Hola a todos! Seguramente me estaréis leyendo los seguidores de mi otro fic, "Tocada por la Luna". A estas personas, deciros que la seguiré siguiendo, sólo que siento que necesito otras historias y mundos donde perderme. No estaba muy segura de publicar esta historia, pero al final me he decidido a hacerlo. Para los que no me conocen y los que sí, espero que os guste esta historia!
NORMAL POV
La luna comenzaba a alzarse entre las brumas de la noche, aunque aún podía apreciarse la claridad que sólo las últimas horas de la tarde podían ofrecer. El bosque solía permanecer tranquilo a estas horas, ya que era el momento en el que las criaturas diurnas se retiraban y las nocturnas se preparaban para su auge.
Sin embargo, no podría haber historia si no existiera alteración a tan profunda calma, ¿no es así?
Y esta vez, la susodicha alteración tomó la forma de seres que, como suele pasar en las historias, se encontraban en el momento y lugar equivocados.
-¡Oye, Shuu! ¡Camina más rápido!- gritó uno de ellos, de tez extremadamente pálida, cabello blanco con tintes violáceos y unos ojos sanguíneos que echaban chispas del enfado.
-Tch. Para de gritar, ¿quieres...? Te oigo perfectamente.- una cansada y perezosa voz le respondió, que correspondía al de cabellos rubios como el solo y ojos azules como el agua.-Maldito Reiji...obligarnos a ir a buscar ingredientes para sus estúpidos experimentos...
-¿Podríais hacer el favor de callaros? A Teddy le molestan tantos gritos. ¿Verdad que sí, Teddy? -una voz inocente, infantil, pero con un toque severo se hizo presente. Aquella voz provenía de otro miembro del bohemio grupo, que tenía hebras violáceas y ojos del mismo tono. El ostio de peluche que sujetaba en su pecho ayudaba a crear un aspecto inmaduro en él.
-¡Silencio todo el mundo! Ore-sama a oído algo -El último componente del grupo, un muchacho de cabello de tonos rojizos apagados puso en alerta a los demás. Sus ojos verdes rasgados analizaron el terreno, buscando lo que sea que le había hecho temblar a modo de defensa.
El silencio inundó a los jóvenes, y el peliblanco se posicionó a la altura del que había dado la voz de alarma, dispuesto a destrozar a cualquiera lo suficientemente idiota como para enfrentarse a cuatro vampiros.
Ah sí. ¿No pensaríais que los protagonistas serían meros mortales, no? Esta historia no tendría gracia si lo fueran. Vampírica era su naturaleza, y que esto fuera así les confería ciertas ventajas, como esta vez, en la que podían percibir el peligro inminente.
Unos matorrales cercanos se movieron, y unas nuevas voces empezaron a hacer eco en la ya alterada tranquilidad del bosque.
-¡Menuda mierda! ¿Por qué Ruki nos haría venir hasta aquí para conseguir unos estúpidos hierbajos? ¡Que tontería!
-Vamos, vamos. No seas así, Yuma-kun~. Creo que Ruki-kun necesitaba estar sólo un poco, nfufu. ¡Además es divertido salir de vez en-
Antes de que aquella voz tan jovial pudiera acabar la frase, ambos salieron de entre los matorrales, encontrándose cara a cara con el primer grupo.
Uno de ellos, Yuma, era alto, muy pero que muy alto, de cabello castaño, ojos pardos y expresión desenfadada. El otro, de pelo rubio y perfecto y ojos color hielo se veía entusiasmado, pero su expresión cambió a curiosa al verlos.
-¿Eeeh? ¡Pero si son nuestros amigos los Sakamaki! Que coincidencia tan buena, ¿no creen?-comenzó Kou, con los brazos abiertos y una gran sonrisa.
-Tch. Lo que nos faltaba. Mukami.-escupió Subaru, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.
-Subaru-kuuun...no seas así de serio. ¿No te alegras de vernos? Nfufu~ -le respondió el rubio al albino con un guiño.
-¿Quien se alegraría de verte, Kou?-fue lo que dijo Subaru, con desdén.
-Era de esperarse de los niños ricos. Vayan a donde vayan, se creen que todo les pertenece. -masculló Yuma.
-Tu voz hace daño los oídos de Ore-sama. ¿Porqué simplemente no os vais a pudriros en cualquier agujero? -dijo el de ojos verdes con soberbia.
-Más quisieras, Ayato. Además, aún no hemos encontrado lo que vinimos a buscar. No nos marcharemos hasta que lo hagamos. ¿Por que no os vais vosotros? Contamináis nuestro aire.
- Malditos Mukami, os vais a-
-Teddy...-interrumpió el portador del osito- ¿no te parece que aunque mis estúpidos hermanos estén discutiendo...todo está demasiado silencioso?
De inmediato los oídos de los presentes se afinaron, pues se dieron cuenta de que las palabras de aquel vampiro, Kanato, eran verdad. No se escuchaba el cantar de los pasos o el corretear de las ardillas. El bosque había callado, como queriendo aguantar la respiración.
-Kanato-kun, no nos asustes de esa manera.-dijo Kou, rompiendo el silencio y apoyándose en un árbol cercano -Seguro que no-
El rubio no pudo acabar la frase. Con los ojos abiertos como platos y el oído derecho aún pitándole, giró la cabeza lentamente hacia el boquete que acaba de crearse en la corteza del árbol. Uno de los trozos que salió disparado del árbol le rasgó el rostro, cosa que lo hizo reaccionar y apartarse a gran velocidad.
Ambos grupos juntaron sus espaldas, conscientes de que estaban siendo atacados. No se caían bien, pero odiaban aún más a sus atacantes, así que de manera instantánea pactaron una tregua sin decir palabra, y una vez hicieron piña, levantaron los puños, dispuestos a atacar. Ayato, Subaru y Yuma se veían ansiosos, casi felices de poder tener un enfrentamiento; por otro lado, Kou y Kanato eran algo más reacios, pero igualmente se prepararon para atacar. Shuu, sin embargo, solo quedó quieto en la formación, quejándose del dolor en el culo que era aquella situación.
Y entonces, de detrás de los árboles salieron sus atacantes. Los vampiros, pese a todo, estaban algo sorprendidos a encontrarse a unos quince cazavampiros apuntándolos con armas de fuego y ballestas. Cinco perros de caza, los cuales empezaron a gruñir y a salivar completaban el grupo que los había emboscado.
-Vaya vaya, mirad que tenemos aquí...-se alzó una voz autoritaria, que pertenecía al líder del grupo. Era un hombre mayor, de unos cincuenta años. Vestía un atuendo típico de sacerdote, y sujetaba una cruz entre sus manos. Una sonrisa adornaba su rostro lleno de cicatrices. -Parece que estos muchachitos se han perdido...¿les enseñamos el camino de vuelta?
Los demás cazadores rieron de forma orgullosa, y los perros se volvieron más inquietos.
Los vampiros gruñeron por lo bajo, y sus mentes trabajaban rápido en una manera de sobrevivir.
-Oh, y no se os ocurra que podéis escapar. Estáis totalmente rodeados.
Ambas familias se habían percatado de eso hace mucho. Los humanos habían trazado un perímetro perfecto alrededor de ellos, y en todas direcciones había un cazador preparado a matar. Los vampiros se juntaron más entre ellos.
-¡Estúpidos humanos!-gritó Ayato, furioso de ser rodeado por una raza inferior-¡No tenéis ni idea a quién estáis hablando!
-Ni nos hace falta saberlo, pequeña sanguijuela. Un vampiro es un vampiro. Una amenaza que debe ser exterminada.
Ante las palabras del líder, los demás gritaron, dándole la razón. Los cánidos empezaron a aullar, expectantes.
Tragando fuerte, los vampiros se dieron cuenta que su única salida era tele-transportarse a un lugar seguro. Justo cuando la idea tomaba forma en sus mentes, .
Algo rasgó el viento con fuerza, sin que nadie pudiera detenerlo
Un quejido animal, seguido de un lastimero gemido llamó la atención de todos los presentes.
Uno de los perros de caza cayó al suelo, muerto, abatido por una flecha clavada justo en las costillas y, posiblemente, en el corazón.
De inmediato los cazavampiros cargaron las armas y apuntaron al objetivo invisible, buscándolo desesperadamente con la mirada. Los vampiros, por su parte, quedaron tan sorprendidos que no hicieron nada. Un olor extraño invadió sus fosas nasales, un olor animal, de una bestia, pero que a su vez camuflaba otro olor mucho mas extraño. Este olor era débil, sin embargo.
Otra flecha más surcó el viento, y otro de los perros cayó muerto.
Los cazavampiros empezaron a ponerse nerviosos, y el que los lideraba se percató. Si había algo que no podía permitirse un cazador de la criaturas oscuras era perder la calma.
-¡Muéstrate, cobarde! ¿¡Esque no tienes valor para enfrentarte a nosotros!?
"Escondeos"
Una voz inundó las mentes de los chicos, y se miraron sorprendidos entre ellos.
"Árboles"
"Ahora"
No hizo falta más. Cada uno de ellos corrió en una dirección y ocultó su presencia entre los árboles circundantes. Los sacerdotes, demasiado ocupados en buscar la amenaza no se percataron de los movimientos de los adolescentes, y para cuando alguno lo hizo ya era demasiado tarde. Aguardaron entre las sombras, algo ansiosos.
Una tercera flecha encontró otro corazón en el que clavarse. Pero esta vez, era humano.
El pánico empezó a cundir entre los hombres. Los gritos empezaron a llenar el ambiente y la angustia se sentía en el aire.
Un pistoletazo dirigido hacia el cielo de la mano del jefe calló todas las voces.
-¡SAL YA DE DONDE ESTÉS, ESCORIA!
Y entonces, para sorpresa de todos, una figura emergió tras un árbol, en una de las ramas más altas del mismo. Y todos, a su vez, contuvieron la respiración.
Toda historia tiene sus protagonistas y sus antagonistas. Y como toda historia, también tiene sus monstruos.
Porque eso fue lo que salió ante la llamada del sacerdote. Un monstruo.
