Disclaimer: Todo lo que reconozcas es propiedad de Cassandra Clare.

Aviso: Este fic participa en el reto de octubre "Parabatai" del foro "Idris: el hogar de los cazadores de sombras" .


Lucian siente el abrazo frío de la noche sobre su piel. Está solo, abandonado por aquellos que consideraba amigos, compañeros. Abandonado por su parabatai. Aquella persona por quien él habría dado su vida, le había dejado allí para que acabase con su vida ahora maldita.

Valentine, aquel chico atractivo y carismático que había conseguido que él se sintiera parte de un grupo, que se sintiera querido por esa extraña familia, le había cedido amablemente su cuchillo para que acabase con esa penosa vida que le esperaba ahora como subterráneo.

Lucian sonrió irónicamente. Él, un subterráneo. Uno de los mismos que había provocado que Valentine, tras saber como había muerto su padre, se convirtiera en ese desconocido que ahora era tanto para él como para Jocelyn. Uno de los que habían conseguido que Valentine actuara de una manera tan visceral que las ideas que en el pasado le habían llamado tanto la atención, ahora le provocaran repulsión.

Piensa en Jocelyn, sabe que ella le echará de menos cuando su cuerpo comience a pudrirse en el bosque sin que nadie sepa que está ahí. Sabe que Valentine se encargará de informar al resto. Espera que Jocelyn, al menos ella, llore por su destino.

Juega con el cuchillo de doble hoja entre sus manos viendo como la luz de esa luna, que aún no está llena, crea reflejos que brillan sobre un tronco cercano. Ha sido temible ver la frialdad en los ojos de Valentine cuando le otorgaba su daga. Una frialdad tan calculadora que había conseguido hacerle replantear si verdaderamente quería acabar con su vida.

Casi parecía que Valentine quería hacerlo desaparecer del mapa. A él, quien había sido su lugarteniente hasta aquel momento en el que la luna había vuelto realidad lo que Lucian había intentado autoconvecerse de que sería una herida sin importancia como tantas otras que se había hecho peleando contra los subterráneos.

Y Valentine siempre había estado ahí para él, en ese vínculo aún más fuerte que el de hermano. Uno al lado del otro a pesar de lo distintos que eran, luchando de una manera tan eficaz que incluso llegaban a parecer la misma persona siempre que estaban ante un demonio o cualquier otro enemigo que se pusiera por delante de ellos.

Lucian se deja caer en el suelo. No es que no tenga el valor para acabar con su vida, es que no ve un motivo válido para hacerlo. Sabe que acabando con su vida, lo único que conseguirá es que Valentine no tenga otra persona que le plante cara cuando su viciada ideología llegue al punto de no retorno.

Huirá, conseguirá que Valentine crea que está muerto y luchará contra él desde el bando que él más de una vez ha intentado odiar. Pero por el momento, lo único que quiere es venganza.

Se enfrentará al licántropo que le ha convertido, si muere luchando, entonces será cuando su parabatai no tendrá ningún freno que evite la locura que quiere cometer. Si gana, luchará contra el que una vez fue su hermano.

Lucian tira el cuchillo sin mirar para él dos veces y comienza a correr en la dirección contraria. Él ya no es Lucian Graymark, no desde el momento en que Valentine, la persona en la que él más ha confiado durante años, le ha abandonado allí.

Valentine Morgenstern, al abandonarle allí, a pesar de todo el dolor y frío que siente en su corazón, ya no es su parabatai.