Bueno, pues empiezo a estrenar mi primer fic, escrito por mí, como dije que iba a hacer. Tranquilos, la semana que viene en cuanto acabe mis exámenes, seguiré subiendo la traducción ^^ gracias a todos por ser pacientes, por las reviews y por tomaros la molestia de leer. Espero que este fic os guste también. Sí, lo sé... instituto y amorío es demasiado cliché, es cierto, pero hay gente a la que le gustan este tipo de clichés. Además, he de reconocer el gran esfuerzo que hacen muchos escritores, porque me ha venido el bloqueo muchas veces; de hecho, estaba escribiendo otro One-shot, pero no me venía a la mente, así que empecé con este. Quería que fuera un One-shot, pero me explayo demasiado. Espero que os guste :D

Era el primer día de clases después de las vacaciones de verano, un nuevo curso empezaba en Konoha Gakuen; los estudiantes entraban muy contentos contando sus anécdotas: amoríos de verano, las impresionantes vacaciones en la playa, los festivales de verano... todos entraban animados, excepto una persona.

Hinata Hyūga era una chica tímida que, por mucho que lo intentara, no conseguía hacer amigos; cuanto más se esforzaba, peor le salían las cosas. Si tan solo volviera a la escuela femenina en la que estaba con sus mejores amigas: TenTen, Ino y Sakura... pero por el trabajo de su padre, tuvo que mudarse y cambiar de instituto, y pasó a ser invisible, excepto para las tareas aburridas del instituto, pues era presidenta del Consejo Estudiantil y delegada de clase, ya que ella era la que mejores notas tenía y la que parecía que no tenía otra cosa mejor que hacer.

Hinata era de tendencia pesimista, por tanto, se dio por vencida en tratar de hacer nuevos amigos, siempre sería como un fantasma: pululando por los pasillos sin ser notada y sin ser vista; era un poco triste, pero era lo que había.

Cuando llegó a clase, su pupitre de siempre estaba libre, era el que daba a la ventana, justo debajo del viejo manzano del patio; amaba ese árbol, era un sitio en el que había paz y tranquilidad, era simplemente perfecto, pues ahí leía, almorzaba o escribía sus canciones, porque, el gran secreto de Hinata Hyūga era que tenía una preciosa voz y que tenía un talento innato para escribir canciones. Su padre siempre fue estricto en su educación y le apuntó a varias actividades: ballet, idiomas, academias... y a lo que más disfrutó: clases de canto, de piano y de violín. Solía ser torpe y tropezarse hasta con su propia sombra, pero en ese territorio, ella era poderosa y también virtuosa.

Todos en clase se pusieron en orden cuando entró el profesor: Kakashi Hatake, un peliblanco con cara de aburrido de la vida que usaba una máscara para ocultarla. Aún así, era un maestro amable que siempre se dedicaba a sus alumnos, y que siempre les animaba a hacer aquello que más les gustara.

-Buenos días chicos, espero que vuestras vacaciones de verano hayan sido tan fantásticas como las mías- dijo con una sonrisa atolondrada- hoy mismo, estamos estrenando muchas cosas: curso, clases, profesores, asignaturas y alumnos... así que por favor, que los nuevos pasen al frente de clase.

Tras esto, tres personas se levantaron y se pusieron frente a la clase: la primera persona era una chica castaña, algo bajita, con ojos color negro, parecía algo nerviosa.

-Hola a todos, mi nombre es Matsuri, y vengo de Suna, encantada de conoceros- dijo mientras hacía una reverencia.

Al lado de Matsuri, había un chico algo pálido, pero muy bien visto, con el pelo de color azul pálido y los ojos azules; este chico conseguía sacarle el suspiro a varias chicas de la clase, que comentaban en bajo lo guapo que era.

-Buenos días a todos. Mi nombre es Toneri Otsutsuki, por favor, llevémonos bien- dijo inclinándose

Y finalmente, la tercera persona, un chico rubio con pinta de ser problemático, unos ojos azules muy profundos y una sonrisa zorruna que adornaba su cara, se presentó

-¡Y yo soy Naruto Uzumaki!- fue lo único que dijo, pero consiguió sacar muchos murmullos:

-Ese es el chico que sufrió un ataque de ira y atacó a uno de 1-B. Por eso fue expulsado y llevado a Uzushiogakure para estudiar.

-Yo he escuchado que allí fue jefe de una banda criminal, que robaba y se peleaba con todo el mundo.

-Espero que no me sienten con él, ¡qué miedo!

-Yo tampoco

Hinata no daba crédito a lo que escuchaba, todo el mundo juzgaba a aquel chico en base a rumores, y eso le enfadó bastante. Pero por su actitud tímida, calló.

-Bien chicos-dijo Kakashi- podéis tomar asiento.

Matsuri se sentó con un grupo de chicas, que al parecer ya conocía, Toneri se sentó en la fila de delante, a dos pupitres de distancia de Hinata, y Naruto, justo detrás de ella, en la última mesa, reposando sus pies en la mesa, inclinado en la silla y mirando por la ventana el viejo roble con cara de desinterés por lo que dijera la gente o lo que pasara en clase.

Al finalizar la clase, Kakashi recordó que había que elegir al delegado de clase y que debían hacerlo para la clase de mañana. Todo el mundo sabía quién iba a salir elegido.

-Oye, Hyūga- una chica rubia llamada Shion se acercó a Hinata, con cara de prepotencia y superioridad- como no tienes nada que hacer y siempre sales elegida, serás tú la nueva delegada- Hinata agachó la mirada, pues era incapaz de mirar a nadie durante más de 10 segundos... demasiada timidez, demasiada cobardía por su parte.

-C-c-como v-v-v-veáis- dijo Hinata. Ella y su estúpido tartamudeo, palabras textuales de Shion, sacaban de quicio a cualquiera, era desesperante.

-Parece ser que no ha cambiado ese estúpido tartamudeo que tienes. Así no vas a conseguir hablar con nadie- dijo Shion mientras ella y su grupo de amigas se alejaban riéndose. Hinata sólo pudo agachar su mirada, apretar sus puños en la falda y respirar para mantener la calma; al parecer, nadie había visto lo que había sucedido, nadie, excepto la mirada de Naruto Uzumaki, quien volvió su vista al viejo manzano, sumido en sus pensamientos.

Habían pasado 3 meses desde que empezaron las clases; Hinata fue elegida delegada y también continuaba su labor como presidenta. Cuantas más actividades hacía, más orgulloso estaría su padre, quien era estricto, pero que mostraba amor por su familia, solo que exigía un mínimo, pues ésta siempre fue una de tradiciones y gente extraordinaria.

Era la hora de gimnasia, y el profesor Maito Gai había organizado un pequeño torneo, según él "para avivar el espíritu de los estudiantes, porque su juventud era su tesoro", ese hombre vivía obsesionado con la juventud, pero era muy buena persona a ojos de Hinata, y se esforzaba mucho en su trabajo.

Este torneo, era una prueba de relevos, cosa que a Hinata se le daba bastante mal, pues era bastante torpe y el tener que interactuar con sus compañeros, le ponía aún más nerviosa. Cuando fue su turno de correr, el relevo se le cayó de la mano, lo que retrasó a su equipo haciendo que perdiera el primer puesto; Hinata se sintió bastante mal, cosa que se agravó por la intimidación de sus compañeros.

- Hyūga, ¿es que no sabes hacer nada bien? Por tu culpa hemos perdido, vaya inútil estás hecha- dijo una chica llamada Tayuya

-Eso, Hyūga-dijo otra chica llamada Kin- Eres una buena para nada-mientras tiraba del pelo a Hinata, hacía que le miraran a la cara

-L-l-l-lo si-i-iento- dijo Hinata al borde de las lágrimas.

-Eso seguro, vas a sentirlo- dijo Kin moviendo su mano para darle una bofetada a Hinata, quien cerró los ojos con fuerza. De repente un golpe seco inundó el patio y Hinata abrió los ojos para encontrarse con semejante espectáculo: Naruto Uzumaki había detenido el golpe de aquella chica agarrándola de la muñeca. Hinata vio la cara incrédula de Kin, Tayuya y las demás chicas, pero lo que no pudo ver fue la mirada fría y venenosa que les estaba mandando el chico.

-Oye, ¿por qué no te vas a hacer espectáculos a otra parte? Eres muy ruidosa, lárgate, molestas- Y el chico soltó bruscamente la muñeca- Y espero que no te vuelva a ver molestar a nadie más, porque sino quien lo va a sentir, vas a ser tú; me da absolutamente igual que seas una chica ¿está claro?- dijo mientras se cruzaba de brazos e intensificaba su mirada.

-S-s-sí..., claro- dijo Kin algo asustada.

Hinata no daba crédito a lo que había pasado. El "yakuza" del instituto le había salvado la vida- Lo sabía- pensó Hinata- Sabía que no era mala persona.

Su mente decía eso, pero su cuerpo no pudo evitar salir corriendo, mientras que Naruto marchaba en dirección contraria; ni siquiera se había girado a mirar si la chica se encontraba bien o mal.

Ese día, más tarde, estaba en la azotea del instituto, su pequeño refugio cuando el gran manzano estaba ocupado, o cuando no quería que nadie la encontrara, pues nadie solía subir allí. Tan ensimismada estaba con sus pulpos de salchicha que no escuchó la puerta.

-Oh, vaya, no sabía que había alguien aquí- Hinata abrió sus ojos desmesuradamente

-O-O-Otsutsuki-san, l-l-lo siento- dijo Hinata recogiendo sus cosas para levantarse.

-Oh, Hinata, no hace falta que te levantes, no quería interrumpirte ¿puedo sentarme aquí?- dijo Toneri con una extraña sonrisa.

Hinata asintió y Toneri se sentó, sacando su almuerzo. Ella no podía creer que Toneri, bueno... que alguien le estuviera hablando, y encima llamándole por su nombre y no por su apellido. También que su tono fuera amigable y no despectivo como siempre solía escuchar.

-Vaya espectáculo ha dado hoy Naruto, ¿verdad? Para ser un yakuza, se ha portado como un caballero.

-S-s-s-supongo, aún no le he d-d-dado l-las gracias- dijo ella, jugando con su comida. Los nervios que sentía en ese momento le habían quitado todo rastro de apetito.

-No entiendo porqué te molestan Hinata, eres una buena persona, y muy dulce- dijo Toneri acercándose a la chica, quien se sentía un poco invadida.

-G-g-gracias Otsutsuki-san...

-Por favor, déjate de formalismos. Sé que tu familia es muy educada y tradicional, la mía es igual, pero por favor, llámame por mi nombre.

-D-de acuerdo, Toneri-kun. Dijo Hinata, sintiéndose feliz de que hubiera alguien quien le entendiera, pero este chico parecía que no conocía el concepto de "espacio personal" pues estaba muy cerca.

-Hinata, ¿te han dicho alguna vez lo guapa que eres?- Dijo Toneri en un tono... ¿seductor?

Antes de que Hinata dijera una sola palabra, la campana de entrada a clases sonó, cosa que ella aprovechó para recoger sus cosas y salir pitando de ese sitio, mientras se despedía rápidamente, pues se sintió bastante violenta. Aquel chico, Toneri, parecía bueno, pero es algo extraño y no se sentía segura con él a solas.

En ese momento aún los pasillos estaban vacíos y lo único que hacía era correr. Correr porque era lo que le pedía el cuerpo; iba tan ensimismada que se pasó la clase a la que tenía que ir y acabó saliendo hacia el patio trasero. Por suerte, la siguiente hora que tenía era estudio, por lo que iría al viejo manzano para poder calmarse y para poder continuar con esa canción que se le estaba atascando; necesitaba relajarse, pues había sido un día intenso. Se sentó en el árbol, sin darse cuenta de que en el lado opuesto, Naruto Uzumaki se encontraba dormido; por lo que empezó a ensayar su canción.

La voz de Hinata era my suave y bonita, acorde con ella; cantaba una canción sobre la luna, la luna de color azul. De repente, Naruto se despertó con aquella voz en la cabeza, medio dormido, se restregó los ojos para enfocar su vista, se limpió la baba que le colgaba con su manga y buscó la fuente de esa voz. Al encontrarla se sorprendió; era aquella chica que había ayudado esta mañana, aquella chica que hacía todo lo que le decían, que era manipulada por todos, que era tan frágil que parecía de cristal pero que a la vez era muy fuerte por aguantar aquello. ¿Cómo se llamaba? ¿Hyūga? Bueno, así la habían llamado siempre.

De repente Hinata dejó de cantar y soltó un bufido; respiró y cerró los ojos. De repente se sentía observada, por lo que miró hacia atrás, llevándose el mayor susto de su vida, que hizo que se levantara rápidamente... ¡Naruto Uzumaki estaba allí, y había descubierto su secreto más vergonzoso. Encima no paraba de mirarla!

-Uzu-Uzu-Uzumaki-san... ¿llevas mucho tiempo ahí?- preguntó Hinata algo preocupada.

-Lo bastante como para haberte escuchado. Vaya, ¿quién lo diría? la pobre y tímida delegada parece que es una caja de sorpresas- dijo con un toque de burla, haciendo que Hinata se sonrojara- Estaba dormido hasta que te he escuchado cantar.

-Lo-lo-lo siento mu-muchísimo- dijo Hinata haciendo una reverencia exagerada- Si-siento ha-haberte despertado.

-¿Siempre te disculpas por todo?- dijo él

-Esto... yo...- balbuceó Hinata

-Déjalo, ¿estás bien?

-¿Eh?

-Por lo de esta mañana, digo. ¿Has vuelto a tener problemas con esas chicas otra vez?

Como si de una revelación se tratara, recordó que Naruto le había ayudado, y con una cara de horror le miró. Éste bajó la mirada decepcionado, pues creía que ella también le tenía miedo, pero al levantarla se encontró con una mata de pelo, era ella inclinada a punto de tocar el suelo con su cabeza.

-¡M-M-Muchas gracias por ayudarme, Uzumaki-san!- dijo la chica, quien en ese momento tenía la cara del color de las manzanas del viejo árbol.

Naruto miró sorprendido a Hinata. ¿A caso no le tenía miedo? Todos aquellos en ese instituto pasaban de largo cuando le veían, pues su reputación le precedía y ellos le tenían miedo, pero aquella chica no, parecía que no.

Todos estos pensamientos se vieron interrumpidos por un sonido: las tripas de Naruto. Hinata le miró con sorpresa, y él se sonrojó un poco; ella no pudo evitar soltar una pequeña risita, que se tapaba con sus manos.

-Lo-lo siento, no pretendía reírme- dijo mientras sacaba su bentō de la cartera- toma, n-no he podido comérmelo todo. P-puedes terminártelo... si quieres...

El chico, hambriento, no quitaba la vista del bentō. Pero miró a Hinata como pidiéndole permiso, y se lanzó a por la comida.

-Esto está muy bueno, dile a tu madre que felicitaciones por cocinar así- dijo con la boca llena de arroz.

-E-e-en realidad... lo h-he hecho... yo- dijo Hinata jugando con sus dedos, pequeño tic que tenía cuando se encontraba nerviosa.

Dejando de comer, se le quedó mirando masticando lentamente.

-Oye delegada, ¿hay algo que se te de mal? Pareces perfecta en todo, excepto en hacer amigos- al decir esto la chica dio un respingo, algo sorprendida.

-L-l-lo siento, Uzumaki-san... p-por mi culpa, te metiste en p-problemas- dijo con una expresión triste, pensando que después de aquello volvería a ser la chica invisible.

De pronto, escuchó una risa y miró a un Naruto limpiándose las lágrimas de la risa.

-Créeme, delegada, si fueras un problema, serías uno pequeño. ¿Sabes? Tengo un amigo que piensa que todo es problemático, excepto dormir... seguro que te caería genial.

Naruto se acordaba de sus antiguos amigos, la verdad es que se debía sentir muy solo, o al menos eso pensaba ella.

-Uzum...

-Por favor, deja de llamarme Uzumaki-san, delegada, ¿no puedes llamarme por mi nombre? Naruto, Na-ru-to-dijo Naruto señalándose con una expresión graciosa, que a ella le pareció lo más tierno del mundo.

-N-n-n-no es-s-s d-d-delegada...-dijo ella jugando con sus dedos de manera casi compulsiva y hablando más bajito cada vez

-¿Qué?- dijo él acercándose a la chica, entonces Hinata, recordó la escena con Toneri en la azotea, cosa que le produjo escalofríos y se asustó; temblaba y se puso pálida, su vista se nubló y se desmayó.

-Eres muy rara, delegada- dijo mientras recogía a una inconsciente chica y la llevaba a la enfermería.

Tras dos horas, Hinata abría sus ojos; le dolía la cabeza y sentía como si flotara en una nube; supo de repente que estaba en la enfermería, no era nada nuevo, tenía una molesta tendencia a desmayarse cuando sus nervios superaban el límite máximo permitido. Se acordó que estaba en el manzano, que habló con aquel chico y que se acercó de manera exagerada ¡y se desmayó! Pero entonces... ¿quién...? ¿cómo...? Se levantó de la cama para ir a ver a la enfermera Shizune, quien ya la conocía por pasarse varias clases en la enfermería.

-Shizune... ¿sensei?- Hinata se vio sorprendida por una imagen que jamás creería ver. Un Naruto riendo como un niño pequeño y hablando con la enfermera de manera muy familiar

-¡Vaya! Así que la vieja no ha cambiado sus métodos ¿verdad?- Dijo Naruto- Aún no he ido a dirección, quizás me pase para hacerle una visita de cortesía

-Ah, Naruto, no estreses a la directora Tsunade- se acercó susurrando- Últimamente está de muy mal humor.

-¡JAJAJAJA! No te preocupes Nee-chan, me portaré bien

-¡Oh, no tienes remedio Naruto! No has cambiado nada en estos años- Shizune rió y se dio la vuelta para encarar a Hinata- ¡Vaya! La Bella Durmiente por fin ha despertado- Hinata al verse descubierta se puso muy colorada y se escondió tras la cortina.

-Oh, delegada, ¿ya has despertado?- Dijo él con rastros de su entusiasmo tras la charla con la enfermera- ¿estás mejor?

-S-Sí... gracias Uzumaki-san- dijo con una sonrisa pequeñita, y un sonrojo suave mientras miraba al suelo.

Se fueron de la enfermería, y para mala suerte de Hinata, todas las clases había terminado ¡qué mala suerte! Por lo que se despidió rápidamente de Naruto y fue corriendo a pedirle los apuntes a todos los profesores de aquella clase. Entró rápidamente en su aula para recoger sus cosas y se encontró al profesor Iruka hablando con nada más y nada menos que Toneri Otsutsuki, quienes miraron hacia la puerta por la brusca interrupción.

-¡Ah! Hinata, supongo que vienes a por los apuntes- dijo Iruka sonriente- ¿Te encuentras mejor?

-S-sí, gracias Iruka-sensei.

Iruka era de la misma edad que Kakashi; su piel era morena, su pelo castaño y sus ojos negros. En realidad no destacaba mucho, salvo por aquella cicatriz que tenía en la cara. Pero a Hinata, eso le daba igual, pues Iruka era un maestro bueno y cariñoso, y siempre se preocupaba por ella, al igual que Kakashi; se sentía afortunada de tener maestros así.

Toneri salió de clase, no sin antes darle una escalofriante mirada a Hinata, quien pensó que debía disculparse por su comportamiento, pero es que ese chico le ponía muy nerviosa. No nerviosa como le ponía Naruto, que hacía que sus orejas se calentaran de la vergüenza, sino, de manera en la que pensaba que podía correr verdadero peligro. Se agarró la corbata del uniforme, mientras miraba al suelo, apretando sus puños de manera que sus nudillos estaban blancos, y sus brazos temblaran.

-Hinata, ¿estás bien?- Dijo Iruka preocupado al ver cómo su alumna estaba de pie sin decir nada.

Levantó la cabeza, reaccionando a la palabras del profesor, y se vio sorprendida por su actitud. Iruka se acercó a ella y le acarició la cabeza de manera paternal y sonriendo como si estuviera consolando a una niña pequeña.

-L-l-l-lo siento, Iruka-sensei...

-Ya me he enterado que Naruto fue quien te llevo a la enfermería. Conozco a ese chico desde que era un enano que no paraba de gritar por los pasillos cualquier cosa que se le pasara por la cabeza- dijo Iruka con una sonrisa de nostalgia- Es una perfecta copia de sus padres. En realidad, no es un mal chico, solo un poco revoltoso y, quizás, con algo de mala suerte; así que, por favor, Hinata, no le tengas miedo.

-Ya lo sé, Iruka-sensei. Jamás he creído en los rumores que la gente dice, no se puede juzgar a alguien por su portada; él es una buena persona, estoy segura- dijo Hinata sonriendo a su profesor, las únicas personas con las que no tartamudeaba era con Iruka, Kakashi y la profesora Kurenai, quienes se habían ganado su total confianza.

Tras recoger los apuntes, se despidió alegremente de su profesor y corrió hacia la salida, donde se encontró a alguien a quien no esperaba ver, en los casilleros.

-Toneri-kun...- dijo Hinata, maldiciendo su mala suerte y su corta memoria, había olvidado que Toneri aún podía seguir en la escuela; pero debía ser valiente y pedirle disculpas- Siento lo de esta mañana, tenía algo de prisa-dijo haciendo una reverencia

-No, perdóname tú a mí. A veces olvido que eres demasiado tímida, mi dulce Hinata- dijo cerrando los ojos y acercándose a ella- Quizás podamos olvidarlo yendo a tomar un buen chocolate caliente.

Hinata consiguió relajarse un poco, pero... ¿qué hacer? No quería ser descortés, Toneri se había disculpado y había asumido su error, pero aún así, su instinto le decía que no era buena idea. Al final acabó ganando la primera idea.

-Claro, me gustaría.

Ambos se fueron sin saber que Naruto miraba con cara sospechosa, apoyado en los casilleros.

Continuará...