Estabas sentada en de tu endemoniado jefe, Hibari Kyoya, que odiaba que lo desobedecieras, pero no era tu culpa que lo único que hubiera para sentarse fueran Las almohadas y el de Hibari fuera el mas cómodo. Suspiraste, estabas agotada, pero tenías que entregarle esos malditos documentos antes de las cinco.
La puerta se abrió. Frunciste el ceño frustrado. Todavía tenias una hora para entregarle esos apeles, y él ya estaba allí, delante de ti, mirándote seriamente como siempre. Estabas a punto de reclamarle, pero sentiste un fuerte abrazo de un niño que se aferraba a ti con fuerza.
Miraste al azabache, se notaba que algo serio estaba ocurriendo y por la forma en la que te miraba tú estabas involucrada. Parecía que lo que te abrazaba era un niño pequeño de no más 7 años, Se escuchaba un pequeño llantito de parte del niño.
Conmovida, pero sin entender lo que ocurría, correspondiste su abrazo de forma dulce y protectora. Le diste un beso en la frente para que tranquilizarlo, lo que provoco que levantara su cabeza para mirarte. Sus ojitos estaban llenos de lágrimas, pero lo que más te llamo la atención era el extraordinario parentesco que tenia con tu jefe. El mismo color de ojos, de cabello y esa piel tan blanca como la nieve estaba teñido de un leve rosita en sus mejillas.
Acariciaste sus cabellos con lentitud y le dedicaste una linda sonrisa. El niño te miro, limpio sus lágrimas con la tela de su remera, para luego volver a abrazarte, pero esta vez más calmado.
En la puerta que estaba detrás de tu jefe estaba su "hermano mayor" Fong, que te sonreía, Haciéndote saber que no tenias de que preocuparte, que todo estaba bien.
-Mamá…-balbuceó el pequeño.
-¿Hm?... ¿Quién es tu mamá? ¿Dónde está? Yo te llevaré con ella-dices con una sonrisa.
-Tú eres su madre-te dice Hibari sin expresión alguna en su rostro. Lo observaste confundida, sin entender lo que sucedía con ese niño.
-Mamá…-repitió un poco mas fuerte apegándose a ti. Reíste nerviosa sin saber que pensar o decir.
-Ese niño es tu hijo que viajo en el futuro, se quedara aquí por un tiempo, hasta que descubramos como enviarlo de vuelta a casa-te explicaron.
-Mi-mi Hijo- fue todo lo que pudiste pronunciar, viendo al niño que ahora te miraba esperando tu respuesta, tu reacción. Te sonrojaste levemente, si era tu hijo no se parecía en nada a ti, en cambio era una réplica en miniatura de Hibari que te observaba notando su sonrojo sonriendo levemente ante ello.
Esa tarde te la pasaste intentando comprender el porqué ese niño estaba ene se tiempo. Suspiraste cansada, ahora te preocupaba algo más que entregar documentos a tiempo. Según entendiste, Tú y Hibari se harían cargo del niño mientras este en este tiempo.
