Ya que estamos en épocas de muertos y todo ese rollo no pude aguantarme las ganas de escribir un fic sobre las míticas criaturas que son….los vampiros…tan tan TAN… okya :v

Espero sea de su agrado y si no pues…pues…ni modo (¿?)

ADVERTENCIAS: Inicio algo triste, algo de heterosexualidad (¿?), Eren más raro de lo normal, Riren y Eruren, etc.

DISCLAIMER: Esta serie no me pertenece porque Isayama me odia, si, eso :v

Agradecimientos especiales a AddictedToMxM por el beto de este prologo y a Suriel Bauzer por la portada..

Sin lean mis amores :3


Prólogo


El viento frío de la noche susurraba un mal augurio. La luna, rojiza brillaba y le daba un aspecto sombrío a todo aquello que iluminaba. Varias llamas de fuego se veían deslizarse por una montaña, eran antorchas, listas para quemar todo a su paso.

Y él veía todo desde una ventana. El trayecto que seguían esas antorchas y las personas del pueblo que las portaban era el camino hacia su castillo, aquel que compartía con todos los demás seres como él, los seres nocturnos. Personas capaces de vivir por siglos, con la única necesidad de alimentarse de sangre. Su creadora había sido Lilith, la primera mujer en pisar la tierra. Ella había discutido con Adán, y estando en desacuerdo con Dios y con el hombre, abandonó el Edén para ir con Satanás, el cual la recibió de brazos abiertos. Lilith se relacionó con los demonios y con ello nació una nueva especie.

Lilith se convirtió en lo que la gente denominaba un vampiro, un monstruo nocturno que necesitaba de sangre humana para continuar su larga vida.

Esos humanos con antorchas venían a eliminarlos y a asesinar a Lilith para evitar la reproducción de los vampiros, pues ella era la única que podía convertir a los humanos en tales; sin embargo, Levi no iba a permitirlo. Ya había trazado un plan: Erwin y él escaparían junto a Lilith, se irían a un lugar remoto donde ningún humano pudiera encontrarlos a ellos y a los demás vampiros.

Se alejó de la ventana, caminando por los largos y anchos pasillos del castillo, sus frías paredes eran propicias para que los vampiros vivieran allí dentro. Arregló el cuello de su capa, sacudiendo el polvo que había caído en sus ropas al encontrar un túnel secreto que les ayudaría a huir sin que los humanos pudieran seguir su rastro.

Pronto divisó a Erwin, parado frente a la puerta del cuarto de Lilith. Tenía la cabeza gacha y una expresión sombría en su rostro, así que Levi aceleró el paso. ¿Por qué? ¿Por qué sentía que algo estaba muy mal?

Smith intentó detenerlo, pero fue en vano. El azabache lo apartó con facilidad, abriéndose paso por una de las puertas que se encontraba abierta. Al entrar sus pies se detuvieron en seco y por un momento pensó que su corazón se había detenido para siempre.

Sobre la cama de sábanas suaves y blancas había un cadáver, era Lilith. Sus cabellos castaños estaban desordenados, su pulcro vestido blanco estaba empapado de sangre, la cual había dejado de brotar de su pecho. Una estaca en el corazón, no había cura alguna para eso.

Levi dudó, antes de dar pasos lentos hacia la cama y estirar la mano, acariciando el cabello de su amada, deslizando sus dedos por su frente hasta parar en sus mejillas. Sus párpados cubrían sus hermosos ojos dorados. Alejó su mano de aquel cuerpo inerte.

El único pensamiento que pasó por su mente fue uno simple: pudo haberlo evitado.

Pero ya era tarde, no podía hacer nada. Sus dedos temblaron por haber recibido el ultimo toque a la piel de Lilith. Maldijo en voz baja, cayendo de rodillas y estrellando sus puños contra el suelo de piedra. Estos sangraron, pero a él no le importó en lo más mínimo.

Alzó la mirada, tomando una firme decisión: respetaría el camino que su amada había forjado. Se puso de pie, parándose enfrente de Erwin, quien lo miró a los ojos. Podía ver lo afectado que estaba.

Sin embargo, no era el momento adecuado para llorar su pérdida.

—Vámonos. Lilith ha despejado el camino para nosotros, respetemos su decisión.

No necesito decir más, todos los demás vampiros le siguieron y los aldeanos solo encontraron a Lilith muerta dentro del castillo.

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—Tu comportamiento podría clasificarse como extraño —Eren no respondió, solo se encogió de hombros y siguió leyendo el libro que sujetaba con sus manos.

Armin, al verse ignorado, le quitó los lentes a su amigo como una infantil venganza. El castaño trató de arrebatárselos; sin embargo, el rubio sonreía, alzando su mano en el aire. Aunque Eren fuera más alto que él, era muy flojo, por lo que ni siquiera se levantó de su asiento.

—Regrésamelos, los necesito para terminar el libro —Jaeger extendió su mano, mirando al rubio con reproche. Armin rodó los ojos y le entregó los lentes.

—Es el décimo en esta semana. ¿Cuánto tardas en leerlos? ¿Cinco horas?

—No soy tan rápido —sonrió halagado, colocando un separador en la página donde se quedó—. Los fines de semana no toco los libros, solo leo de lunes a viernes, dos cada día, doce horas.

—¿Acaso no duermes, vampiro?

—Claro, los fines de semana —el chico rubio se limitó a suspirar, sentándose en el asiento libre frente a él.

—Si Mikasa se enterara, te mataría.

—Ella siempre se preocupa de más, ni idea del por qué —Armin volteó a verlo, alzando sus cejas continuamente—. Ya basta, es obvio que Mikasa solo me ve como un amigo.

—Amigo mi trasero, yo soy su amigo y ni siquiera me dice buenos días cuando llega. Eren, tú le gustas, así que… ¿por qué no le confiesas tu amor de una vez para que sean felices?

—Ya te lo he dicho, eso nunca pasaría —Jaeger volvió a su lectura. Armin se dio por vencido y le dio la espalda, sacando el cuaderno de la materia que les tocaba.

Como si la hubieran invocado, Mikasa fue la siguiente en cruzar la puerta, acercándose a ambos antes de regañar a Eren por leer tantos libros y no dormir lo suficiente.

Así es, Armin lo había delatado.

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Cálculo, oh, maldita materia. El maestro era bueno, te explicaba cuántas veces quisieras y contestaba hasta las preguntas más estúpidas, pero la materia era un asco o más bien su cabeza no daba para tanto número. Ambas cosas eran factibles.

Era allí cuando se arrepentía de haber escogido una ingeniería; sin embargo, la química siempre había captado su atención, desde pequeño había gozado de experimentar con lo que había en casa, y cuando en preparatoria tuvo la clase de química, se dio cuenta de que eso era para él.

Solo que cálculo le hacía cambiar de opinión. Bueno, hacía cambiar de opinión a cualquiera. Armin estudiaba ingeniería en gestión empresarial, sería un gran hombre de negocios, y Mikasa estudiaba ingeniería en mecatrónica, una carrera que era denominada como "para hombres", pero confiaba en que Mikasa rompería ese mito con gusto.

Y ellos tres tenían algo en común: odiaban cálculo.

Sin embargo, era una de las dos materias que les tocaba juntos, así que viéndolo por ese lado, no era tan malo. Eren debía admitir que él era el más cabeza hueca de los tres, aunque contaba con dos maravillosos amigos para que le explicaran.

—Y bien, con esto concluye la clase. De tarea van a traerme los ejercicios tres y cuatro en una hoja suelta, hasta el lunes.

Su día había terminado, por fin era libre. Se resbaló por el asiento, dejando que sus piernas se estiraran lo más posible, alzó los brazos en señal de victoria y deseó teletransportarse a su casa, cosa imposible, pero bueno, algún día lo lograría. Jaeger nunca se cerraba a posibilidades extraordinarias.

—Hey, Eren. Armin y yo iremos a Starbucks, ¿vienes?

El castaño asintió, antes de guardar su cuaderno y su pluma dentro de la mochila. Necesitaba tomar un café antes de llegar a su casa, terminar los trabajos e ir a dormir.

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Cinco hojas, solo faltaban cinco hojas para terminar el nuevo libro que estaba leyendo. Era de fantasía, hablaba sobre los seres nocturnos, aquellos denominados vampiros. Desde pequeño a Eren le fascinaron estas criaturas y siempre que encontraba un libro nuevo sobre ellos, decidía leerlo.

Claro que había pasado de Crepúsculo y su saga, solo necesitó leer el revés del primer libro para saber que sería un asco.

Cuando Eren comenzaba a leer un libro, no prestaba atención al mundo a su alrededor. Era por ello que no se dio cuenta de que había dado vuelta una esquina antes de llegar caminando al condominio de apartamentos donde vivía.

El lugar donde ahora caminaba era un pasillo oscuro, algo estrecho y sin salida. Solo cuando escuchó un fuerte golpe contra la pared decidió detener su lectura, levantando la vista por encima del borde de su libro. Lo que vio no era algo muy común.

Había un hombre desangrándose, con un corte a lo largo de su hombro derecho hasta su abdomen en la parte izquierda. Dos hombres, vestidos de traje estaban de pie frente al tipo herido, y uno de ellos traía una navaja. El castaño se percató de que era una de plata, muy escasas.

Sacudió la cabeza, no era momento de usar sus pensamientos de aficionado a cosas que tenían que ver con vampiros. Necesitaba escapar antes de que se dieran cuenta o esos mafiosos iban a matarlo y estaba cien por ciento seguro de ello.

Al primer paso hacia atrás, pisó un pobre gato callejero que intentó rasguñarlo. Eren lo esquivó a último minuto, pero al hacer todo ese escándalo los demás se dieron cuenta de su presencia.

Mierda, iba a morir esa noche.

—Ehm, yo… no se preocupen, no le diré nada a la policía, ¡lo juro! —estaba temblando, sus piernas parecían inmóviles, pero todo el resto de su cuerpo se sacudía del miedo. El hombre herido lo veía fijamente, su extraño mirar hizo que se estremeciera.

—Es un humano —sus ojos adquirieron un extraño brillo, y el tipo sacó fuerzas de quién sabe dónde, poniéndose de pie.

Eren siguió dando pasos hacia atrás, sus ojos apenas percibieron cuando la víctima apareció frente a él, para apartar un poco de cabello castaño de su cuello moreno y acercar sus labios a aquel tramo de piel. El corazón de Jaeger se detuvo durante un instante. ¿Qué estaba sucediendo?

Pues todo estaba pasando muy rápido.

Y antes de poder saberlo, el hombre cayó al suelo, siendo arrastrado por los otros dos que lo sujetaban de las piernas.

—¡No! ¡Por favor! ¡Ayúdame!

Eren no lo pensó dos veces y salió corriendo de ese callejón, dejando olvidado su libro, que se le había caído en el momento en que vio la situación en la que se encontraba.

Necesitaba escapar de inmediato.

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Asustado, temblando por el frío y el miedo, se aseguró de que todos los candados de su puerta estuvieran bien puestos. Ni siquiera tomó una ducha, no se cambió de ropa, solo corrió a su cuarto y se metió debajo de las sábanas. Su corazón latía como loco y estaba sudando, sudando en pleno invierno, vaya que se había llevado un susto.

Dirigió su mano a su cuello, acariciando la parte en donde el hombre herido había posado sus labios. Le dolía y ardía un poco. Quién sabe qué le había hecho.

Pero ya estaba muy cansado, así que con un bostezo y un pestañeo se quedó dormido, olvidando lo recién sucedido.

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Hoy había despertado de buenas, listo para ir a comprar los víveres de la siguiente semana y después encerrarse en casa y dormir hasta el próximo lunes. Todo había estado bien el día anterior, no había tenido un horrible suceso con mafiosos, claro que no, solo había sido un sueño. Sí, un sueño.

Terminó de ponerse los zapatos, pensando en que el centro comercial no estaba muy lejos, sobreviviría al trayecto, no necesitaba preocuparse. Inhaló y exhaló aire, abriendo su puerta, asomando la cabeza, viendo hacia todas direcciones. No había nadie.

Caminó por el pasillo donde se veían los demás apartamentos, luego bajó las escaleras y tomó el camino que lo llevaría al centro comercial. Sí, de verdad que no había pasado nada ayer por la tarde, solo había sido su imaginación.

Sería capaz de olvidarlo si no se sintiera observado.

Alguien lo agarró del brazo. Eren pegó un grito y casi comienza a suplicar por su vida, por fortuna solo se trataba del inofensivo Armin, el cual lo miraba extrañado.

—¿Estas bien? —fue lo que preguntó. Jaeger asintió aún sorprendido—. Bien, necesito que no mires hacia atrás, alguien te está siguiendo. Por fortuna iba a pasarme por tu departamento y te encontré aquí. Yo te acompaño al supermercado, hay que intentar perderlo allí.

Eren no había notado que alguien lo seguía. Como Armin le dijo, no volteó hacia atrás en todo el camino. De hecho, había estado ocupado hablando con su amigo, quien intentaba hacer como si no se hubieran dado cuenta de nada.

En el supermercado lo perdieron y el ambiente se relajó. Armin compró un par de cosas que sus padres le habían pedido y de paso unas cuantas botanas. Le ofreció a Eren quedarse en su apartamento por un rato para que se tranquilizara, pero Jaeger se negó, únicamente le pidió que lo acompañara hasta el condominio.

—Nos vemos. Duerme lo que no has dormido, idiota, no mueras por falta de sueño —Eren sonrió, despidiéndose de Armin que como quiera revisó con la mirada si alguien se escondía por allí.

Al ver que su amigo se había ido, subió las escaleras del condominio, silbando mientras sujetaba con fuerza las bolsas del mandado. Eran muchas y que se le cayeran no era una posibilidad.

—Te tardaste mucho, mocoso.

Enmudeció. Al lado de su puerta había un hombre, con una capa y sombrero negro, de traje elegante. Eren tragó saliva; era uno de los mafiosos.

—¿C-cómo? —si cuando miró hacia arriba antes de subir las escaleras no había nadie. Entonces, ¿cómo? ¿Cómo llegó allí tan rápido?

—Más acción, menos palabras. Por estar tan nervioso, no cerraste bien tus candados. Erwin pudo abrir la puerta fácilmente —el hombre de cabello negro con extraño corte militar giró la perilla, abriendo la puerta para el castaño—. Entra, Erwin ya debió haber terminado de cocinar.

¿Cocinar? Wow, todo era muy extraño.

Entró en silencio, metiéndose a la cocina, siendo perseguido por el desconocido. El tal Erwin estaba allí, sirviendo comida en un plato. Eren pudo saborearla al instante, olía exquisito, no tenía idea de qué era, pero se veía delicioso.

Iba a comenzar a guardar las cosas que había comprado, pero el hombre rubio lo detuvo.

—Lo haré yo, después de todo somos los invitados —ah, sí, de repente recordó que en su casa había dos extraños.

Se quedó quieto, sin la menor idea de qué hacer. ¿Escapar? ¿Huir? ¿Gritar y pedir ayuda? Pero… ¿alguien vendría a ayudarle? De seguro cuando vieran que se trataba de mafiosos, iban a hacer como si no hubieran visto nada. Su corazón empezó a palpitar como loco, abrió la boca varias veces antes de cerrarla de nuevo, sus manos sudaban y estuvo tentado a tomar un cuchillo para protección propia.

Tenía mucho miedo.

—Hey, tú, tranquilízate y ven conmigo al comedor.

Se estremeció y caminó hasta el comedor con la mente en blanco, notando cómo sus piernas temblaban. El hombre de cabellos negros se sentó, indicándole al castaño que hiciera lo mismo.

No estaba de humor como para comer algo y menos si era algo cocinado por mafiosos.

—Bueno, no es mucho porque no había demasiada variedad en tu cocina. Quizás debí esperar a que volvieras con la despensa —¿acaso algo de lo que dijo tenía sentido? Porque a Eren le sonaba disparatado—. Pude hacer una ensalada de papa y spaghetti con carne.

¿No acababa de decir que en ese momento no había nada comestible?

—Uhm, gracias, supongo —el rubio sonrió, sirviéndole a Eren solamente—. ¿Ustedes no comerán algo?

—No es necesario, no venimos aquí para hacernos amigos tuyos.

—Levi, no seas grosero.

¿Levi? Bueno, al menos ya sabía su nombre.

—Entonces, ¿a qué vinieron?

Erwin volteó a verlo.

—Come primero, luego hablaremos de lo que sucedió ayer.

Eren tragó saliva, poniéndose más nervioso que antes.

Sin embargo, cuando comenzó a comer, se olvidó de sus nervios. La comida era deliciosa, mejor de lo que hubiera sabido si él la hubiera cocinado, ese mafioso tenía un buen toque en la cocina. Al terminar el ultimo bocado todos los nervios regresaron a él.

—Y-ya dije que no le diré a nadie lo que vi, en serio, no diré nada.

—Ja, como si eso fuera a convencernos —a Eren se le detuvo la respiración.

—Lo único que queremos es que de verdad lo olvides —Erwin le habló esta vez, obligando a Eren a fijar su vista en él, directamente a sus ojos azules—. Lo olvidarás por nosotros, ¿cierto?

Jaeger parpadeó, sintiéndose mareado de repente. Sentía su mente nublada, como si tuviera demasiado sueño.

—Sí.

—Entonces olvídalo, Eren. Todo esto fue un sueño, uno que debes olvidar.

El moreno asintió, como si se tratara de un fiel sirviente.

Pero algo salió mal. Jaeger se llevó las manos a la cabeza, le dolía y cuando alzó la vista, logró captar el gesto de confusión en el rostro del rubio.

¿Qué estaba pasando?

Y Eren cayó inconsciente, siendo atrapado por Erwin. El castaño había estado a punto de estrellarse contra el suelo.

—Erwin, ¿qué mierda fue eso?

—No tengo ni idea, nunca me había pasado, la sugestión siempre ha sido mi fuerte, nadie había podido librarse de ella. Al menos hasta ahora.

—Este chico es extraño.

—Vaya que lo es.

—Te dije que lo matáramos, tu cortesía estúpida nunca sirve de algo.

—Muy amable de tu parte, Levi.

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Estaba en un cuarto negro, no había ni siquiera un rayo de luz. Daba miedo, se sentía asfixiado. De la nada, justo frente a él, apareció una cama con sábanas blancas de seda. Eren acarició la seda con sumo cuidado.

Cuando menos lo esperó, una mano tomó su muñeca, la cama desapareció y ahora solo había un charco de sangre. Eren cayó al suelo y otra mano apareció, surgiendo de su pecho, justo donde se encontraba su corazón. El castaño se hundía en el charco y a la vez trataba de salir de allí desesperadamente, pero no podía. Se ahogaba y más manos aparecieron, hundiéndolo rápidamente en esa sangre.

Eren estiró su mano, esperando que alguien la tomara; sin embargo, cuando su vista se llenó de un rojo escarlata, cerró los ojos, dejándose llevar por esas manos.

—¿Estás bien?

Jaeger se percató de que durante su sueño, había movido su cuerpo. Estaba sentado en la cama y su brazo estaba estirado hacia la pared que estaba frente a él. Mierda, estaba empapado de sudor.

—Mocoso, Erwin te hizo una pregunta. ¿Estás bien, idiota?

Eren reaccionó.

—Sí, eso creo, qué pesadilla más horrible —espera, ¿qué mierda? ¿Acaso esos tipos seguían allí?—. Pensé que ya se habían ido.

—No podemos irnos hasta que olvides ese suceso.

—Se los dije, prometo que no se lo diré a nadie.

—Mmm, parece que tendremos que confiar en el chico, Levi —el azabache frunció las cejas y luego chasqueó la lengua.

—Haz lo que quieras, a mí nunca me haces caso.

—Perdónalo, tiene una extraña enfermedad deficiente —Eren sonrió sin poder evitarlo, el tal Levi solo se vio más encabronado—. Bueno, Eren, confiaremos en tu sano juicio. Este pequeño accidente será un secreto entre los tres, ¿vale?

Por alguna extraña razón, esta vez Jeager estaba decidido a no decir nada sobre lo que vio ayer en la tarde.

Quizás esos mafiosos no eran tan malos después de todo.

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—Es una mala idea.

—No es como si pudiera evitarlo, mi sugestión no funcionó.

Levi sonrió.

—Al parecer no eres tan perfecto como pensabas.

—Deja eso, desde que comenzamos a hablar con Eren te has puesto muy quisquilloso.

—No puedo evitarlo, hay algo sobre ese chico que me tiene inquieto.

—No eres el único que se siente así, percibo que Eren está lleno de misterios.

—Entonces solo basta alejarnos de él. Mientras más rápido, mejor.

—Espero que los cazadores no sepan de su existencia, sería problemático.

Levi bufó, regresando su vista hacia el cielo nocturno.

Sea lo que fuera, Eren tendría que arreglárselas solo.

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Su fin de semana vaya que había empezado de una forma muy particular, aunque eso ya no importaba. Ahora estaba bien y su entorno era tranquilo, así que cuando despertó la mañana del domingo, se encontró a sí mismo de un muy buen humor. Al llegar a la cocina para hacerse el desayuno se sorprendió al ver el libro que ya había dado por perdido en la mesa del comedor.

Vio que un papel sobresalía de las páginas y se acercó a la mesa para tomar la nota.

Lamento no haber podido encontrar el separador. —Erwin

Eren no pudo evitar sonreír, eso antes de guardar la nota entre las páginas del libro. No le gustaría que se doblara el papel, pues estaba seguro de que nunca volvería a ver a esas dos personas.

De la nada el hambre pasó a segundo plano y las ganas de ir al baño se hicieron prioridad, pero tuvo que detenerse para verse en el espejo. ¿Qué demonios era esa marca en su cuello?

¿Dientes? Parecía como si le hubieran clavado dos colmillos. El área estaba rojiza, como si empezara a cicatrizar. Al tocarla, la herida ardió un poco y Eren frunció las cejas.

¿Vampiros?

Inmediatamente desechó la idea. Imposible, completamente imposible, claro que no, todo era parte de su imaginación. Sí, vaya que había echado a volar su imaginación.

El timbre interrumpió sus pensamientos. Confundido y algo hambriento, abrió la puerta. Eran dos personas, una mujer y un hombre con extrañas túnicas negras. Eren se preguntó qué es lo que querían.

—Disculpa, ¿has visto a un tipo de cabello negro con cara de amargado? —el único hombre así que se le vino a la mente fue Levi.

—¿O a uno rubio con cejas gruesas, que parece un típico americano?

¿Erwin? ¿Por qué esos chicos los buscaban? Había prometido no decir nada al respecto y guardar aquello como un secreto, así que no planeaba delatarlos.

Pero todo era demasiado sospechoso.

—Ehm, no, no se me hacen conocidos.

La chica ladeó el rostro, mirándole de arriba a abajo con curiosidad. Después sonrió, murmurándole algo al chico a su lado.

—Bien, entonces supongo que tendremos que llevarte con nosotros.

El chico apareció detrás de él, cubriendo su boca y nariz con su mano, la cual portaba una tela con cloroformo, por lo que cayó dormido al instante.

No tenía ni idea de lo que le esperaba.


Este fic creo que será más corto que Dunkel, ya que este es como un fic pequeño para aplacar mis ansias de un fic de vampiros (¿?)

Y si, es Riren y Eruren, quien no pueda tolerarlo pues porfa no dejen comentarios de odio, solo no lo sigan leyendo y listo, como quiera ustedes debieron darse cuenta porque lo puse en el Summary y en advertencias :v

En fin, con esto me despido, nos vemos :3