Bad Romance

Capitulo 1

Quiero tu falso romance

El ambiente era sumamente denso y tanto Ron como Hermione se hallaban muy apartados del moreno, quien tenía la mirada fija y perdida en algún espacio determinado, claramente sentían la magia de éste bullir con furia contenida. La castaña estaba por decir algo cuando el diario El Profeta ardió en fuego estando todavía fervientemente arrugado y apresado en la mano derecha de Harry. Si el fuego quemó o hizo algún tipo de daño, no lo supieron.

El fue el amor de mi vida –imitó con desdén en una voz algo aguda–. ¡Estúpido! –Rugió aventando las cenizas y comenzando a caminar de un lado a otro, las luces de la casa comenzaron a parpadear–. Yo le di todo, pero no fue suficiente para el… ¡Si, cómo no! –Tomando aire y reteniéndolo en sus pulmones, el moreno trato de calmarse y por lo menos conseguir que las lámparas dejaran de titilar, pero nuevamente su ira se incrementó al recodar otra de las frases que había leído en el diario, ocasionando que en su renovado arranque de descontrol todo objeto frágil se quebrase–. Familia… –siseó rechinando los dientes–. ¡El muy cabrón me había dicho en una ocasión que detestaba a los niños y que gracias a Merlín ninguno de los dos era un mago fértil!… ¡Puta madre!… ¡Juro que lo mato, lo juro! –mascullaba y siseaba entre pedazos de vidrios regados por el suelo, varios insultos y gritos más, Harry comenzó a sisear verdaderamente en pársel.

Hermione suspiró y se contuvo de decirle a Harry el siempre y acertado: Te lo dije. Negando con la cabeza, detuvo las palabras que estaba por soltar el pelirrojo; sabía que Ron le diría algo que sólo ocasionaría más enojo en el moreno.

–Bien…–habló pausadamente obteniendo la atención de ambos chicos–, ya nos esperábamos que Ryan podía ir y contar todo sobre su relación contigo, Harry…y eso incluía las mentiras que claramente ya leímos en el Profeta.

–Pero el idiota…

–El asunto con él, terminó. –Alzando la voz y cortando toda protesta–. Sólo queda la prensa…y conociéndote, por más que te hayas puesto furioso por esto, no saldrás a tu defensa y mucho menos a contar tu parte a los medios.

–No tengo porqué –masculló.

–Bien. No queda más que dejarlo en el olvido y que ignores a Ryan, si te busca…simplemente déjale claro que no quieres saber nada de el –Harry frunció el ceño, se veía que no estaba conforme con eso–, no puedes dejar que te afecte y mucho menos que la prensa lo sepa, demuestra lo que es verdad: Que Ryan no te importa.

–Y lo consigo continuando como si nada… –murmuró. Hasta este momento el moreno detuvo su andar, ya que si continuaba no dudaba en hacer una zanja a mitad de su sala.

–Exacto. Además, es claro que Ryan siempre busca atención y hacerse la víctima, él te buscará, te lo apuesto…–mostrando una sonrisa alegre e incitadora, soltó como si nada:– No sorprendería que te tiente y al último termine con un buen susto.

–Eso si me agrada –habló Ron con gracia, sabiendo lo que su amigo era capaz de hacerle al estúpido enclenque y bueno para nada de Ryan Miller.

–De acuerdo…pero, no quita el hecho de que me enfurece –terminó diciendo en un claro puchero.

–Lo sabemos.

Miércoles 15 de agosto de 2002

Tenía que acabar con su proyecto lo antes posible si es que quería irse de viaje ese fin de semana, era claro que tendría que desvelarse en estos tres días para tenerlo todo listo y perfecto, ya llevaba más de la mitad del trabajo hecho y sí seguía así, pronosticaba terminarlo para el amanecer de pasado mañana.

–¿Te enteraste de la nueva?

¡Claro! … ¿Cómo pudo olvidarse de las distracciones de Jeremy en su ecuación? Había sido estúpido si creía que éste no lo molestaría con su sarta de palabrerías y chismes que tenía por hora.

–Jere, estoy ocupado –sin levantar la vista de sus apuntes, haciendo unos cálculos mentales y anotando en un pergamino los avances monetarios de su empresa fantasma, continuó como si nada.

–Lo sé, pero tienes que escucharme…en cuanto lo leí, no pude evitar reírme. Ya van como unas tres veces en el medio año, si sigue así, será catalogado como el rompecorazones número uno de la sociedad mágica en Inglaterra, ¿no lo crees? –Tomando asiento, sin mencionar el gran ruido que hizo al jalar la silla, arrastrándola por el piso e inclusive al depositar su trasero sobre el cojín, Draco puso los ojos en blanco no creyendo tal falta de modales y se tuvo que decir mentalmente: "Draco, es el idiota de Jeremy…para el no existe tal cosa", que ni aún así aplacaba su disgusto. Después de dos años de amistad debía de haberse acostumbrado, pero no lo lograba del todo–. Aunque hay que admitir que el tipo está bueno y eso que no soy totalmente gay, prefiero más las mujeres, pero siendo él si dejo que me la meta, claro, antes diciéndole que sea suave y gentil, ya puedo imaginarme…

–¡Por Merlín, Jeremy! –Gritó fuera de si. En cuanto su pelinegro amigo había pronunciado palabra alguna, bien sabía que no podría continuar con su trabajo, toda paciencia, raciocinio y gentileza se esfumaban cuando se trataba del chinga quedito de Jeremy Pons–. No cabe duda que tú y Blaise son los únicos en joderme y exasperarme de tal manera.

–¡Oh! ¿Y eso como debo tomarlo? –Preguntó inocente– ¿Cómo un cumplido o un halago?

–¡Joder! –Otro grito más, el rubio estaba que se evaporaba de enojo.

–No, gracias. Admito que eres sumamente guapo y atractivo, pero eres mi amigo.

–¡Jeremaicol! –Jalándose los cabellos.

–Ta bueno, ya estas en el límite, sólo quería tu atención y saber que opinabas sobre el nuevo rompecorazones.

–Merlín bendito –susurró en misericordia. Con movimiento de varita guardó, copió, hizo dos réplicas extras, etiquetó y especificó en donde se quedó exactamente en su trabajo para así dejar de lado todo y sólo concentrarse en las palabras del pelinegro–. Para empezar, ni sé de quien diablos me hablas.

–¡De Harry Potter! –Soltó con obviedad–. ¿De quién más?

Draco apretó los labios, no queriendo decir que desde que entró a su habitación nunca había dicho sobre quien se trataba su charla o chisme.

–Bien, ahora dime… ¿Qué tiene que ver el estúpido de Potter en esto?

–¡Todo! Ya te lo dije, ¡ves! Por eso odio que no me pongas atención, tendré que repetirlo –Tomando aire e ignorando los puños apretados y la mirada asesina que Draco le dirigía, prosiguió como si nada–. Como estás muy retraído y de antisocial con tu nuevo proyecto –haciendo mímicas y señalando los pergaminos y libros y demás cosas que había sobre el escritorio–, no has estado al tanto de lo que sucede en el mundo exterior… La cosa es que hoy en El Profeta salió un interesante artículo de primera plana… –sabiendo que iba para largo, Draco se levantó a hacerse un café y sin preguntar le sirvió uno a su acompañante, quien sorbió un poco antes de continuar–. Ryan Miller… –ese nombre captó toda la atención del rubio, ya que si mal no recordaba había un Miller que cursaba dos o tres asignaturas junto a el– Si, el que va contigo en estadísticas, contabilidad y administración.

–Oh… ¿Y qué tiene que ver con Potter? –Ahora si interesado, Draco retomó su lugar en la silla con la vista fija en Jeremy.

–Bueno, por si no sabias…algo que ya no me sorprende, sino más bien me sorprende el hecho de que siempre consigues desconectarte del mundo, de la gente…

–Jeremy, no tomes tangentes, por favor, que luego olvidaremos de que hablábamos.

–Si, si…como sea, Miller y Potter mantenían una relación, de qué tipo, no lo sé. Pero ésta relación terminó, la causa, según Miller, es que Potter lo desechó como basura porque no quería nada serio, ni familia y que lo único que deseaba era divertirse, o sea, puro placer carnal…y eso fue, en resumen, lo que venía en el Profeta.

–No me sorprende que Miller haya dicho eso, fue oportunista. A ese tipo le encanta atraer la atención como sea.

–Entons no es verdad lo que dice el artículo.

–¡Por Dios! ¿Te crees esa basura? Como si Potter se aprovechara… Además, que Potter desea hijos.

Jeremy frunció el ceño ante las palabras del rubio y nuevamente se preguntó que tipo de relación tenía su amigo con el Salvador del Mundo Mágico. Sabía que Draco había cursado sus años en Hogwarts a lado de Potter, pero siempre que preguntaba, el rubio no decía más que lo que todo el mundo sabía. Le intrigaba bastante la frialdad con la que su amigo hablaba o se comportaba ante la sola mención de dicha persona célebre; algo le decía que lo conocía más de lo que dejaba entrever.

–Sabes que me encanta contarte los chismes…y como ya terminé, te dejo a que continúes, si no lo hago estoy seguro que Blaise es capaz de venir desde Italia simplemente a castrarme porque su mejor amigo no pudo ir a su fiesta de cumpleaños… No gracias, así que termina rápido. –Tomándose todo el café en un trago, dejo la taza con un fuerte golpe y con sonrisa en labios abandonó la habitación.

Nuevamente Draco se coloraba de rojo por la furia. Jeremy era tan, pero tan, inoportuno.

–Mejor continúo, que si sigo molesto me saldrán, no úlceras, sino hernias.

Olvidando la interrupción, Draco prosiguió con su trabajo sin levantarse ni inmutare ante las ganas de ir al baño que le dieron horas después, no se movería de ahí hasta verse muy avanzado en los escritos.

"Portal con destino a Roma, Italia, salida a las trece horas, favor de presentarse en el corredor a-veintiséis, dentro de quince minutos inicia revisión y documentación, gracias"

Ante el llamado, Draco apresuró el paso sin soltar tanto su ticket de pasaje, permiso y pasaporte, así como llevaba al hombro colgada una simple maleta; solo estaría fuera dos días, además, allá se compraría ropa.

"Portal con destino a Roma, Italia, salida a las trece horas, favor de presentarse en el corredor a-veintiséis, dentro de quince minutos inicia revisión y documentación, gracias"

Se volvió a anunciar la salida y refrenó las ganas de correr sabiendo que aún tenía tiempo, si es que la señora que se hallaba frente a el caminaba más rápido ó se quitaba de su camino. Intentando pasar por un lado, tan concentrado en rebasar a la señora andaba que no se dio cuenta del joven que venía en sentido contrario directo a el.

–¡Auch! –Se quejó inmediatamente en cuanto cayó sin gracia de pompas al suelo. Había chocado fuertemente contra alguien, quien tuvo la suerte de solo tambalearse un poco ante el ligero peso del rubio–. ¡Maldición! –Gruñó con ojos entrecerrados, fulminando con la mirada a la bruja que seguía su andar lento y exasperado, aquella mujer tenía la culpa -de manera indirecta- de que el se hallara tirado en el piso.

–Lo siento…venía algo distraído –se disculpó algo avergonzado el joven, pero Draco divisó gracia en las palabras y enseguida identificó la voz, puede que sonora más grave y ronca que antes, pero seguía siendo casi el mismo timbre.

–¡Potter! –Soltó sorprendido con ojos desorbitados sin molestarse en levantarse o disimular su asombro, ni mucho menos el intenso escrutinio que le dirigió al moreno.

Tuvo que admitir que a Potter le asentaba bien el ser jugador de quidditch, ya que deslumbraba un cuerpo trabajado y fuerte, con los músculos algo marcados sin ser grotesco; ahora entendía la razón por la cual no fue directo al piso ante el choque.

–Si, Malfoy…soy yo –dijo aún con su tono lleno de diversión y enfatizando sus palabras alzó los mechones negros que cubrían su cicatriz, sólo por si el rubio dudaba de su identidad. Con una sonrisa, Harry extendió la mano para ayudar al otro a levantarse.

Draco ni reprochó, ni tan siquiera pensó antes de tomar aquella ayuda. Ya de pie, frunció el ceño, Potter ya no traía sus fuera de moda y horrorosos lentes, se preguntó si traía lentillas o se había operado.

"Portal con destino a Roma, Italia, salida a las trece horas, favor de presentarse en el corredor a-veintiséis, dentro de diez minutos inicia revisión y documentación, gracias"

–Puta madre… –dijo lentamente y como si nada. Sin ponerse a pensar que si su padre se hallara presente ya le hubiera metido unas cinco piedras calientes en la boca, como mínimo.

–¿Italia? –Preguntó Harry con ceja alzada, sin reírse tras haber escuchado el hermoso vocabulario del rubio. Con anterioridad, Harry nunca había escuchado un solo improperio de tal calibre por parte de Malfoy.

–Allá vive Blaise, su cumpleaños es mañana y –cortando abruptamente sus palabras, Draco frunció más el ceño, haciendo que ambas cejas casi se tocaran una con otra–. No te importa –soltó con desdén. Tal parece que hasta este momento se daba cuenta que se hallaba hablando con Harry Potter, el jodido Salvador del mundo Mágico–. Me largo.

Sin más, Draco nuevamente se dirigió a su destino, esta vez su caminata rayaba al trote. Harry hizo una mueca un tanto graciosa en el rostro y soltando un suspiro se fue tras el rubio.

–Buenas tardes, joven. Boleto y pasaporte, por favor –pidió amablemente la señorita en cuanto estuvo frente a ella.

–Claro… –mencionó gratamente, sabiendo que dentro de minutos estaría pisando suelo italiano. Como balde de agua fría bañándolo, se quedó de piedra totalmente congelado; donde antes traía sus papeles, o sea en su mano izquierda, ya no traía nada. "Idiota", se auto regañó, suponiendo que cuando chocó y cayó había soltado tanto su boleto como pasaporte y permiso de viaje.

"Portal con destino a Roma, Italia, salida a las trece horas, favor de presentarse en el corredor a-veintiséis, dentro de cinco minutos inicia traslado, gracias"

Ahora si deseaba morirse por su estupidez. Estaba por dar explicaciones de porque no traía sus papeles, cuando supo que esto no resolvería su problema. Dando media vuelta para ir en la búsqueda, escuchó exclamaciones y chillidos de euforia tras el, así como la señorita que lo atendía abría grandemente sus ojos por la incredulidad.

"¿Qué diablos pasa?", se preguntó afanado.

–En serio, Malfoy…creo que te volviste más despistado –el rubio ahora entendía las exaltaciones de las personas, como no ponerse así ante el afamado héroe. Harry le entregó unos papeles a la señorita, que aún no salía de su asombro y más al reconocer que el joven rubio se trataba de Draco Malfoy–. Te fuiste sin que pudiera dártelos –dijo a excusa.

–Cállate, Potter –se encontraba abrumado, no tenía otro saber por lo cual un insulto no salía de su boca.

Harry soltó una pequeña risa y negando con la cabeza se encogió de hombros.

–B-bien, joven Malfoy…todo en orden –observando los papeles y sellando el boleto, la señorita pidió de favor que le entregara su maleta al guardia de seguridad para revisión, así como también que llevara su persona a la revisión contra hechizos.

El ex-gryffindor no pudo evitar observar detenidamente al rubio, notando como éste seguía casi igual desde que salieron de Hogwarts, seguía teniendo la misma estatura, pero el lo rebasa con unos buenos ocho o diez centímetros, Harry no creía que ahora Malfoy le llegara a la nariz, cuando años atrás era al contrario. El cabello aún era indiscutiblemente rubio con su tono platinado, algo largo por sobre los hombros en mechones unos más cortos que otros y pocos de estos le cubrían los ojos, haciendo que el rubio se los apartara con la mano. Lo que si tuvo que apreciar fue el fibroso cuerpo enfundado en pantalones de vestir café chocolate, junto con una camisa manga larga blanca y un chaleco del mismo color que el pantalón, así como una corbata de color beige. Era claro que el rubio se vestía con lo mejor, así como también le gustaba tener estilo y estar a la moda o eso es lo que Harry opinaba, que sólo se preocupaba por llevar puesto unos simples jeans gastados y una playera negra, junto con sus inseparables converse. Aún así, toda prenda vestida por el rubio dejaba ver que quizá no hacia suficiente ejercicio, pero si mantenía un adecuado estado físico, ya que su esbeltez lo demostraba.

No por nada se hallaba en el puesto dos dentro del TopTen de hombres más guapos y ricos de la comunidad mágica inglesa.

–Desde Hogwarts tenía esa apariencia, aunque ahora sus facciones se ven más maduras… –caviló en voz alta para ser sacado de su ensimismamiento por un grupo de jovencitas que claramente venían a pedirle un autógrafo–. Adiós. –Murmuró con un vago gesto de la mano en cuanto vio que Malfoy volteaba a verlo antes de pasar por el portal.

No recibió respuesta. Poco le importó.

Sabiendo que si no se apresuraba en salir de ahí, llamaría más la atención y lo retendrían por horas pidiéndole autógrafos o fotos, quizá hasta tener conversaciones banales que ni le interesaban y, con suerte, reporteros llegarían para pedir alguna entrevista. No, definitivamente Harry no quería eso, ya le bastaba con la noticia que había sido Ryan Miller, su ex-novio.

Prácticamente corriendo, se dirigió al atrio pensando de una vez como sacaría a conversación esta noche con sus amigos su encuentro con Malfoy.

Continuará...