TimelessDoom
Summary: Una nueva aventura que comenzará por los desastrosos planes de Jack Sparrow, mientras que viejos conocidos regresan del otro mundo para ayudarles a derrotar una nueva amenaza.
NA: Wee. ¿Yo en este fandom? ¡No puede ser! (Como verán, hay déficit de fics, en esta sección y yo quedé con ganas de más je, je). ¿Slash? No lo sé, esta historia está en conforme vaya escribiendo, se va viendo, así que, advertidos están; cualquier incongruencia, échenle la culpa a mi musa, ellas se las lleva todas. Pero, por ahora, es un willabeth, sí, lo sé. Utópico en mí. Es un podría quedar un poco William!Centric, porque, como es mi personajes favorito, bueno, tiendo a irme más hacia él.
Capítulo uno: ¿Y diez años después?
Diez años ¿Qué eran diez años cuando se tenía la inmortalidad por delante? Todo pasa, o todo parecía pasar; excepto los antiguos preceptos. Todas aquellas inmemorables tradiciones sin tiempo ni espacio. Sonrió al sentir, la por ahora (y gracias a los dioses), candorosa y pacífica brisa de Calypso. "The Flying Dutchman, siempre debe tener un capitán". Suponía que esa debía ser una de esas tradiciones sin tiempo de las que le hablaba su mente.
El final del mundo no era tan austero, desde un punto de imparcial. Todo era muy pacífico y las almas…, no era fuente de ningún tipo de distracción, simplemente iban e iban, por supuesto, nadie regresaban; sin embargo, eran vista como: unas lindas vacaciones permanentes, o esa era la visión bastante idílica del nuevo guardián del final del mundo. Suspiró al ver el ocaso ¿O el amanecer? Tan hermoso, tan cargado de reminiscencias y aventuras que no volverán. Lástima que el rayo verde aún no se daría.
William, se escuchó un susurrar en el viento. Él conocía esa voz. Tía Dhalma, pensó con inquietud; algo malo estaba por suceder, sus sentidos se lo alertaban como otras veces, sin fallo, promulgando peligro.
Dentro de pocos días se le permitiría ver a su amada. Sonrió al rememorar el recuerdo de Elizabeth. Esperaba que en esos momentos el latido de su corazón fuera presuroso y desbocado, para que su doncella supiese que sólo lo hacía por ella. Un suave escalofrío le recorrió la espalda erizándole, volviéndole nada en sus sensaciones.
¡William Turner!
— ¿Will? ¿Estás bien? —Llamó su padre al distraído muchacho.
— Tía Dhalma. He oído de nuevo a Calypso —Le comentó mirándole como en trance.
— ¿Cómo que escuchaste a Calypso? ¡Will! ¡Despierta ya! —Demandó su padre preocupado. El chico siempre andaba distraído, y perdido en su mundo, propio de los soñadores, añorando a su amada, pero, esta vez era diferente. En su mirada se denotaba.
— ¿Padre? —Preguntó despertándose del trance en el que había caído—. ¿Qué? ¿Me hablabas?
— William ¿Estás bien? Llevo más de media hora hablándote y tú, sólo atinas a balbucear tonterías.
— No he pronunciado palabra.
— ¿Estás seguro que te sientes bien? Dijiste algo acerca de que oíste a la "Tía Dhalma" y también a Calypso.
— No recuerdo nada de eso.
— ¿Qué es lo último que recuerdas? —Inquirió tratando de ayudarle. Sabía que todo había sido demasiado brusco a pesar de haber pasado muchos años.
— ¿Qué estaba aquí mirando el ocaso? —Le preguntó contrariado. El padre le miró fijamente. En el poco tiempo había podido conocer muy bien a su hijo y estaba muy orgulloso de él. Era uno de esos caballeros platónicos de los que extinguiéndose estaban en el mundo.
— Falta poco para que vuelvas a ver a Elizabeth —Le recordó tratando de animarlo—. Sólo faltan tres días para volver a la superficie y tocar tierra.
— Cierto. Ver a Elizabeth de nuevo —Suspiró rememorando al único amor de su vida.
William. Se escuchó de nuevo rumorear al viento.
— ¿Oíste eso?
— ¿Qué si oí eso? ¿Eso qué?
— Alguien pronunciando mi nombre.
— William, ve a descansar —Le recomendó muy preocupado—. Te aseguro que no sucederá nada si dejas el frente del barco por cinco minutos. Además, tienes la bendición de Calypso y del mismísimo David Jones —Sonrió jocoso—. Que duermas o descanses no te volverá de apariencia monstruosa.
— Estoy bien. En serio. Es sólo qué…
Un toque de destino, William.
— ¡Tía Dhalma! —Exclamó subiéndose por los bordes del barco.
— Sí. A eso me refiero…, llevas nombrando a la Diosa, media hora.
— Pero… ¿Tía Dhalma? ¡TÍA DHALMA!
William, al final del mundo… Se escuchó claramente en el viento.
— ¡HOMBRES! ¡Viren! ¡VIREN! ¡Nos vamos al final del mundo! —Toda la tripulación comenzó a moverse con las órdenes de su capitán.
— ¿Will? —¿Estaba loco? ¿Se desvivía por el momento que sólo sucedía una vez cada diez años, y ahora quería virar? Suponía que su cara fue un claro reflejo de sus pensamientos, ya que el moreno lo miró con cara de preocupación y le dijo:
— Presiento que va a ver graves problemas padre… sólo espero estar equivocado.
— Pero ¿Y Elizabeth?
— Elizabeth… llegaremos a tiempo.
Se fue de nuevo al timón. Ahí iban de nuevo a lograr un imposible, conociendo a su hijo, llegarían al fin del mundo en dos horas y de regreso, igual… debía tomarse las cosas con un poco más de calma… torció una mueca, cuando menos no tenía corazón al cual infartar.
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Una mujer peinaba sus rubios cabellos frente a un espejo tatareando la canción de los piratas por excelencia "Drik up my 'earties, yo-ho!". Sonrió con añoranza, extrañando todas sus aventuras. Ser la Reina de los piratas y la nueva (por sorprendente que fuera), gobernadora de Port Royal, no era un trabajo divertido, especialmente por la total incompatibilidad que dichos cargos emitían.
Su ánimo decayó al recordar a Will, a quién sin duda la seguía amando, pero, cuan duro era poder verlo sólo unas pocas horas cada diez años. Sin embargo ¿Qué eran diez años en comparación con la eternidad que ahora poseía William Turner por delante?
Se preguntó que sería de Jack y su tripulación (Barbossa incluido). Medio informada estaba, porque era la capitana del barco Red Moon, que antiguamente perteneció a Sao Fang. Sonrió tristemente al escuchar los desastres que se acometían en la cubierta de su navío.
Se recogió el cabello como siempre hacía, y se colocó su sombrero que la distinguía cómo capitana. Afuera, una trifulca se armaba, sin motivo aparente. Bueno, distracción, eso era justo lo que necesitaba. Agarró la pistola que descansaba en su buró, y salió a colocar un poco de orden. Lanzó dos tiros al aire, y paulatinamente la tripulación fue cayendo en silencio.
— ¿Puedo saber a que se debe este desastre? —Habló Elizabeth con ese tono británico tan sensual que le caracterizaba y tendía a nublar el correcto razonar de los hombres.
— Sí; Su Alteza. Verá —Comenzó el Contramaestre de la tripulación—. Hay un barco en naufragio a estribor. Por lo que parece hay sobrevivientes. Y eso sólo puede significar una cosa...
— The Flying Dutchman —Se adelantó casi sin pensar la respuesta. El hombre asintió.
— Esto ha creado, algo de pánico entre los hombres.
— ¿Por qué?
— Bueno, se debaten entre: ir a ayudar a los pobres desdichados, o huir despavoridos. Estábamos en camino a pedir su opinión —Dijo humilde con ese marcado acento de las tierras de oriente.
— Esperaremos al Flying Dutchman —Sentenció sintiendo a su corazón acelerarse... William, pensó con añoranza. Diez años de larga espera. Posiblemente lo podría ver, y hasta estrecharlo en sus brazos, y sentir el calor de su cuerpo. Se mordió el labio..., ¿Por qué Jack Sparrow siempre tenía que complicar las cosas? Ella sólo quería casarse, tener un hijo o dos; y vivir felices por siempre junto a su esposo. Pero, No. Ahora era la Reina de los piratas y tenía en sus hombros el comandar un barco y a su tripulación.
— ¡Ya oyeron perros sarnosos! ¡A esperar al Capitán William Turner junto al Flying Dutchman! —Gritó las órdenes de su Capitana.
— William —Susurró su mente inquieta—. Por cierto —Inquirió de pronto—. ¿Quiénes son los desdichados?
— Un barco mercante.
— ¿Se sabe que lo hundió? —Preguntó tratando de vislumbrar algo entre penumbras. El Contramaestre le cedió el catalejo.
— No Ma'am... pero, parece ser un ataque pirata.
— ¡El Black Pearl a estribor!—Avistó el guardia de turno. La Capitana junto al Contramaestre viraron hacia la dirección indicada. Las velas negras del barco que se confundían con la misma noche se mantenía tranquilo en las aguas, y a su lado, un barco desconocido parecía hacerle compañía.
— ¡Apaguen todas las luces! —Ordenó alzando la voz Elizabeth. ¿Qué podría estar esperando el Black Pearl, en un lugar como ese?—. ¡No dejen que nos avisten tan rápido!
— ¡Con calma hombres! —Siguió el Contramaestre—. Esto no me agrada —Le dijo a la rubia—. Nada bueno puede traer el Velas Negras y su Capitán.
En los otros navíos, se esperaban a que emergiera de las oscuras profundidades, el intimidante Flying Dutchman. Los supersticioso piratas, especialmente los más nuevos, (asustados por Gibbs). Temblaban y rezaban a los dioses temiendo por su destino.
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William aún se sentía muy estúpido, al ofrecerle a los marineros moribundos, una salida alternativa a la muerte (aún no entendía cómo era que podían aceptar una eternidad en servidumbre). Sólo lo había hecho tres veces, y a pesar de no montar el teatro de Jones. Jamás dejaría de parecerle algo hilarante la situación. Por suerte, siempre estaba su padre, y contramaestre; quién, luego de una risa jocosa, le dijera que no se preocupara, que había hecho un buen trabajo.
Jamás le creería, después de todo; era su padre. Y eso hacían los padres, no importaba cuan muertos, estuvieran éstos. Además, él no tenía cara de malo, malote. Todo lo contrario. En determinados momentos, habían descubierto a muchos de su tripulación, mirándole descaradamente la retaguardia. Se carcomía la cabeza, al pensar qué tan fuerte reirían: Jack, Elizabeth y Barbossa, si se llegaran a enterar de tan bochornosa anécdota.
Apareció en la cubierta del barco naufragado, con su tripulación cercándole, dejándole el debido espacio. Todos los moribundos, al sentir la interrupción en el barco, temblaron aún más. Gran sorpresa se llevarían al no ver al tentaculoso, David Jones. Miró a su tripulación, especialmente a su padre. Todos tenían el mismo, mal disimulado gesto de diversión. Allí iba de nuevo a hacer el ridículo. Bueno, eso mejor a desfigurarse. Dudaba que su Reina le mirara con buenos ojos si le salieran tentáculos (ni el mismo se miraría con buenos ojos).
— Bien —Comenzó Will, con tranquilidad aparente, sin saber realmente por donde comenzar. "Le temes a la muerte...", que tontería—. ¿Que prefieres? —Se dirigió al Capitán de aquel navío, arreglándole un poco el traje—. ¿Morir o cien años de servidumbre en el Flying Dutchman?—Bufó mentalmente cuando, la pregunta del millón, apareció reflejada en los ojos asustadizos del hombre, con séquito en su rostro—. No, no soy David Jones —Respondió de mala gana, observando como sus bocas intentaban llegar al piso, creando un cuadro desagradable. Escuchó las risillas ahogadas de su tripulación, y no queriendo perder más su dignidad, los miró fiero; muchos huyeron renuentes su mirada—. Hombres, esta vez no habrá sobrevivientes. ¡Larguémonos ya! —Escupió la orden, cruzándose de brazos. Por esos estúpidos habían tenido que desviar su rumbo. Necesitaba ver a Tía Dhalma con urgencia, y esos pobres imbéciles le hacían perder el tiempo. Sin embargo... miró indeciso hacia donde en teoría estaban las demás naves 'escondidas'.
— Capitán —Le sacó de sus pensamientos un sujeto anodino de su tripulación.
— ¿Qué sucede?
— Señor —Respondió un poco inseguro, sabiendo que no era muy sabio tentar el temple de William Turner. Habían tenido el honor de haber 'mediado', con éste una vez, y a ninguno de ellos les había quedado ganas de una segunda tanda. "Y tan tranquilito que se veía". Pensaban muchos—. Hay tres barcos rodeándonos, Capitán. Uno de ellos es el Black Pearl... —El hombre suspiró mentalmente, él ya sabía eso, no por nada era 'el océano', literalmente.
— ¿Propone algo en específico? ¿Jugar a 'hundir' la flota, talvez?
— Esperamos órdenes, Capitán...
— Órdenes, órdenes, estoy harto de dar órdenes... —Pensó con desesperación. Un poco cansado por el poco o nulo sosiego que había tenido, declaró—: Supongo que es de mala educación no saludar a viejos conocidos ¿Verdad?
Fue lo único que necesitó decir el Capitán Turner, para que su tripulación se apareciera fantasmalmente en el Black Pearl. William, sólo se sentó a esperar en el borde las amuras de babor. Le preocupaba un poco, ya que había dado casi carta blanca a sus hombres, especialmente por Elizabeth, aunque no se encontrara en dicho navío.
— Por fin. Aquí está nuestro buen amigo Willy —Saludó directamente Jack Sparrow con su andar borracho.
— ¿Ustedes causaron el ataque? —Preguntó con incredulidad. Ragetti y Pintel, tiraron la evidencia que los inculpaba, silbando despreocupados.
— No técnicamente —Alegó en defensa. El Capitán del Flying Dutchman, alzó una ceja.
— Me imagino —Respondió sin tener nada inteligente que decir—. ¿Para que soy bueno Jack? Llevo prisa y mi tripulación está algo alebrestada, están casi en Carta Blanca —Le advirtió. Los ojos negros de Jack, titubearon un poco antes esto, sin embargo, moviendo negativamente la cabeza agregó:
— Sé que eres un tipo ocupado. Seré directo: Necesitamos ir, que tú nos lleves, nos des tu permiso, nos llenes de bendiciones, al fin del mundo.
— ¿Pardon? —Bufó, creyendo haber escuchado mal.
— Cómo lo oyes...
— Contando con que no se me está permitido hacer algo como eso ¿Para que querrías ir allá?
— ¿Alcanzas a ver, ese barco de allá?
— Ajá...
— Bien. Es el nuevo navío de Barbossa y su tripulación. Más a tu derecha, está Elizabeth, con sus hombres orientales.
Sí... eso ya lo sabía (bueno, no sabía que Barbossa tripulaba otra nave. Por lo que veía Jack había sabido mover de nuevo sus cartas para recuperar por enésima vez su nave). Su amada Lizzie, estaba a pocos pasos... suspiró sintiendo que sus neuronas comenzaban a trabajar más rápido de lo normal... Maldito Jack, él y sus problemas.
— ¿Y?
— William, necesitamos llegar allá —Le soltó serio.
— Jack... soy el Capitán del Flying Dutchman..., no el dueño del mundo.
William Allí estaba de nuevo Tía Dhalma. Eso lo tenía preocupado, su insistencia.
— Ya lo sé. Pero, estamos en búsqueda de algo, algo muy importante.
Tráelos, Jack Sparrow, lo necesitamos..., los necesitamos a todos ellos. Ok, no se haría de rogar. Jack quería ir a Fin del Mundo. Allá iría, además, eso era equivalente a estar su amada, más tiempo que un sólo día, en ese decenio.
— Está bien. Nos vamos...
— ¿Qué? —Soltó con mal disimulada sorpresa el Capitán del Black Pearl.
— ¿No quieres ir al Fin del Mundo? Allá iremos —Declaró sin más ni menos—. ¡Nos vamos de regreso a los terrenos de David Jones! ¡Larguémonos de aquí lo más pronto posible!
— Will —Le detuvo su padre—. ¿Seguro que no necesitas descansar?
— Necesito llegar a donde está Calypso. Sino le digo que sí a Jack entonces jamás me dejará ir. Además, ella me dijo que los llevara. Vamos, que no me voy a hacer de rogar... —Su padre lo miró inseguro...
— ¡Oh Lizzie! Tiempo sin vernos. Que alegría y magnífica coincidencia —Declaró al ver a su lado a la Capitana del Red Moon.
— Capitán Jack Sparrow... —Saludó con ganas de abofetearle. Siempre tan descarado—. ¿En que nos quieres meter ahora? —Le preguntó directa.
— Bueno, Lizzie, verás…
— ¡Will! —Exclamó sintiéndose en la más plena dicha. Ignorando olímpicamente al Capitán del Black Pearl, se lanzó a sus brazos abrazándole, dejando en un estado parecido al shock al moreno… su mente no le procesaba con claridad, esa era Elizabeth, ¿no? Lástima que no tenía su corazón en el pecho…, sus latidos serían tan rápidos que le pitarían los oídos.
— Elizabeth —Susurró, entrando en fase de incredulidad. Podía estar soñando, especialmente con lo cansado que andaba esos días. Flores y corazones rosados comenzaron a aparecer de ningún lado, o eso pensaba la mayoría de los tripulantes allí presente. La tripulación del Dutchman soltó a todos los hombres que habían agarrado, y se relegaron como siempre hacían, total; el capitán ya había dado una orden.
— No sabes como te he extrañado —Le soltó rebosante de alegría. Se miraron un buen rato, había soñado cada noche sola, con ese momento. Sin embargo se volteó y encaró a Sparrow, agarrándole con fuerza impropia por las solapas—. ¿Entonces, Jackie?
— Iremos al fin del mundo —Declaró simple y alegre. Soltándose del agarre en un movimiento rápido—. Y adivina qué, estás plenamente invitada. Tenemos el permiso de tu esposito para ir en una nueva aventura. ¿Qué dices? —Se la llevó a un lado, mientras Will un poco exasperado (habiendo salido del shock), miraba al cielo pidiendo paciencia—. Piensa Lizzie, William por más de un día, y aventuras en un nuevo mundo —Soltó como siempre sus alegatos embaucadores.
— ¿Y qué buscamos Capitán Sparrow? —Preguntó considerándoselo. El simple hecho de viajar eternamente con Will, se volvía demasiado tentador. Pero, Jack Sparrow, sólo traía desdichas y desventuras. Y ella tenía que velar por toda una tripulación… bueno, ésta estaba sedienta de sangre. Todo resuelto, no importaba si Jack no abría la boca por ahora. Ella sería feliz y sus hombres piratearían un poco. Sin embargo, nada perdía con obtener un poco de información.
— Buscamos, esto —Le dijo enseñándole las cartas de navegación.
TBC
