N/A: ¡Hola! Este es el Segundo fic que escribo para este fandom, esta vez me la jugaré y será uno más largo jejeje ¿de cuánto? Aún no sé específicamente. La verdad me he inspirado en muchas cosas, pero creo que he visto pocos UA por acá y me animé a escribir uno, en parte me gustan porque una puede agregar aún más cosas. El nombre se me hacía más obvio según la trama de mi fic, así que no pensé tanto para encontrarlo. También quiero aclarar que no existen los poderes y que Tomoe (lamentablemente) no tiene orejitas :c pero aun así seguirá siendo guapo jajaaj, en fin, ojalá le den una oportunidad y lo lean, se los agradecería un montón :3
Disclaimer: Los personajes de Kamisama Hajimemashita no me pertenecen, todos son propiedad de la gran Julietta Suzuki.
Life with boys
Capítulo uno: Bajo el mismo techo.
Nanami POV.
La última parada del bus que me guiaba hacia mi nueva casa estaba a tan solo unos kilómetros de distancia. Mañana comenzaría mi primer día de preparatoria y al mismo tiempo, una nueva vida de joven independiente. Dejé ir volando mi mente durante el viaje mientras observaba una y otra vez la carta que el tío Mikage me había mandado por correo, tan solo esperaba acostumbrarme a las enormes calles de Tokio. El vehículo se estaciono en el terminar de buses, fui por mi maleta y bajé con cuidado para no tropezarme. Había mucha gente esperando a sus familiares, alcé la vista para buscar a la persona que aguardaba por mí, descubriendo a lo lejos una silueta peculiarmente familiar.
—Nanami, estás hecha toda una mujer —me abrazó entusiasmado.
—Tío Mikage, le agradezco que me diera la oportunidad de quedarme en su hogar.
—No es problema, de todas formas fuiste hija de una amiga muy cercana —me sonrió de forma cálida y familiar, con ciertos toques de nostalgia.
Nos fuimos en su auto hacia la casa donde comenzaría alojarme. Admiré cada edificio y casa con aires modernos por la ventana, algo muy distinto al pueblo campero de donde venía. Tardó por lo menos veinte minutos en llegar, estacionó el auto en el enorme patio delantero y me ayudó con mi equipaje, que consistía en una sola y sencilla maleta, pues no tenía tantas pertenencias.
Entramos a la sala y mientras acomodaba mis cosas sentí extraños ruidos provenientes del segundo piso, así que curiosa subí a ver de qué se trataba.
— ¿Aló? Soy Kurama, te llamo para avisarte de que no iré a nuestra sesión de hoy –se escuchaba la voz de un joven desde el otro lado del muro, hablando por teléfono.
Pausé frente a la misteriosa puerta de esa habitación y cuidadosamente acerqué mi oreja para escuchar con más claridad, aunque todos mis planes fueron frustrados cuando él sin avisar abrió la puerta, causando que me cayera encima de él. Se trataba de un muchacho vestido completamente de negro con accesorios extravagantes, de cabello rojo opaco y un tanto despeinado, con ojos azul grisáceo.
—Lo…siento —balbucee incómoda al estar en esa posición. El me observó extrañado y sin decir nada me ayudó a levantarme para luego él ponerse de pie, quedamos frente a frente y comenzó a observarme de pies a cabeza.
Me tenía nerviosa con su mirada fija y llena de confianza, tampoco sabía que intenciones tenía en ese momento.
—Tú debes ser Nanami, un gusto —extendió su mano—. Mi nombre es Kurama Shinjirou y seré tu compañero de hogar y de clases.
Retuve un poco tal información en mi cabeza para poder procesarla de manera correcta, luego fue cuando reaccioné histérica. ¿Acaso viviríamos bajo el mismo techo? No sabía exactamente si Mikage entendía el hecho de que una adolescente como yo compartiera casa con otro joven de la misma edad, era arriesgado.
De lo poco que pude observar el interior de su cuarto, aprecié los retratos de él mismo que colgaba en sus paredes, entre chaquetas y camisas costosas, de seguro tenía un trabajo muy bien pagado para conseguir tantas cosas. Luego de saludar, fui hacia mi habitación y la empecé a ordenar. Limpié con cautelo el cuadro de mis padres y lo dejé en el velador más cercano a mi cama, no sin antes observarlo un poco.
Perdí a mis padres en un accidente automovilístico hace un año, aproximadamente. Ellos peleaban constantemente y yo era la única razón por la cual seguían juntos. Mi madre siempre fue un claro ejemplo de esfuerzo y dedicación para todo lo que hacía, era trabajadora y de una personalidad admirable, en cambio, mi padre tenía un terrible problema con las apuestas y los juegos de azar, lo que en gran parte nos llevó a la ruina. Terminamos viviendo hacia el campo, donde las casas normalmente son más económicas. Aunque mi madre se esforzara trabajando, mi padre siempre encontraba el dinero que ella escondía.
El tío Mikage es lo único que tengo ahora, un viejo amigo de mi madre que me brindó su apoyo cuando ella partió al otro mundo. No puedo ser una molestia para él, deberé mejorar mis calificaciones y enfocarme en ser una de las mejores alumnas, por lo tanto, no perderé mi cabeza fijándome en chicos ni en esas cosas. Crucé mis dedos mirando hacia el cielo e hice un juramento por mí misma, de no caer ante los encantos de los hombres así de fácil, puesto que, tengo el claro ejemplo de mi padre.
—Nanami, la cena está lista —anunció mi tío por fuera de la puerta. No dudé en bajar enseguida, mi estómago reclamaba algo de comida.
Interrumpí el orden para reunirme con él en el comedor. Kurama ya estaba instalado en su silla, así también Mikage, tan solo faltaba yo, o al menos eso creía.
— ¿No te molesta que esperemos a Tomoe y Mizuki? —me preguntó, como si yo conociera a ambos.
Levanté una de mis cejas, incrédula ¿Acaso venían más sorpresas?
— ¿Quiénes son ellos?
—Pues verás —Kurama trató de explicarme, pero el brusco sonido de la puerta principal lo interrumpió—. Ahora los vas a conocer.
De repente, aparecen dos chicos de la misma edad a simple vista. Uno de ellos era un poco más bajo, de cabello plateado con ondas y unos tiernos ojos verdes, además de su sonrisa. El otro a diferencia, tenía su pelo plateado con un tono un poco más oscuro y liso. Y sus ojos color azul no mostraban expresión alguna, tampoco sus labios, se dedicó a observarme con desprecio, cosa que me molestó bastante. Mikage señaló a cada uno por su nombre.
—Chicos, ella es Nanami —me presentó mi tío—. Por asuntos de razón mayor, desde hoy en adelante será una más de nosotros y vivirá aquí. Les pido que cuiden de ella y la respeten, como si fuera una hermana.
Me levanté de la mesa, ni yo misma se por qué.
—Cuiden de mí, por favor —dije con timidez.
En menos de dos segundos, Mizuki ya estaba abrazándome mientras frotaba su mejilla contra la mía, causando que me sonrojara hasta las orejas.
—Oh, pero si es una hermanita menor postiza ¡Tan tierna! —exclamó él con requiebro.
— ¿Qué tonterías haces? Pareces un idiota —Tomoe fue el único que no me prestó atención alguna, más bien, luego de decir eso, se sentó y comenzó a comer con un enorme apetito.
—Tu eres Tomoe, un gusto conocerte —traté de ser amable, quizás tan solo se trataba de alguien tímido y retraído, pero creo que fue para peor.
Me ignoró por completo, no sabía exactamente por qué, si por el estar atragantado con el arroz, o porque simplemente me detestaba. Algo así como odio a primera vista. Seguí comiendo y traté de fingir como si nada hubiera pasado, pero las miradas de todos lo hacían aún más complicado.
—Por cierto—interrumpió Mikage— Mañana será el primer día de clases de Nanami, me quedaría más tranquilo si ustedes la ayudan a ubicarse.
Acababa de procesar finalmente, todo. No tan solo compartiría techo con un chico súper apuesto, si no ¡Con tres!
—Yo no tengo problema, ya cancelé los eventos de mañana —dijo Kurama, sin dejar de arreglar su cabello.
—Yo tampoco, menos cuando se trata de alguien tan linda —y Mizuki seguía con sus elogios, empalagosos.
—Definitivamente eres una molestia —Tomoe dio el último sorbo a su té y se levantó de la mesa sin salir más. Caminó hacia la escalera y no volteó la mirada en ningún momento…esperen ¿Me dijo molestia?
No sé cuál es su problema, pero si voy a convivir con él no puedo estar de esa manera, lo que menos quería era llevarme mal con alguien de ahí, al menos desde que me enteré de que sería la única chica.
—Disculpa a Tomoe, no se lleva bien con las chicas y es algo tosco…mucho diría yo, pero en el fondo es un buen chico, dale tiempo —me aconsejó el tío Mikage, tan sereno y tranquilo como siempre al entregar sus palabras.
Tiempo tenía de sobra, paciencia no mucha.
[…]
Narrador POV.
Al día siguiente…
Nanami abrió lentamente los ojos sin despegar sus largos brazos de la almohada, se sentía como una tarde de domingo nublada lista para descansar, pero no lo era, en absoluto.
— ¡No puede ser! ¡Tendré que darme prisa! —observó su despertador y pudo notar lo atrasada que estaba.
Caminó poco menos cojeando hacia el baño y trató de abrirlo, pero le fue imposible debido a la chapa puesta por dentro. Espero un minuto más y luego esta se abrió.
—Gracias a Kami, pensé que no…—las palabras de Nanami fueron interrumpidas por la desnuda figura de Tomoe saliendo de la ducha, cubriendo tan solo sus partes nobles con una toalla blanca.
La muchacha sintió sus mejillas arder a máxima temperatura, hasta sus orejas. Quedó petrificada y sin palabras, el recién duchado se acercó hacia ella de forma peligrosa, cuando ya estaba a tan solo unos centímetros le susurró.
—El baño está listo, para la otra levántate más temprano. No te esperaremos más de diez minutos —y siguió caminando, con su característica arrogancia.
Entre insultos, Nanami entró al tocador, sin quitarse de la mente la imagen del rebelde joven en paños menores. Por unos momentos no pudo evitar sonrojarse, puesto que aunque él fuera completamente desagradable, tenía que admitir que era muy apuesto, y con un gran físico. Solo no entendía por qué esa actitud tan mezquina provenía de un rostro tan atractivo, una de sus tantas reflexiones de ducha.
[…]
Quince minutos después…
Para no hacer problemas con los chicos, Nanami se tardó lo menos que pudo. Caminaron hacia la escuela los cuatro juntos, incluido Tomoe, aunque su silencio era igual que su ausencia. La preparatoria era conocida como Ujigami.
Todas las chicas volteaban para observar a los acompañantes de Nanami, quienes se destacaban como los más populares en la escuela. Miradas de envidia y curiosidad atravesaban la frente de la castaña, siendo constantemente atacada por las jóvenes reunidas en grupos. Para su suerte, estaban todos en la misma clase, así que llegaron juntos al salón. Momozono era el centro de atención en ese lapso, ya que era nueva.
— ¿Quién será esa chica? Y habla con los más guapos como si nada —cuchicheó una de las compañeras.
—Siento envidia de ella —añadió otra.
El maestro hizo que Nanami se presentara frente a toda la clase, si ya era lo suficientemente llamativa para todos, ahora lo era aún más. Regreso con las mejillas rojas a su pupitre y el semblante hacia abajo. La clase duró aproximadamente dos largas horas, eternas para ella quien cargaba su cabeza sobre su brazo derecho. El profesor se retiró de la sala luego de borrar la pizarra y llegaba la hora de almuerzo. Todos se reunían con sus pares, situación bastante incómoda para "la novata" que tan solo hablaba con tres de ellos, y uno aparentemente la odiaba.
— ¡Vamos! Está sola, de seguro dirá que si —le dijo una muchacha bajita y de corto cabello color castaño claro a su compañera con cara de pocos amigos.
— Pero tú hablarás con ella.
Se acercaron con pausas hacia el puesto de Momozono, quien vacilaba frente a la ventana su triste y obvia soledad en el primer día de clases. La joven más entusiasmada en hablar, llamó tocando su hombro suavemente para evitar asustarle.
—Este… ¿Te gustaría almorzar con nosotras?
La enorme nube negra de mala suerte se alejaba en sosiego. La muchacha que ofreció fácilmente su amistad tenía una cálida sonrisa capaz de iluminar lo que sea. De forma tímida Momozono asintió entusiasmada, aunque trataba de camuflar aquella emoción. Dejando más tranquilo a Kurama, Mizuki y el quizás menos preocupado Tomoe, ella salió acompañada de sus nuevas dos amigas a la azotea para disfrutar sus almuerzos.
—Oh…que tonta, lo olvidé. Yo me llamo Ami Nekota y la chica del teléfono es Kei Ueshima… ¿Tú eres Nanami verdad? —preguntó la chica del cabello corto, con interés.
—Así es, estoy en Tokio desde ayer…la verdad no se muchas cosas sobre vivir en una gran ciudad —admitió con timidez.
—Pues de eso nos encargaremos nosotras, tienes que acostumbrarte a vivir entre fiestas y tecnología —por sorpresa Kei se unió a la conversación. A diferencia de Ami, ella era más alta y dejaba su cabello largo hasta un poco más de los hombros, de tonos entre marrón y el naranjo con ojos cafés. Siempre llevaba una expresión de seguridad en su rostro.
— ¿Fiestas y tecnología? —repitió Momozono con un extraño gusto a lo desconocido.
— Kei siempre se la pasa saliendo, es muy activa —agregó Ami, sin apartar su sonrisa—. Por cierto, ¿Se puede saber por qué has venido a Tokio?
— ¡No seas tan curiosa! —Kei la regañó al notar la incómoda expresión que hizo Nanami ante esa pregunta.
—Está bien, de todas formas tengo que superarlo algún día. La verdad es que mis padres fallecieron en un accidente, la única persona que me queda ahora es mi tío que vive acá, así que estoy viviendo con él.
Estaba temblorosa, de cierta forma sacar al aire tal oscuro episodio no era muy grato para ella. Tomó los palillos con más fuerza que de costumbre, a segundos de romperlos, estaba intranquila, necesitaba voltear la situación y cambiar el tema.
—Eres nueva, pero te llevas bastante bien con los guapos de la clase —dijo Kei en tono de burla.
—Y dices que soy yo la curiosa —se quejó Ami, haciendo puchero—. Nanami es muy linda, de seguro fue por eso.
—La verdad es que…—se quedó pensando un poco, ¿Sería buena idea contarles que vivía bajo el mismo techo con ellos? ¿O tan solo le causaría más problemas?
Ami y Kei se le quedaron viendo atentas a lo que ella respondería, lo que la obligó a reaccionar pronto. Sacudió bruscamente su cabeza para despertar mientras buscaba la respuesta justa y precisa.
—Tan solo…hay que ser amable —se encogió de hombros, definitivamente era pésima para improvisar.
Las mujeres en gran parte, son muy envidiosas, y quizás para Nanami no sería adecuado contar eso, ya que podría despertar los celos de parte de sus compañeras. Continuaron conociéndose más hasta que el almuerzo concluyó. El resto de la clase transcurrió rápido y grato hasta que dieron las cuatro de la tarde. Nanami y sus nuevas amigas caminaron hacia la salida, para su suerte, todas vivían cerca de la escuela.
— ¡Hermanita! Vayámonos juntos —le gritó Mizuki quien estaba acompañado de Kurama y Tomoe.
¿Hermanita? Se escuchó por los murmullos de toda la escuela. Ella estaba roja como un tomate y completamente aturdida, mientras Ami y Kei la observaban con perplejidad.
— Al parecer se llevan más que bien —le dijo Ueshima a la cohibida castaña.
—Lo-lo siento, me iré con los chicos…se los prometí en la mañana, adiós —con el alma a centímetros de su cuerpo, Nanami corrió en dirección a los chicos para reunirse con ellos.
Estaba pálida y muy avergonzada, ya en su primer día de clases todos sabían de ella como si llevaba un año o más. Su nombre de seguro se escucharía por todo el colegio al menos durante un mes. Siguió el paso de sus convivientes que iban bastante acelerados.
—Me alegro por ti querida hermanita, has conseguido dos amigas el primer día y son muy lindas —la felicitó Mizuki, como si fuera un padre orgulloso—. ¿Le has dicho que vives con nosotros?
— No —respondió cortante—. ¿Podrías llamarme por mi nombre? No soy tu hermanita…
— Es que se escucha tan tierno cuando te digo así —se acercó peligrosamente hacia ella y estiró sus mejillas como dos gomas de mascar.
Tomoe se interpuso entre los dos de forma inesperada, y como de costumbre, con una expresión molesta.
—Dejen de perder el tiempo, nos están retrasando. Además será la primera y última vez que te acompaño para que no te pierdas, campesina —advirtió con un tono altanero, sin ni siquiera posar sus ojos sobre ella. Luego de un desprecio siguió avanzando.
— ¿Campesina? Eres un grosero —y hasta el momento no había notado, que Tomoe no era capaz de llamarla por su nombre, o más bien, no le importaba en absoluto. Endureció sus puños bajo la rabia que sentía y caminó acelerada hasta alcanzar el ritmo del arrogante peli plateado.
— Que inconsecuente eres Tomoe —le reprendió Kurama, quien recién se integraba a la conversación. Nanami lo miró con ilusión, cuando ya pensaba que los tres eran unos atrevidos, el pelirrojo rescataba sus antiguas expectativas, o al menos así pensaba.
—Gracias, Kurama —dijo Momozono, con un leve sonrojo en sus mejillas.
— ¿No ves que le ha dolido dejar su tierra campestre y tú le recuerdas su origen? —agregó como si no se diera cuenta de lo que decía, su condición de caballero se había mantenido en perfecto estado, hasta eso.
Idiotas, pensó ella antes de comenzar el plan de ignorarlos por el resto de la tarde. Definitivamente no entendía a los hombres, su poca delicadeza al decir las cosas, o mejor dicho su ausencia de. Lo peor, es que era tan solo el primer día junto a ellos, y ya se sentía colmada. El resto del camino lo siguieron en pleno silencio, a ratos Kurama y Mizuki intercambiaban una que otra palabra, pero no eran suficientes para interrumpir el sigilo de su caminata.
[…]
Llegaron a la casa y cada uno fue a su habitación. Mikage aún no llegaba del trabajo, así que Tomoe preparó la cena como todas las noches para ocupar bien su tiempo. Al mismo tiempo, Nanami decidió aprovechar que todos estaban en lo suyo para ocupar el baño. Se desprendió de sus prendas y esperó que el agua estuviera lista, la casa de Mikage poseía el típico lavado tradicional japonés como si se tratara de una terma. Se dio una ducha algo extensa mientras navegaba en sus pensamientos, luego de media hora entró calmosa a las aguas para evitar fuertes cambios de temperatura.
—De haber sabido que tendría que compartir techo con un chico tan desagradable como Tomoe, quizás me hubiera quedado a vivir en la calle —reflexionó bajo el constante humo que salía.
Se sentía muy agradecida con Mikage, de forma que, tampoco podía pensar de esa manera. Palmeó su frente como si se castigara por decir eso y trató de ver las cosas de forma positiva. Apoyó su nuca sobre uno de los bordes de la enorme tina para dejar caer el gran peso que sentía sobre su cabeza. Su cuerpo estaba casi inmóvil, y su respiración se acortaba poco a poco. Un molesto dolor en su pecho impedía que pronunciara una palabra más, dejó reposar sus cuerdas vocales y lentamente fue cerrando sus ojos por el exceso de humo.
En la cocina, Tomoe ya había terminado con sus tareas. Los llamó a todos para que bajaran a cenar, pero algo lo inquietó un poco, no escuchó en ningún momento la irritante voz de esa muchacha. Husmeó por los pasillos pero no encontró nada. Subió al segundo piso con la certeza que la encontraría en su cuarto, pero tuvo peor suerte. En ese preciso instante recordó el baño, un tanto alarmado corrió hacia tal cuarto y comenzó a golpear.
— ¿Chica campesina? ¿Estás adentro? —estuvo golpeando un buen rato, pero no recibió respuesta. Aunque su avanzado olfato pudo sentir un extraño olor que provenía del baño.
Sin dudar, retrocedió unos centímetros y con toda su fuerza derrumbó la puerta. Al quitar este obstáculo comenzó a salir humo por todas partes, entró con rapidez buscando a la joven aún más preocupado. Llegó hasta la bañera y divisó unas burbujas que provenían desde abajo del agua. Metió ambos brazos lo más diligente que pudo y la alzó hacia arriba, estaba desmayada a causa de las altas temperaturas dentro de ese espacio encerrado. La tomó entre sus brazos y revisó su pulsación, la cual hasta el momento estaba en buenas condiciones.
A los pocos segundos se dio cuenta que Nanami estaba completamente desnuda. A ojos cerrados y mejillas coloradas dejaba caer uno que otro cabello mojado sobre su rostro y otro pegado a su cuerpo. Se quitó la camisa que llevaba puesta y se la puso encima para evitar malos entendidos, volvió a cargarla y la sacó del baño llevándola a su cuarto.
Tomoe avisó que cenaría más tarde, y se preocupó solamente por la salud de su compañera. Preparó té para retomar su temperatura y esperaba sentado atentamente hasta que ella logró despertar. Por su expresión seguía perdida, se levantó atontada y con miedo miró hacia todas partes, notando que no se trataba de un territorio conocido.
— ¿Dónde estoy? ¿Qué me paso? —notó la húmeda camisa blanca apegada a su cuerpo y comenzó a desesperarse. Se trató de levantar bruscamente pero tal efecto hizo que recayera, siendo sujetada por el peli plateado.
— No seas tonta, sufriste un desmayo en el baño y te saqué de ahí…será mejor que descanses —la obligó a recostarse y le dio el té que le preparó.
Estaba totalmente apenada ¿estar semi desnuda frente al hombre más odioso que existe? De seguro tendría un montón de razones para molestarla por su pecho plano, u otras cosas, pensó.
—Acaso…—pausó temblorosa—. ¿Me viste sin ropa?
Pero no obtuvo respuesta, para peor, el mostró sentirse incómodo con esa pregunta. Lo que incrementó aún más las dudas de Momozono.
—Eres un…pervertido —sentía tanto bochorno, que tan solo podía pensar lo peor de él.
— ¿Eso crees? —se aproximó de forma peligrosa hacia ella, otra vez. Se acomodó en la cama quedando a milímetros de distancia, respirando sobre su boca—. Quizás si…me aproveché un poco.
Tomoe recibió una enorme bofetada por parte de Nanami, debido a esa supuesta declaración.
—Que simple eres, puedo inventar que hice cualquier cosa y tú me creerás…tan solo porque no me conoces —le lanzó una toalla grande y seca sobre su cara.
—Es verdad, no lo conozco…—pensó—. De todas maneras, gracias por sacarme de ahí.
El de ojos azules se le quedó viendo sorprendido, casi incrédulo ante el intento de amabilidad por parte de la castaña.
— ¡Hermanita! ¿Estás bien? —Mizuki entró como una madre preocupada a la habitación sin tocar siquiera. Tras de él apareció Kurama y Mikage con la misma curiosidad.
—Sí. Creo que dejé calentar mucho el agua, no volverá a pasar.
—Gracias Tomoe, por cuidar de Nanami —le agradeció Mikage a su ahijado.
Como de costumbre, el no respondió nada. Tomó uno de sus polerones y se lo volvió a lanzar en la cara a Nanami para que se cubriera esa camisa medio pegada a su figura y se retiró a recalentar la cena.
—Ya le di las gracias, así que espero llevarme bien con él algún día —mencionó la castaña con añoro.
—Es un buen muchacho, aunque no lo demuestre. Ya verás que muy pronto te sorprenderá lo muy amable que puede llegar a ser —Mikage siempre hablaba maravillas de Tomoe, y era porque lo conocía más que nadie.
Y ya había notado algo de esa oculta amabilidad, después de todo, la había rescatado. Se cubrió con la prenda del muchacho y entró un poco más en calor luego de beberse el último sorbo de su té.
[…]
Al otro día…
— ¡Lo siento! —exclamó Nanami con voz agitada, llevaba su uniforme puesto de forma desordenada y el cabello algo despeinado.
Los chicos habían avanzado una gran cantidad de calles decididos a no esperarla por un nuevo atraso esta mañana.
—Si quieres seguir nuestro ritmo debes poner la alarma a una hora más prudente—le sugirió Kurama.
—Hermanita, deberías arreglar un poco tu aspecto…—Mizuki se acercó a ella y ordenó su chaleco abotonado a la mitad—. Ayer te hiciste muy buena fama con los chicos, sería decepcionante verte así.
Ella se le quedó viendo atónita, definitivamente el joven no tenía pelos en la lengua, aun así lo decía de forma amable. Se dejó arreglar por él y alzó la vista para observar a Tomoe que la veía de brazos cruzados.
—No pierdan más el tiempo, vamos —dijo él, actuando completamente indiferente al caso de Momozono.
Los dos muchachos se encogieron de hombros e hicieron caso la orden de su amigo dejando atrás a la joven con greñas, quien retrocedió asustada unos cuantos pasos al notar que Tomoe se le aproximaba repentinamente con una expresión seria. Quedó frente a ella y llevó su mano desocupada a su rostro, Nanami pudo sentir lo suave y tersa que era su piel, cerró sus ojos y disfrutó por un par de segundos aquel contacto. Luego guió sus finos y delgados dedos a los desarmados cabellos castaños de la joven, los peinó y arregló con delicadeza. Ella sorprendida mientras veía como los demás se alejaban de ellos dos, notó como lentamente su cabello tomaba forma.
De cierta forma, sentía un leve cosquilleo cerca de su nuca cuando los pequeños cabellos rosaban el cuero cabelludo por causa del tacto propinado por Tomoe. Respiró profundo y trató de ocultar lo más que pudo que realmente lo estaba disfrutando.
—Ahora estás mejor. Espero que no me causes más problemas —luego de dejar su cabello desenredado y perfecto, les siguió el paso a sus amigos, dejando un poco atrás a la castaña.
Nanami se tocó su pelo y lo comprobó por ella misma, ni bien captó como lo hizo, pero se veía bastante concentrado en el momento. Sonrió para ella sola como una boba y aceleró el paso para caminar junto a él.
—Oye, Tomoe…—le susurró ella, con voz traviesa y un tanto retraída.
— ¿Huh? —se volteó.
—Gracias…
Tomoe sonrió con malicia.
—No es nada, ya me pagaste…cuando te vi en el baño —dijo con maldad y siguió su camino con aires de victoria.
El rostro se Nanami se ruborizó por completo, sentía como un cálido aire salía por sus orejas como un tren a vapor. Se cubrió ambas mejillas con sus palmas y giró la cabeza en negación una y otra vez tratando de convencerse de que lo que dijo era tan solo una de sus tantas provocaciones ¿Pero será verdad? De todas formas, cuando ella recuperó el conocimiento estaba con una camisa de Tomoe.
—Eres un depravado…maldito degenerado—le lanzó una hoja de papel vuelta pelota sobre la cabeza del peli plateado.
— ¡Ha! ¿De verdad crees que alguien podría excitarse con eso? —se acercó nuevamente—. Para tu información, detesto a las chicas con pechos pequeños…
Y por inercia, ella se los cubrió pudorosa.
— ¿Qué es lo que quieres decir?
— No tienes atractivo sexual —fue lo último que dijo, antes de acelerar aún más su paso y ser inalcanzable para ella. Ni siquiera se volteó para decirle tal insulto.
— Maldito…imbécil, estúpido Tomoe…me las pagarás —maldijo Nanami entre dientes.
Continuará…
Bieeen, eso sería por hoy ^^ espero que haya sido de su agrado, por lo general actualizo seguido dependiendo de cómo vayan mis estudios pero dejar una historia tirada jamás!
Comentarios, dudas, quejas xd, todo bien recibido. Que estén todos muy bien.
Saludos!
