Un verano, Amanda Bernstein llegó al Campamento Kikiwaka. Ahí le esperaba su guía, Emma Ross.
‒ Hola, soy Emma ‒ le dijo estrechándole la mano ‒ Yo voy a guiarte en el campamento para que te adaptes.
‒ Hola, yo soy Amanda.
‒ Vamos, te enseñaré tu cabaña.
Emma guió a Amanda hasta la cabaña de las marmotas.
‒ Esta es la cabaña de las marmotas número 2. Antes solamente había una, pero se han apuntado tantos campistas que han tenido que construir cabañas nuevas.
‒ ¿Cuántas personas vamos a dormir aquí?
‒ De momento solamente tú y yo. A no ser que se apunte una nueva campista en mitad del verano.
‒ Vale, será genial tenerte de compañera. He visto tus vídeos de moda en internet. Me encantan.
‒ Vaya, muchas gracias.
Amanda deshizo su maleta.
‒ ¿Has hecho muchos amigos estando en este campamento?
‒ Sí, muchos. Entre ellos mi novio, Xander.
‒ ¿Ah, sí? ¿Qué tal estás con él?
‒ Muy bien.
‒ ¿Te puedo preguntar una cosa?
‒ ¿Qué?
‒ ¿Cómo es él en el sexo?
‒ ¿Qué? Eso es un poco privado.
‒ ¿Qué ocurre? ¿Es que es malo?
‒ No, no. La verdad… Es que es bastante bueno.
‒ ¿Sí? ¿Y tú qué tal eres?
‒ Pues también soy muy buena, la verdad.
‒ ¿Ah, sí? Pues ya tenemos algo en común. Yo también soy muy buena.
‒ No me digas.
‒ Sí, con chicos y con chicas.
‒ ¿Con chicas también?
‒ ¿Tú te has acostado alguna vez con una chica?
‒ No, nunca.
‒ Pues… Ya que estamos juntas en la cabaña, podrías probarlo conmigo.
‒ ¿Qué dices?
‒ Es que me pareces una chica muy caliente. Me encantaría follarte, la verdad.
‒ Oye, mira, Amanda…
‒ ¿Qué pasa? ¿No te parezco atractiva?
‒ No, eres muy atractiva, pero…
‒ ¿Entonces no te gustaría probar?
‒ Ya te he dicho que tengo novio.
‒ Vale, pues le invitaremos a que juegue con nosotras en otra ocasión.
Emma estaba muy sorprendida con lo que le decía Amanda. Parecía una ninfómana. Amanda se quitó la camiseta, mostrando su sujetador.
‒ Dime, ¿no te gustaría probar a estas dos? A mí me gustaría probar las tuyas.
Al ver a Amanda sin camiseta, Emma se puso un poco cachonda. Le estaba pareciendo divertido el juego. Emma se acercó a Amanda.
‒ Vamos poco a poco. Primero muéstrame cómo besas.
Emma comenzó a besar a Amanda. Ambas degustaron sus labios, juguetearon con sus lenguas, mezclando sus salivas. Mientras se besaban se acariciaban el pelo y sus cuerpos. Unos minutos después, Emma se quitó la camiseta y los pantalones, y Amanda se quitó sus pantalones. Ambas se tumbaron en la cama de Emma, y mientras se besaban, se desabrocharon los sujetadores. Emma bajó por el cuerpo de Amanda, besando su cuello, su pecho, su vientre… Después volvió a subir hasta el pecho, y comenzó a probar los pechos de Amanda. Después de un par de minutos, Amanda tumbó a Emma y comenzó a probar los pechos de Emma. Tras otro par de minutos, las dos se quitaron sus tangas, y mientras se besaban, Amanda frotaba el coño de Emma, y Emma frotaba el coño de Amanda. Las dos estaban muy, muy calientes.
Tras un rato, Emma se subió encima de Amanda, y ambas comenzaron a comerse sus coñitos en la posición 69. Las dos gemían mientras sentían la lengua de la otra comiéndole la entrepierna. Estuvieron así unos minutos, hasta que Amanda dijo:
‒ Espera, vamos a probar otra cosa.
Amanda se levantó, y de su maleta sacó un cinturón con un consolador.
‒ Póntelo y fóllame. Y luego yo te follaré a ti.
Emma se puso el cinturón, y Amanda se tumbó en la cama de Emma abierta de piernas. Emma comenzó a penetrar a Amanda con el consolador, acelerando el ritmo poco a poco. Mientras la follaba, las dos se besaban. Emma se apoyaba en la cama, y Amanda abrazaba a Emma.
‒ Sigue, no pares, Emma, sigue. Me pones muy caliente.
‒ Tú a mí también. Eres una chica muy sexy.
‒ Fóllame, fóllame, no te detengas. Dime cosas sucias.
‒ Ah… ¿Eres una chica sucia?
‒ Sí, lo soy.
‒ Eres muy guarrilla.
‒ Sí, sí.
‒ ¿Te pone cachonda que te diga estas cosas, mi zorrita?
‒ Sí, me pone muy cachonda.
Emma continuó follando y besando a Amanda, hasta que al final:
‒ ¡Emma, me corro, me corro! ¡Aaaaahhh!
Amanda se corrió en el consolador. Emma sacó el consolador del coño de Amanda, y empezó lamerle la ranura para probar sus jugos. Después Amanda chupó el consolador mientras Emma lo llevaba puesto, probando sus propios jugos.
‒ Vale, Emma, ahora te toca a ti.
Emma se quitó el cinturón y se lo puso Amanda. Emma se tumbó con las piernas abiertas, y Amanda comenzó a follarla. Ahora, Amanda se apoyaba en la cama, y Emma abrazaba a Amanda. Las dos se abrazaban, mientras Emma disfrutaba de que la echaran un polvo.
‒ ¿Te gusta, Emma?
‒ Sí, me encanta cómo te mueves.
‒ Dime, Emma, ¿eres mi putita?
‒ Sí, soy tu putita. Soy tu putita para lo que quieras.
‒ Así me gusta. Que seas una buena putita.
Amanda follaba a Emma salvajemente. Emma gritaba del placer que le estaba dando. Y tras unos minutos:
‒ ¡Me corro! ¡Me corro! ¡Aaaaah!
Y Emma se corrió en el consolador. Al igual que Emma, Amando chupó los jugos del coño de su nueva compañera, y después Emma chupó sus propios jugos del consolador.
‒ ¿Sabes? Creo que me va a gustar estar en este campamento ‒ dijo Amanda.
‒ Y yo creo que me va a gustar tenerte de compañera ‒ dijo Emma sonriente ‒ ¿Nos damos una ducha juntas antes de que te siga enseñando el campamento?
‒ Vale.
