepentimientos al ver un mensaje de respuesta.

-Sí, pero dime, ¿qué necesitas?

No quería importunarlo, pues sabía que Nath tenía una vida un tanto agitada. Guardó su celular y con su manga comenzó a limpiar su rostro húmedo debido al llanto.

Se acomodó y cerró los ojos, un periodo de calma que duró poco al sentir un mensaje.

-¿Estás?

Era Nathaniel otra vez.

-¿Estás bien? Iré a verte... ¿dónde estás?

Sonrió al recibir los mensajes, independientemente de todo, sabía que aún quedaba alguien a quién, al parecer, aún no había perdido del todo. Divagó en sus propios pensamientos durante unos minutos hasta que sintió el timbre telefónico, era una canción de crowstorm que a ella le encantaba debido al estrambótico juego de melodías altas y bajas.

-¿Hol…? –contestó sin haber mirado la pantalla del celular.

-¿¡A ti no te han enseñado a responder los mensajes!?

-Este… yo… me equivoqué de número. –utilizó la excusa más estúpida que se le vino a la mente, la peor excusa de todas las excusas.

-Claro… -se escuchó un suspiro al otro lado de la línea. –¿dónde estás?

-Estoy sentada en el campus. –contestó sistemáticamente.

-¿A esta hora? hace frío. –añadió.

-Lo sé.

-¿Por qué no estás en tu cuarto?

-Yeleen llevó unas amigas y…

-¿Y por eso debes quedarte tú afuera?

-En realidad, yo…

-Ahh… Lynn… -se lamentó. –debes enfrentar a tu compañera de vez en cuando.

-No es necesario. –la castaña, comenzó a negar.

-No me gusta que te pasen a llevar. –soltó esa frase como una bomba que, de inmediato, hizo estragos en las entrañas de la chica universitaria. –Estoy desocupado… voy caminando hasta la universidad.

-¡No te preocupes, por favor!, pronto me iré a la habitación.

-¿Entonces por qué me enviaste mensaje?

-Ya te dije que me equivoqué.

-Ajá, ok… voy llegando al portón. Te buscaré…

-Nath, enserio... –trató de hacerse la difícil, más realmente lo necesitaba.

-Lynn… ¿ocurre algo? Sabes que puedes confiar en mí. –murmuró, el rubio, al otro lado de la línea. –Te estoy escuchando. –insistió.

-Yo… -comenzó a temblar. –yo… yo solo quiero saber si también te perdí.

-Ehhh… ¿Qué si me perdiste? –se volvió a escucha un suspiro, esta vez más largo que el anterior. –¿Qué ocurre, Lynn? –preguntó con un tono más preocupado. –Confía en mí.

-Yo… -su voz comenzó a temblar, y todos los recuerdos de Alexy y Rosa volvieron a ella. Se sentía desamparada, dividida, incluso, sentía que la habían traicionado, porque después de todo, ambos amigos sabían que ella se involucraba demasiado. Una voz convertida en un pequeño alarido surgió desde el fondo de su garganta, y en ese momento, al saber exactamente que el rubio la había escuchado, no se contuvo más y lloró, aun sabiendo que, al otro lado del teléfono, había una persona a la que no sabía aún si considerar como conocido, como amigo o como algo más.

La escuchó llorar y la dejó con libertad para su desahogo. Con el teléfono en la mano, y mientras aún escuchaba los sollozos de Lynn, siguió caminando rápidamente hasta llegar a verla desde lejos. Ahí se detuvo para hablarle por teléfono para decirle que él ya había llegado.

-Lynn… a pesar de que un día me sentí abandonado por ti… -sonrió triste al ver que lejos, frente a él, su ex novia detenía su llanto. - tu jamás me has perdido.