Los personajes de Kingdom Hearts no me pertenecen. Pertenecen a Nomura.

"Tú eres mi alguien y yo soy tu nadie"

Morir, renacer


Se encontraba frente a una especie de capullo de cristal en una sala blanca y pura. Aquél tipo apareció de nuevo. ¿Quién diablos era?

No entendía nada.

Solo que el mundo y la paz con la que había "vivido siempre" se habían esfumado en solo unos días.

Estaba confundido y alterado. No dudaría en arremeter con la llave espada que sostenía en su mano contra cualquiera que se le pusiese en medio. Y ese tío estaba en su camino.

Había recordado a Axel, su mejor amigo.

"Amigo"…

¿Qué significaba esa palabra para él?

Al fin y al cabo, los incorpóreos no pueden sentir. ¿Qué significaría entonces la amistad?

-Así que has venido, héroe de la llave espada.-su voz grave lo sacó de su ensimismamiento.

¿Héroe? ¿Eso es lo que era?

No. Hace unos días solo era un chico normal, con una vida normal y unos amigos normales. Él nunca quiso nada de esto.

-¿Qué quieres?

-En unos instantes, el "verdadero" héroe despertará. Tienes que devolverle lo que le has robado. Esa "esencia". Entonces, cuando despierte, morirás.

-… ¿Por qué?

-Porque tienes la mitad de su "poder". Y además… eres un incorpóreo, esa es la razón.

-¿La razón…?

Todo era cierto. Lo recordaba. Frente a la mansión… nació justo ahí. Recordaba cuándo le invitaron a entrar en la Organización. Aquél día recibió un nombre y un abrigo negro.

Roxas… formado por el nombre de su "alguien". ¿No era nada más que eso? ¿La sombra de otra persona?

Notaba cómo la furia lo invadía por dentro. No iba a contenerse. Agarró fuertemente la llave espada.

-¡¿Qué quieres decir con "esa es la razón"?!- dijo, mientras lo atravesaba descargando toda su ira. Pero el hombre no cayó al suelo, ni se quejó. Simplemente, se giró a verlo.

-Perdón, esto es una copia de mí mismo a partir de información.- explicó, sin darle mayor importancia.

Roxas se giró, mirándolo a los ojos. Para la sorpresa de aquél extraño, gotas saladas resbalaban por las mejillas del chico.

-Te odio tanto que no puedo soportarlo. –respondió.

-… En ese caso, asegúrate de pasarle todo ese odio.- dijo, desapareciendo al instante.

-¡No! ¡Mi corazón me pertenece!

De pronto, algo se movió detrás de él. Aquella extraña cápsula comenzó a abrirse.

-¿Por qué? No he sido capaz de sentir… ¿Por qué los envidio? De repente, se presentaron en mi cabeza escenas de las que no tenía ningún recuerdo. Esos "recuerdos" se convirtieron en preguntas que me atormentaron.

Había soñado con aquél chico de su edad que vestía de rojo. Su nombre era… Sora. Todo para él había sido real. Todo había sido su vida. Axel, Hayner, Olette, Pence… Todos eran reales, al menos, para él. Observó una vez más al chico que estaba frente a él, aún durmiendo. Se notó extraño. Se miró su mano izquierda y vio cómo comenzó a clarearse hasta volverse totalmente transparente.

Impotencia. No había vuelta atrás. Desaparecería para siempre, como si nunca hubiera existido. Nadie lo recordaría, nadie lo echaría de menos. Porque había vivido en una falsa.

-…Estoy celoso. Aún queda un día, pero… mis vacaciones de verano ya han… acabado.

Poco a poco, las fuerzas le fueron abandonando, hasta que todo fue oscuridad.