Hola... bueno esta es otra historia que escribí el año pasado, al igual que las dos anteriores fue por primera vez publicada en forosdz... se les agradece los comentarios, gracias!



CRASH

Siempre quisiste un cambio en tu vida, mas no querías algo tan drástico que te dejara tan fuera de lugar. Ni siquiera logras hacer memoria del momento en qué ocurrió… o el cómo ocurrió. Pero sí sabes que en cierta forma lo que pasó fue un tipo de karma, y uno que desearías pensar que fue enviado por tu abuelo, pero en parte sabes que tú fuiste el único que lo provocó.

"Un viaje con los equipos de la BBA," fue tu respuesta cuando tu anciano abuelo te preguntó hacia dónde y con quién ibas. No te molestaste en mentirle, pues querías ver su cara de disgusto e incluso ese día te sentías con ánimo de ser el retador y el triunfador de la batalla que se avecinaba con tal respuesta. Acto inmediato, Souchiro reaccionó alterado e iniciaba la descarga de reprimendas e insultos que te daba con regularidad, pero en ese día fue aún más. Y bien sabes la razón, ese día estarías a cargo de tu primera junta con uno de los clientes de una importante firma europea, que sobra decir repugnabas con todo tu corazón y por ello deseabas esquivar esa reunión. "Sin importar a qué costo," fue lo que pensabas cuando te encontrabas ideando la manera de faltar.

"Habrá otras juntas," contestaste irónico y restándole toda la seriedad al asunto al que te enfrentabas, pero no importaba en ese momento, sólo querías irte y demostrarle al viejo que él no te controlaba y que nunca lo haría. Saliste de la mansión, dejando atrás a tu abuelo dentro, aún histérico y lanzando maldiciones para ti.

Cuando llegaste a las sedes de la BBA, creíste, momentáneamente, que sería mejor regresar, pues todas esas personas con las cuales prefieres evadir el contacto estaban allí; Baihuzu, PPB, Dinastía F, e incluso los Majestics; únicamente los rusos no vendrían. Y aún así aceptaste la invitación, pues calzaba perfecto para esquivar la reunión. Subiste al autobús en donde iría la mayor parte de los adultos y tus compañeros de siempre los G-Revolutions.

Inmediatamente fuiste a la parte trasera, al último asiento. Te pusiste los audífonos de tu reproductor de música y acto seguido te sumergiste en un profundo y tranquilo sueño, que para ti, eso enmarcaba tu victoria contra tu abuelo. Todo iba bien, pero de pronto despertaste por el estruendoso golpe y el infernal dolor que sentiste en tus piernas. El autobús había derrapado y el chofer en una maniobra desesperada, pero inútil, giró completamente el autobús, causando que el impacto se diera en la parte trasera. Desafortunadamente, eras el único sentado en ese lugar.

Reaccionaste, y entonces viste como tus piernas se encontraban atrapadas de las rodillas para abajo, y trataste de alzar tu cabeza para ver cómo estaban los demás, todos inconscientes. Esperaste a ver si alguien despertaba o mostraba señales de vida para que te ayudara, cosa que no era algo típico de ti, amarga sorpresa, nadie reaccionaba, eras el único consciente de lo que pasaba.

Trataste de moverte un poco para encontrar tu celular, pero recordaste que lo habías dejado junto con tu laptop para evitar las llamadas, mensajes y correos del viejo. Te comenzaste a desesperar y querías gritar como loco, pero eso iba en contra de tu naturaleza. Querías apartar a como diera lugar la parte metálica del asiento que te estaba ejerciendo esa presión y dolor infernal en tus rodillas, o al menos dejar de sentir ese dolor. Mirabas la sangre correr y perderse en la superficie del autobús, debías de admitirlo, nunca antes te habías asustado de ver tu sangre correr de esa manera, nunca ni en los peores días de tu infancia. De repente, viste a Judy levantarse y correr hacia Max y luego al Sr. Dickenson, "¡Llama o haz algo!", gritaste ya harto y después de haber mantenido la calma por tanto tiempo, acto seguido Judy volvió a la realidad y reaccionó a tus palabras, marcando los números en su celular tan rápido como pudo… luego… ya no supiste nada… simplemente te desvaneciste.

Despertaste en el hospital, te sentías mareado y aturdido. No recordabas bien lo que sucedió, hasta que viste enyesadas tus piernas de la rodilla hacia abajo. Sentiste un escalofrío y un dolor inmenso, los calmantes perdían su efecto. Volteaste hacia la puerta de la habitación, y allí estaba… tu abuelo. Sentiste como esa victoria que habías planeado se derrumbaba en tu interior. Souchiro se acercó y te dijo "Tuviste suerte, lograron salvar tus piernas," quedaste en silencio, ¿quién diría que tu acto de rebeldía te dejara casi inválido? "Tardarás seis meses con el yeso y después de eso, necesitarás seis meses en rehabilitación," agregó. Al ver que no planeabas responder el anciano se levantó y salió de la habitación dejándote solo.

No sentiste el paso del tiempo, pero pronto anocheció. Sin embargo, ¿qué importaba eso? Ahora estabas condenado a la cama del hospital, y lo único que había quedado en tu cabeza fueron las palabras de tu abuelo, ¿un año entero sin poder hacer nada por tu cuenta? Eso jamás se podría considerar digno de un Hiwatari, digno de Kai. Pasaron las horas y ni te percataste de cuándo amaneció, ni siquiera sentiste la noche que te acabas de pasar en vela. Fue hasta que entraron tus amigos que te percataste del tiempo, venían a visitarte y a darte apoyo. Tú simplemente no escuchabas nada de lo que decían, los miraste una vez y todos tenían lesiones… ¿leves? Takao un hombro dislocado, Max la muñeca desmontada, Rei una quebradura en el meñique, Daichi una pequeña cortada en su cabeza, Kyo simples moretones y Hiromi… no lo podías creer… parecía haber tenido toda la suerte del mundo, ni un solo rasguño. Fue cuando tu naturaleza deseo que las cosas hubiesen sido diferentes y que tal vez hubiese sido Takao o cualquiera de ellos quien estuviera en tu posición.

Otra vez sólo otra vez pensabas. Te maldecías por haber aceptado, te mortificaba el sólo hecho que significaba el depender de alguien. Querías levantarte y caminar, pero no soportabas tan siquiera el peso de tus yesos. Odiabas recordar el momento en que te rebelabas ante tu abuelo, siendo él quien terminara encargándose de todos los cuidados que estabas recibiendo – tal y como te lo había dicho Rei.-

Han pasado tres meses, según los doctores has logrado una recuperación más pronta de los que ellos esperaban, siendo posible que el próximo mes te quiten los yesos e inicies con las terapias de rehabilitación. Lo cual si bien es cierto, te parece ridículo, iniciar caminando con una andadera, sin tomar en cuenta que cuando no puedas sostenerte tendrás que utilizar una silla de ruedas, para luego pasar a las muletas, y aún así terminar siendo "defectuoso," como tú mismo te has denominado al saber que no recuperarías al 100% la movilidad de las extremidades lesionadas.

Pero eso ya lo habías superado. Lo que no lograbas superar era el hecho de sentirte en deuda con Souchiro. Él había conseguido los mejores doctores para la cirugía, al mejor terapeuta, todo lo había buscado para ti en el menor tiempo posible, pero lo había hecho. No podías ni siquiera imaginarlo, mucho menos creer que el viejo se había esmerado tanto por ti. Y tampoco querías sentir que le debías algo por lo que podías apreciar había hecho. Hubieras preferido al anciano de siempre, humillándote, maldiciéndote, haciéndote la vida una total y completa miseria. Pero simplemente no había aparecido en esos 3 meses.

Y ahora lo único que cruzaba en tu mente es ¿qué será de ti? ¿Acaso acabarías siendo un endeble discapacitado que se dejaría someter a la voluntad de su abuelo? ¿O alguien en deuda que simplemente debía obedecer? Ahora que saliste del hospital, ¿qué será de ti?