Título: Stars

Pareja: Aomine Daiki X Kagami Taiga. Mención Akakuro.

Clasificación: Shonen ai. Todo público. Angst –a little bit. Romance. One-shot. Pseudo Songfic.

Resumen: Atrapado en una jaula abierta y sin voluntad de escapar, Kagami se prepara para ponerse la soga al cuello en su propio matrimonio. ¿Acaso será posible que su descabellada fantasía se realice cuando la única persona que quiere ver en el altar está al otro lado del mundo? [One-shot] [Aomine X Kagami][Hints Akakuro]


Stars

Por: Anye.

Se observó al espejo con parsimonia. Dobló con cautela el cuello de la elegante y blanca camisa acomodando muy detalladamente el moño negro que había terminado de armar; luego llevó la mirada a sus pies revisando primero sus zapatos. Estos brillaban más de lo que recordaba alguna vez había brillado alguno de sus pares. Observó su pantalón perfectamente encajado en sus piernas, un elegante corte y de aquel negro impecable. Se cercioró de que no hubiese ni una arruga de más y pasó a la faja a la que se había opuesto desde un principio, pero que ahora estaba totalmente apegada a su silueta a la altura de su abdomen y seguidamente pasó a la camisa. Una camisa blanca demasiado elegante para su gusto. Revisó los puños para ver si faltaba abotonar o arreglar algún botón y pasó a revisar de nuevo el cuello y allí verificó que la corbata estuviera en su lugar. Tomó el saco que estaba colgado a uno de sus lados y se lo puso. Era increíble cómo se acomodaba tan bien a su cuerpo, pues no era para menos. Según su padre era un traje a medida y de un reconocido diseñador Italiano. Debía aceptar que ahora su grande figura se veía más imponente con ese precioso traje que jamás se hubiera imaginado vestir. Arregló el detalle del bolsillo, donde encajó un pañuelo rojo que después de muchos reclamos había tenido que aprender a armar (cómo lo había hecho con la corbata y todo el traje en sí), y una vez revisó estuviese ubicado de la manera apropiada, buscó el pequeño bolso donde estaría lo que le faltaba.

Tomó un peine de el y sin más retocó su cabello. Su padre le había pedido que se lo dejase crecer un poco, tan sólo lo suficiente para peinarlo a un lado por una vez en su vida, y aunque se había negado a hacerlo, esos meses su imagen personal había sido lo último en lo que había tenido ganas de preocuparse. Buscó la colonia y se roció un poco encima cuando terminó con el peinado.

Dio un paso atrás y revisó ahora toda su imagen. Delante de él había un elegante caballero que desconocía. Un hombre que ahora estaba ahí porque no tenía otro lugar mejor en el que estar y un joven al que nadie había venido a rescatar. Se rió de sí mismo. Ahora ya era muy tarde para arrepentimientos. Sonrió intentando convencerse a sí mismo de que todo estaría bien, que también podía ser feliz de esa forma; y fue cuando arreglaba una última vez el cuello del saco que pudo ver aquel anillo que rodeaba su anular. Era oro blanco. Lo observó por unos segundos. Pese a lo que todos pensaran –incluso él mismo –era un anillo con muchos finos detalles, pero no demasiados como para que se viese exagerado. Soltó una sonrisa antes de quitárselo y leer por última vez su interior.

"Propiedad de Aomine D."

Sí, cuando le había entregado ese anillo había sido la persona más feliz del mundo. Recordaba que estaban en Rusia. Cuando observaban aquel reconocido teatro de ópera en Moscú, Aomine se había declarado a él luego de haber preparado una gran y extravagante declaración en el crucero que tomaban por el río Moskvá y a tan solo unos minutos para año nuevo. Justo a tiempo para aprovechar todos los fuegos artificiales. Al parecer su renombre por ser uno de los mejores jugadores de la NBA en ese momento le daba ciertos privilegios. Y él había aceptado gustoso ese anillo y el compromiso que venía con él (pese a que juró siempre molestarlo por el mensaje inscrito). Días después, cuando regresaron a casa, mandó a hacer uno igual para el moreno, pero no contaban que eso se convertiría en un escándalo para la prensa, pues nunca faltaron ojos que observaron como dos jugadores renombrados de baloncesto se habían comprometido.

Y se arrepentía ahora de todo eso.

Observó la lujosa habitación. Era beige con detalles muy elaborados en las cortinas de seda, en la alfombra bordada, en las paredes con un elegante tapiz y en la cama. Una cama enorme con almohadas de plumas que había disfrutado plácidamente la noche anterior. Los muebles eran de una fina madera. ¿Sería caoba acaso? Pues ya no se veían muchos muebles así.

Se acercó a la mesita de noche que estaba a un lado de la cama y allí depositó el anillo con melancolía. Ese anillo no volvería nunca más a su lugar en su mano izquierda. Cerró el cajón con la llave, dio otro vistazo a la habitación y antes de darse cuenta, estaba nuevamente parado delante del gran espejo.

Ahora que lo pensaba era como una jaula.

Había estado ahí desde el día anterior. Sus parientes y amigos muy cercanos también se quedaron en el hotel, pero él era uno de los personajes principales del evento y por tanto, su habitación era una de las mejores. Desde la mañana las sirvientas vinieron ultimando detalles y tratándolo de manera muy especial. Y en todo ese tiempo él no había salido ni una sola vez de la habitación. Podría decir que estaba cautivo, pero la habitación no estaba echada llave, así que quizá sólo se había quedado sin voluntad de escapar cuando sus alas le habían sido cortadas de aquella forma. Y ahora todo no dejaba de repugnarlo.

-Taiga –oyó a su espalda de repente. Sin darse vuelta observó a través del espejo a aquel pelinegro que entraba con una sonrisa –. El novio ya tiene que estar listo. La ceremonia está por empezar. Los invitados ya están en el salón.

Apuntó Tatsuya amablemente. "Novio", jamás se esperó oír esas palabras en semejantes circunstancias.

-Ya estoy listo –respondió con la misma amabilidad que Tatsuya había hablado, pero sin poder dedicarle una verdadera sonrisa. Tatsuya se acercó y fue entonces cuando Kagami se volteó y dejó que el azabache lo escaneara de pies a cabeza.

-Te ves muy apuesto Taiga, ese traje te sienta realmente bien –sonrió Tatsuya y se quitó la rosa que traía en su propio traje para acomodarla en el traje de Kagami y luego depositar su mano en su hombro-. Ahora el novio ya está listo –sonrió con cariño el más bajo.

-El padrino también tiene que estarlo –rió Kagami posando su mano sobre la de su hermano.

-El padrino está más preparado para esto que el novio, eso puedo asegurártelo –y sintió un leve apretón en su mano. Era cierto, Taiga necesitaba valor y él estaba dispuesto a otorgarle tanto como necesitara.

-Como digas niiii-san –se burló y soltó el agarre para empezar a caminar hacia la puerta. Deslizó su mano por la manija dando un último suspiro. Ahora no había vuelta atrás. Y olvidándose ahora de todo empezó a caminar por el largo pasillo.

Llegó al salón. Todas las personas se pararon al verlo llegar y empezaron a saludarlo y felicitarlo por igual bajo unos constantes flashes que le indicaban claramente la cantidad de cámaras que ahora estaban presentes innecesariamente. Antes de lo esperado ya tenía una copa de vino entre sus manos y no era para menos, necesitaría al menos una docena de esas copas para poder hacerlo. Observó su alrededor con interés, alejando su conciencia de las chillonas voces que le atormentaban los oídos. El salón era grande, más de lo que habría deseado. Era de ese tono beige del que también lo era la habitación en la que había pasado la noche. Traía detalles muy similares y con ese mismo tono marrón y dorado adornando las cortinas, decoraciones y tapices. Fue en ese momento que ese color empezó a despertar cierta repulsión en él y ahora estaba rodeado de ese desagradable color.

Volvió a la realidad, ahora otras personas de los altos mundos lo saludaban. Después de todo hoy, el día de hoy, era la boda de Kagami Taiga (Un reconocido atleta y heredero de lo que se había convertido en los últimos años en una gran compañía en Estados Unidos) y ella (Una europea heredera de una cadena de supermercados y centros comerciales gigantesca, donde la empresa de su padre quería introducir sus productos por supuesto). Una pareja perfecta –decían algunos. Como dos modelos –decían otros. Y él aún se preguntaba si realmente era el siglo veintiuno donde ocurría todo eso. ¿Acaso seguía habiendo esos matrimonios por conveniencia? Pero él mismo debía admitir que esa muchachita que había conocido cuando tenían once se había vuelto una mujer hermosa, de alto porte y una esbelta figura. Quién diría que casi veinte años después se encontrarían de nuevo en el altar...

Oyó una señal, todo indicaba que debía tomar posición en el podio. La novia ya estaba cerca al parecer. Y mientras caminaba al altar aquella silueta se posó delante de él susurrando las palabras que siempre le habían gustado oír. Su padre ahora lo abrazaba, lo felicitaba por el logro del matrimonio y le decía que estaba muy orgulloso de él. Suspiró con pesadez y agradeciendo el gesto se dirigió a su lugar. Se puso delante y buscó con la mirada a sus amigos con la esperanza de una última escapatoria. Tatsuya y Kuroko estaban en ese preciso momento allí, aunque a un lado del peliceleste, un joven de ojos monocromáticos lo miraba con atención. Akashi Seijuro acompañaba a Tetsuya y sin poder evitarlo, ahora era un hombre con el que se habían estado reuniendo a menudo por la relación que traía con su preciada sombra y por los negocios que podía hacer en Japón con él. Kuroko tenía un amante muy poderoso en las sombras y eso era escalofriante.

Tatsuya tomó su lugar como padrino del novio a un lado de él y aquella orquesta empezó a sonar con la marcha nupcial. Aunque para Kagami lejos estaba de oírse así, para su inexperto oído era un escalofriante sonido funerario que podría sumergirlo en un penoso letargo. Y cuando todos se levantaron conmovidos por el ritual que estaban presenciando, supo que la novia se había materializado en el salón.

Era como un ángel. Un vestido largo y blanco, un velo bien adornado y aquel típico ramo de flores entre sus manos. Su cabello rubio recogido en un prominente moño alto. Definitivamente pensó que era una hermosa novia, envidiable para algunos y perfecta para otros. Pero… no era su novia. No era la persona que él mismo habría esperado ver ahí.

Y en ese momento le dieron ganas de vomitar.

Un terrible cosquilleó se apoderó de él y nuevamente se preguntó a sí mismo si podría hacerlo. ¿Kagami Taiga podría dejar a un lado a quien realmente amaba por un escándalo, por una pelea? Definitivamente podía… pero no quería hacerlo. ¿Podría vivir para siempre con una mujer que jamás amaría? ¿Podría concebir hijos sin todo ese pesar que lo carcomería por dentro? Y sí, nuevamente la respuesta era un sí. Kagami Taiga podía hacerlo… pero no quería hacerlo.

La novia se acomodó a su lado luego de haber abrazado emotivamente a su padre, un señor mayor, multimillonario de muy mal carácter pero que en ese momento parecía quebrarse en mil pedazos. Después de todo, era su princesa la que ahora entregaba a otro hombre, uno que juraba destruir si algo malo ocurría con su niña.

Como el protocolo lo decía, quitó el velo y con la mejor sonrisa que logró encontrar, alagó su belleza. Ella agradeció y entonces ambos observaron al frente a aquel sacerdote mayor que ahora empezaba toda esa ceremonia.

Kagami no sabía cuánto tiempo pasó. No prestaba real atención a las palabras que ahora se oían en el enorme salón. Tan sólo se sumergía en una descabellada fantasía. ¿Cuál sería la probabilidad de que Daiki entrara en ese lugar y con lo agresivo que era, evitar que esto continuase? –rió para sí al pensar lo que podría hacer en ese momento, con un poderoso señor jurando descuartizarlo en cuanto pudiera poner sus manos sobre él y un montón de gente y cámaras mirando atónitos todo ese espectáculo. Seguramente él no vacilaría y se iría con él. Donde fuese… porque era verdad, todos lo sabían, la única persona que había amado era nada más ni nada menos que Aomine Daiki. La única persona que amaría así alguna vez en su vida. Y nuevamente pensaba qué diablos hacía parado allí. Y antes de poder responderse a si mismo aquella conocida pregunta resonó en su cabeza.

-Kagami Taiga ¿aceptas a la novia? – Al parecer ya lo había preguntado una vez antes y ahora volvía a preguntar con paciencia infinita. Pero él aún no sabía qué hacía parado allí, sólo recordaba que la única persona que le hubiera gustado que estuviese en ese momento a su lado estaba al otro lado del mundo. Probablemente en el departamento que habían compartido por más de ocho años y si tenía tan mala suerte, estaría viendo lo patético que se veía en ese momento, después de todo al parecer lo transmitían en un canal de espectáculos y esas tonterías.

-Yo… -y nuevamente se detuvo. Estaba seguro que lo que había imaginado minutos atrás no ocurriría. Aomine no entraría por esa puerta diciendo que se oponía al compromiso luego de que él se pusiera la soga al cuello aceptando casarse con esa muchacha. Y ¿por qué estaba tan seguro? Porque Daiki era un idiota y si no estaba ya en ese lugar era porque eso no ocurriría.

-Yo… -y observó a su alrededor. Un montón de gente con altas expectativas lo miraba. Suspiró y mirando a la novia respondió- Yo… no puedo hacerlo. Lo siento –finalmente dijo soltando las delgadas manos de aquella mujer que tan solo sonrió con tranquilidad. Si no estaba mal, ella estaba enamorada de un muchacho que trabajaba en los almacenes de uno de los centros comerciales. Un amor difícil en su situación. Y había visto a ese muchacho minutos atrás vagando como alma en pena por el lugar. ¿Acaso él se habría opuesto a la boda? No podría contar con eso.

Unos flashes lo cegaron y ahora un montón de gente se acercaba a cuestionar el por qué. ¿Había alguien más? ¿Qué pasaría con el trato millonario? ¿Alguna vez se habían amado? Y oía también las preguntas que le hacían a la novia. Que hipocresía –Pensó. Oía las voces de la decepción pero también aquellas palabras de aliento. Bien hecho Kagami-kun –de parte de su sombra que se había interpuesto entre unos camarógrafos y él. Bajó del altar con dificultad y fue cuando puedo oír aquella voz tan familiar.

-¡¿Cómo te atreves?! –y al voltearse para confirmar si era ese viejo cascarrabias, no pudo evitar que un golpe se incrustara en su rostro. Ah, ese maldito viejo ahora hervía en rabia por lo que acababa de hacer. Lo sabía bien. No reaccionó, tan sólo se recompuso como pudo y sin decir nada más y con la cabeza en alto, se retiró del lugar.

Do you wanna go to heaven tonight?

Leave the evidence far behind

Say alright, alright.

Llegó finalmente al lugar. Era un majestuoso hotel que poco le importó observar. Bajó del taxi y sin más entró corriendo al edificio. No preguntó nada. Sabía bien donde estaba el salón al que quería llegar y tenía la suficiente determinación para entrar allí pese a todas las preguntas de los empleados del lugar. Confirmó con el cartel de la puerta los nombres y sin delicadeza abrió la puerta del salón y gritó.

-¡Detengan esto!-Pero tan sólo se topó con un abandonado salón. Las sillas desiertas y las luces apenas suficientes para iluminar a los de limpieza. Ya no había nada ahí. Lo que significaba… ya era muy tarde. Suspiró y sintió como todo ahora había sido en vano. Aquel desesperado abordaje, las interminables llamadas, la desesperante espera durante el vuelo, la amenaza al taxista… todo había sido en vano. Llegó a una de las sillas y allí se depositó observando el vacio altar. Horas atrás aquel pelirrojo había estaba ahí parado, comprometiéndose de por vida con una mujer. Se imaginaba como había terminado la ceremonia y después como se habían retirado de ese salón para ir a la fiesta y…

-Taiga… -Llevó su mano a su frente. Quería llorar. Lo había perdido definitivamente. Había llegado demasiado tarde y todo porque él mismo lo había lanzado a los brazos de otra persona en un momento de frustración. Pero antes de que pudiera llegar a derramar una lágrima de decepción y arrepentimiento oyó aquella voz que le era tan familiar.

-Baaaaaaaaaaka – ¿Acaso estaba imaginando aquello? Y sin valor de voltearse esperó una confirmación de que eso no era una alucinación- Como siempre, llegas tarde cuando te necesitan –y no necesitó moverse de su lugar, pues ahora el dueño de esa voz se sentaba a su lado y daba un gran suspiro -, ¿Tan difícil es calcular el cambio horario? –Aomine en ese momento lo miró. Traía ese smoking que siempre se imaginó se vería fantástico en él. Traía un rostro agotado y además un parche en una de sus mejillas.

Aomine entonces lo supo. No había hecho falta que él llegase, pues Kagami había detenido esa locura por sí mismo. Sonrió y llevando su mano hasta la cabeza del pelirrojo terminó de despeinar lo último que quedaban de los esfuerzos de Kagami porque su cabello estuviera para la ocasión.

-Eres un idiota Bakagami –y antes de que Kagami pudiera reclamarle el insulto, Aomine lo había besado. Lo besó con desesperación, con un inmenso alivio. Acarició su lengua con la suya como si nunca más quisiera separarse de él. Lo besó como nunca antes lo había besado y al separarse después de un largo contacto, el moreno lo tomó de la mano y levantándose dijo.

-Aún no arruinaste por completo mi plan, vamos –y sin más lo arrastró a la salida del edificio.

Do you wanna be my lover tonight?

We can leave everybody else behind

Say alright, alright.

Kagami corrió al paso de Aomine que no lo había soltado ni por un segundo. Al salir del edificio notó que había un Mustang negro delante de ellos y esperando a ser montado.

-¿Qué demonios? –preguntó Kagami cuando el botones a un lado de la maquina le entregó la llave a Aomine y sin duda alguna este entró al automóvil.

-Vámonos de aquí –dijo desde el asiento del conductor resaltando con su mirada que no había tiempo para más explicaciones. Kagami entró al vehículo confundido y sin esperar un segundo más Aomine arrancó hacia un rumbo desconocido para pelirrojo.

Do you wanna see the heaven tonight?

Underneath those lights you will look so beautiful

Do you wanna see the stars before they fall?

See the stars before they fall

-Aomine ¿qu– intentó preguntar Kagami cuando Aomine detuvo el motorizado de repente y después de haber sido ignorado por completo los minutos anteriores.

Una joyería.

-Necesitamos otro anillo –y Kagami supo de inmediato que se refería al que ahora estaba en el hotel, bajo llave.

-¿No pensarás-

-No, no pienso comprar otro. Voy a comprar otro. Espérame aquí –y sin más se perdió en la galería.

Kagami se apoyó en el asiento. ¿Qué estaba haciendo? ¿Era el plan de Aomine correr hasta las Vegas y casarse en una iglesia al paso? Rió para sí. Eso sería muy precipitado, pero él lo acompañaría en esa locura sin lugar a dudas. Después de todo ahora Aomine estaba ahí. Había volado la mitad del mundo para eso y ahora lo secuestraba a quién sabe donde en un lujoso motorizado.

-Vamos –oyó nuevamente y vio a Aomine botando una bolsa en el asiento trasero junto con una pequeña caja. Luego le lanzó otra a Kagami –Póntelo, sé que no es tan genial como el otro que te di, pero no pienso llegar al altar con algo que no te recuerde que eres mío Baka. Así no huirás. –y sin más arrancó de nuevo el automóvil. Tenía dos horas para llegar.

Maybe we should run away

Never look back 'cause the world decay

Say alright, alright

Nothing matters ever since the day

You put din in my heart like a hand grenade

Say alright, alright

Observó el mar. Kagami se había perdido en el paisaje desde hacía un rato. Había dejado de preguntar cosas y ahora finalmente se dejaba llevar. Sonrió. No imaginó alguna vez hacer algo como eso. Volar la mitad del planeta para llegar ahí. Conseguir un Mustang en la marcha. Y preparar todo eso. Y antes de poder felicitarse a sí mismo por hacerlo oyó al pelirrojo.

- No sé a dónde me llevas, no tienes que decirlo, está bien…. Lo que importa es que estás aquí. Después de haber viajado tanto para esto. Pero ¿Por qué? Te abandoné después de casi diez años para irme con otra persona. Por no decepcionar a mi padre, para no decepcionar al resto... Para no causarte problemas. No te hablé por tres meses… Y estás aquí. ¿Por qué? –preguntó con tranquilidad sin observarlo. Detuvo el automóvil, sin responder sacó a Kagami de este y lo acercó unos pasos al borde del camino.

-Mira el horizonte –dijo señalándolo –. Este nunca termina, siempre continúa. Ese es mi límite cuando estoy contigo. Estos meses casi enloquecí, es verdad. No tenía ni la voluntad de levantarme por las mañanas luego de haberte lanzado a los brazos de otra persona de esa forma. Y tú, sabía que no eras lo suficientemente fuerte como para quedarte después de todo. Pero estaba bien con eso. Aún tenía cosas que hacer. Bakagami, me has hecho un completo inútil. Durante diez años dándome de comer. ¿Sabes? No puedo preparar ni un plato de arroz –rió -. De todas formas te lo repetiré… Eres el único para mí. El único que me hace mantener el límite fuera de mi alcance para así poder continuar. Y no, no podría olvidarte. Quizá eventualmente podría ser feliz. Claro que podría. Al igual que tú. Podrías haber sido feliz con esa mujer. Pero me niego. Si no es contigo… el cien por ciento esta fuera. Y yo siempre apuesto por el todo. Por eso estoy aquí.

-Con un simple "Te amo" Hubiera bastado –rió Kagami mirándolo con una sonrisa.

-No, no hubiera bastado, porque te lo he dicho mil veces y sigues preguntando el por qué estoy aquí, baka –y le tendió la mano –. Huyamos lejos. Donde no tengas que agobiarte por las expectativas de otros. Sabes que a mí no me importa nada de eso desde el día que acepté salir contigo. Vamos donde tú quieras estar Taiga.

Kagami sonrió.

-Ya estoy, donde quiero estar Daiki.

-Eso es genial, porque llegaremos tarde a nuestra boda.

Do you wanna be my love tonight?

And for all my life it could be so wonderful

Do you wanna see the stars before they fall?

See the stars before they fall

-¿Estás listo? –Preguntó Daiki. Kagami tan solo sabía que lo estaba. No sabía dónde estaban, no sabía cuánto tiempo había pasado con los ojos vendados. Sólo sabía que había estado parado allí por casi media hora sin saber qué ocurría. Podía oír leves murmullos pero nada más.

Aomine entonces empezó a desamarrar la venda y lo primero con lo que se topó Kagami al abrir los ojos fue un elegante Aomine. Ahora ya no traía esos jeans azules ni la camiseta negra con los que había llegado al hotel. Ahora portaba un elegante smoking negro. Unos pantalones bien entallados, una camisa elegante e incluso había arreglado su cabello. El saco caía perfectamente por sus hombros. Realmente se veía apuesto.

-Aomine… -fue lo primero que pudo decir antes de darse cuenta que había más cuando unas elegantes lámparas se prendieron iluminando una pequeña área de la playa. Ahí adelante estaban Tetsuya, Akashi, Satsuki, Tatsuya y Alex regalándole una sonrisa.

-¿Qué… hacen aquí? –preguntó el pelirrojo. Tatsuya y Momoi dieron unos pasos adelante y con una sonrisa el azabache respondió.

-Vinimos a acompañarte el día de tu boda, Taiga. Y espero aún poder ser tu padrino de bodas –sonrió Tatsuya.

-Yo seré la madrina de bodas de Dai-chan por supuesto –dijo la pelirrosa con un hermoso vestido celeste y posicionándose a una lado de Aomine. Entonces Kagami miró su espalda. Ahí atrás estaba un altar, pequeño pero bien decorado donde yacía un hombre en terno. ¿Un funcionario público? ¿Registro civil? Pero la pregunta que ahora lo carcomía no era esa.

-¿Cómo hiciste esto? –Entones preguntó al más alto.

-Contactos –entonces Momoi lo codeó con fuerza sacándole una mueca –. Ella lo hizo todo – confesó-. Menos lo del Mustang y la joyería –y señaló a sus amigos –. Ellos ya estaban aquí. No sé cómo llegaron, pero están aquí.

-Alex nee-chan nos ayudó a encontrar el lugar y se encargó de los detalles mientras Dai-chan y yo tomábamos el vuelo. Por supuesto todo sale de la tarjeta de Dai-chan.

-Alex…-susurró Kagami al verla acercarse a él y abrazarlo.

-Te lo mereces Taiga. Y como recompensa debes ganar el siguiente torneo de la NBA. No aceptaré menos.

-Olvídalo –entonces respondió Aomine –. Ese torneo es mío. Y lo siento Taiga, no estamos en el mismo equipo.

-Te ganaré idiota –sonrió Kagami.

-En tus sueños Tigre–y terminando la discusión la ceremonia empezó.

All I love being almost fearless

(Run) Run until we disappear and

Never let them take my way just run

Sintió una respiración en su nuca. Unos brazos lo rodeaban fuertemente por la cintura y ahora unos rayos de sol empezaban a asomarse por la ventana. Estaba amaneciendo y podía verlo claramente por el gran ventanal de la habitación. Estaban en un hotel, uno majestuoso que quedaba a orillas del mar y que estaba cerca del lugar donde había dicho el "Sí" sin dudarlo. Al parecer todo estaba en el plan.

Se volteó en los brazos del moreno y depositó un profundo beso en sus labios. Estaba profundamente dormido. Quizá no había dormido desde hacía un par de días. El vuelo, el cambio horario, el sexo salvaje en esa misma cama… todo seguramente lo había agotado, mientras él tan sólo se había dejado llevar luego de dormir en una reconfortante habitación la noche anterior.

Observó su mano donde yacía otro anillo. Aomine había comprado el segundo de compromiso y los de matrimonio esa misma noche. Cuando Tatsuya había mostrado esas dos joyas en la ceremonia, nuevamente se había preguntado cómo diablos había hecho todo eso Ahomine. Eran dos anillos de oro blanco decorados con negro. Y pese a que eran preciosas joyas lo importante era el significado.

"Propiedad de A. Daiki"

"Propiedad de K. Taiga"

Sonrió acariciando los labios del moreno y depositando otro beso en ellos volvió a caer en los brazos de Morfeo.

Do you wanna see the stars before they fall?

Before they fall

Before they fall

Before they fall

-Trato cerrado señor. Espero me disculpe pero debo hacer un viaje y debo marcharme.

-Lo entiendo perfectamente. Espero seas muy feliz de aquí en adelante –sonrió.

-¿Habla la experiencia? –rió e hizo una pequeña pausa –.Gracias por no haberte casado conmigo Taiga, no nos habríamos liberado de eso. Nos veremos pronto ya que cerramos el trato de nuestros padres. Y nuevamente, disculpa a mi padre, aún no puede digerir todo lo que ha pasado estos meses.

Kagami se rascó la cabeza. Hija abandonada en el altar para fugarse al poco tiempo con un trabajador común y corriente, y además el prometido con el que iba a casarse, terminó casado con un hombre. Seguramente no ocurría todos los días. Y no es que su padre en si aceptara eso. Pero de todas formas le había dicho que estaba orgulloso por él. Por seguir lo que le hacía feliz pese a todo.

Se despidieron y ahora Kagami tan sólo debía pensar en el campeonato mundial de basquet que ya empezaba. Los entrenadores ya se habían pronunciado y…

-Vámonos Taiga –dijo un fastidiado Aomine desde la puerta. ¿Además de haber esperado hasta que finalizara esa reunión tenía que esperar a las divagaciones de Kagami? ¿Ni siquiera había terminado su luna de miel y esperaba que lo dejara libre para que pensara de más? Ni en sueños. –Vas a tener que compensarme por esta espera.

-Esta noche haremos algo realmente bueno… pero primero vamos a comer –Sonrió el pelirrojo y empezó a caminar hacía su nuevo Mustang –"regalo de bodas".

Do you wanna see the stars before they fall?

"Tenemos en la cancha a uno de los mejores jugadores de esta generación. El apodado "Tiger" por sus compañeros. Ahí va, ahí va. ¡Un perfecto Smash! Y ahora están emparejados con el score. Estamos en el partido de la final del campeonato mundial no lo olviden y nos impresiona la tranquilidad con la que juega este partido el Japonés. Hasta hace poco ha estado metido en muchos escándalos luego de haber dejado una novia en el altar. Vaya hombre. Y ahí viene, y ahí tenemos a la ¡Pantera! Tenemos una finta, la velocidad de este hombre es sobrehumana y ¡cesto! ¿Están seguros que no debería ser una chita? Estos dos jugadores tan sobresalientes de Japón se enfrentaron cientos de veces y como siempre, nunca sabemos quién ganará. Ahí tenemos a ambos, nuevamente enfrentándose. El tigre lo esquiva e intenta un cesto pero nuevamente la pantera bloquea y roba el balón. Cesto, cesto y el tigre lo evita. ¡Definitivamente, nunca sabremos quién ganará con estas dos estrellas!"

-Fin-


Hello~ Bueno por algún motivo tardo siglos en escribir sobre ellos. ¡Pero me encantan! Espero haya sido de su agrado esta historia y no haya quedado muy OCC. Cliché, mucho. Anyway.

Esto no pretendía ser nada cercano a un songfic. Pero mientras escribía y pensaba como hacer escapar a Kagami, mi genial reproductor me hizo escuchar la frase "Do you wanna be my love tonight? And for all my life it could be so wonderful" Y al pensar en cómo usar esas palabras simplemente me puse a escuchar con más atención y al buscar el lyric fue OMG, ¡debo usar esto! Pseudo Songfic entonces.

¡Cualquier duda, comentario y sugerencia es bien recibido!

Gracias por leer.

Canción: Sixx Am - Stars.

Más sobre ellos:

After a Friday night 3 –le hace publicidad al fic (?)-

Soon: Lost in Paradise