Estaaa semana ando inspiradaaaa señoras y señores, será la alegría de las vacaciones... no sé no sé pero he aquí otro One shoot!
Muchísimas gracias a todos por sus reviews en mi otro oneshoot "Flores", en ese y todos... ¡muchísimas gracias a estos autores tan maravillosos!
Saludos, Rosie
Nota agregada:la verdad, es que tenía pensada esta historia como un Oneshoot, pero, debido a que varias personas me preguntaron por la continuación ....(y por que yo taaambien le tenia ganass a escribir un poco mas sobre esta trama :P jaja) decidí continuarla así que voy a convertirla en un fic más largo
IMPORTANTE: la persona que quiera leerla como un "oneshoot" puede hacerlo, quienes estén interesados en la continuación también pueden, por que la haré :D muchass graciass y saludos!
Disclaimer: los personajes, nombres y lugares de SCC pertenecen al grupo CLAMP
Oneshoot
PDV desconocido
Jueza, eso es lo que decidió estudiar. Le apasionaba eso de las leyes, y siempre creyó tener un don para la imparcialidad.
Sin embargo aquel día se arrepintió enormemente de su elección. Había llorado toda la noche anterior, purgando sus penas. Ahora, estaba lista, había realizado todas las mascarillas caseras y artificiales para poder desinflamar sus ojos.
Ahora estaba perfecta.
Se cepilló el cabello, corto, y se hizo bucles en las puntas. Recogió los mechones de su cara con un pasador dorado.
Suspiró, iba vestida de luto, con un traje negro y una flor blanca en uno de los costados. Sus zapatos eran blancos y negros, y lo único que cortaba aquel aura sombría eran sus ojos, verdes, y hermosos.
Caminó por su oficina, moderna y enorme, haciendo ruido con su tacos en la madera del piso.
Aquel ruido le pareció demasiado sombrío.
Tomó aquella carpeta marrón que había preparado para la ocasión, junto con su maletín de cuero, decidida, se subió al auto.
Todo aquello lo había ganado con esfuerzo, dedicación y la fama que se hizo desde que era una estudiante, tuvo el mejor promedio de su clase, y llevaba gran ventaja a pesar de ser mujer.
Conducía el BMW negro casi con furia, su cara era neutra, y el documento que llevaba en el maletín, ubicado en el asiento del acompañante, la llamaba a huir, huir para jamás aparecer.
Pero era su deber darse la puñalada que la llevaría al más intenso dolor.
Estacionó en frente del registro civil, subió los escalones, y llegó hasta el piso donde se celebraban las bodas, saludó a todos con una sonrisa forzada, pero que al resto le parecería natural.
Ese piso era el último, tenía varias oficinas, y un salón que lo abarcaba todo, y era circular.
Antes de entrar, un hombre caminaba por allí, buscando probablemente un lugar donde ver cómo arreglarse la desastrosa corbata.
Ninguno de los dos se miró, al menos, hasta quedar uno a cada lado.
—Sakura— pronunció él, sin emoción a modo de saludo
—Shaoran— su voz tuvo el mismo tono monocorde
Se hizo un silencio incómodo, en el que ella tragó saliva, miró al piso, suspiró y volvió a levantar su cabeza, para hablarle en un tono carente de emociones.
—Es la última vez, Shaoran, la última que voy a pedirte que te quedes.
Él miró al piso, luego a ella y le susurró, con la voz quebrada.
— Lo siento.
Ella suspiró, rendida, y lo hizo girar. Sin hablar, sin decir nada, con el más frío de los ambientes, le arregló la corbata. Tomó aliento, dio media vuelta y entró, recibida por todos los presentes, que se pusieron de pie, para luego sentarse.
—La honorable jueza, Sakura Kinomoto.
Ella se sentó en su sitio, un escritorio de vieja madera al final del hermoso salón que aquella rica familia de nobles magos había remodelado sólo para ese día. Sacó el documento que había preparado el abogado.
Entraron los novios, juntos, tomados de la mano.
—Shaoran Li, portador de título honorario y lady Emma Linée.
Lady la palabra le sonó asquerosa a Sakura, pero se aguantó las nauseas. La mujer era hermosa, debía de destacarlo, tenía la piel más suave y tersa que alguien pudiera imaginar jamás, los ojos celestes, el pelo largo y rubio, los pómulos grandes y la nariz respingada.
Parecía la imagen de cenicienta en persona. La jueza tuvo un espasmo de envidia… luego de odio… para caer en la tristeza.
Ella iba vestida sencilla pero gloriosamente, un vestido blanco, todo bordado, ajustado al cuerpo, que denotaba su buen estado físico. Encima tenía un saco natural muy hermoso, que escondía sus brazos y su escote.
Ambos se sentaron, en las sillas enfrente de su escritorio.
Ella miraba a Shaoran, que sostenía la mano de su prometida y "muy cercana" esposa en el "muy cercano" futuro con pesar.
Shaoran sostenía esa mano tibia, sintiendo su anillo y el de ella pesar como nunca, el corazón le latía fuerte y sudaba frío pero su respiración era acompasada.
Recordaba con tristeza sus últimos momentos con esa chica que amaba. Y no eran precisamente felices.
Vino a su mente el primer recuerdo, cómo es que fue separado sin poder elegir.
Estaba en su casa, estudiando, cuando ella llegó.
—¡Shaaaaoooran!— gritó, emocionada
—¿Qué pasa? estoy aquí—dijo, concentrado en estudiar historia
—¡Aprobé, Shaoran, aprobé matemática!
—Eso es genial— sonrió él y se levantó del sofá para recibir su abrazo
—¡Esto fue gracias a que me ayudaste! Eres el mejor de los amigos, Shaoran, no sabes cuanto te lo agradezco.
Él sonreía mientras la abrazaba.
—¡Estoy tan emocionada Shaoran! ¡gracias, gracias, gracias!
En ese momento, la veía tan feliz, tan hermosa que no pudo evitar darle un beso en la mejilla…
Que terminó siendo uno en los labios…
Ella giró la cabeza, por accidente, al verlo tan cera…
Algo… extraño pasó, hasta ese día, ninguno de los dos vio al otro de una manera que no fuera como amigos…
Pero al juntarse sus labios, el beso no se cortó, sino que siguió. Fue su madre, Ieran, la que los vio.
El problema allí, era que él era el prometido de una noble inglesa. Al día siguiente, su madre le anunció que saldría en dos semanas a estudiar en Inglaterra, y pasar tiempo con Lady Emma.
Aquello le supuso un mareo, de pura angustia. Y el segundo, e igual de agridulce recuerdo, lo golpeó.
La despedida.
Había tapizado su cuarto con pétalos de rosa blancos, puesto velas en vez de luces, la esperó vestido de traje…
—Shaoran…— a ella la voz se le quebró
—¿Me concedes esta pieza?
Tomó su mano y comenzaron a bailar.
—¿Por qué tienes que irte? ¿¡Por qué!?- protestó ella
—Soy un noble mago, es mi deber.
—Pero eres libre de elegir— le refutó ella
—Tengo que pensar en mi familia…
—… pero ellos no piensan en ti, ¿tú… la quieres?
La pregunta de Sakura lo descolocó. Esa fue la última vez que hablaron esa noche.
Él miró las manos unidas de su prometida y la suya, ¿tú… la quieres?Esas palabras resonaron en su cabeza por años, a cada momento que estaba con esa dulce mujer, que por muy hermosa y generosa que fuera, no podía robarle un corazón que ya le pertenecía a otra persona, y que él no poseía.
Ignoró olímpicamente al abogado que leía los artículos de los derechos de la constitución, poco le importaba aquello, por que, si a su familia se le daba por que no quería concederle el maldito divorcio, no lo haría sin desheredarlo primero, y asegurarse de que trabajara en el peor de los trabajos, con la peor paga y la mayor cantidad de carga horaria.
Él era sólo un puente, un juguete, una pieza en el tablero de ajedrez que ellos movían. Desde pequeño le habían quitado toda emoción, brindándole un cariño seco, y una educación exigente, durmiendo su corazón y su voluntad.
Le quitaron todos los placeres de la vida. El poder dormir hasta tarde, el poder comer esa comida que tanto te gusta en familia, el tener los amigos que quisiera, pasar tiempo libre…
De pronto cayó en la cuenta. Era una marioneta. Toda su vida lo había sido. Por eso lo separaron de Sakura… porque ella cortó los hilos, le enseñó lo que era la libertad, la sencillez, vivir sin el protocolo.
Y entonces un último recuerdo vino a su mente, el más doloroso y nítido.
Caminaba lento, pero nervioso, hacia el avión que lo llevaría a Londres. Iba con un impermeable negro y un paraguas gris.
Ella no apareció, al parecer, había decidido dejarlo ir. Él sonrió, así, sería más fácil, no más dolores…
Por dentro se estaba quemando con ácido, y podía sentir cómo las cuerdas se ataban a sus muñecas y tobillos…
"El tiempo todo lo cura, Shaoran" se repetía mentalmente, en un intento de seguir en pie.
—¡No, Shaoran no!— una voz gritaba desesperada, aquella delicada chica se estaba empapando mientras corría hacia él, en la intemperie camino al avión privado— ¡podemos quedarnos juntos! Este no puede ser nuestro final, ¡no! Tú puedes decidir, tienes esa decisión en la punta de la lengua— ella sollozaba descontroladamente
—No puedo, Sakura…— a él se le quebró la voz
—¡sí, sí puedes!— ella le recriminó, llorando, aún a distancia
—Son cosas que no manejo…
—¡No te excuses!— ella acortó la distancia, tomando su muñeca, haciéndolo voltear a verla de frente— ¡Sé un hombre por una vez y pelea por lo que quieres!
Shaoran la tomó en sus brazos por última vez, sollozando en su hombro empapado.
—¡No me excuso! ¿¡Crees que estoy feliz dejando lo único que me ha hecho feliz en la vida!? ¡Te equivocas! ¡Te equivocas y mucho, Sakura!
—Quédate, por favor, Shaoran, no me quites el alma así como así…—apenas pudo entender lo que ella decía
—Perdóname, Sakura, perdóname… — sollozó Shaoran— créeme, yo dejo mucho más que mi alma aquí.
Y tuvo que subirse al avión, le dejó su impermeable, esperando que a ella le quede algo más de él que sólo recuerdos. Lo último que vio es a ella, aferrando el impermeable, de rodillas, siguiendo el avión con la vista.
Desde entonces, su familia se encargó de hacerle perder todo el contacto con ella. La vio, por primera vez en casi… 12 años aquel día en el vestíbulo, y eso fue lo último que hablaron.
Una gran inseguridad le doblaba el corazón.
— Shaoran Li— la voz de Sakura lo sacó de sus pensamientos— ¿Acepta como esposa a Lady Emma Linée?
—A-acepto.
—Dadas las respuestas—ella proclamó, con voz profesional— afirmativas en ambos casos, deberán firmar este papel, luego lo firmaré y sellaré yo
Sakura les extendió el papel a los novios, junto con una pluma, los ojos de Shaoran estaban tristes, e intentaba comunicarle una corta frase"perdóname, por haber sido un cobarde"
Ella lo miró, con otra frase escrita en la mirada "la última vez, Shaoran, la última vez…", al recibir el documento, tomó la pluma y lo firmó, con una expresión helada.
Mojó el sello.
Suspiró y levantó la mano en un movimiento rápido y aparentemente indoloro que la empujaría al dolor o a la recuperación, y que por sobre todo la destrozaría.
El sonido de sus latidos le resonaba en la cabeza a Shaoran, que luchaba por controlarse, por mantenerse, pero su lobo interno se liberó… cortó los hilos...
Sakura estaba a punto de sellar el documento pero la detuvo en el momento exacto, la mano de un chico de pelo chocolate, un lobo rebelde, un lobo libre para elegir.
—¡No, yo no quiero, me opongo!
