Año 2000

Mientras surtía la larga lista de supermercado que probablemente no consumiría, me llamo la atención una chica rubia unos años más joven que yo. Ella era hermosa, nueva en la ciudad y una ladrona, si lo que acababa de ver no era una equivocación. La observe un momento. Ella se paseaba en los pasillos y simulaba ver con detenimientos los productos, pero disimuladamente con la mano izquierda metía dulces en la bolsa de su chamarra. Cuando la perdí de vista decidí que no era mi problema y seguí con lo mío.

Casi me olvidaba del incidente cuando me estrelle con la chica rubia. Por su culpa golpe un estante y casi caí al suelo. Se disculpó e intentó alejarse rápidamente. Al pasar la mano por el bolsillo de mi chaqueta me di cuenta que estaba vacía. La furia me lleno y para cuando me di cuenta estaba tomando a la rubia por el brazo.

-He visto lo que has hecho en los pasillos y sé que tomaste mi cartera. Créeme es mejor que la devuelvas antes de que te metas en problemas- le dije en el mejor tono amenazador que podía conseguir

-Yo no sé de qué estás hablando- intento seguir su camino pero no se lo permitiría

-Mira niña este es un pueblo pequeño, todo el mundo se conoce y no será nada bueno que se sepa que una forastera ha robado en una de sus tiendas favoritas. Si es una especie de broma o quieres llamar la atención de tus padres esta no es forma de hacerlo.

-No tienes idea- saco mi cartera de su mochila- Aquí tienes, no quiero problemas- la lanzó el pequeño cuadro de piel que tenía casi cien dólares en efectivo y varias tarjetas de crédito. Por la fuerza apenas tuve tiempo de agarrarla

-¿Y lo que has tomado?

-Eres una perra- siseo antes de vaciar la mochila y sus bolsillos, aunque en su mayoría eran golosinas, también había tomado una barra de jabón, toallitas húmedas, un desodorante y otros artículos de primera necesidad.

-¡Vaya!- no solo estaba sorprendida por la cantidad de cosas que había tomado, sino por lo que eran

-Bueno ahí está todo, ya estará contenta- sus ojos se llenaron de lágrimas

-¿Necesitas todo eso?- fue cuando me fije en la ropa desgastada que llevaba, la chaqueta era demasiado delgada para el invierno. La chica no lucía del todo saludable, parecía que no había dormido o tomado una ducha en varios días

-No es de tu incumbencia- contestó hosca

-¿Dónde vives?

-Qué te importa, ya regrese lo que tome. Ahora déjame en paz

-Te propongo algo, pagare por tus cosas si me cuentas como fue que terminaste en esta situación.

-No me interesa

-Mira puedes tomar mi oferta y ahorrarte un par de problemas o seguir con lo que ibas a hacer esperando que no te atrapen, tu decisión.

-Bien- tomo las cosas de mala gana aventándolas en mi carrito, así como un par más de frituras y chocolates

No tardamos en salir de la tienda. Ella no quitó su expresión irritada ni por un segundo, lo que la hacía parecer aún más joven. Se subió con cierta desconfianza a mi coche. La lleve a la mansión que era de mis padres, pero paso a ser mías luego de su fallecimiento. Aun no me acostumbraba a la idea de que ahora era yo la propietaria. Tampoco me gustaba estar sola en aquella gran casa, quizá esa era la razón por la que había llevado a una completa desconocida conmigo.

-¿Todo eso es tuyo?- pregunto con admiración

-Sí- le respondí cortante aunque ella no pareció ofenderse, estaba demasiado distraída observando su alrededor

-Pensé que tenías dinero no que eras dueña de la ciudad

-No lo soy- pero parecía que no le importaba lo que le decía- Ahora me dirás porque estabas robando en la tienda- tenía la intención de que fuera una pregunta, pero salió como una orden

-Bien… no tengo familia, soy huérfana, me escape hace unos meses de mi última casa de acogida. Pensé que las cosas serían fáciles en un pueblo como este pero ya vi que no.

-Lo siento mucho

-No ha sido tu culpa- tomo la bolsa donde venían las cosas que compre en la tienda- Ahora será mejor que me vaya. Gracias por todo

-¿Por qué no te quedas?

-Puedo arreglármelas sola

-Solo pasa la noche aquí. Comeremos algo, podrás tomar una ducha y descansas en una cama

-¿Y qué vas a querer a cambio?- me cuestiono con desconfianza

-Nada, pero me vendría bien algo de compañía

-Eres muy bonita estoy segura que cualquier chico querría hacerte compañía… y algo más si los dejas- añadió lo último con tono sugerente

-¿Aceptas o no?- esa chica no tenía filtro

-¿Eres una psicópata o algo por el estilo?

-Si lo fuera ¿crees que te lo diría?

-Buen punto- extendió la mano- Soy Emma por cierto

-Regina… Regina Mills

-Bonito nombre

La acompañe a la planta superior, le mostré el cuarto donde se quedaría, le indique que podía usar la lucha mientras preparaba la cena. Cuando termine de darle indicaciones la deje en la habitación para que se pusiera cómoda, mientras yo bajaba a la cocina para preparar la cena. Me reprendí por ser tan confiada, por lo que sabía Emma no tenía nada que perder y ese tipo de gente era peligrosa. Pero la soledad a veces nos hace cometer locuras. Emma bajo casi media hora después su aspecto en general había mejorado, aunque la desconfianza en su mirada persistía. Usaba la misma ropa, pero de alguna manera encajaba menos que antes.

-Gracias, por dejarme tomar un baño, me siento como nueva

-No hay problema, si quieres puedo prestarte un pijama y podemos lavar la ropa que traes puesta

-Es mejor así- respondió luego de dudar un poco

-Como prefieras- sabía que era mejor no presionar- ¿Puedes sacar unos platos del estante a tu derecha?

-Sí, no hay problema- puso lo que le pedí a mi lado, mientras ella comenzaba a husmear mi cocina- Vaya tienes una gran reserva aquí Mills- dijo mientras examinaba los vinos que ahí había

-Eran de mi padre. Él los coleccionaba- me acerque a Emma- Estos dos se sirvieron en la boda de mis padres, el favorito de cada uno

-Parecen muy costosos- silbo sorprendida la rubia- ¿Este parece más algo que yo tomaría?- señalo una botella barata que desencajaba totalmente entre la colección

-Ese fue el primer vino que me ha gustado, no es de los mejores, pero mi padre pensó que sería buena idea tener una botella. Era una especie de broma

-Tú papá suena como un tipo cool. ¿Dónde está él?

-Él murió- su muerte aun dolía

-Vaya lo siento mucho- se movió incomoda

-Yo también- coloque las botellas en su lugar para dedicarme a servir los platos

Como si de una realización se tratará me pregunto sorprendida -¿Quiere decir que realmente vives sola en este lugar?- abrió los brazos en un movimiento amplio- Pero es obvio que alguien como tu viva aquí

-¿Qué quieres decir?- le espete antes de sentarnos a la mesa

-Estas acostumbrada a esto. Seguro eres de las personas que gastan miles cuando salen de su casa y si se quedan en un hotel no aceptan nada menos que cinco estrellas

-Realmente tienes muchos prejuicios- le dije aunque no estaba tan equivocada

-Por lo menos espere a ver tu casa y saber tu nombre

-¿Eso te parece suficiente?

-Muchas veces lo es

-Para tu información sólo conservo el lugar porque así lo querían mis padres antes de morir. Querían que hiciera buenos recuerdos aquí y pudiera formar una familia

-¿Y qué tal va eso?

-No es de tu incumbencia- no me había dado cuenta de que el agarre en los cubiertos se había apretado hasta que Emma miro de soslayo- Es un tema delicado que preferiría no tratar

-Tú casa, tus reglas

-Gracias

Esa fue la primera de muchas noches incomodas, luego todo empezó a mejorar. Nos llegamos a conocer, así ella respetaba mis límites y yo los suyos. Emma consiguió un trabajo como camarera para la Abuela, comencé a considerarla una amiga. Quizá fue la soledad la que me llevó a confiar demasiado pronto en una chica que apenas conocía, pero lo hice. Por eso cuando tres meses me desperté para encontrar que se había ido algo dentro de mí se rompió. Lo que no sabía es que aquella sólo sería la primera vez que Emma me lastimaría.