Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de S. Meyer, la autora es Nolebucgrl y el capítulo fue traducido por romistew.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of S. Meyer, the author is Nolebucgrl and the chapter was translated by romistew.
Gracias a mi beta Isa por revisar y corregir este capítulo.
NOTA IMPORTANTE: tengo el permiso de romistew y de Nolebucgrl para continuar con esta traducción. Para más información, leer la nota que hay al final.
Capítulo 1
Esta era mi casa. Mi estadio. Mi gente. Era mi nombre el que gritaban. "¡Cullen, Cullen, Cullen!" Las palabras retumbaban en mi cabeza mientras me paraba en el túnel, listo para hacer mi entrada. Sostuve el casco entre mis manos, queriendo que me vieran mientras corría para guiarlos hacia la victoria. Este era el momento que había esperado durante toda mi vida, o eso parecía. Los Seminoles estarían festejando en Tallahassee esta noche, mientras los Gators lloraban de camino a Gainesville.
Había servido mi tiempo. Estuve sentado en el banco durante todo el año pasado mientras Christian Ponder nos guiaba a un comienzo de 6-3 antes de que se dislocara su hombro derecho y quedara fuera del equipo por el resto último año. Yo había llegado y ganado nuestros 3 juegos finales y el equipo ahora era mío. Estábamos ganándole a los Gators 11-0 en nuestro viaje para el campeonato BCS. Bueno, ellos y Virginia Tech en el campeonato ACC, pero ya les había ganado una vez este año y lo haría de nuevo. Ellos no tenían respuesta para mí.
Lo quería todo. El Heisman, lo cual era algo asegurado según decían los expertos, el campeonato, el trofeo de cristal y toda la gloria. Podía saborearla mientras me movía ansiosamente, esperando escuchar la señal que nos guiara a través del túnel. Cuando ganáramos esta noche, iba a salir y a aprovechar la adulación de mis fans y tal vez elegir a una afortunada señorita para darle el honor de admirarme sola. No me había acostado con nadie en semanas; estaba demasiado preocupado por el campeonato, pero esta noche merecía festejar. Y había más de una chica dispuesta a ayudar al mariscal estrella de Seminole del estado de Florida. Era un dios en el campus.
La pancarta se desplegó, esperando que nosotros corriéramos a través de ella. Escuché la banda comenzar y las notas de Seminole empezaron a sonar. El estadio estaba lleno. Podía sentir la electricidad. El Jefe Osceola y Renegade estaban caminando en el campo, listos para comenzar el juego, la flama en la cabeza del Jefe, lista para ser plantada. Nuestra casa. Mi casa. Estaba más que listo. Había nacido para esto.
El entrenador Fisher me miró y me dio una señal de aprobación. Asentí, haciendo un gesto a mis hombres. Corrimos a través del túnel, casi sordos por los gritos mientras aparecíamos en el campo. Corrí cerca de las porristas, sonriéndole a la rubia con la que me había acostado hace un par de meses. Tal vez valdría la pena hacerle una visita; ella tenía una boca como una aspiradora y un cuerpo que no estaba nada mal.
Me dirigí hacia el medio del campo, mirando a la tribuna. Creí que era imposible que estuviera tan lleno. Fácilmente había 100.000 personas, la mayoría de ellas vestidas de color oro y granate, cantando y silbando al compás de la banda. Intenté absorber todo; mi primer juego en casa contra los Gators. No había nada como esta rivalidad y los fans lo estaban sintiendo hoy.
Mi sonrisa estaba en mi rostro, inspeccioné a los Gators en el campo de juego. Algunos de ellos lucían bastante cuidadosos. Eran jóvenes pero su equipo estaba mejorando. Luego de perder contra LSU y Bama a principios de este año, ganaron cinco veces seguidas. Había algunos comentarios sobre ellos, como si pudieran ganar este juego. No iba a suceder. No cuando Edward Cullen estaba en este campo.
Levanté mi brazo derecho y saludé en dirección a mis padres quienes estaban sentados con mi hermano, Emmett. No podía verlos, pero estaba seguro que me podían ver. Giré mi cuello y bajé mi brazo cuando algo chocó fuertemente contra mí. ¿Qué mierda?
—¿Qué mierda? —Miré mi brazo asegurándome de que estuviera bien, pero aun así, ¿qué puto idiota se atrevía a chocar contra mi brazo lanzador? Miré hacia abajo y vi una gorra roja de unos de los Jefes Marchantes, nuestra banda. ¿En serio? ¿Un puto de la banda chocó contra mí? ¿Sabía con quien se estaba metiendo?—. Cuida el brazo lanzador, imbécil. ¿Estás putamente ciego, hombre? —le dije, apenas resistiendo las ganas de empujar a ese puto y arrastrarlo hacia la banca.
—Primero que nada, no soy un hombre. Segundo, si alguien es el imbécil que no mira por dónde caminas, eres tú. Tercero, ¡rompiste mi lengüeta!
Mierda, era una chica. Era difícil decirlo debajo de esa gorra y ese disfraz feo que hacía que todo el mundo se viera como un maniquí asexuado. Me concentré y vi un par de ojos marrones en un rostro en forma de corazón. Apenas podía ver su cabello marrón saliendo de su estúpido gorro militar. Sus mejillas estaban sonrosadas, ya sea de vergüenza ante su torpeza o su proximidad hacia mí, no podía estar seguro, pero creo que era lo último. Tenía ese efecto en las mujeres. Ella era bonita, si no usara ese disfraz y no hubiera querido matarme, seguro.
—Es un error fácil —le dije, pasando mi mirada por su cuerpo, no es que pudiera saber lo que tenía debajo. Ella podía ser una copa A o una copa D y no notaba la diferencia. De alguna manera, sus mejillas se sonrojaron y sus ojos se entrecerraron. Ésta tenía fuego. Tal vez podría verla más tarde, si no tenía cuerpo de chico debajo de ese uniforme de banda—. Y tú eres quien se chocó contra mí. No sé lo que es tu lengüeta, pero si quieres juntarte más tarde y hablar, tal vez ambos podemos satisfacernos. —Le di mi mejor sonrisa y me recompensó pegándome en mi entrepierna con su estúpido instrumento—. ¿Qué diablos?
—Esta lengüeta me costó $30 y tú la remplazarás. Eso me satisface. No me importa tu satisfacción.
¡Qué perra! ¿Sabía con quién estaba hablando?
—Escucha, cariño…
—No soy tu cariño —ella dijo. Joder, si las miradas pudieran matar, los Gators se estarían regocijando esta noche—. Me debes una nueva lengüeta.
¿Qué le pasaba a esta perra y su estúpida lengüeta?
—¿No es como un trozo de pasto en el que soplas para hacer ridículos sonidos con tu instrumento? —pregunté sarcásticamente. Sí, sabía lo que era una puta lengüeta, pero no iba a decírselo. Esta chica era molesta.
Ella rodó sus ojos y respiró hondo.
—Sí, eso es lo que es —respondió sarcásticamente.
Le sonreí y me agaché, tomando un trozo de pasto y dándoselo.
—Aquí tienes, entonces. Considéralo pago. Ahora, tengo un juego que jugar y no necesito perder mi tiempo con un nerd de la banda.
Pasé a su lado y apenas la escuché gritarme sobre algo de que era un idiota y deberle treinta dólares, pero tenía mierdas más importantes en que concentrarme ahora. Grité: "Envíame la cuenta" sobre mi hombro, riendo fuertemente mientras caminaba hacia el campo de juego.
—¡Cullen! ¿Qué diablos estás haciendo hablando con un miembro de la banda? ¿Necesito darte tiempo para trabajar con tu vida social? Estoy seguro de que Whitlock estará feliz de ocupar tu lugar si no tienes nada mejor que hacer antes que coquetear con chicas.
No estaba coqueteando. No coqueteo con perdedoras de la banda, no importa lo lindas que fueran.
—No, entrenador, no estaba coqueteando. Ella chocó contra mí y rompió su estúpida lengüeta. —El Entrenador Fisher me miró como si tuviera dos cabezas y me di cuenta lo estúpido que lucía al decirle lo que había hecho—. Lo siento, Entrenador, no sucederá de nuevo.
—Espero que no. ¿Estás listo para concentrarte? — Asentí rápidamente, dándole una mirada letal a la Chica Reed. Ella había hecho que el Entrenador se hubiera enojado conmigo en el juego más importante de mi vida—. Quiero empezar a lo grande, en verdad pegarles en la primera jugada desde la escaramuza. Si son abiertos, quiero que envíes a Garrett al palo más flaco del lado derecho. Newton está en la esquina por Clearwater y él es un paso más lento.
El Entrenador tenía razón; estaría detrás de Newton todo el día gracias al tobillo doblado de Clearwater. Miré ansiosamente mientras ellos pateaban el balón hacia nosotros. Crowley se giró hacia el 27 y yo entré en el campo, una vez más recibiendo los aplausos. Sonreí al ver el cartel en la tribuna Hey 7, te llevaré al cielo. Reí mientras llamaba a los chicos y los reunía.
—Poste flaco, lado derecho, Garrett en el tres. — Rompimos el grupo y me puse detrás de la línea en el centro. El ruido de la tribuna se había desvanecido y sentí la vibración correr mi cuerpo—. Azul 72, Azul 72, hut, hut, hike —dije, mis ojos mirando la defensa mientras sentía que el balón pegaba en mis manos. Habían anticipado una corrida al comienzo del juego, y había ocho en la caja, lo cual quería decir que habría solo tres defensores luego de que soltara el balón. Por supuesto, tenía calor viniendo desde el medio en la forma de uno de los mejores defensas, Eric Yorkie.
Su seguridad comió mi jugada falsa. Me giré hacia la izquierda y luego lo tiré hacia la derecha, apenas mirando hacia ese lado, pero viendo que Garrett tenía la separación que necesitábamos de Newton. Dejé que el balón volara, esquivando a Yorkie, sosteniendo mi aliento mientras Garrett tomaba mi pase desde el aire y corría hacia las líneas del campo para hacer un touchdown. Una jugada, 73 yardas. Sí, hoy era mi puto día, menos por cierta perdedora de banda de ojos marrones. No valía la pena pensar en ella. Espero que estuviera sosteniendo su pasto mientras tocaba mi puta canción.
Mis compañeros me golpearon en el hombro mientras caminaba hacia el Entrenador Fisher. La muchedumbre se volvía loca y no podía evitar sonreír. Esto era todo para mí… bueno, nosotros en realidad, pero para mí en particular. Sonreí y me senté al lado del coordinador ofensivo, el Entrenador Clapp, y repasé algunas jugadas para la próxima posesión.
La defensa los sostuvo las primeras dos veces sin ningún punto, así que volví al campo unos minutos más tarde, llevándonos hacia una larga conducción de pases largos y cortos. Anotamos un TD en una pendiente, cuando James salió de su esquina y corrió hacia el medio del campo de juego. Era 14-0 y la ruta estaba hecha.
El juego fue suficiente para el éxito que hicimos el entero cuarto, mirando a Whitlock guiarnos hacia una anotación final. Cuando el silbido final sonó, nosotros estábamos 56 y ellos 13. Una dominación total y completa. Estaba sonriendo de oreja a oreja cuando finalmente llegué al vestuario, teniendo que soportar una lectura del Entrenador sobre mi falta de concentración antes del juego. Todavía no sabía por qué pensaba que estaba tan concentrado en ese coño de banda. Había mejores coños por tener y pronto haría mi selección de las bebés más finas de Tallahassee.
—Hey, Cullen, ¿nos vemos en The Moon más tarde? —me preguntó Whitlock mientras él y un grupo de tipos se iban del vestuario. The Moon era un club que de seguro estaría lleno un sábado en la noche. Un montón de mujeres calientes giraban alrededor de la pista. Sí, podría encontrar lo que estaba buscando allí.
—Sí, iré en una hora. —Me quité mi remera y mis hombreras, desnudándome antes de dirigirme hacia la ducha. Me coloqué una toalla alrededor de la cintura y tiré mi ropa sudada dentro del cesto de la ropa sucia, agradecido que no tenía que lidiar con eso. Escuché la puerta abrirse y asumí que era el último de mis compañeros que entraba. Colgué las hombreras en mi casillero y me giré para entrar a la ducha cuando me topé con alguien que estaba de pie frente a mí.
—¿Qué mierda? —Me alejé y esperaba que no fuera otro puto nerd de la banda, aunque no sabía qué estaría haciendo allí.
—¿Eso es todo lo que puedes decir? —dijo una voz malhumorada y me di cuenta que era la misma chica de antes. La Chica Reed.
La miré.
—Bueno, podría decir, ¿qué mierda estás haciendo en mi vestuario, pequeña acosadora? ¿Queda mejor así?
Ella me miró, girando su cabeza para mirarme directo a los ojos. Maldición, ella era baja. Tal vez 5'2 o 5'3. Por lo menos yo era un pie más alto que ella.
—Vine a buscar mi dinero.
—Cariño, no te debo nada. Ahora si serías tan amable de alejarte, me gustaría ducharme.
Ella colocó su mano en mi pecho y la miré en sorpresa, sus suaves dedos contra mi piel sudada enviaban unos choques eléctricos contra mi cuerpo. Ella alejó su mano como si lo hubiera sentido también, pero no estaba seguro. Probablemente se dio cuenta de que estaba tocando a un hombre casi desnudo y caliente en un vestuario vacío. Aunque, tal vez por eso estaba allí.
Le sonreí mientras ella se sonrojaba y movía sus manos nerviosamente. No era tan dinamita. Una lástima, la verdad. Disfrutaba sus problemas de actitud, por alguna razón perversa.
Ella enderezó sus hombros, lo cual era divertido por su uniforme ridículo y me miró a los ojos.
—No soy tu cariño. Lo que soy es la parte herida de nuestro choque, causado por ti. Como tal, debes pagar las reparaciones del daño.
¿Qué era esto, un puto contrato? ¿Reparaciones? ¿La parte herida?
—Fui yo quien pudo haber sido herido, cariño—le dije sarcásticamente—. Y te aseguro que valgo más que tú.
Su nariz se movió y me empujó contra los casilleros. Me tropecé pero me sostuve. Mierda, la nerd de la banda tenía temperamento. Di un grito ahogado en sorpresa.
—¿Cómo te atreves a pensar que eres más importante que yo, sólo porque eres el puto mariscal de campo? No puedes juzgar a una persona así. No conoces una mierda sobre mí, Edward Cullen.
Así que ella sabía quién era yo, no es que esperara nada menos.
—Cariño, haz una encuesta alrededor del campus para ver si alguien en su sano juicio diría que tú tienes más valor que yo en esta escuela. Cualquier puto instrumento que tocas no es más importante que lo que hago.
—Sí, pararse detrás de un montón de tipos y mover un balón te hace mejor que el resto —ella dijo.
Tomé y tiré su estúpida gorra, tirándola hacia el cesto de la ropa del otro lado de la habitación.
—No dije que era mejor que tú; dije que me hacía más importante que tú. —Me giré para mirarla y vi que ella tenía su largo cabello marrón metido dentro de la gorra. Caía sobre sus hombros y ella era sorprendentemente linda. Era una lástima que tenía una personalidad tan fea.
—Tú dijiste que valías más —gritó, intentando empujarme de nuevo, pero no me sorprendió esta vez y no pudo moverme. Me gustaba que tuviera sus manos en mi pecho.
—Para la escuela, lo soy. Le doy millones de dólares a la escuela, bebé. Ellos no vienen a verte tocar tu pequeña corneta.
—¡Toco el oboe! —ella gritó y reí porque, ¿a quién le importaba?
—Está bien. Nadie viene a verte escuchar tocar el oboe, Chica Reed. Dudo que alguien pueda distinguir el oboe dentro de todos los instrumentos, cuando a mí me pueden ver desde la muchedumbre.
—Sí, porque tienes la cabeza más grande. —Ella sonrió en triunfo y su rostro brilló. La miré por unos segundos antes de darme cuenta del insulto.
—Tengo la cosa más grande, cariño, pero no es mi cabeza. —Le sonreí.
Sus ojos fueron hacia mi verga, lo cual hizo que se endureciera debajo de mi toalla. Su boca se abrió en sorpresa y pensé en enterrar mi verga allí. Ella tenía una linda boca y sería muy satisfactorio callarla así.
—¿Cómo lo sabes? ¿Eres gay? ¿Saben tus compañeros que los estás mirando? —Sí, ella necesitaba callarse la boca. Tal vez había una manera.
—Así es como lo sé. —Me quité mi toalla y la tiré a mis pies. Su rostro se sonrojó y comenzó a respirar entrecortadamente—. Y ciertamente no soy gay, como puedes ver. A menos que seas un tipo del cuello hacia abajo, es imposible saberlo.
Sus ojos me miraron y vi con interés como sus dedos comenzaban a desabotonar su chaqueta. Ella la tiró y pude ver que tenía senos, aunque seguían opacados por una camisa blanca demasiado grande. Me encogí de hombros y ella dio un gritito, pero sus dedos comenzaron a desabrochar los botones de su camisa. Bueno, eso se volvía cada vez más interesante. Estaba usando un sostén blanco normal, pero su pecho era muy lindo, sus senos eran bastante grandes, si la visión no me fallaba, y no me fallaba.
Ella se quitó su camisa y la dejó arriba de la chaqueta, aun mirándome con temperamento. Ella era putamente caliente. ¿Quién diría que la Chica Reed tenía un cuerpazo debajo de ese uniforme? Era delgada, pero no tan delgada como las porristas. Había algo de carne allí, pero sólo lo justo para hacerla suave. Quería tocarla, pero no sabía si ella me dejaría sin morderme. Estaba demasiado preocupado sobre mis cabezas para intentarlo. No, era mejor seguir retándola.
—¿Un sostén de agua? —pregunté, aunque claramente no lo era.
Ella desprendió su sostén. Miré con interés como caía y ella lo quitaba y lo agregaba a la pila de ropa. Sus senos eran magníficos, parados con pezones rosas que rogaban ser mordidos. Me recosté contra el casillero, colocando mis manos detrás de mi espalda para no intentar tocarla. Todavía no.
—Lindas tetas —le dije, actuando como si no tuviera interés. Como si ese fuera el caso.
—Gracias —ella dijo, moviendo su cabeza esperando ver qué iba a hacer yo luego. Desearía saberlo. Estaba duro como una roca y quería cogerla, pero ella probablemente sólo me estaba provocando con su sexy cuerpo, para luego demandarme por acoso sexual o algo así. Bueno, teníamos que esperar y ver.
—Por supuesto, podrías ser un hombre con tetas increíbles. —Ella mordió su labio y para mi gran alegría, se quitó los zapatos y los pantalones blancos de la banda. Estaba usando unas bragas de algodón blancas, no lo que estaba acostumbrado a ver con las chicas que me acostaba, pero de alguna manera lograban verse bien en ella. Era baja, pero tenía unas piernas increíbles, bronceadas y en forma, tal vez por todas esas horas de marcha usando un disfraz de veinte kilos. Tenía que ser algo de ejercicio. Quería sentir esas piernas envueltas a mi alrededor mientras enterraba mi verga en ella.
—¿Y? —ella preguntó.
—¿Y qué? —Mis ojos estaban en ese pedacito de ropa, la única cosa que quedaba de tenerla completamente desnuda frente a mí. Lucía como si estuviera depilada, pero en verdad tenía que descubrirlo.
—¿Así que, me convencerás de que me saque las bragas? —ella preguntó.
La miré en sorpresa y vi que estaba sonriendo. Sus manos estaban en sus caderas y ella comenzó a mover su pie derecho impaciente por la respuesta.
—Bueno, usualmente no tengo que convencer a la chica. Generalmente salen volando junto con el resto de la ropa. —Era cierto, después de todo.
Ella colocó sus pulgares dentro, pero no las quitó. Joder. Está bien.
—Aun así puedes tener una verga escondida ahí adentro. —En realidad no, pero hey, estaba desesperado a este punto.
La chica Reed rio, pero mi ingenuidad fue premiada con su lenta bajada de bragas por sus piernas. Diablos, estaba depilada. Comencé a salivar ante la vista y sostenerme contra mi casillero se me hacía cada vez más difícil. Aun así, podía mantener mi compostura.
—Okey, eres una chica —le dije aprobándola y ella rio.
—Gracias por confirmarlo. ¿Ahora tal vez podemos hablar de mi lengüeta?
Maldita obsesión por esa estúpida cosa.
—Prefiero hablar de mi vara.
Ella rio y se acercó a mí, sus ojos en mi verga.
—Bueno, podemos hablar de eso, pero creo que usarla sería una mejor idea, ¿no crees? —Ella estaba sonrojada, pero sus palabras eran sexys y no creí que tendría una invitación así, así que di un paso hacia ella.
—Prefiero usarla —le dije, pasando mi mano por mi verga de arriba hacia abajo. Ella me miró y su lengua lamió sus labios. Gruñí y moví mi mano un poco más rápido. Esperaba no acabar antes de tocarla, pero estaba tan excitado que eso era una posibilidad.
Ella se acercó a mí y contuve mi aliento cuando su mano se unió a la mía en mi verga. Joder, eso era caliente. ¿Quién diría que la Chica Reed sería tan excitante? Sus dedos no podían tomar todo mi alrededor, pero sabía lo que estaba haciendo, moviendo su mano al perfecto ritmo que la mía, apretándola suavemente mientras pasaba su pulgar sobre la punta y volvía a mover su mano por toda mi verga.
—Joder, eso se siente bien —le dije, dejando caer mi mano y haciendo que ella trabajara en mi verga. Me pregunté si pasaría sus manos por el oboe así. Una banda pornográfica… era un concepto de novela y un público de seguro satisfecho. Yo estaba definitivamente satisfecho.
Me acerqué a ella y pasé mis dedos por su coño. Joder, estaba húmeda y tan excitada como yo. Dio un grito ahogado y abrió sus piernas para mí. Toqué su clítoris, presionando mi dedo anular contra ella y moviéndolo en círculos. Sus caderas se movieron contra mi mano y su mano en mi verga se apretó, y gruñí por la manera en que se sentía. Quería cogerla contra mi casillero. La empujé contra él y ella gruñó, pero siguió tocando mi verga mientras yo movía mis dedos e insertaba dos dentro de ella.
Ella estaba húmeda, caliente y muy estrecha, apretando mis dedos. Abrí mi casillero con mi mano izquierda aun tocándola con mi derecha mientras tomaba mi billetera. Lo encontré y lo saqué. Sus ojos se agrandaron cuando lo abrí y saqué mi mano de su coño para colocarme el condón. Siempre estaba preparado, aunque nunca había sido un puto boy scout. Apuesto a que la Chica Reed había sido una en su momento. Ella parecía ese tipo.
Lo levanté y arqueé una ceja. Sus ojos se habían agrandado pero joder, ¿qué se pensaba que quería hacer cuando se quitó la ropa en mi vestuario? Ella asintió lentamente y sonreí, abriendo el paquete y colocándolo en mi verga expertamente. Cerré mi casillero y la moví frente a él, porque teníamos que coger contra el mío.
—¿Estás lista para esto? —pregunté, pasando mis dedos por su clítoris de nuevo. No necesitaba que ella respondiera, porque estaba demasiado húmeda, pero ella asintió de todas maneras. La levanté un poco y ella envolvió sus piernas a mi alrededor. Presioné mi verga contra su entrada y la empujé suavemente y joder, tenía el coño más estrecho que había sentido. Gruñí mientras la llenaba y ella gimió.
—Eso es lo más placentero que he escuchado salir de tu boca —le dije.
Sus ojos se entrecerraron mientras apretaba sus piernas contra mi cintura y apretaba su coño, lo cual casi me hace acabar. Diablos, ¿de dónde había aprendido esa movida?
—No creas que porque dejo que me cojas quiere decir que me olvidé de lo que me debes —ella amenazó.
Reí y apreté sus caderas mientras movía las mías, dejando que me sintiera dentro de ella. Dio un grito ahogado y finalmente capturé sus labios con los míos. Yo no solía besar mucho, pero la Chica Reed tenía unos labios que merecían ser chupados. Mordí su labio inferior mientras comenzaba a darle estocadas. Sus caderas se movieron contra las mías mientras se arqueaba contra los casilleros y usaba sus pies y piernas para ayudarme a entrar más profundo en ella.
Mi lengua se encontró con la de ella como si nos hubiéramos besado un millón de veces antes que esta. Era muy raro lo bien que se sentía besarla. Alejé mis labios de ella y comencé a besar su cuello, lamiéndolo con mi lengua y mordisqueándolo mientras ella gemía. Sus manos encontraron mi cabello y tironeó de él.
—¿Te sirve este pago? —le pregunté mientras le daba otra estocada. La levanté un poco más y chupé uno de sus pezones, gruñendo al poder saborearlo. Lo moví con mi lengua y ella apretó ambos costados de mi cabeza, sosteniéndome contra su pecho mientras yo mordía y chupaba su pezón. Su coño se apretó contra mi verga de nuevo y sabía que no iba a durar mucho hasta que acabara.
La besé de nuevo y comencé a penetrarla con más rapidez. Ella dio un grito ahogado y me tomó de los hombros mientras rebotaba de arriba hacia debajo de la fuerza de mis estocadas. Probablemente la estaba lastimando, pero a ella no parecía importarle y a mí tampoco. Su cabeza se recostó contra el casillero mientras chupaba fuerte su cuello de nuevo. Ella gritó y se apretó a mi alrededor, sus piernas apretando mis caderas y sus uñas clavándose en mis hombros. Ella lucía y sonaba putamente increíble cuando acababa, y no pude aguantar que su coño apretara así a mi verga. Acabé fuertemente, mis dedos clavados en sus caderas mientras lo hacía.
Ella desenvolvió sus piernas y me alejé mientras salía de ella. Fui a buscar una toalla de papel para poder envolver el condón tirándolo en la basura antes de volver a ella. Ya estaba medio vestida cuando llegué, sus pantalones y su sostén ya estaban en su lugar y se estaba colocando la camisa.
—¿Te irás pronto? —le pregunté, intentando esconder mi decepción. Quiero decir, había tenido lo que quería, ¿verdad? ¿A quién le importaba si se iba? Tenía lugares a donde ir y personas con las que encontrarme.
Ella se giró a mirarme mientras comenzaba a abrochar su camisa.
—¿Querías que te abrazara? No pareces ser de este tipo, Cullen.
De seguro no lo era.
—¿Así que obtuviste lo que querías de mí y ahora te vas? Estoy herido, Chica Reed —le dije sonriendo, para mostrarle que estaba bromeando. Seguro, el sexo había sido caliente, pero podía conseguir sexo caliente cuando sea. No había nada especial en ella.
—No. Vine por el dinero de mi lengüeta. —Ella miró mi casillero donde estaba mi billetera.
Increíble.
—¿En serio, todavía sigues con eso?
—Por supuesto que sí. ¿Creías que si me cogías me harías olvidarlo?
—Soy una cogida bastante buena —le dije. Ella era tan rara, pero por alguna razón me hacía sonreír.
—Era una lengüeta bastante buena —ella me dijo, colocándose su estúpida chaqueta—. ¿Dónde está mi gorra? —Caminé hacia el cesto de la ropa y se la di.
—Gracias —me sonrió y buscó en su bolsillo—. Eso es para ti.
Miré y vi un papel con el nombre de Bella y su número. Eso me gustaba más. Sabía que me deseaba de nuevo. Y yo era lo suficientemente hombre para admitir que quería otra ronda con ella. Era diferente comparada con las otras chicas que me acostaba.
—¿Así que me quieres de nuevo, huh? —No podía resistir provocarla.
Ella rio y comenzó a caminar hacia la puerta.
—Supongo que tendrás que llamar y descubrirlo.
—Lo haré, Bella. —Se sonrojó ante la mención de su nombre y me saludó mientras su culo pegaba con la puerta.
—Tendrás que comprarme mi lengüeta antes de que puedas meterte en mis pantalones de nuevo. —Esas fueron sus últimas palabras antes de irse.
Su obsesión con la lengüeta era cómica. Ambos sabíamos lo que en verdad quería de mí. Sonreí mientras sacaba mi celular de mi casillero. Le daría una alegría al llamarla y molestarla sobre la lengüeta. Marqué el número y golpeé mis dedos mientras esperaba que me atendiera.
—Te has contactado con Música Masen. Nuestros horarios de atención son… —Mierda, me había dado el número de una tienda de música. Hice una bola con el papel que me había dado y estaba a punto de tirarlo con el condón usado cuando algo me detuvo. Quería verla de nuevo, y si tenía que comprarle una puta lengüeta para hacer que sucediera, entonces eso es lo que haría. No había terminado con la Chica Reed y ella estaba a punto de ver que Edward Cullen siempre ganaba el juego.
AVISO IMPORTANTE, LEELO:
Como muchas saben, romistew no podrá continuar con la traducción por asuntos personales. Hablé con ella y me dio permiso de hacer la traducción yo y de usar los capítulos que ella tenía traducidos, así que los primeros nueve capítulos son de ella, a partir del 10 comienzan los míos. También hablé con Nolebucgrl y ella no tuvo problema en que yo terminara la traducción. Cualquier duda, pueden encontrarme en Facebook o por PM.
Al final de cada capítulo iré poniendo los días de actualización.
Espero que les haya gustado ;)
Siguiente actualización: lunes 8 de septiembre
