NA: Hola! Simplemente quería aclarar que sitúo este fic dentro del cannon con dos pequeñas excepciones:

Draco y Astoria Malfoy tienen una hija antes de tener a Scorpius: Aurora Malfoy, del mismo año que Dominique Waesley, y Astoria Greengrass no es sangre pura (no se menciona si es o no, así que me tome la libertad de hacerla mestiza).

El resto de las cosas mencionadas en los libros las respeto, toda la información que sea ajena a ellos no la consideré para escribir este fic.

Disfruten y si les interesa manden una crítica, siempre se aprecia.

Disclaimer: Harry Potter no es mi propiedad intelectual, lo unico que me pertenece son los personajes originales y esta historia

I. Prefacio: de como conocí a mis amigos.

Creo que hay momentos importantes en la vida, querido lector. Y no hablo de cosas inevitables o totalmente naturales, como nacer, o quienes son tus padres, o si tus ojos son claros u oscuros; no hablo de cosas determinantes como tu nombre o clase social. Tampoco hablo de las oportunidades y circunstancias que dividen en dos tu futuro, de las decisiones importantes, como que carrera seguir, donde trabajar, si comer o no ese quinto pedazo de pizza.

No, yo hablo de los momentos formativos. De las experiencias que llenan tu ser, imborrables de tu alma, las memorias que te transforman en esta persona de hoy. Las vivencias que sirven de respaldo para tus decisiones, el combustible para pasar tus determinaciones y definir como responder cuando el universo te golpea la cara.

Quizá estoy siento muy parcial, lo que sucede es que mi vida sería significativamente distinta sin estos momentos. Te pido disculpas querido lector si no me estoy explicando bien. Simplemente estoy intentando entender todo lo que está pasando ahora, y necesito recordar algunas cosas para poder darle sentido.

Todo se remonta al día que conocí a mi primo, a Dominique y a Victoire; el día que mi padre me llevo con él a un lugar donde nunca había ido, a la casa de alguien a quien nunca habían mencionado. Hoy no podría imaginar mi vida sin las tardes que pasé en el jardín de los Tonks. Momentos importantes como venía diciendo.

Mis padres se iban en un pequeño viaje de "trabajo". No entendía porque me llevó allí específicamente (por supuesto que hoy es más que claro), podría haberme dejado en casa de mi abuela, donde habría tenido unos días como muchos otros: aprovechando el consentimiento de la madre de mi padre, quien siempre tuvo una debilidad conmigo.

Recuerdo haberle preguntado a papá si las hojas producían sombras antes de caer, si funcionaban como el árbol que abandonaban y recortaban, aunque sea por un segundo, pedazos de sol en su descenso a la tierra. Papá estaba algo extraño pero contesto como siempre lo hacía: con una sonrisa: "No estoy seguro Rory, podríamos hacer un experimento cuando volvamos para descubrir que pasa". Siento que disfrutaba mis preguntas curiosas porque le recordaban que mi infancia fue radicalmente mejor que la suya.

Hoy no tengo recuero del intercambio inicial entre Andromeda y mi padre. Sé que casi no habían interactuado, sé que mi padre debe de haber estado nervioso y la Señora Tonks sorprendida. Casi puedo imaginarlo, mi padre parándose bien derecho y subiendo la mandíbula, como cuando está nervioso; Andromeda dejándonos pasar con una mano y ojos resguardados, siempre presentes en situaciones extrañas o en preguntas incómodas. Recuerdo estar fascinada por la casa de los Tonks, había una interacción extraña entre los artefactos muggle y los mágicos: Un tarro de polvos flu en la mesa junto al teléfono, comics Muggle junto a un número del Quisquilloso, con imágenes de elfos en movimiento. Tan distinta a la casa de mis padres en Londres, que era más muggle que esta, o la de mi abuela que era más mágica. Observaciones importantes para una niña de 5 años.

Mientras mi mente exploraba ese living ignoraba las cosas que sucedían fuera. Mi madre me contó que fueron días peligrosos, no tanto como los de la guerra por supuesto, pero si difíciles. Especialmente para nuestra pequeña familia.

Lo que sí retuve en mi mente a la perfección fueron los tres niños que entraron corriendo desde el jardín. Uno de unos ocho años con pelo violentamente turquesa y con algunos agujeros entre los dientes; una niña rubia mayor que yo que fue arrastrada por el primero dentro de la casa con el ceño fruncido, y la última, más pequeña que los otros, riendo, con cabello rubio, más claro que el de mi padre, cayendo hasta sus hombros.

Que fácil que era hacer amigos a esa edad. Andromeda apenas si tuvo tiempo de explicarnos que Teddy y yo éramos primos antes de que explote el alud de preguntas y respuestas entre nosotros cuatro, mientras jugábamos en el jardín. Discusiones importantes, por supuesto: Porqué el cabello turquesa, si los comics eran mejor que los libros, si me gustaba cantar, animales preferidos.

No me faltaban amigos en la escuela, pero me fascinaron estos niños que eran tan no-muggles como yo, aunque viviese casi sin contacto con la sociedad Mágica. No lo sabía en ese momento, pero estaba conociendo a quienes iban a ser de las personas más importantes en mi vida, quienes iban a liberarme de mi misma años más adelante.

Ignoraba también la razón del viaje de mis padres, el peligro del que me estaban ocultando brevemente en la casa de alguien con quien tenían poca relación.

Esa fue la primera de muchas veces que me quede con Teddy y su abuela. Ellos tres se terminaron convirtiendo en mis primeros Gran amigos. Eran simplemente geniales, con Teddy compartíamos varias pasiones: como leer y pintar. Victoire tardó un tiempo en ablandarse conmigo, pero en ella encontré una amiga con las mismas ansias de aprender y saber que yo.

Y Dominique. Dominique siempre fue especial para mí.

De mi misma edad, ella echa de clores claros y serenos, yo con pelo azabache y ojos grises, ella fuego impulsivo y yo acciones inseguras. Éramos un equipo, Teddy y Victoire, Rory y Dominique. Nos complementábamos bien, yo hacía las preguntas y ella nos ponía en movimiento para encontrar la respuesta. Siempre curiosa, siempre activa, siempre me aceptó, aunque mi padre haya sido un Mortífago, aunque nuestras familias se llevaran mal, aunque yo…

… eso ya no importa ahora, querido lector. A veces las cosas cambian, pero las memorias siguen teniendo peso.