Disclaimer: Ningun personaje aqui me pertenece, simplemente no pude superar que algo que me causo tantas emociones terminara de modo tan tajante asi que, con resignacion escribire esta pequeña serie de viñetas cortas, para compensar el dolor en mi corazón. Basado en lo ocurrido entre la pareja Lechuga del programa de variedades We Got Married
Lo que no prometi…
-Creo que me volveré loco…- El murmullo derrotado lo persiguió hasta su habitación, el día había sido bastante duro, en la compañía la presión por realizar nuevos trabajos era grande, sin embargo no encontraba alguno que le llamara suficiente la atención ¿Cómo es que antes todo parecía tan sencillo?.
Con resignación tomo una botella de agua del refrigerados y se encamino a la cama, ni siquiera tenia energías para comer algo, los zapatos salieron volando seguidos inmediatamente por la camisa, en la seguridad de su habitación los calzoncillos fueron sus únicos compañeros, se arrojo derrotado contra el colchón y maldijo molesto cuando un ruido de algo caído lo asusto.
No pudo contener el suspiro de fastidio, sin embargo detestaba el desorden así que se incorporo a recoger el objeto, su mano se paralizo antes de tomar el marco que boca abajo le esperaba en el piso, el sabía perfectamente que resguardaba ese sencillo marco de madera negra, antes de levantarlo miles de recuerdos llegaron a su mente, risas, incomodidad, desconcierto, promesas cumplidas, otras muchas rotas, y un profundo sentimiento de soledad.
Más de tres años transcurridos desde la última vez que alguien lo esperaba en casa, mas de tres años en los que el de hecho sintió que tenía una casa y no solo un lugar para dormir y comer.
-Si tan solo hubiera sido más honesto…- Se reprocho en voz alta- Buin… ¿no sería ridículo enviarme un mensaje a mi mismo? No se que planes tienes tu, pero el único marido que tendrás voy a ser yo…- Al terminar de decir eso se sintió estúpido, no por las palabras, si no porque eso debió decirlo hace mucho, quizás, si no fuera tan cobarde, en ese momento la fotografía que acababa de levantar y poner en su cómoda tendría a su gemela acompañándola mientras velaban juntas su sueño, y no se encontraría a miles de kilómetros, en una repisa solitaria… con su dueña añorando esa sexta visita a la playa, que no se prometió por miedo a no poder dejarlo ir otra vez.
