Este fic mezcla dos ideas distintas. Por una parte, los personajes de Hetalia Axis Powers de Hidekaz Himaruya y la base del juego Alice Madness Returns (que se basa a su vez en Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll ) ¡En este capítulo entrarán NyoUk y Prussia! Descubrid los personajes que son cada uno ;) Se lo dedico a Krissel Majere, que podría ser como la madre de esta idea. Algo me dice que si, que yo sería el padre. Aquí tenéis el primer capítulo~.
A la inglesa le encantaban los gatos. Por ello, posiblemente, estuviera corriendo por aquellas calles estrechas, sucias, solitarias y oscuras de los barrios bajos de Londres en un atardecer bastante oscuro. Había visto a un gato blanco, pequeño, algo esquelético y había decidido seguirlo. Acabó en una plaza, sin ver de nuevo al gato. "¿Dónde se habrá metido ese gato?" Pensaba mientras miraba a todos lados. Se acercó a un escaparate, donde venía representada una escena del te entre una liebre y un hombre con un sombrero bastante grande. Por el reflejo del cristal creyó ver dos figuras detrás suya, junto a una fuente, que le hacían gestos para que se acercara. Se giró, a punto de hacer una pregunta, pero ahí no había nadie. Se quedó bastante confundida, mirando al lado de la fuente, donde estaba ese par de figuras. Escuchó entonces el crepitar de un fuego a la vez que unos tentáculos la atrapaban de los brazos y las piernas, tirando de ella hacía el interior del escaparate, el cual ardía. Intentó huir, pero un último tentáculo la agarró de la cintura y logró meterla dentro con un grito.
Lo siguiente que pudo apreciar fue que caía. Caía y caía. A su alrededor, primero, hubo puertas. Infinidad de puertas de todos los tipos: de madera, de cristal, de músculos, de porcelana; de todos los tamaños: enormes, diminutas, normales...; con timbre, sin timbre, con todo tipo de pomos. Flotaban en el aire, demostrando que la ley de la gravedad no las afectaba. "No como a mí" Pensó, desconcertada, mientras caía. "No caen, ¿por qué no caen? ¿Cuánto mas caeré?" Parecía que seguiría cayendo y cayendo durante bastante rato. Las puertas dieron lugar a cabezas de muñecos... Cabezas de muñecos de porcelana rajada, no tenían ojos y tenían sonrisas enormes y llenas de dientes afilados. Algunas tenían sangre. Nuevamente flotaban en el aire, ajenas a la gravedad. La caída ya le aburría. Pronto se le acabó la caída cuando, distraía, chocó contra una de las cabezas. Soltó un gemido y todo se volvió totalmente negro.
Podía oir la corriente del agua, las hojas al ser movidas por el viento... Algo le acariciaba la cara con suavidad. Estaba sobre hierba, parecía. Se oía cantar a los pájaros y oía las alas de algún animal. Suponía, vagamente, que se había desmayado. Empezó a recordar lentamente y se levantó de golpe. Se llevó un nuevo porrazo contra una rama.
-¡Au!-se lleva las manos a la cabeza, quejándos por el golpe. Alzó la cabeza, mascullando por lo bajo-. Que rama mas ba... -se quedó un poco callada al ver el tamaño del árbol, que era cuatro o cinco veces mas alto de lo normal. Se había golpeado con una de las raíces del mismo-. ...ja.. -terminó la frase, mirando a todos lados. Todo tenía un tamaño inusualmente gigantesco. "O yo soy inusualmente pequeña" Razonó la inglesa, aunque era... absurdo. No sabía donde estaba, pero le parecía tan conocido que no entendía cómo no sabía donde estaba. Era una sensación muy extraña. Vió cerca un arroyo y se acercó, en busca de un poco de agua, aunque no tenía nada de sed ni de hambre. Se arrodilló frente al agua y, al inclinarse, se vió. Soltó un grito asustado, llevándose las manos al pelo. "¡Oh my god! ¡Tengo el pelo rojo! ¿¡Qué clase de broma es esta!" Comprobó también que su vestido azul era ahora rosa y en vez de la cruz que adornaba uno de los bolsillos del delantal tenía un corazón rojo. Sus ojos no eran verdes, si no... ¿azul grisáceo? No lo entendía... Suponía que iba a darle jaqueca cuando escuchó en frente suya una risa conocida.
-Kesesesese-al alzar la mirada, se encontró con los ojos rojos del conocido prusiano. Pero era algo... raro. Tenía unas orejas de gato, grises con las puntas negras. Una cola, también de gato, esquelética que terminaba con una pequeña mata de pelo como la cola de un león. Tenía una mancha negra en el pelo y varias alrededor de los ojos. Una sonrisa enorme y llena de dientes. Vestía ropa gris que le remarcaba las costillas. Estaba muy delgado. Se acercó y tendió una mano a la otra, sonriendo muchísimo.
- Bienvenida, Alice Kirkland, a esta nueva y maravillosa aventura.
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