¿Qué haces una noche en la que no puedes dormir y no tienes nada que hacer? Piensas. Piensas en qué harás mañana, en lo que te gustaría hacer pero no puedes. En como completar la fase del videojuego que se te resiste, Piensas en la persona que amas, en las cosas que ha hecho que te hacen sentir algo molesto, esas buenas palabras dirigidas a otro que te hacen quedar por debajo de él. Abres el Word para distraerte de esos pensamientos y empiezas a escribir sobre lo primero que se te pase en la cabeza. Pero lo primero que se te pasa por la cabeza es ella. ¿Por qué? Porque estas perdidamente enamorado de ella y no puedes apartarla de tus pensamientos. Abres la ventana para que te dé el aire e intentas concentrarte de nuevo en escribir. Pero para escribir hay que pensar, por muy poco que sea. Y vuelves a pensar en ella, porque piensas con el corazón y no con la cabeza.
La quieres, la amas, no puedes estar sin ella. Cada segundo que pasa te quema y no puedes esperar a volver a verla. No has podido esperarla en el portal a que vuelva. Decía que estaba sudada y le daba vergüenza que la vieses a si, que mejor te fueses a casa, que estaba asquerosa. Pero a ti no te importa, esté como esté te parece la cosa más adorable al ver como te mira avergonzada. ¿Cómo va a ser asqueroso aquello que le da sentido a tu vida? Decides que aun así esperarás en su portal a que vuelva, aunque te haya pedido lo contrario. Pero no. El destino ha decidido que por causas mayores tendrás que irte corriendo, que hoy seguirá siendo un día gris sin la persona que le da color.
Te preguntas cómo estará ella ahora. ¿Qué estará pensando? ¿Estará durmiendo? Y si es así, ¿qué sueña? Piensas cuándo volverás a verla y podréis estar solos los dos, tumbados sobre el césped, mirándoos el uno al otro. Hace mucho que no estáis así.
La has visto hace apenas cuatros horas. Pero ya la hechas de menos. Tanto que te das cuenta de que cada tecla que pulsas al escribir duele, como si te la grabasen con una cuchilla en la espalda. Entonces tratas de tornar ese sufrimiento en felicidad al recordar lo momentos que has pasado con ella. El día en que empezó todo, en que a pesar de que vuestro amor estaría mal visto decidiste lanzarte. Y sentados en los columpios le dijiste "Verás…tú…tú a mí…me gustas" y como respuesta recibiste un "Tú a mi también me gustas". Nunca olvidarás como te sentiste entonces, como si tuvieses seis años. Y desde entonces esos momentos se sucedieron uno detrás de otro, al igual que las tardes de verano juntos. Aquella noche de tormenta, el viaje a Barcelona, las fiestas del Pilar. Hay mucho momentos, tantos como besos, caricias, abrazos y achuchones os dais el uno al otro. Tienes ganas de saber que os depara el futuro. ¿Dónde viviréis? ¿A qué lugares viajaréis? ¿Cuándo os casaréis?
Pero escribas lo que escribas aún sigues sufriendo. Y sabes que en ocasiones tú también la has hecho sufrir. Pero el amor es así. Unas veces flotas entre las nubes y otras te toca arder en el infierno. Aún así no te importa, porque sabes que ella te ama y sufrir por ella es una delicia.
TE QUIERO NATALIA
