Una no sabe como empieza este tipo de cosas. Es un poco… espontaneo. Si, espontaneo es la palabra justa.

Un dia te levantas, y te das cuenta de una cosa: inexplicablemente le necesitas ver, oir.

Tambien te das cuenta de que últimamente, le miras mucho. Demasiado. Todos tus sentidos alerta de él. SOLO de él. No hay nadie mas en el barco. Solo él.

Y además, pensando, te das cuenta de que estas sonriendo. Te ves en el espejo, y te ves con una sonrisita tonta. Muy tonta.

Pero te da igual. Y te molesta. Porque… ¿desde cuando sonries pensando en él? ¿desde cuando te da igual eso?

Naaaaaaaaah, debería dejarlo pasar. Y… no se. Concentrarse en cosas mas importantes. Mapas. Rutas. El One Piece.

Si. Definitivamente es mas importante.

Hagamos repaso, esta semana has hecho… ¡ah, si! NADA.

Porque lo has estado mirando. Y has estado sonriendo. Necesitamos un examen de conciencia, ya.

¿Por qué me importa tanto una persona que apenas sabe diferenciar de bien y mal? Tal vez eso lo haga tan encantador…

Espera, espera. Un momentito. ¿Encantador? ¿En serio? No, venga, ahora de verdad, ¿Qué me pasa?

Porque Luffy es tu amigo. Tu capitán.

Pero eso no quita de que le tengas un ojo siempre. Por si acaso. Porque Luffy es como un niño. No, peor. Y es que… me gusta verlo haciendo el tonto por la cubierta. Me gusta.

Y me doy cuenta de nuevo de que mis cinco sentidos están puestos encima de él. Porque me preocupa.

Me preocupa que se vaya muy lejos de repente y no lo vea. A él, a su sonrisa, a su sombrero.

Pero, el caso es ¿por qué?

Y me golpeo en la cabeza. Muy fuerte. Estaba enamorada.

Eso explicaría todo. Pero todo, todo.

Pero, a la vez era imposible. Porque… Bueno, él era Luffy. Y yo Nami.

Pero, y si fuera verdad que estoy enamorada…

¡Dios! Que frustrante.

Pero si fuera verdad, se explicaría porque me gustaba estar con él tanto últimamente. Y lo cierto era que no me molestaba. No le gritaba, y él hacia algunas cosas que merecían cuatro gritos y tres bofetones.

Estaba mucho tiempo con él. Todo lo que podía. Aunque bien era cierto que a él tampoco parecía importarle mucho.

¿Podría ser recíproco?

Pudiera ser. De hecho… Es verdad que le notaba pegado a mi como una lapa. Aunque a mi me gustara que estuviera de esa forma conmigo.

Claaaro, seguro que si. Eso explicaba porque estaba algo nervioso, y torpe. O el beso de buenas noches de antes de ayer.

Y la botella de vino que me regaló anoche.

Anoche. Interesante. No recordaba nada de anoche.

Y me dolía la cabeza. ¿Y que era eso del suelo?

Una camisa… ¿roja? ¿sin mangas?

Me di la vuelta rápidamente para encontrarme con un bulto al lado de la cama.

Y un sombrero en el cabecero. De paja. Con una tira roja.

Vale.

Me voy a dormir. Este dulce sueño ha llegado demasiado lejos.