Hola.
Traigo una historia corta que espero sea de su agrado :3
Eh, creo que por ahora es todo. Intentare apresurarme a actualizar, la verdad es una historia muy linda (desde mi punto de vista) y espero que sea entendible todo lo que intente transmitir.
Bien, nos vemos después. De antemano, muchas gracias por leer.
Prólogo
-¿Qué ocurre? - preguntó despacio el joven ruso, recostado sobre el regazo de su pareja que observaba distraído el blanco paisaje ofrecido por los parques de Tokio durante el invierno.
-Eh - Dijo despabilado el japonés - Perdona, me perdí por un instante.
-Siempre eres así, ni intentes ocultarlo. - Respondió agotado.
Ya eran casi las seis de la tarde, sus oblicuos pensamientos no le permitían filtrar toda la culpa que su consciencia guardaba. Con la palma de su mano, acarició su apenas abultado vientre mientras la otra se mantenía plantada sobre la madera de la banca en que ambos amantes se encontraban.
Yurio observó el rostro de su compañero, lo acarició por unos momentos sacando al japonés de sus nefastos pensamientos y estuvo a punto de besarle cuando...
-¡Mamá, papá! Ya encontré el balón. - Gritó una pequeña niña de cabello rubio y mirada azul verdosa. Corría hacía ellos con las mejillas coloradas por el frío sonriéndoles dulcemente como sólo ella podía hacerlo.
-Eve, te vas a caer. -Sentencio preocupado el chico rubio mientras tomaba en brazos a su pequeña. Giró para mirar de frente a su pareja quien los contemplaba con una sonrisa dulce y de total satisfacción disfrutando de esa escena paternal que presenciaba de su esposo.
-¿Nos vamos?
-Creo que sí. Tú que dices Eve
-¡Sí!
Yuri tomo de la mano a su esposo, él se inclinó un poco para besar su cabeza y comenzaron su recorrido al hotel, tenía que descansar antes de la gran competencia que se avecinaba al día siguiente.
Ante su hija, ellos eran el ejemplo perfecto de una pareja feliz, de una familia completa y sin decadencias; pero el asunto cambiaba cuando por azares del destino ambos se quedaban solos. Como les gustaría ser como cualquier otra pareja, que desearan en su vida matrimonial un momento de privacidad o un descanso de su labores paternales para pasarlo juntos; por desgracia nunca fue así.
Ni en el inicio, ni en el desenlace de su vida familiar y mucho menos ahora sentían esa chispa que era necesaria para continuar juntos. Yuri veía a sus hijos como una bendición, como si en un silencio incomodo alguien llegara a hacer plática con los involucrados, similar fue su alivio cuando una tarde entre cuestión y cuestión Yurio le propuso hacer una prueba de embarazo. El alfa se regocijo casi tanto como su pareja ante la noticia y a la noche, las llamadas de las respectivas familias no se hicieron esperar.
Ese fue su primer año de casados, cuando pensaba que lo suyo ya no tenía salvación. Sabía que así era, que era una reparación temporal. Las grietas existían y tarde o temprano todo iba a caer estrepitosamente como una pared siendo demolida.
