CAPÍTULO 1:

I'M NOT YOURS

… Y pienso en mil razones del por qué

Ya no creo en ti

Ya no creo en un "Tú y Yo"

Ya no soy tuya

Nunca más…


"Nunca pensé que terminaríamos aquí y así" susurró Santana, besando una y otra vez los labios de la mujer que tenía enfrente. La rubia tomó la cabeza de su compañera para así poder controlar la intensidad de los besos de la latina. Estrechándola aún más cerca de su cuerpo.

"Quiero hacerte mía" dijo la morena mirándola fijamente a los ojos al mismo tiempo que posaba una vez más sus labios en la boca de la mujer que desde que apareció en su vida la había hecho perder la razón.

El beso que surgió ahora fue aún más pasional que los anteriores. La rubia mordió el labio inferior de la morena, excitándola aún más de lo que ya estaba.

"Ya no quiero que esperemos más, desde que sentí por primera vez los latidos de tu corazón junto al mío supe que tu serías la primera y quiero que seas la única" dijo esto y se abalanzó nuevamente a los carnosos labios de la latina.

"Te amo San" susurró.

La morena al oír esto, se separó de la rubia como si entre ellas hubiera un resorte. Haciendo que la mujer de ojos azules pusiera una cara de horror al darse cuenta las palabras que había pronunciado.

"Yo… yo… yo…" la latina no sabía que decir.

"…Lo siento, no debí decir eso" dijo finalmente Brittany.


Varios años atrás.

Siempre fue una mujer segura de sí misma, nada ni nadie nunca en todo su vida había logrado hacer que Santana López temblara por algo y menos por alguien, pero todo cambio rotundamente el día que esa rubia llego a su vida.

Todo en ella se transformó por arte de magia, paso de ser la mujer pesada, engreída, caprichosa y que no le importaba dañar a quien se le pusiera enfrente con tal de lograr sus objetivos, para ser lo que siempre fue y nunca demostró, una Santana sensible, tranquila y que lograba finalmente mostrar sus sentimientos hacia alguien y en este caso hacia ella.

Aunque nunca lo reconoció llevaba mucho tiempo buscando a la mujer, y hasta un tiempo también pensó que la persona indicada podría ser un hombre -sería todo más sencillo si se sintiera atraída por hombres, pero eso no viene al caso- alguien que hiciera que cada parte de su piel se erizara con tan solo sentirla cerca, hasta que finalmente Santana creía haberla encontrado.

Fue por casualidad como se encontraron y como finalmente se transformaron en lo que eran ahora.

Todo comenzó porque la mejor amiga de Santana, Quinn, si la misma Quinn que todos conocemos, la bella rubia de unos atractivos ojos verdes, invitó a la latina a una fiesta que organizaría uno de sus amigos.

En un principio la morena no quería asistir ya que se encontraba más que estresada con todos los exámenes que tenía que rendir y si no le iba bien como esperaba no lograría ser la mejor de su clase como siempre lo había querido y como a su padre antes de morir se lo había prometido.

Finalmente después de una larga conversación y de que Quinn casi se arrodilló para rogarle que fuera, Santana había decidido asistir, con la condición de que no estaría hasta más de las 12 de la noche porque después de la fiesta volvería a su casa para seguir estudiando como lo estaba haciendo hace semanas.

A pesar de que en un comienzo era la latina la que no quería ir, finalmente era esta la que seguía en su dormitorio buscando que ponerse, Quinn estaba más que impaciente con la tardanza ya que nunca le había gustado esperar y menos si sabía que al llegar a la celebración se encontraría con su nueva conquista Finn. Bueno y también con el molesto amigo del gigante, Puck, que estaba muy interesado en cierta morena, aunque ella en vez de sentir alguna atracción o algo similar por el chico de la moika, sólo sentía repulsión y ganas de correr a la dirección opuesta a la que se encontraba.

Sin embargo, y a pesar de todos los sentimientos que la latina había desarrollado por Puck en el corto tiempo que lo conocía, esa noche deseaba divertirse, aunque su diversión durara hasta las 12 solamente, y si no encontraba a nadie mejor con quien hacerlo, definitivamente el judío seria la opción para la noche, aunque realmente era la última.

Luego de que Quinn tuviera que esperar media hora sentada en el living de la casa de la morena, Santana había logrado encontrar como sentirse cómoda y sexi como siempre.

Llevaba un vestido negro no muy largo y bastante apretado, le llegaba varios dedos sobre la rodilla y dejaba sus hombros al descubierto. Además de un maquillaje muy apropiado para la ocasión, la rubia no se quedaba atrás, ya que también vestía un lindo vestido color verde bastante corto que resaltaba aún más sus ojos.

Cuando Quinn vio salir de la habitación a la latina recordó porque esta era la celebridad de la preparatoria y porque era definitivamente la mujer más deseada de toda la ciudad cuando apenas tenían 17 años.

No era que Santana hubiera dejado de ser la misma chica apetecida y sensual de cuando eran adolescentes, sólo que después de entrar a estudiar leyes, la morena ya no tenía tanto tiempo para arreglarse, más bien no le interesaba , ya que dedicaba casi todo su tiempo entre estudiar e ir a la universidad.

Luego de piropearse entre ambas decidieron que era hora de partir a la fiesta que según la rubia prometía.

Fueron en el auto de Santana, porque esta no tomaría, lo contrario a su amiga que estaba viviendo la vida loca. Ya que aunque mantuviera un pequeño romance con Finn, su relación con el gigante no le impedía divertirse con otras personas que no fuera el, ambos mantenían una relación del tipo abierta, así que entre ellos no existía los celos, ni las discusiones si en algún momento de la noche decidían coquetear y hasta acostarse con otros u otras.

Eran cerca de las 10 de la noche cuando las chicas llegaron, la fiesta se desarrollaba en el patio de la casa, junto a una gran piscina, se veía todo muy animado, ya que muchas de los que se encontraban ahí a pesar de la hora ya habían consumido gran cantidad de alcohol.

Aunque casi todos estaban metidos en sus asuntos, y por asuntos me refiero a beber como si el mundo se fuera a acabar, otros por su parte estaban en la piscina y varios más intentaban ligarse a alguna de las mujeres que se encontraban en la fiesta.

A pesar de eso, muchos por no decir la mayoría incluida las mujeres, se voltearon cuando llegaron las dos amigas. Realmente se veían preciosas, y con la seguridad que caminaban al dirigirse hasta donde se encontraban Finn y Puck -que las miraban desde el otro lado del patio- las hacia deseables aún más, como si eso fuera posible.

Cuando llegaron donde los chicos estos se acercaron animadamente a saludarlas. Finn abrazó y besó a Quinn, mientras que Santana y Puck se saludaban con un beso en la mejilla, aunque el judío le movió un poco la cara para darle un beso en la comisura de los labios, la latina se adelantó a la jugada y logró zafarse del saludo más íntimo que le tenía preparado el chico.

Después de decirse hola entre todos hablaron acerca de lo que había sucedido antes de que ellas llegaran a la fiesta, nada muy interesante en realidad. Y después de un par de minutos de conversación, Quinn se dirigió con Finn a buscar algo para tomar, dejando a Santana y al chico del mohicano solos.

A pesar de que la morena le había dicho a su rubia amiga que se iba a intentar divertir con Puck, no ponía nada de su parte para que eso pasara, a todo lo que le preguntaba el chico delante suyo le respondía con alguna monosílaba o de mala manera.

Ya habían pasado 30 minutos exactos desde que su amiga se había ido con el gigante a buscar el trago para Puck y el jugo para la morena.

Se estaba aburriendo de esperar a que volvieran, pero ahí se dio cuenta que tal vez se demorarían mucho más de lo que creía, ya que seguramente el grandulón con la rubia se habían ido a alguna de las habitaciones disponibles de la casa y no llegarían tan pronto como esperaba.

Estaba más que molesta con Quinn ya que por ella había venido a la fiesta y ahora la dejaba sola hablando con el imbécil de Puck, que no hacia otra cosa que decirle lo linda que se veía y buscaba cualquier excusa para acercarse un poco más a ella, por lo cual la latina ya sentía que Snixx iba a salir y enfrentarse al chico de los pelos parados.

Este se deba cuenta de la postura que tenía frente a él la latina, sin embargo seguía intentándolo para que al final de la noche pudiera aunque sea robarle un beso.

Al pasar unos minutos así, Puck le preguntó si deseaba ir a bailar, pero ésta ya no tenía ánimos de nada así que le dijo que mejor ya se iba porque tenía mucho que estudiar y además no iba a seguir perdiendo el tiempo con alguien tan aburrido con él.

Pero en esos instantes cuando Snixx salía y le decía todo lo que se había guardado en la noche -lo aburrido que era, que ni en sueños le gustaría alguien como él, entre otras cosas- la vio, la vio, bueno en realidad no la vio porque estaba de espaldas, pero aun así se notaba que era una mujer preciosa, no sabía quién era, pero al girarse la mujer rubia a la cual miraba y quedar de frente a la morena, a pesar de que se encontraban a varios metros de distancia, se miraron y sus ojos conectaron.

Nunca a la latina le había pasado que al mirar a alguien quedara prendida a su mirada, y menos estar tan nerviosa frente a una mujer que ni siquiera conocía.

Ese fue el principio de todo, la latina con la confianza de siempre se acercó a la rubia y comenzaron una animada conversación, mientras Puck las miraba con mala cara. A Santana nada de esto le importaba solo le interesaba saber todo acerca de la mujer que tenía en frente.

Luego de este encuentro ambas chicas no se separaron más. Después de la fiesta se vieron muchas veces y comenzaron a salir, para finalmente darse cuenta que estaban totalmente enamoradas.

Todo el mundo decía que era la relación perfecta y que nunca se iban a separar. Pues la verdad no podían estar más equivocados.


Ya habían pasado un poco más de 3 años luego de que la latina conociera a su rubia debilidad. Santana tenía 23 años y aunque recién acababa de salir de la universidad ya contaba con un trabajo en un buffet de abogados en Nueva York con el que cualquiera quisiera.

No por nada había sido la primera de su clase, y a pesar de que en un principio no era la carrera de sus sueños, ya que siempre había pensado en dedicarse a algo relacionado con el arte, finalmente transformarse en abogada la había enamorado.

Sin embargo la fotografía seguía siendo una de sus grandes pasiones, solo que ahora lo tomaba más como un hobby que como otra cosa.

Acababa de llegar a su casa después de un largo día de trabajo, cabe decir que era un amplio y bello hogar, el cual compartía con su rubia novia. Todo estaba como siempre, solo que ese día no sería como cualquier otro, luego de ese día para Santana nada volvería a ser como antes.

Desde el lugar en el que se encontraba, que era el living-comedor se escuchaban extraños ruidos que venían desde la habitación que compartía con su enamorada.

Pensó en un principio que lo que se escuchaba era la televisión y que su novia se había quedado dormida viendo alguna película. Sin embargo al acercarse lentamente a la cerrada puerta blanca de su dormitorio, comprendió que los ruidos, más bien susurros y gemidos no eran de una película, sino que se estaban surgiendo en la habitación en la que tantas veces estuvo junto a su rubia.

Nunca pensó que algo así le fuera a suceder a ella, pero tal vez estaba pensando cosas que no eran.

Eso no era posible, no podía ser su novia la que estaba dentro de la habitación, no después de haberle dado todo lo que siempre quiso, no después de haberse desvivido por ella, no después de dejar de ser la mujer arrogante que antes de conocerla siempre había sido, no después de haberla amada más que a nadie en el mundo.

A Santana se le pasaron por la cabeza todos los momentos tanto buenos como malos que vivió con su novia, y una lágrima resbaló por su mejilla, no quería abrir esa puerta, no quería saber que estaba sucediendo ahí, pero ya no quedaba nada más por hacer, la realidad le estaba golpeando directamente a la cara.

Decidida acercó la mano a la perilla, abriendo rápidamente la puerta y se encontró con lo que minutos antes había sospechado y ahora lo tenía delante de sus propios ojos.

Cuantas veces había visto así a su novia, casi desnuda, cubierta sólo por la sábana blanca de la cama, pero ahora todo era tan distinto, ya no era ella la que se encontraba sobre ella besando y acariciando cada parte de su piel.

Cuando vio aquella imagen, cuando vio a su rubia con alguien más se nublo entera, sintió que caería desmayada en la puerta de la habitación, pero se dijo a si misma que no podía hacer eso, que no iba a demostrar debilidad ante los individuos que se encontraban en aquella cama, en SU CAMA, las personas que hicieron que se derrumbara lo más lindo que tenía.

Su novia, a estas alturas ex-novia se cubrió lo más rápido que pudo con la sábana blanca y se acercó velozmente a Santana diciéndole que nada de lo que veía ahí era como parecía, que la perdonara, que era la mujer de su vida y que todo eso que veía era un error, un estúpido error, decía mil cosas, pero la latina no escuchaba, su mente estaba nublada.

Lo único que atino fue a mirar toda la habitación y el desorden que había en ella, se comenzó a preguntar tantas cosas, que había hecho mal para que su rubia le hiciera algo tan bajo como eso y en su propia cama, cuantas veces la rubia se había acostado con el hombre que estaba mirándola como si nada, eso le dolía más, no es que no le doliera que su novia la engañara, pero se sintió aun peor al saber que era un hombre, y uno que conocía tan bien. No era un extraño el tipo con el que había pillado in fraganti a la rubia, y sabía que ese hombre –Jesse- en lo único que pensaba era en sexo y que a pesar de que existía una pequeña amistad entre ellos, a este no le había importado venir a meterse a su casa con tal de revolcarse un rato con alguien.

La rubia estaba a un lado llorando y rogándole que la perdonara, que todo eso había sido un error, porque ella era el amor de su vida, y en ese instante reacciono, más bien Snixx fue quien lo hizo.

Cómo se atrevía a llamarla el amor de su vida, después de haberle hecho el daño más grande que podía.

Tomo a su novia de un brazo y la tiró contra el marco de la puerta diciéndole que no quería verla nunca, que era lo peor que le había pasado y que todo se había terminado para siempre.

Nunca fue una mujer tranquila a la hora de reaccionar cuando algo no le gustaba, y esta vez fue de la misma manera pero multiplicado por mil, si ya Snixx era una perra, esta era muchísimo más.

Se dirigió casi corriendo donde se encontraba el chico casi desnudo que intentaba ponerse la ropa lo más rápido posible. Cuando llegó hasta él le dio un puñetazo con todas sus fuerzas, haciendo que inmediatamente le brotara sangre de la nariz. Luego de esto lo empujo haciendo que éste se golpeara la espalda en la pared. No supo de dónde sacó toda la furia que sentía.

Todo era un caos total, la rubia lloraba en la puerta, el chico se tocaba la nariz viendo como la sangre corría y corría.

Se alejó de donde estaba y le grito a los dos que se marcharan, que se fueran de su habitación, de su casa, de su vida.

Pero nadie hacia nada, finalmente pasado unos segundos y de ver que todo seguía igual se dirigió a donde estaba la rubia, la tomó nuevamente de uno de sus brazos y la tironeo para que se marchara de ahí, gritándole al chico que hiciera lo mismo.

Ambas mujeres forcejeaban, Santana lo hacía para sacarla fuera de la habitación, pero la rubia la abrazaba con todas su fuerzas rogándole una vez más que la perdonara.

Pero todo era en vano sabía que la latina nunca la perdonaría y que probablemente esa fuera la última vez que la vería.

El orgullo de la morena era demasiado grande para perdonar una infidelidad. Era lo peor que lo podría haber hecho.

Luego de varios minutos de gritos y de que hasta los vecinos hayan llamado a la puerta preguntándose qué era lo que pasaba ahí adentro. Santana ya no sabía qué hacer por lo que con las fuerzas que aún le quedaban, empujó a la rubia y al tipo desde la habitación en la que se encontraban hasta finalmente llevarlos fuera de la casa, cerrando la puerta con toda la rabia que tenía acumulada.

Los amantes lograron ponerse apenas la ropa a la vista de todos los transeúntes que se habían quedado afuera escuchando el espectáculo que había en aquella casa.

La rubia golpeo incansablemente la puerta por varios minutos, mientras que Jesse seguía pendiente de que nada le haya pasado a su perfecta nariz.

La gente los observaba hasta que después de cuchichiar entre ellos se comenzaron a ir.

Finalmente los amantes hicieron lo mismo, la rubia sabía y tenía claro que nunca más vería a la latina con la cual compartió tantos momentos increíbles, pero que la rutina había terminado desgastando el amor.

Se arrepentía tanto de haberla engañado y aún más con el idiota que caminaba a su lado, pero ya no había nada por hacer, todo había terminado, la hermosa historia de amor con la morena ya no existía y todo por un estúpido engaño.

Por su parte Santana después de cerrar la puerta afirmó su espalda en la pared y calló llorando al piso. Tuvo tantas ganas de abrir cuando sintió a su ex-novia golpear, pero no lo hizo, sólo siguió llorando y llorando.

Luego de 1 hora de hacerlo ya no le quedaban más lágrimas que botar y se fue calmando poco a poco, cada vez estaba más tranquila a pesar de que se le seguían apareciendo por la mente todos los momentos que había vivido con la rubia, desde que la conoció en aquella fiesta hasta el momento en que abrió la puerta y vio toda la mentira en la que vivía.

Pero ya no sentía dolor al recordarlo, tampoco rabia, ni pena, ya no sentía nada, absolutamente nada, y en ese instante la latina se dio cuenta que ya no quedaba nada de la Santana que fue hace horas atrás, ya no había nada de eso, la rubia que tanto había amado había roto cada una de las ilusiones que tenía.

Luego de todo el escándalo que había vivido volvía a ser la Santana pesada, engreída, caprichosa y que no le importaba dañar a quien se le pusiera enfrente con tal de lograr lo que quería. La Santana que antes de conocer a la rubia fue, y que sólo por ella había dejado de serlo.

Pero ya no más, se prometió que nunca más se enamoraría y que iba a volver a ser la misma perra que nunca debió dejar de ser.

Pero quien sabe, tal vez Santana podía estar muy equivocada.