Y he aquí el primer cap de mi nuevo fic. Los demás están parados, como ya pone en mi perfil, y espero que algún día tenga la inspiración suficiente para acabarlos.

Pero bueno, refiriéndonos ahora a este fic: Este primer cap es como una pequeña introducción, y sé que es algo... poca cosa, pero pronto el fic se irá animando, con ichiruki a full XD. Así que si os a gustado o tenéis alguna crítica (CONSTRUCTIVA ), me dejáis un rewiewcito de na... tan solo tenéis que darle al botón Go en la parte de abajo (esta parte era para mi querida amiguita Aruba, que me ha prometido un rewiew XDD). Y ya que estamos, se lo dedico a Aruba, ya mencionada, y a Rokio. Jejejejeje... (ellas saben por qué me río XD). Muchas gracias por leer este fic (aunque no veáis el anime... ¬¬), significa mucho para mi.

Y ahora, después de toda esta parrafada, os dejo con el primer cap.


CAPÍTULO 1

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UN ACCIDENTE

Tokio - Bufete de abogados Kuchiki & Ukitake.

Kuchiki Rukia estaba sentada en la cómoda silla de su despacho, leyendo el periódico con un grave gesto de preocupación. El artículo que estaba requiriendo toda su atención trataba del asesinato de Kiryu Makino, una mujer que, según el inepto periodista que había escrito el artículo, era una prostituta a la que habían maltratado y violado hasta su muerte por unas deudas de cifras astronómicas. Quizás si el periodista hubiese indagado un poco más en la vida de Kiryu, habría sabido que las deudas eran un motivo irrisorio comparado con el móvil auténtico del crimen. Quizás se hubiese dado cuenta de que acababa de salvarle el pellejo - por lo menos de momento - a unos de los principales distribuidores de drogas de Tokio, al haber camuflado el asesinato con un "simple" ajuste de cuentas... Pero a ella eso en realidad no le tenía que preocupar, al menos en principio, porque el caso que ella estaba llevando en ese momento no era el de la señora Kiryu, sino el de su hijo de siete años, Kai.

Después de acabar de leer el artículo -pésimo- por enésima vez, la joven abogaba dobló el periódico por la mitad y lo dejó sobre su mesa. Cruzó los brazos sobre su cuerpo y suspiró pesadamente, pensando en lo que podría hacer ahora. De una manera u otra, el asesinato de Kiryu le afectaba directamente, y eso no le gustaba para nada. Tener que tratar con alguien que había asesinado a su propia esposa por 'vete tú a saber' podría llegar a ser...peligroso. Se acomodó de nuevo en su sillón, inclinándose hacia la mesa ligeramente y fijando su vista en el pequeño personajillo que estaba durmiendo plácidamente en un pequeño sofá que habían colocado en la habitación sin darse cuenta de la magnitud de lo que ocurría a su alrededor. No era más que un niño que había sufrido más que la mayoría, y las marcas oscuras que se podían ver por prácticamente todo su cuerpo lo demostraban. Moratones, pequeños cortes, por no hablar del daño psicológico que habría recibido a lo largo de su corta vida.

Sí, podría llegar a ser peligroso, pero jamás podría dejar a ese niño solo. Jamás.

Con apenas 26 años, ya era una de las principales abogadas del bufete. Muchos decían que su éxito se debía a que era la hermana pequeña de uno de los socios fundadores, Kuchiki Byakuya, pero quienes la conocían sabían que se merecía la posición que ostentaba. Pocos eran los casos que perdía, y gracias a ello su nombre había empezado a escucharse. De ésta manera el pequeño Kai había tenido noticias de ella, y había acudido a ella cuando lo que más necesitaba era un médico. Hacía un par de meses, uno de los casos en los que participó Rukia se hizo realmente famoso. Uno de los hombres más ricos de Japón había sido acusado de malos tratos por su mujer. Las pruebas eran más que claras y visibles para todo aquel que estuviese cerca de la mujer maltratada, y la cantidad de sobornos y, más tarde de amenazas que recibió Rukia para abandonar el caso llegaron a ser abrumadores, pero ella no se amilanó, sino que siguió adelante y consiguió una gran victoria que la llevó a sentarse donde estaba hoy. Apenas un par de semanas después, un niño que parecía haber salido de un cubo de basura la estaba esperando a las puertas de su trabajo, con los ojos llorosos y un gran fajo de billetes en las manos. "¡Quiero que me protejas como lo hiciste con esa mujer!". Eso fue lo único que dijo antes de desmayarse. La muchacha no pudo -ni quiso - negarse a su petición. A los pocos minutos ambos estaban en el hospital, curando las heridas del pequeño.

Kai le explicó el infierno que había estado sufriendo desde que tenía conocimiento. Los maltratos, abusos e insultos estaban a la orden del día. Ni su padre ni su madre tenían el menor cuidado de él y le trataban peor que a un animal.

Desde entonces, había estado cuidándolo y protegiéndolo. A pesar de todo el sufrimiento que había tenido que acarrear durante toda su vida, era un niño muy amable y obediente, pero también muy tímido e introvertido. Cuando hablaba con alguien en el bufete que no fuese Rukia, agachaba la cabeza y miraba con sus pequeños ojos marrones al suelo. Únicamente se comportaba como un niño cuando estaba con Rukia, solo con ella podía reír como un niño de verdad. Para todos los que lo veían estaba bastante claro que la abogada se había convertido en una segunda madre para Kai, una que de verdad le quería. Y al mismo tiempo, el pequeño se había convertido en alguien indispensable para ella.

Durante el último mes, habían intentado por todos los medios localizar a los padres de Kai. Las pruebas estaban más que claras en el cuerpo del niño, pero sin sus progenitores no avanzarían mucho. Y ahora por fin habían encontrado a una de los dos. Pero eso sí, muerta. El pequeño todavía no se había enterado de la noticia, pero...

Un pequeño gemido se oyó desde el sofá. Rukia alzó los ojos inmediatamente y los colocó en el niño que dormía allí. Tenía el ceño fruncido y agarraba con una mano el cojín sobre el que reposaba su cabeza con toda la fuerza que le era posible. La muchacha se levantó inmediatamente y se dirigió hacia él. Cuando estuvo a su lado, sacudió ligeramente su hombro para despertarle.

-Tranquilo, tan solo era una pesadilla...- le dijo dulcemente para tranquilizarle mientras le apartaba un mechón de pelo moreno de su cara. Unos ojitos marrones la observaban asustado, todavía sin situarse en la realidad. Una realidad que, para él, era un poquito más oscura que la del día anterior.

-Mmm... Me he dormido...- dijo con una voz soñolienta mientras se restregaba sus ojos con las manos. Desde que estaba con ella, la acompañaba allá adonde iba, como si fuese su sombra. Rukia incluso le había llevado a vivir con ella en su apartamento. No podía dejarle solo.

-Kai, por hoy ya he acabado aquí. Vayámonos ya a casa¿de acuerdo?

El niño sonrió feliz y asintió, para luego bajar de un salto del sofá.

-¿Hoy qué vamos a cenar, Rukia-san?

-Mmm... Yo todavía no lo sé, pero creo que tu te vas a tener que conformar con un trozo de pan.

El niño se quedó paralizado, sin saber qué decir. Notaba un sudor frío recorriéndole todo su cuerpo. ¿Por qué Rukia-san le había dicho eso¡No era propio de ella¿Había hecho él algo?

-¿Por... Por qué? - le daba miedo preguntar. ¿Y si ya no quería estar con él?

-"San".

-¿Eh?

-Aunque ahora que lo pienso bien, si este enanito me llama solo "Rukia", quizá y solo quizá, pueda comer mi súper único e inigualable okonomiyaki casero.- la mujer le miró con una sonrisa pícara en su rostro.

Al pequeño le costó muy poco entender lo que de verdad quería decir su protectora. Y quiso complacerla lo mejor que pudo.

-¿Hoy qué vamos a cenar... Rukia?- ambos sonrieron abiertamente.

-¡Okonomiyaki!

Los dos salieron del despacho de la mano, despidiendo a varias personas que se encontraron en su camino. Cuando llegaron al ascensor, Rukia abrió su bolso y empezó a rebuscar en él las llaves del coche.

-Kai, tú espérame a la entrada del parking, yo iré a por el coche.- el pequeño le respondió con una sonrisa en sus labios.

¡Cuánto tiempo tardaría en volver a ver su sonrisa de nuevo!

Cuando el ascensor llegó a la planta baja, Kai se bajó y se dirigió a la entrada, no sin antes despedirse con la mano de Rukia, aunque solo fuese por unos minutos...

O eso creían...

La puerta del ascensor se volvió a cerrar y llevó a la abogaba al primer sótano, donde estaba el parking.

Kai se fue corriendo hasta las puertas dobles de la entrada, saludando a la recepcionista ruidosamente. Cuando salió, el frío aire de principios de invierno le azotó la cara, y él se arrebujó en su abrigo todo lo que pudo, escondiendo sus pequeñas manos en los bolsillos. Apenas estuvo esperando unos pocos minutos, cuando vio salir de la entrada del parking el coche negro de Rukia. Se fue corriendo hacia él, alegre de que su corta separación finalizase...

Pobre iluso.

Pero el coche no disminuyó la velocidad. A través de las ventanas pudo ver que Rukia intentaba, sin resultado alguno, manipular el vehículo, pero este no hacía más que aumentar de velocidad. En línea recta. Sin desvíos. Hacia la pared del edificio que se encontraba enfrente. La velocidad aumentaba. Kai ya no podía ver a Rukia, tan solo veía la parte trasera del coche, alejándose cada vez a más velocidad.

-Rukia...- la voz apenas le salió, débil y sin fuerza alguna.- Rukia... -empezó a correr hacia el coche, ya imparable. - ¡Rukia!- no podía parar de llorar. No sabía cuando sus lágrimas habían empezado a correr por sus mejillas.- ¡Mamá!

Un choque, un ruido atronador y fuego.

-¿Mamá?


Aquí se acaba el primero, y pronto más, en el segundo capítulo titulado "El médico"... ¿Quién será? jojojojo