Nota: Harry Potter no me pertenece. Pero Fred sí porque, mi querida Jota Killer, el que se fue a Sevilla, perdió su silla... y si tú te le cargas, yo me lo quedo.
Esto es un intento de recopilar las viñetas que voy escribiendo y que me parece tonto publicar individualmente. No sé con qué frecuencia las subiré, ni sobre qué pairings/personajes/temas tratarán, tengo un par escritas, pero admito sugerencias, retos y/o exhortaciones. Esta primera, es sobre McGonagall, porque es LA teacher por excelencia. Gracias por leer.
Minerva McGonagall cree haberse sentido orgullosa muchas veces. Unas secreta y culpablemente, como cuando descubrió que James Potter, Sirius Black y Peter Petigrew se habían convertido en animagos sin ayuda de nadie, únicamente con sus enseñanzas, un orgullo que la hacía sonrojarse y la obligaba a recordarse las veintitrés leyes que habían incumplido y las tragedias que conllevó todo aquello.
Otras veces pública y sonoramente, como cuando Oliver dijo gracias a usted, profesora y le pasó la copa de Quidditch.
En algunas ocasiones, el orgullo se mezclaba con la tristeza, como cuando supo que Lily Potter había muerto defendiendo a su pequeño, que los Longbotton habían preferido aquella agonía antes que vender a sus compañeros o que los gemelos Prewett se habían llevado a seis mortífagos por delante antes de soltar la última carcajada.
Pero en todos sus años de enseñanza, jamás ha sentido esa clase de orgullo que la invade mientras lee la lista de miembros del ED. Ejército de Dumbledore, lo habían llamado, no puede reprimir una sonrisa al constatar la información que ha extraído de los chillidos emocionados de esa cretina chupatintas de Umbridge, no le extraña que los ojos de Albus estuvieran brillantes cuando Harry había declarado su eterna lealtad a Hogwarts, a Dumbledore, a la justicia; de esa manera tan melodramática, tan Griffindor. Esos niños con sus pocos años, su entrega temeraria y sus ganas de cambiar el mundo le dan sentido a la profesión.
Me encantan las críticas, sobre todo, las constructivas, pero las otras tampoco me molestan y, oye, me gustan los tomates(rojos. rojos, Griffindor).
María.
