Disclaimer: El universo de Harry Potter y los personajes que se reconozcan le pertenecen a J. K. Rowling, lo único que puedo adjudicarme es la trama


Es cosa del destino

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Lo observa de lejos. Como lleva haciéndolo desde hace un mes. Era lo mismo, él llega, limitándose a sentarse y mientras mira el vacío con una expresión triste y pensativa.

Siempre le dan unas ganas tremendas de acercársele y hablarle, aunque no puede, y eso no es propio de ella, actuar de una forma discreta y silenciosa. Aunque no todo es su culpa, sino de él. No sabe con exactitud qué es lo que le llama la atención de aquel chico pelirrojo, pues no es demasiado alto o posee una belleza insoportablemente abrumadora. En realidad cada que alguien se acerca hacia donde se encuentra adopta una actitud pomposa.

Suspira y baja los ojos rápidamente cuando él alza la vista, por el rabillo del ojo nota como se pone de pie, la nostalgia de hace un rato perfectamente escondida. Entonces se marcha.

Chasquea la lengua, disgustada consigo misma, pero no puede acercársele porque sabe que, la razón principal, es que no quiere conocerlo ahí porque fingirá. Debe de encontrar otra forma para colarse en su vida y conocerlo.

Sonríe un poco.

Tal vez que lo conociera en ese parque sea cosa del destino, pero no está dispuesta a esperar hasta que a éste le den ganas de juntarlos en otras circunstancias, porque ser paciente no es precisamente una de sus virtudes.

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–Hola –trata de que su sonrisa no se vea tan embelesada, ya tendrá tiempo de sobra en su apartamento para gritar y bailar de alegría–. Soy Audrey. Audrey Grant.

–Mucho gusto –responde él, con cierto aire pomposo, mientras estrecha su mano rápidamente–. Percy Weasley.

–Bienvenido, vecino.

–Gracias –replica con un tono algo indiferente–. Lo lamento, estoy ocupado y debo irme.

–Claro, cuídate.

Él asiente y ella sabe que no le está prestando la atención que quisiera, pero no puede decirle nada porque ya ha desaparecido en el interior de su departamento.

Se limita a seguir sonriendo. Porque definitivamente es cosa del destino que su nuevo vecino sea nada más y nada menos que el pelirrojo del parque con el que planeaba un encuentro casual.

Sólo que ahora ya puede llamarlo por su nombre.

–Prepárate, Percy Weasley –susurra–. Porque Audrey Grant siempre consigue lo que quiere.

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Lo mira por unos segundos, pero Percy sigue sin moverse, cosa que empieza a preocuparle.

–¿Qué te pasa? –Pregunta por fin, rompiendo el silencio que los envuelve– Has estado actuando más raro de lo normal desde ayer.

–Audrey, tengo que decirte algo –sus manos tiemblan ligeramente, lo que significa que está nervioso.

Ella se muerde el pulgar, probablemente le dirá que quiere terminar su relación, tal vez Anne había tenido razón al decirle que era demasiado pronto para presentarle a sus padres, a pesar de salir desde hace año y medio y conocerlo desde hace dos.

–Quieres dejarlo –dice.

–¿Qué? –Percy luce un poco confundido– ¡No! Es sólo que no he sido completamente sincero contigo desde el principio.

–¿Eres casado? –pregunta sin mucha convicción, pues conoce a Percy y sabe que él nunca sería capaz de traicionar a nadie.

–No, Audrey, sino te lo dije antes fue porque temía que me dejaras.

–¿Eres un mafioso? ¿Tienes líos con las autoridades? ¿O eres un agente secreto?

–¡No! –Repite y, por su tono, sabe que está comenzando a perder la paciencia– Soy un mago, Audrey.

–Ya –arquea una ceja, escéptica–. ¿Y ahora me vas a decir que durante las noches te escabulles para hacer tus shows? ¿Ganas mucho? ¿No han descubierto tus trucos?

–No me has entendido. Soy un mago de verdad, Audrey.

–Percy –comienza ella, con dulzura–; si estás asustado porque vamos en serio solamente tienes que decirlo, no necesitas inventarte todo esto para… –se interrumpe cuando él saca un palito de madera y apunta directamente a la lámpara que está cerca de ella.

Antes de que pueda decir algo más ésta se transforma en un jarrón lleno de tulipanes.

Inmediatamente voltea a ver a su novio, quien tiene una mueca de resignación.

–Soy un mago –repite.

Ella sabe que Percy está esperando a que diga algo. Abre la boca.

–Me encantaba esa lámpara –suelta mientras sonríe con timidez y, al parecer muy en contra de su voluntad, Percy suelta una risa desganada.

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Se mira nuevamente en el espejo, nerviosa, repasa la ropa que lleva puesta por enésima vez, aunque ella no suele ser quisquillosa al momento de vestirse, pero hoy es un día especial, porque, en unos momentos, conocerá por fin a los Weasley. Y La Madriguera. Y a Molly Weasley.

De sólo pensar en eso provoca que las piernas le tiemblen sin control.

–Estás hermosa –Percy aparece en su campo de visión, sonriendo.

–¿Tengo que hacerlo?

Él frunce el ceño por unos segundos.

–Sí. Estoy fastidiado de que mis hermanos se burlen de mí, diciendo que te he inventado sólo para que mi mamá deje de insistir en que debo de tener más citas. ¿Lista? –le ofrece la mano, Audrey la toma sin dudar, porque, después de todo, sigue convencida de que era cosa del destino que terminara enamorándose de Percy Weasley.

Alguien muy distinto a ella, comenzando con el hecho de que él era un mago y ella una muggle, pero que la complementaba de una forma espeluznantemente perfecta.


¡Hola!

Gracias por leer. Hace poco comencé a leer sobre Percy/Audrey y, mientras estaba en clase, no pude evitar escribir sobre este par (me enamoré), así que, si sale un poco OoC es por ser primeriza. La verdad ni siquiera sé si estoy bien en usar ese apellido para Audrey, pero la información que se tiene sobre ella es casi nula, así que... bueno, me gusta más imaginarla de muggle que bruja :)

Si ven algún error garrafal no duden en decírmelo, que muchas veces no me doy cuenta de ello, también por si quieren expresar su opinión sobre el fic (¿Estuvo entretenido? ¿Pésimo? ¿"Mátate, por favor"?)

¡Nos leemos pronto!

Missannie