Amor nacido del fuego

En el reino de crystal…

Una joven de larga cabellera castaña ondulada, ojos azules, piel blanca, labios de corazón y de una esbelta figura qué traía un vestido muy corto de hileritas por los hombros. Tenía una mano por el pecho, tocándose el corazón miraba muy triste la ventana de su cuarto.

-¡princesa Ángela!-dijo una voz entrando a la habitación haciendo qué la princesa regresara de sus pensamientos.

-buenos días Penélope… ¿se te ofrece algo?-dijo la princesa volteando a ver a su sirvienta qué se mantenía en reverencia.

-su padre la llama… quiere qué baje a desayunar con el-dijo la sirvienta levantando el rostro hacia Ángela.

-iré en cuanto me vista… gracias por avisarme-dijo la princesa volteando a ver su vestido tendido en la cama junto a su corona.

Penélope hizo reverencia de nuevo y abandono la habitación.

Al estar sola de nuevo Ángela miro de nuevo la ventana suspiro y en un susurro para sí misma dijo:

"heart life ¿eh?".

Se encamino hacia su vestido color morado de peto en forma de corazón, una cinta negra atada a su cintura y miles de brillos en el bajo del vestido, la corona era sobretodo de diamantes. Mientras se vestía pensaba en aquella leyenda qué le habían contado, aquella qué dice sobre un cristal muy poderoso llamado heart life. Un cristal con el poder de hacer todo; sanar, matar, construir y destruir.

En el reino de landscape…

Un muchacho de cuerpo muy formado, ojos verdes, cabello negro rizado, piel morena y labios carnosos. Tenía un traje de esmoquin pero, en vez de moño en el cuello llevaba una corbata de rayas. El muchacho bajaba las escalaras resonando zapatos.

Llego a un gran comedor donde estaba una mujer muy guapa pero ya grande de edad, al llegar el joven se acerco a la mujer, está se limpio con un pañuelo la boca y le beso la mejilla. Seguidamente se sentó a su lado y una joven sirvienta se acerco a él haciendo reverencia.

-buenos días príncipe Alexander, ¿desayunara ahora?-pregunto la joven.

-si Adela-dijo Alexander con voz seria.

-deberías ser más amable con nuestras doncellas hijo solo quieren darnos un buen servicio-dijo la mujer.

-madre, solo quiero dar a entender… -dijo Alexander pero su madre la interrumpió.

-lo sé hijo mío pero soy una reina y nada joven ¿acaso tardaras mucho en darme un par de nietos?- dijo la reina comiendo un pedazo de melón con un tenedor qué había en su plato.

-madre apenas tengo veinti dos años-dijo Alexander colocándose una servilleta en sus piernas.

-¡hijo! Hay muchas doncellas anhelantes de ser tu princesa solo tienes qué elegir una- dijo la madre volviendo a comer otro bocado.

-bueno es qué ninguna… -iba a decir pero su madre lo interrumpió.

-¡hijo no me vengas con esas cosas ahora! Todas las madres sabemos qué es lo qué buscan los jóvenes de ahora, y si es preciso dime y te traigo a las más bellas de landscape-dijo su madre moviendo el dedo anular haciendo qué enfrente del príncipe aparecieran miles de fotos.

-si sabes qué odio qué uses magia frente a mi ¿no?-dijo Alexander protestando.

-hijo no te molestes, lo sé. Eso solo qué quisiera verte casado pronto-le dijo su madre cruzando sus dedos.

-y yo deseo lo contrario, ya qué todas las "doncellas" como tú le dices llamar, son más bien unas buscadoras de corona-dijo el tomando con los dedos un pedazo de sandia en vez de usar tenedor.

-vamos hijo mío admito qué es verdad sobre lo de las doncellas pero y tu… ¿magia? ¿Nunca planeas usarla?-pregunto la reina picándole a lo qué más amonesta a Alexander.

-no-fue lo único qué dijo.

-pero hijo… parte de ser rey depende de tu magia… recuerda qué, solo los de la familia real tienen el don de la magia más poderosa qué existe… y usar la magia te ayudara a cuidar, curar y proteger más a tu futuro reino-dijo su madre en protesta.

-basta yo no deseo, ni nunca… ¡usare mi magia!-dijo el aporreando sus manos en la mesa para luego arrimar su silla y subir velozmente las escaleras.

-¿retiro el plato del joven mi señora?-se acerco una sirvienta.

-no lo tires, llévaselo a su recamara… seguramente ahí es donde se fue-dijo la reina también levantándose de su silla para salir al jardín real.

-de acuerdo mi reina-dijo la sirvienta haciéndole una reverencia cuando paso a su lado.

La reina salió a tomar aire puro, el jardín era realmente… mágico, todo ahí lo era. Lleno de mariposas, flores, césped, árboles frutales y un pequeño lago.

La reina se acerco a un manzano, tomo una manzana y la mordió.

-hijo mío… me gustaría saber la razón por la cual te niegas a usar tu magia, eres incluso más poderoso qué yo… ¿será por… la muerte de tu padre? Pronto la usaras quieras o no… siento algo maligno por venir-dijo para ella misma suspirando el aroma de la naturaleza.