Summary: Porque todos aquellos que cometen pecados sin arrepentirse a tiempo se ganan un lugar en el infierno de Dante, mientras peor, más profundo, más al centro. Porque los pecadores nunca acaban en paz y están condenados al sufrimiento eterno.
Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Sir Arhur Conan Doyle y de la serie de la BBC Sherlock. Sólo parte del argumento es de mi autoría creado con el único fin de entretener y cultivar la escritura.
Este fic participa del Reto "Pecados Capitales" del foro "221B Baker Street".
Nota de autora: Este en mi primer fic puramente de Sherlock. Espero haberlo hecho bien xd Además, tomé la siguiente acepción para desordenado, que aparece en las definiciones de 4 pecados:
2. adj. Que sale del orden o ley moral.
Todas las definiciones son tomadas del DRAE.
Infierno: siete pasos más cerca del centro
1
Soberbia
1. nf. Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.
Sherlock Holmes es un hombre inteligente, manipulador de emociones y brillante al momento de simularlas, pero irónicamente, poco docto al tratarse de las propias y reales. Cometió un error irreparable. Su condena. Pecó de soberbio. Expulsó a John Watson de su vida, utilizando su duelo y depresión como aliño a la coartada. Lo hacía todo más creíble. Su blogger lo había ayudado sin saberlo. John estaría orgulloso al ver sus logros en estos dos años.
"Sherlock..." lo llamó Mycroft, antes que el detective cruzara la puerta. "No vayas esta noche al restaurant."
"¿Por qué no?" se mofó él, su escudo en alto.
"Está con alguien, Sherlock." dijo sin más. Sherlock contuvo su aliento un segundo, liberándolo inmediatamente.
"No veo la relevancia. Adiós, Mycroft."
"¡Sherlock...!" pero Sherlock no siguió escuchándolo.
Más tarde deseó haberlo hecho.
Creyó que ese alguien sería como las anteriores, corrientes, aburridas, hermosas e idiotas. Pero ésta sólo cumplía con una de esas cualidades. Mary simpatizó de inmediato con él, prometiéndole hablar con John. Ningún insulto, ninguna mala mirada (exceptuando la primera impresión, entendible), ninguna interrupción, una sonrisa verdadera inclusive como despedida. Increíblemente, estaba de su lado. ¿Por qué? Porque es la elegida, murmuró una voz en su cabeza, recordando el anillo que sobresalía en el bolsillo delantero de John. Lo había visto la primera vez que se acercó a él. La soberbia lo había picado otra vez. Está deprimido, así que apresúrate y dile que estás vivo, cortará con ella y volveremos a casa.
Sherlock no era mala persona. Simplemente no lograba comprenderse y hacerse entender. Y por ello era más fácil encerrarse en sí, suponiéndose mejor que otros, leyéndolos desesperados porque sino, giraría sus ojos a sí mismo, y le aterraba las deducciones que fuese a encontrar.
Por ello le fue tan fácil pecar de soberbio.
Palabras: 300
