Capítulo 1: Cuando llegué…
Tom Marvolo Riddle.
El 31 de Diciembre de 1926 fue el día en el que nací, un suceso el cual nadie sabía que causaría caos años después.
Mi madre, para enamorar a mi padre, le dio una poción de amor que dejó de surtir efecto a los 9 meses de embarazo, y horas después de darme a luz y minutos después de ponerme mi nombre murió conmigo en brazos. Me dejó en el orfanato de Wool, donde me crié toda mi infancia.
Cada vez que un niño me molestaba, podía lastimarlo, robarle o hasta torturarlo, y por esta razón Dumbledore vino a verme al orfanato, le conté todas estas hazañas que podía realizar, además de eso, podía comunicarme con las serpientes mediante una lengua llamada Pársel, pero cuando el director me mostró que ese don era llamado "magia" y él podía hacer cosas similares a las mías, me sumí en satisfacción y alivio, pero también me dijo que la magia debía emplearla en el bien, no en el mal, pero siendo el heredero de Slytherin, ¿Por qué eso debería importarme?.
Mi presupuesto era bajo en cuanto a Galleons, por lo que, Hogwarts, me ayudó a comprar los materiales que necesitaba para mis años de estadía en el colegio. Todos mis años ahí se caracterizan por una sola palabra: descubrimientos.
-Primer año en Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería-
Subí al tren luego de un largo viaje a King's Cross. Me extrañó poder cruzar una simple pared y estar en una estación de tren en la cual la magia se podía sentir en el aire, era algo que me calmaba, las lechuzas revoloteaban, había gatos en cada centímetro de la estación 9¾ y debías ver hacía abajo para asegurarte de no pisar ninguna rana.
Miraba por la ventana, el compartimiento en el que me encontraba estaba vacío, solo yo y mis pensamientos, ningún niño irritante me llenaba de información inservible.
Nunca imaginé que iba a hacer amigos, estaba feliz solo y con las serpientes, Dumbledore me había contado que las veríamos en la materia Cuidado de Criaturas Mágicas, pero supuse que no lo haríamos por el simple hecho de que la serpiente no es una criatura extraordinaria, si no común, y la mayor parte de los niños de mi orfanato le tenían mucho miedo, pero son buenas y amables conmigo. Luego de minutos de internarme en mis pensamientos una niña de cabello trenzado y castaño, ojos celestes y piel blanca como la nieve entró en mi compartimiento abriendo delicadamente la puerta corrediza, haciendo tintinar las miles de pulseras que llevaba en su mano derecha. Miró con curiosidad las cuatro esquinas del cubículo y luego me miro a mí, tal vez se extrañaba que estuviera solo.
-Hola –Musitó con una delicada sonrisa- Estaba buscando un compartimiento en el cual establecerme, ya que no queda ninguno vacío, ¿Te importa si te acompaño?
Ante esta pregunta negué con la cabeza, y ella, agradecida, se sentó junto a la ventana, frente mío. No le dirigí la palabra en ningún momento ni ella a mí, nos quedamos quietos mirando a la ventana, y la única acción que realizó ella fue comprar algunas piruletas y ranas de chocolate al pasar el carrito de las golosinas, me ofreció algo de lo que tenía, pero sin siquiera ver lo que quería darme, negué sin emitir un sonido y seguí mirando por la ventana, hasta que sin darme cuenta me quedé dormido.
Estaba en una plataforma muy alta, podía ver a la gente, pero estaba tan alto que parecían simples hormigas bajo mis pies, mire hacia atrás y vi a un hombre calvo, pálido y con una túnica negra carbón que se extendía hasta sus huesudos pies. Su cara era similar a la de una serpiente, tenía orificios que reemplazaban a su nariz, ojos rojos sangre y una sonrisa sin rastro de labios. Tras él se encontraba una serpiente muy larga, que parecía tener unos 7 metros de largo. Me observó y pronunció una frase en Pársel "Tu conquistaras el mundo, tu serás el mago más malvado y poderoso de la tierra, harás que al pronunciar tu nombre los magos tiemblen, si tú quieres ser de esa manera, dilo sin miedo, grítalo a todo el mundo, lord Voldemort" me paré frente al risco y cuando iba a gritar con todas mis fuerzas desperté.
Escuché a los de primero y segundo gritar y pisotear el tren, ya habíamos llegado a nuestro destino, y yo solo estaba contento porque me había alejado de lo que debería llamar "hogar". La niña que estaba conmigo se había ido, tal vez no le agrado porque no hablo mucho, pero no me importó, yo solo seguí a los pasajeros que bajaban del tren, y para cuando salí del mismo, mis ojos captaron un aterrador y gran castillo, y un gran lago me separaba de él, los rumores decían que ahí había todo tipo de criaturas mágicas, desde sirenas y tritones, hasta un calamar gigante.
Subí a un barco acompañado por algunos niños más y un guardabosque llamado Ogg. Salimos en marcha hacía el gran castillo. El barco se balanceaba de un lado a otro, las aguas negras se extendían por todo el alrededor de la isla que sostenía al castillo, no se podía ver nada de lo que vivía en su interior, pero si el reflejo de la escuela, con sus grandes muros y techos grises, deformados por el movimiento continuo del agua.
Me adentré en las puertas del colegio con mis compañeros y el director, posando mi mirada en los miles de cuadros que había en las paredes. Estos se movían, hacían caras, gestos y hasta cuchicheaban entre sí. Era una estructura enorme y muy bien iluminada, había millones de puertas y ventanas. Las paredes del interior del castillo parecían talladas con mucha paciencia una por una, las columnas llegaban hasta el altísimo techo, pero no parecían sostenerlo. Cruzamos pasillos, escaleras, curvas, hasta llegar a un salón gigantesco. Poseía cuatro largas mesas las cuales ocupaban el salón entero acompañadas por bancos a los lados, que tenían el mismo largo, frente a las mesas había una especie de escalera muy corta que guiaba a sillas en las que se encontraban los profesores. Por encima de ellas, pude notar que había velas que levitaban en diferentes niveles de altura, y sobre estas estaba el cielo, más estrellado que nunca, aunque se trataba solo de un hechizo.
- ¡Tommy!- Gritó una vocecita chillona que provenía de la niña que había entrado a mi compartimiento.
-¿Cómo sabes mi nombre?- Pregunté entre susurros.
-Lo dijiste mientras soñabas… recuerdo tus palabras exactas "juro por mi nombre muggle, Tom Marvolo Riddle, que seré el mago más poderoso de todo el mundo"- La miré como si estuviese diciéndome cosas extrañas, me di la vuelta y le di la espalda, sin pronunciar una palabra. -Yo quiero ser la hechicera más poderosa del mundo, y usar mi fama para el bien- Dijo tomándome del hombro- Y no pienso perder… pero podemos ser amigos- Al decir estas palabras, extendió su mano y yo, minutos después de esta acción, la tomé sin darle mucha importancia.
Los de los grados superiores se encontraban en las mesas de sus respectivas casas y Dumbledore nos indicó que nos quedáramos parados donde nos encontrábamos, ya que iba a escoger nuestras casas con el "Sombrero Seleccionador", un viejo sombrero que yacía inmóvil sobre un taburete, que parecía estar algo roto.
El director comenzó a llamar uno por uno a niños, alfabéticamente, hasta llegar a la chica de ojos celestes que había conocido, su nombre era Bryony Lowell, y fue seleccionada para la casa de Slytherin.
Miller, Moore, Morris, Paterson, los apellidos pasaban lentamente anunciando las casas de cada niño que se sentaba, y, por fin llegado mi nombre, al salir del montón de niños todos comenzaron a mirarme, al llegar al taburete, el cual se balanceaba un poco, Dumbledore colocó el sombrero sobre mi cabeza, y apenas rozó mis cabellos exclamó:
- ¡Slytherin!- Sin pensarlo dos veces.
Me levanté de la banqueta y fui a la mesa de mi casa, donde me recibieron con aplausos y vítores, y pude ver a Bryony haciéndome señas para que me sentara a su lado, no le hice caso y terminé sentándome al lado de un niño, que no se inmutó de mi presencia y comenzó a picarse la nariz. Al terminar la selección, el director nos dirigió unas palabras a las que no les puse mucha atención, y de la nada aparecieron cientos de platos repletos de comida, olía muy bien, pero no tenía mucho apetito, por lo que tome una pata de pollo, algunas papas asadas y un poco de ensalada, pero, sin previo aviso, al terminar la comida desaparecieron los platos que los servían, aunque estaban medios vacíos, y aparecieron otros platos con postres. Nunca me agradó mucho lo dulce, entonces comencé a ver a toda la gente de mis alrededores que se llenaba la boca de helado, torta, magdalenas, entre otras millones de cosas.
-Comí demasiado- Se quejaba Bryony mientras frotaba su estómago a mi lado, la ignoré y me adelanté un poco para no estar a su lado.
Tom Marvolo Riddle.
Nos acompañó a nuestras salas comunes un alumno que se hacía llamar "prefecto", yo quería convertirme en uno, ya que sabía que tenían acceso a muchas cosas que los alumnos comunes no. Bajamos unas escaleras que guiaban a las mazmorras de Hogwarts y terminamos nuestro recorrido frente a una amplia pared de ladrillos, nos miró y dijo:
-Esta es la entrada secreta a su sala común, la contraseña se cambia cada dos semanas, aquí es donde dormirán y pasaran el tiempo. La contraseña actual es… - Nos dio las espaldas- Acromantulas.
Al pronunciar la contraseña la pared se dividió en dos y dio paso a la sala común de Slytherin. La mayor parte de esta era de un color verdoso y estaba muy poco iluminada, la sala parecía estar bajo el lago que cruzamos para venir a Hogwarts, diferentes animales marinos pasaban por las amplias ventanas, y no notaban nuestra presencia. Había una escalera frente a la puerta, que dirigía directamente al centro del salón, estaba compuesto por variados sillones negros, una chimenea en la cual flameaban llamas, y en su estructura poseía el escudo de Slytherin.
Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras. Los de Slytherin avanzamos boquiabiertos, este lugar era gigante.
-Compartirán cuarto con los alumnos de su mismo género, aquí están la habitación de mujeres…- Señaló con una mano una escalera que iba hacia abajo y luego la que estaba a su izquierda- y aquí la de hombres, muy bien, descansen por ahora, mañana nos veremos y comenzaran las clases, mucha suerte.- Sonrió y se fue.
Fui al trote a la habitación de hombres y encontré al lado de una cama mi equipaje, tomé mi pijama, me lo coloque y me sumí en un sueño profundo entre las charlas de los demás niños de mi casa.
