¡Una alerta y un favorito en mi otra historia!Gracias, muchas gracias jo ste ,...Como escritor novato me ha hecho mucha ilusión. Espero que encuentres esta historia también de tu agrado. Besos.

Mas que un niño: Rebeldía juvenil y CPS terroríficos

Llevaba dos malditos días en el motel al que Sam los había llevado. Sus heridas estaba mejor y su mente aburrida a la muerte. Sam trabajaba incansablemente para encontrar como volver a Dean a su verdadera edad y como librarse de la marca. Ambas cosas debían ir unidas, pensaba Sam. Estaba deseando recuperar a su hermano, que si ya era irritante en sus treinta y tantos años, le sacaba de quicio en su forma actual.

El adolescente no parecía poder estar quieto, en silencio, sin la música a todo volumen o sin molestar a Sam con bromas y súplicas de juegos.

Además había surgido un posible caso por la zona, lo que les había impedido volver al búnker.

Mientras Dean devoraba un saludable desayuno de cereales con leche, después de una pelea con Sam sobre su obstinación de hacerle comer alimentos saludables para su edad, y haber jurado y perjurado que necesitaba su dosis habitual de cafeína. Cosa que Sam dudaba mucho dado el nivel de hiperactividad que desplegaba. Había puesto morritos y se había negado a desayunar, poniéndose los cascos y cantando en voz alta. Al final los rugidos de su estómago habían ganado la batalla y se estaba zampando con gusto los cereales que había jurado que odiaba hace un rato.

- Una nueva víctima, un cuerpo imposible de identificar ha aparecido quemado, al parecer por combustión espontánea. No se han encontrado acelerantes ni razón por la que el cuerpo ha ardido. Y es el tercero en este mes. Todos han aparecido en las cercanías del cementerio local de Wesscity. Podría ser algún tipo de ritual. - se levantó y pasó el periódico a Dean.- Voy a vestirme y a ver si saco algo en claro del cadáver.

- "Foy fontigo Fammy"- dijo Dean- con la boca llena de cereales con leche.

- Voy a hacerme pasar por federal Dean

- ¿Y? Puedo ser tu ayudante- contestó Dean limpiándose la boca con la manga.

- Amigo, no podrías pasar ni por el hijo del ayudante. Tendrás que quedarte aquí.

- Joder Sam. Puedo cazar, lo sabes. No aguanto màs aquí encerrado.

- He dicho que no Dean.

- Te has vuelto un puto mandón ¿Sabes perra?

- Bueno. Tú eres un puto niño Dean. ¿Qué quieres que haga idiota?

- No soy un niño, solo lo parezco. Y sabes que a los 14 años ya era un cazador.

- Eso no quiere decir que me parezca correcto Dean. Nunca estuve de acuerdo con nuestro padre en eso.

- Al menos papá no me controlaba todo el tiempo - dijo Dean con cara enfadada y cruzando los brazos.

- Eso es porque nunca estaba.

- ¡Saaaam! - se lamento Dean con un puchero y se dejó caer en la cama. Tenía ganas de hacer una pataleta. Pero se contuvo, era lo que faltaba para que Sam siguiera tratándolo como un crío. Y en cierta manera se sentía un crío, tenía que reconocer que no solo su cuerpo había sufrido un cambio, su personalidad, su mente, su forma de actuar,... también habían cambiado.

Sam salió del cuarto de baño todo trajeado y cogió su identificación falsa.

- Lo siento hermanito. Sabes que me gustaría contar con tu ayuda. Pero tal y como están las cosas es imposible - Dicho eso salió y giro la llave.

- ¡Increible! Me deja encerrado- Se lamentó un indignadisimo Dean- Pero no es fácil atrapar a Dean Winchester, hermano.

Recordando que Sam comentó la posibilidad de asesinatos rituales, decidió ir a investigar al cementerio de Wesscity, donde se hallaron los cadáveres, a la búsqueda de posibles restos de algún ritual satánico. Cogió su pistola y su cuchillo dispuesto a salir por la ventana. Pero antes de salir decidió dejar una nota a Sam diciéndole dónde iba. Aunque estaba enfadado con él no quería darle un ataque al corazón si volvía y se encontraba que no estaba. En el fondo comprendía su preocupación y sobreprotección aunque le irritaba sumamente. Si la situación fuera a la inversa él actuaría de la misma manera.

Ser ligero tenía sus ventajas y Dean se deslizó sin problemas por el canalón cercano a la ventana.

Sam examinaba el cadáver, o más bien los restos que quedaban de él. Era imposible una identificación de ningún tipo sin ningún ADN que comparar. La piel totalmente quemada impedía conseguir cualquier huella digital, los dientes, pelo,ojos, uñas,... habían desaparecido. En realidad era más bien un revoltijo de carne y huesos machacados que un cadáver.

- Ni siquiera he podido precisar una edad aproximada, adulto por el tamaño, pero nada mas- dijo el forense tapando la desagradable visión- Ni causa de la muerte, ni nada … Es,... como intentar identificar una vaca analizando una hamburguesa.

- ¿Ha habido desaparecidos en la zona que pudieran ajustarse a los restos encontrados?- Preguntó Sam, con la voz un poco distorsionada por las nauseas que le había producido la espantosa visión.

- Aún así sería difícil tarea, pero no. No hay desaparecidos en la zona en época reciente- aseguró el médico forense.- Pero, esto, aunque no lo parezca, es un cuerpo humano. ¿De quién? Imposible saberlo. Esperemos que la vigilancia que se ha establecido en el cementerio de algún resultado. Si no este caso está tan muerto como este pobre desgraciado. - Aseguró señalando a la sábana que cubría los restos.

- Gracias doctor- Se despidió Sam dándole la mano.

Bueno, aparte de un estómago revuelto no había conseguido mucha información, pensó Sam. Mejor dirigirse a la biblioteca a ver que podía encontrar. Pasaría a por Dean y,... No mejor no. Si un Dean de mal humor era ya insoportable, un Dean adolescente y cabreado le ponía los pelos de punta. Además su hermano nunca se había caracterizado por su paciencia para la investigación, y no recordaba verlo sentado estudiando en sus años jóvenes…. Después de la biblioteca volvería al motel con hamburguesas y tarta para cenar. Eso mejoraría su humor. Dicho y hecho Sam dirigió el Impala a la biblioteca.

Dean había conseguido llegar al cementerio, un ratito a pie y otro caminando. No llevaba una puta moneda encima para el autobús. Maldijo su suerte pateando las piedras que encontró en su camino, las manos en sus bolsillos vacíos, pero ahí estaba. Si algo caracterizaba a un Winchester de cualquier edad era la testarudez. Miró a todos lados y no vió a nadie en los alrededores. Así que trepó por la valla que rodeaba al cementerio y se coló dentro.

Todavía estaban las barreras policiales que señalaban el lugar donde apareció el último cuerpo, así que no tuvo dificultad para hallar el sitio. Se acercó estudiando el entorno, vio unas huellas negras como de largos dedos en las lápidas cercanas, se acercó a observarlas. Le recordaban algo, pero ahora no podía precisar…. Espera si, … parecían huellas de stringa. Se estremeció al recordarlo, los casos con niños le afectaban profundamente. Pero los cuerpos no eran de niños al parecer, por lo que ponía el periódico, que, aunque no determinaba la edad, hubieran mencionado ese hecho. Y el "modus operandi" no cuadraba en absoluto. Las strigas no destrozaban el cuerpo de sus víctimas, solo se alimentaban de su fuerza vital.

Con estos pensamientos atravesó el cordón policial y se agachó en la zona quemada que debió rodear el cuerpo, buscando algo significativo que le diera una pista. Pero no tuvo tiempo:

- ¡Policia, chico! ¡Las manos en alto!- gritó una voz

Dean se incorporó y se giró despacio para encontrarse tres hombres que le apuntaban con sus pistolas. Posiblemente policías de incógnito, o quizás no, pero Dean no se iba a quedar a averiguarlo. Rápidamente saltó la barrera y corrió hacia el muro, oía pasos detrás y gritos de alto. Pero no dispararían a un niño, o al menos, eso esperaba. Ya estaba casi llegando al muro y preparándose para saltar, cuando alguien le hizo un placaje en las piernas lanzándole al suelo, Dean intentó liberarse pateando a su agresor, pero pronto tres adultos mucho más grandes que él le tenían bien sujeto.

- !Me ha pateado en la cara, el hijo de puta!- dijo el que le había agarrado primero, limpiándose la sangre de su labio partido. Se miró la sangre en la mano y dió un fuerte capón a Dean con el puño cerrado- ¡Te va a caer encima todo el peso de la Ley, mocoso!

¡Ay! - exclamó Dean al recibir el golpe en la cabeza- Bueno, eso ya me ha caído encima, creo. - dijo con una sonrisa burlona, ya que el hombre, al parecer policía vestido de jardinero, tenía algo de sobrepeso.

- ¡Callate listillo! - le dijo otro hombre poniéndole las manos a la espalda y esposandolo- ya podrás ejercitar la lengua en comisaría. ¡Vamos!- dijo arrastrando a Dean por el brazo.

Dean fingió indiferencia mientras le metían en el coche policial camino a la comisaría, pero por dentro no estaba tan tranquilo. ¡Lo había jodido bien! Sam le iba a matar, bueno, matar no pero castigar sin postre seguro. Vaya manera de demostrar sus capacidades de cazador, siendo el cazador cazado…. ¡Vaya, eso tenía gracia: el cazador cazado! y se le escapó una risita.

- Riete mocoso- le dijo el policía "jardinero" que, al parecer, no le perdonaba la patada- Ya llorarás en comisaría.

Dean pensó en responderle, pero por una vez, raro en él, se mordió la lengua a tiempo. Mejor no complicar más las cosas. No sabía muy bien que contar en comisaría. No podía llamar a Sam como adulto responsable de él o le descubriría como falso agente del FBI, y eso era un delito. El todavía no tenía edad penal en este estado y no había hecho realmente nada. Cerraría la boca y tendrían que soltarlo, o esperaría la ocasión de escapar.

Llevaba horas respondiendo con vaguedades a miles de preguntas y estaba verdaderamente harto:

- No, no voy a ningún instituto, No, no hay ningún adulto que se ocupe de mi. No, no recuerdo donde nací ni tengo familia. Si, vine solo a este pueblo. Si, haciendo autostop, Si, me meti en el cementerio para divertirme,...- Repitió Dean por milésima vez.

- No te voy a soltar hasta que me cuentes la verdad chico. De momento vas a pasar la noche en la celda.

El comisario suspiró y se pasó la mano por la cara. ¡Maldito crio! No había manera de sacarle nada. Bueno, una noche de celda y sin cena quizás le soltase la lengua y mañana se levantara mas hablador. No podía hacer nada más, era un menor y mañana debería llamar a los Servicios Sociales que se harían cargo de él.

Joder pensó Dean, que tío mas plasta. No le había dejado solo ni un minuto y si le metía en la celda no iba a poder escapar. Sam debía estar volviéndose loco. Bueno, él conocía las leyes y le tendrían que liberar. Bueno, ponerle en manos de los Servicios de menores. Pero escapar de esos pardillos sería tarea fácil. No era la primera vez que se encontraba en una situación parecida, aunque hace muchos años de ello.

Ya que tenía que pasar la noche en la cárcel esperaba que la cena no fuera verdura. Aunque con el hambre que tenía no le iba a hacer tampoco ascos.

En ese momento llamaron a la puerta del cuarto de interrogatorios y un policía anunció:

- Funcionarios del CPS, señor comisario. Preguntan por el chico que detuvimos en el cementerio. Dicen que deben llevárselo.

- ¡Cómo cojónes se han enterado! - refunfuño el comisario- Pues si que son competentes. Bueno, que se le va a hacer. Quita las esposas al chico y diles que se lo lleven.

- Si, señor.

Al fin una buena noticia, Dean sonrió mientras se frotaba las muñecas. Le llevarán a una residencia para menores y escapar será un juego de niños. Esta noche estaría con Sam.

Poco sabía el pobre Dean que había salido de las brasas para caer en el fuego y recibió a los dos funcionarios con una sonrisa.

- ¡Ya era hora chicos! ¿Qué hay de cena?

...Continuará