Algún día-, Martel comienza, ojos cerrados, el rostro dulce, la boca pequeña y curvada.
Mithos duerme en su regazo y ella se entretiene jugando con su flequillo, dedos largos y gentiles y pacientes y Yuan debe hacer un esfuerzo para no perder el hilo de la posible conversación, para no dejarse caer en los cientos y cientos de escenarios de la vida que les espera cuando toda esta pesadilla acabe.
-¿Algún día...?-. El niño suspira en sueños, la abraza más fuerte, y aquí es donde ella contiene el quejido y la mueca, donde él se levanta y se lo quita (dulce, dulce, paciente), donde lo lleva a acurrucarse en el nicho que son Kratos y Noishe.
No es la primera noche y no va a ser la última, y todo está bien, realmente, mientras lo devuelva al abrigo de su hermana una hora o dos antes de despertarse.
-¿Yuan?-. Luce pálida ahora, algo más cansada de lo que normalmente habría estado, algo más pequeña, algo más gastada. Se da cuenta de que olvidó lo que quería decirle hace un rato, de que seguramente también se le ha olvidado a ella.
La recoge y la acomoda contra sí en el saco que comparten. Si sus manos la afirman con algo similar a la reverencia, con algo similar al ahogo, lo ignora; si la sujeta un tanto más fuerte, si su beso languidece por unos segundos más, si sus ojos que quedan prendidos de ella, estáticos.
- Yuan-. Si su corazón duele. Todas, todas esas cosas inquietándole (separándoles), las ignora. Mientras se siga enfocando en las certezas que aún les quedan, en las soluciones a sus problemas y en las victorias que pueden seguir ganando, puede continuar tratando de no perderse en los cientos y cientos de escenarios de su vida juntos.
Mientras no ceda al miedo, la posibilidad de que ellos existan no va a perderse.
- Te amo-. Y sus ojos son oscuros, a las sombras que la fogata alumbrándoles ya no controla.
- Yuan-.
(Ella no va a perderse)
-¿Lord Yuan?-. Las suelas de Botta retumban en la estancia y necesita parpadear una, dos, tres veces antes de limpiarse el rostro, girar en su silla y (aceptar) entender que eso era el sueño y este nuevo pequeño apocalipsis entre las manos la realidad por la cual sigue marchando.
(Perderse.)
Sea como sea, es por la que todos siguen marcando.
(Perderse.)
