¡Bienvenidos! Al instituto "SAN KEN" por favor adelante, vayamos a mi oficina. Un hombre de gruesa contextura, y poco cabello se dirigía a una pequeña familia que esperaba en el vestíbulo. -¿señor Tendo? Por favor sígame, niñas ustedes también vamos no tengan miedo-. -Como podrá ver señor Tendo el edificio tiene más de 700 año de construcción fue construido durante el periodo sengoku con el fin de…
Detrás de los dos hombres se encontraban las tres hijas de Soun Tendo, Kasumi, Nabiki Y Akane.
Luego de un par de minutos llegaron a la oficina del señor Tora, administrador y director de la escuela "San Ken" una oficina espaciosa y poco cálida en el centro un pequeño escritorio lleno de adornos extravagantes, y por los costados enormes archivadores todo debidamente ordenado y puesto en su lugar, una pequeña ventana es lo único que alumbra esa fría oficina.
-señor Tendo, tengo entendido que el tribunal ha ordenado el ingreso de su pequeña hija-
- Si señor Tora, pero solo es hasta que se aclare la situación- precisa Soun algo nervioso
-Muy bien, solo necesito que rellene estos formularios y el ingreso será de inmediato, los dejo para que se despidan- el director se levanta del sillón de cuero café mientras avanza hacia la salida, despidiéndose de la familia con una pequeña reverencia.
-Señor Tendo, chicas, es un placer haberlas conocido- desvía su mirada hacia Akane, la menor de las hermanas -señorita Tendo, abajo esta la guardia por favor apenas se despida de su familia baje, allí se le darán todas las instrucciones- cierra la puerta tras de él dejando a toda la familia en un profundo silencio.
Akane ya no daba más de la tristeza, porque tenía que ocurrirle a ella, no era una mala persona, solo algo rebelde, ¿quién no es rebelde a su edad? Se preguntaba ella misma, definitivamente no era mala, como podían acusarla de algo tan grave, ella quería a Shinosuke, no sería capaz de hacerle daño, pero es que en verdad no recuerda nada, todo sucedió tan rápido.
-por favor Papá. No me dejes aquí- unas pequeñas lagrimas se asoman por sus hermosos ojos café –te juro que yo no hice nada-
-Hermana, te prometo que yo encontrare al verdadero culpable, y te sacare de aquí- Nabiki se acerco a la menor de las hermanas –solo tienes que ser fuerte Akane- un abrazo, eso es lo que necesitaba Akane y Nabiki no dudo un segundo en dárselo mientras le susurra palabras de aliento, porque Nabiki Tendo no se rendiría, ella conocía a su hermana y sabe que no sería capaz de cometer semejante barbaridad, es por eso que se prometió a si misma que encontraría al o los verdaderos culpables y los haría pagar con todo el poder de la justicia.
-Akane- Kasumi, la hermana mayor que se había mantenido callada hasta el momento tomo a Akane con todas sus fuerzas esperando así poder trasmitirles todo el amor y apoyo. –Cuídate, en cuanto podamos te llamaremos- le brindo la más cálidas de las sonrisas y acariciaba su cabello.
-Akane, hija- desde lo ocurrido, el patriarca de la familia era incapaz de mirar a su hija a los ojos y eso a Akane le dolía mas que el hecho de que la acusaran.
Soun Tendo, viudo, padre de tres hermosas hijas, artista marcial reconocido en todo Japón y el mundo, entrenado en condiciones extremas, y dueño de un Dojo que ha pasado de generación en generación por su familia, si el mismo que ha enfrentado situaciones inexplicables, que enfrento como todo un guerrero la muerte de su querida esposa, que se hiso cargo de sus hijas cuando apenas eran unas niñas, si, el no sabía cómo actuar frente a su hija, su pequeña Akane, la única que había heredado su gusto por las artes marciales, la que brillaba por su humildad y simpatía, claro en este último tiempo actuaba más extraño de lo normal, pero a esa edad quien no cambia, apenas tenía 16 años, llegadas tardes a casa, fiesta con sus amigas, largas conversaciones por teléfonos, chicos, nada del otro mundo y toda adolecente pasa por eso, le toco vivirlo con Kasumi, y por supuesto con Nabiki también, por que habría de ser distinto con Akane, y el estaba preparado para eso, pero para lo ocurrido recientemente, no, eso no se lo esperaba, confiaba en su hija más que en su propia vida, pero como reaccionar ante tal situación.
-Akane- repitió con seguridad, tomo sus manos entre las suyas –yo… yo, confió en ti- la miro tiernamente –saldremos de esta, no te preocupes- Sonrió como nunca antes, si en estos momento lo que más necesitaba su pequeña era su apoyo, y el no dudaría en entregárselo.
-Adiós pequeña, cuídate mucho-
-Adiós Akane- un beso en la frente por parte de Kasumi
-Bye hermana, y ya sabes yo te sacare de aquí- sonríe Nabiki
