CAPÍTULO 1
APARECE EL NUEVO PROFESOR DE EDUCACIÓN FÍSICA
El sonido del despertado fue para Tai como unos fuertes martillazos en la cabeza. De un golpe lo apagó y se dio media vuelta, quedándose cara a la pared. Estaba agotado del entrenamiento del día anterior, y la verdad es que le apetecía poco ir al Instituto, ya que a primera hora tenía Física y Química. Al menos podría dormir diez minutos más, antes de que su madre entrara como todas las mañanas para tirarlo de la cama.
Aunque si esperaba poder dormir un poco más lo llevaba claro, porque en la habitación de al lado comenzaron a oírse fuertes golpes. Tai intentó taparse las orejas con la almohada, pero ni aún así conseguía nada. Era como si tuviera los martillazos dentro de la cabeza.
Furioso, salió de la cama y caminó a paso firme hacía la puerta, abriéndola de golpe y gritó.
- ¡¿A qué viene ese escándalo?! ¡Son las siete y media de la mañana!
Su madre salió de la habitación de al lado, cargando con un par de cajas.
- ¿Y no es hora de que te levantes ya, dormilón? ¿O pretendías llegar otra vez tarde al Instituto?
- Mamá… ¿qué estás haciendo?
- En serio Tai, ¿dónde tienes la cabeza? – Le preguntó, algo mosqueada, mientras le daba las cajas que el joven cogió sin muchos ánimos - ¡Hoy es cuando Kenji finalmente regresaba a casa para quedarse!
- ¿Eeeeeeeh? ¿Era hoy? – La verdad es que ni lo recordaba.
- Llegará en un par de horas, pero estas son cosas que metimos para usar su habitación de trastero hasta que regresase.
Tai no pudo más que pensar para si mismo que eso mismo hicieron la última vez que estuvo cinco años fuera. Esta vez, desde que derrotaron a Satanmon, habían pasado ya tres años y a él hacía dos años que no lo veían. Al parecer las pruebas que le tenían que hacer, y los problemas en el mundo digimon oscuro, ocupaban todo su tiempo y no podía volver de América. Fue difícil hacer que Kari lo perdonase.
Dejó las cajas a un lado del salón. Como Kari creció, y toda señorita necesitaba de un cuarto para ella sola, se vieron obligados a mudarse a una casa con una habitación más. Eso fue poco antes de que Kenji dejará de aparecer por allí. Como habían cambiado las cosas desde entonces, sobre todo entre sus amigos.
A la mayoría los veía porque estaban en el mismo Instituto, pero casi no tenían la relación de antes. Joe estaba preparando los exámenes para entrar en la Universidad, Izzy preparaba un proyecto con el club de informática que ocupaba casi todo su tiempo, Mimi no había regresado en esos tres años de América (escribía, eso si), Matt se mudó con su padre a la misma zona en la que vivían su madre y Tk y Sora dejó el club de fútbol y optó por el tenis. De pronto se había vuelto más femenina, parecía una chica totalmente diferente a la que Tai había conocido durante toda su vida.
En cuanto a los hermanos Kamiya, consideraba que no habían cambiado tanto. Seguía en el club de fútbol, jugando partidos y aspirando a grandes trofeos. Sin tener aún muy claro que haría en la Universidad, aunque si tuviera que elegir prefería dedicarse completamente al fútbol y ser jugador profesional.
Con respecto a su hermana, había crecido, aunque no estaba muy desarrollada era la niña más buscada de todo el colegio por los chicos. De pronto, era la chica más bella de todo el centro. No sabía cuantas veces había tenido que sacar a su hermana de ese grupo de bestias salvajes en busca de su presa. La parte buena, es que estaba totalmente recuperada. Tras los sucesos de hacía tres años, ya no había vuelto a caer enferma, como mucho un simple resfriado. Eso no quitaba que a sus padres no les entrase la histeria cada vez que recaía un poco.
- ¡Papá, por favor! – Oyó rogar a su hermana en la cocina.
- Ya lo hablamos anoche, Kari. No puedes faltar a clase.
- ¡Pero quiero ir a darle una sorpresa a Kenji!
- Él mismo te dijo por teléfono que no perdieras la clase. Iría a buscarte al terminar el día.
- ¡Por eso iba a ser una sorpresa! ¡Porque no se lo espera!
- Lo que no puede ser no puede ser, hija. Y lo mismo va para ti, Tai.
No sabía porque lo incluía a él, si no tenía pensado ir a recoger a su hermano. Ya sabía que sus padres no les iban a dejar perder clase y mucho menos cuando los exámenes estaban tan cerca.
A regañadientes, Kari fue a su habitación para terminar de vestirse para ir al colegio. Ya estaba en sexto y dentro de muy poco iría a secundaria, así que debía tomárselo en serio. Entró en el cuarto y la vio delante del espejo, colocándose su horquilla preferida para sujetarse el flequillo que le tapaba la cara. Estaba ya bastante desgastada por el paso del tiempo y, sobre todo, por el uso, porque Kari no se la quitaba para nada.
- ¿No deberías tirar eso ya? Está hecha polvo.
- Métete en tus asuntos, hermano.
- A veces eres de un borde… te lo digo en serio. Se te acabará rompiendo como la sigas usando tanto.
- ¡Pues a mí me gusta, ¿vale?!
- Ey, ey… si estás cabreada porque no puedes ir a por nuestro hermano no la pagues conmigo.
- No sé que les cuesta… ¡solo serían las dos primeras horas! Con las ganas que tenía de volver a abrazarle… además, me dijo que me tenía una sorpresa.
- Se habrá echado una novia nueva. A saber, desde que lo dejó con Sora ha estado con tantas que ni me acuerdo de sus nombres.
- ¡No digas tonterías! – Dio un golpe en la mesa - ¡Nuestro hermano no es así!
- Si, si… - sabía que no debía sacar ese tema, pero se le escapó sin querer – Bueno… voy a prepararme. Por cierto, me han dicho que hoy vamos a tener un nuevo profesor de educación física.
- Eso me comentó Sora-san. Al parecer llegará a segunda hora, me toca con él. Aunque, ¿no es hoy cuando vamos a estar los de sexto C con vuestra clase?
- Mmmm… si, es cierto, hoy toca gimnasia compartida. Eso me gusta, tendremos tiempo libre para hacer lo que queramos.
- No sé para que te sirve tanto tiempo libre para entrenar si el balón siempre va fuera.
- Ah, cierra la boca anda – cerró la puerta y fue para su habitación.
Sora llegó, como todas las mañanas, quince minutos antes. Así podía practicar bien su saque. Mientras caminaba hacía las pistas de tenis, el sentir pasar el aire entre sus piernas aún le hacía sentirse extraña. No se acostumbraba a las faldas.
Su madre tenía razón. No podía seguir siendo una marimacho toda su vida. Ahora su cuerpo había crecido, así como sus pechos (aunque no tanto como desearía), y pronto tendría que pensar en casarse. ¿Qué chico iba interesarse por ella si vestía como si fuera una lumbreras?
Mientras iba a su lado de la pista, por la cabeza se le pasó la idea de que a Kenji eso nunca le importó, y a ella eso le alegraba mucho. En el fútbol había estado dándole consejos de como moverse mejor por el campo, como chutar para lograr trayectoria, etc. Entonces, recordó lo que pasó y, furiosa lanzó la pelota al aire.
- ¡Idiota! – Gritó mientras daba a la bola con todas sus fuerzas, pero esta atravesaba la línea blanca del otro lado del campo, siendo de nuevo out.
Agitada, intentó calmarse. La entrenadora le dijo que tenía potencial para el tenis, solo le faltaba lograr que en el saque la bola quedara en la zona de juego. Y eso lo conseguía dos de cada veinte veces que practicaba.
Iba a practicar un poco más, pero la imagen de Kenji ocupó de nuevo sus pensamientos, poniéndola nerviosa y siendo incapaz de concentrarse, de modo que desistió. Regresó al banco donde había dejado su bolsa y se secó el sudor.
- Vaya, tienes mucha potencia en el saque – dijo una voz.
Al alzar la mirada, Sora se topó con una persona joven, pero a la vez muy bella. Tenía la piel morena, el cabello castaño, liso y caído hacía delante, y lucía unas gafas de sol que tenían pinta de ser bastante caras. Sora no pudo evitar ruborizarse porque le pareció bastante apuesto, sobre todo por ese porte con el que se movía.
- No soy buena, no me sale bien al intentar que quede antes de la línea.
- Eso es por culpa de la trayectoria. Ven, te enseñaré como se hace.
No le apetecía mucho seguir practicando, pero acompañó a aquel hombre extraño. No sabía porque, pero le transmitía mucha tranquilidad, por no decir que su voz la agradaba.
- Déjame ver como realizas el saque.
- V-Vale… - aceptó, algo nerviosa.
Era extraño. Esa persona hacía que su corazón bailara. Eso no le había pasado hasta ahora con ningún hico que se le hubiese acercado. Hizo lo que le dijo y realizó el saque. Como esperaba, la pelota salió en zona de out.
Miró al tipo, esperando oír una burla, porque igual solo era alguien que quería burlarse de ella. Muchos de su clase lo hacían. Pero no, el tipo observaba la pista pensativo, como si la estuviera examinando.
- En mi opinión usas demasiada fuerza. Antes jugabas al fútbol, ¿verdad?
- ¿C-Cómo lo sabe?
- Para empezar, tienes las piernas más fuertes que tus brazos, por no decir que la forma en la que intentas dar el golpe a la pelota es más típico de ese deporte. Mira, déjame mostrarte como se hace.
Le prestó la raqueta y una pelota. El tipo se situó al lado derecho de la pista y, con un grácil movimiento, lanzó la pelota al aire, para luego golpearla elegantemente. Justo en la línea blanca, la pelota impactó, no saliendo al out por muy poco. Sora pensaba que era un loco que quería hacer entender que sabía algo de tenis, o igual era un pervertido que le gustaba hablar con las jovencitas. Había mucho últimamente. Sus palabras cambiaron su opinión sobre él.
- ¿Has visto donde ha golpeado la pelota? He tirado más o menos con tu potencia. Sin embargo, tu lanzas más en forma de rebote, como hacen los balones de fútbol antes de entrar en una portería. Por eso, cuando la pelota golpea el suelo, tiene demasiada fuerza. Sin embargo, yo he golpeado la pelota para que ese sea el único lugar que golpee.
- ¿Qué quiere decir con rebote?
- En el fútbol a veces hay que tirar para que el balón rebote y así un compañero aproveche la ocasión o el portero se despiste y así entre lograr el gol. Sin embargo, en el tenis no te la puedes jugar, y menos en el saque. Quien controla el saque, controla el partido.
- Creo que lo entiendo… esto…
- ¡Sora!
En el otro lado de la verja, había un chico de cabello rubio, y también de buen ver para las chicas. Sora lo sabía de sobra porque siempre era el centro de todas las miradas, sobre todo por sus ojos azules y su piel oscura.
- ¿Qué pasa, Zankichiro-kun?
El chico saltó la verja y corrió hasta la chica. Iba a darle un beso en los labios, cuando la chica lo detuvo poniendo su mano delante. Algo molesto, el chico se apartó.
- Pero bueno, ¿cuándo vamos a poder salir como las parejas normales?
- Te he dicho que no estoy preparada para nada de esto… además, fue mi padre quien propuso este matrimonio.
- ¿Eso quiere decir que no me quieres?
- No es eso… pero… solo… dame tiempo, ¿vale?
- Está bien… venga, vámonos a clase. Ya es hora.
- Si. Gracias por to… - al girarse el tipo había desaparecido.
Miró a su alrededor, pero en las pistas solo estaban ella y Zankichiro. Estaba empezando a preguntarse si no lo había soñado cuando oyó la campana que indicaba el comienzo de las clases, ante lo que se apresuró a coger sus cosas para ir a cambiarse rápidamente.
La primera hora se le hizo bastante larga. Muchas chicas estaban nerviosas por conocer al que sería el nuevo profesor de Educación Física. Algunas decían haberlo visto ya y que era muy apuesto, cosa que deseaban, porque el anterior profesor era un viejo gordo y baboso, al que finalmente habían expulsado cuando le pillaron sacando fotografías en el vestuario de las chicas.
Como iba a ser el primer día de clase del nuevo profesor, sabían que iban a tener la opción de hacer lo que quisieran, por lo que los niños de la clase 6º C de primaria y 3º D de secundaria ya se habían separado en grupos de chicas y chicos. Quedaba el segundo punto de porque las chicas estaban muy nerviosas por conocer al nuevo profesor, y es que este iba a ser su nuevo tutor. A Sora la verdad es que le daba igual.
Estaba envuelta en sus pensamientos cuando el director llegó acompañado de un chico joven. Sora se quedó boquiabierta, porque lo reconoció al instante. Era el mismo al que había visto esa mañana y le había enseñado una lección privada de tenis. Muchas de sus compañeras se volvieron locas al verlo. Sora ruborizó levemente, porque no quitaba que fuera atractivo, eso hasta ella tenía que admitirlo.
- A partir de hoy, este será vuestro nuevo profesor de educación física. Hoy tendrá que dar clase a dos grupos juntos, lo lamento.
- Oh, no pasa nada. Cuantos más mejos.
- En ese caso, se los encargó.
El director los dejó y enseguida el nuevo profesor se vio rodeado de un montón de chicas, de ambas clases, que no pararon de preguntarle un montón de cosas. Con el escándalo, Sora apenas pudo escuchar nada.
- Vamos, vamos… como hoy es el primer día podéis jugar a lo que queráis. Mmmm… a ver…
- Pero, profe, al menos díganos su nombre, ¿no? – Dijo un chico de la clase de primaria.
- Vale, pero poneros primero todos en fila. Prefiero que se me oiga bien.
Todos obedecieron, formando dos filas, una por cada clase. A Sora y Kari les tocó en los primeros puestos, mientras que Tai estaba por en medio de su fila correspondiente.
- Para empezar, os pido que seáis pacientes conmigo. Acabo de terminar mis estudios en el extranjero y es la primera vez que voy a dar clase. Sin embargo, no os pido que me veáis como uno de esos profesores que os van a matar a exámenes ni ejercicio. En mi vais a tener un amigo para lo que sea necesario.
- ¿Hasta para invitarnos a comer? – Preguntó Tai, en plan broma, lo que provocó unas pequeñas risas entre sus compañeros.
No le gustaba para nada esos profesores que se las daban de amiguitos y luego clavaban puñales por la espada. Ya había tenido unos cuantos.
- Vaya… veo que tenemos un gracioso. Por favor, ¿puedes acercarte?
Sin mucha gana, Tai lo hizo, acercándose al profesor de gimnasia.
- Por tu uniforme, diría que estás en el quipo de fútbol del Instituto.
- Si, soy el capitán. Kamiya Taichi.
- Oh, eso quiere decir que eres muy bueno, ¿verdad?
- ¿Acaso quiere comprobarlo? – A Tai no le gustó ver como el profesor sonreía.
- A ver, todo. Sois testigos aquí y ahora que, si este chico, Kamiya Taichi, me quita la pelota, da igual de la forma en que lo haga, le aprobaré el curso entero y no le hará falta venir a mi clase.
- ¡¿Qué?! ¿Puede hacer eso?
- Claro.
- Bien, ese caso se va a enterar.
Ambos se alejaron un poco de las dos filas. El profesor agarró uno de los balones de fútbol y esperaba a que su alumno estuviera listo. Sora no pudo más que suspirar al ver como había acabado todo. Tai siempre tenía que hacer alguno de sus numeritos. Lo que la extrañó era ver la cara de felicidad de Kari y más aún como se reía por lo bajo.
- ¿Qué pasa, Kari-chan?
- ¿Eh? Ah, nada. Solamente me alegro de que por fin le vayan a bajar los humos a mi hermano. No podría haber mejor persona que el profesor.
- ¿Eh? ¿Le conoces?
- Claro, y tú también. Pero, parece que Tai aún no se ha dado cuenta de quien es.
Sora miró de nuevo al profesor. ¿Lo conocía? Pues no le sonaba para nada. Pero si era alguien que conocían ellos tres podía ser mucha gente.
- Muy bien, profesor, allá voy.
- Cuando quieras, Kamiya.
Tai corrió hacía el profesor a toda velocidad. Iba a ser fácil quitarle el balón. Seguro que iba de típico profesor de gimnasia guay que quería impresionar a sus alumnas para tenerlas comiendo de sus manos. Solo tenía que moverse rápido para robarle el balón y ya no tendría que asistir a sus clases.
Pensaba arrebatárselo engañándolo con una finta, pero se llevó la sorpresa que el tipo lanzó el balón por detrás con el talón, haciendo un gorro por encima de su cabeza, ante lo que esquivo el ataque de Tai.
- Vaya… parece que sabe algo de fútbol.
- En primaria jugué algo, aunque hacía años que no tocaba un balón.
- Bien, ese caso no le importará que me ponga serio, ¿verdad?
- Para nada.
Los alumnos de ambas clases estaban alucinando de ver al mejor jugador del equipo de fútbol del Instituto ser incapaz de robarle el balón al nuevo profesor. Lo intentaba de todas las maneras posibles y este siempre lo impedía con movimientos rápidos, ágiles y precisos. En muchas ocasiones parecía que predijera lo que Tai iba a hacer.
Tras quince minutos, Tai ya estaba agotado. Había estado atacando tanto que al final había acabado en las pistas de fútbol. Ese tipo era muy bueno, lo reconocía. Le había tomado bien el pelo cuando dijo que había jugado un poco.
- ¿Te rindes ya, Kamiya?
- ¡Para nada!
Con una veloz carrera, Tai se lanzó con una fuerte entrada por abajo. Sin embargo, el profesor saltó en el aire, llevándose consigo el balón, que disparó hacía la portería. Estaban justo en medio del campo, y sin portero no sería raro que entrase. Tai siguió la trayectoria, y sonrió al ver que impactaría en el larguero. Al menos, aunque lo había dejado en ridículo, su demostración caería en picado al fallar un tiro tan sencillo.
Pero el profesor salió corriendo tras el balón y todos los alumnos quedaron boquiabiertos al ver como el balón rebotaba en el larguero y de ahí en el suelo. El profesor daba un salto en el aire y chutó, entrando el balón esta vez en la portería justo por el centro.
El silencio reinaba salvo por los pequeños golpes del rebote de la pelota de fútbol. Tai estaba mudo, mientras que Sora, finalmente se había dado cuenta de quien era ese nuevo profesor. Solo conocía a alguien que pudiera esquivar tan bien a Tai y realizar ese disparo. Miró a Kari y esta sonrió asintiendo. No podía ser verdad, ¿qué hacía él en el Instituto como profesor?
Sin saber como decir, y sintiéndose completamente vencido y humillado, Tai aceptó la mano del profesor cuando este le ofreció ayuda para poder levantarse.
- Me ha vencido por completo… pero, ¿cómo conoce ese disparo? Es usted muy bueno.
- Anda, ¿todavía no te has dado cuenta? En serio, sabía que tenías la cabeza llena de aire, pero este es pasarse, Tai.
- ¿Eh? ¿Por qué me habla con esas confianzas profesor?
- Atención todos – se dirigió hacía los alumnos – Lamento no haberme presentado hasta ahora – retiró sus gafas, lo que confirmó las sospechas de Sora, poniéndola de bastante mal humor, y dejando de piedra a Tai - . Mi nombre es Kamiya Kenji, y a partir de ahora daré clase como profesor de Educación Física en el Colegio y el Instituto de Odaiba. Es un placer.
Y aquí está lo que sería el comienzo de este nuevo fanfic de Digimon Adventure "La batalla por la luz", que continua la historia "La batalla por el mundo real" que terminé hace unos meses.
La verdad tardaré en continuarlo, al menos hasta que acabé uno de los dos fanfics que tengo abiertos sobre digimon, pero no creo que tardé más de un par de semanas en sacar el segundo capítulo.
Al final he optado por no seguir con los sucesos de Digimon Adventure 2, puestos que me gustan los niños elegidos originales junto con sus digimon.
Espero que la disfrutéis como el resto de mis historias y os pueda dar entretenimiento para pasar el rato.
Gracias por leerlo.
