Estaba cansado.

Habían ya pasado 12 de las 13 horas que duraba mi vuelo de regreso a casa.

Había pasado los dos últimos años fuera de Tokio. Dos años en los que me concentre solamente en estudiar, y aunque hice muchos amigos y visité muchos lugares, había algo dentro mío que siempre...me hacía querer volver a casa.

Era extraño porque lo más parecido a una familia que tenía en Tokio era a mi mejor amigo Andrew. Lo conocí cuando estaba en la primaria. El pareció ser el único al que no le importó que yo fuera un niño desmemoriado y sin padres.

Y entonces llegó un recuerdo inundó mi mente.

Flashback

Estaba caminando por la ciudad vestido de traje. No me gustaba mucho pero debo admitir que el traje me queda bastante bien. Me paré de pronto a ver un cartel afuera de una joyería. Anunciaban una exposición de cristales raros.

¨Cristales raros¨-pensé

Siempre había sentido una extraña fascinación por los cristales, así que me quedé interesado leyendo el anuncio hasta que algo me golpeó.

Me volteé en seco y pude atrapar en el aire una bola de papel, que resultó ser un exámen.

-30 puntos? Me parece que deberías estudiar más cabeza de chorlito- dije mirando al exámen y no al propietario

-¡Porque no te metes en tus propios asuntos!- me respondió con la cara roja de furia.

Entonces la ví. Era una niña. ¡La niña (en realidad mujer) más hermosa que había visto en mi vida!. Me quedé sin aliento, mirandola como si estuviera en algún tipo de trance.

-¡No molestes! - Me dijo y se alejó

Fin del flashback

-Serena- pensé

No sabía porqué pensaba en ella. No era que estuviera enamorado de ella o algo así. Serena y yo teníamos una relación...complicada.

Una vez que mi mejor amigo me la presentó especificando claramente y en un tono bastante fuerte que ella era "casi una hermana para él", pues se conocían desde que tenían 6 años, todo se hizo más complicado.

Serena y yo nos la pasabamos peleando como perro y gato. No había lugar en el que se respirara paz si ambos estábamos presentes. Parecía que cualquier cosa que saliera de mi boca la irritaba y a mi...a mi me pasaba lo mismo, con la diferencia de que disfrutaba cada segundo de mis peleas con ella. Andrew me había en todos los idiomas que conocía, que dejara de molestarla, pero la verdad es que a veces, solo a veces, la esperaba a la vuelta de su casa para verla correr a la escuela y chocar contra mi.

Incluso una vez para molestarla, accedí a salir con su amiga Rei, quien muy elegantemente me invitó a salir cayendo delante mío, provocando que le pise la cabeza.

Y ahí estaba, según yo no sentía nada por Serena, pero me encontraba, como muchas otras cientos de veces...pensando en ella

-Agg...que es lo que pasa contigo Chiba- dije en voz alta - Es solo una niñita

Eso último era cierto. Serena solo era una niñita cuando me fui de Tokio. Tenía apenas 15 años y yo la conocí desde que ella tenía 13 y la verdad es que en esos años, ella no había cambiado ni siquiera un poco,

¿Sería diferente ahora? ¿Seguiría con su mismo peinado gracioso que le sentaba tan bien?

Estaba seguro que no tendría novio, pues era tan despistada que no era capaz de darse cuenta si le gustaba a un chico y era tan inconsciente de su extremadamente notoria belleza, que uno podría pensar que estaba loca. Además estaba el hecho de que nadie, absolutamente nadie, se le podía acercar a Serena si es que Andrew no lo aprobaba primero, además de que yo me había encargado, de gentilmente recordarles a todos los chicos de su escuela, que el que se acercara a ella, se las vería conmigo y en mi ausencia ...con Andrew.

-estimados pasajeros, hemos aterrizado en la ciudad de Tokio, por favor permanezcan sentados hasta que el avión se haya detenido- escuché por el altavoz

Había llegado a Tokio.

Había vuelto a casa