Antes que nada muchas gracias por tomarte unos minutos para leer mi historia, espero que te guste.

Digimon no me pertenece al igual que ninguno de sus personajes ni situaciones, pero esta historia sí.

La noticia

Los ojos de cada uno de ellos se encontraban puestos sobre ella mientras hablaba. Todos presentían que lo que estaban a punto de escuchar no iba a ser algo bueno; su voz al solicitar la reunión se los había dicho. Sin embargo, las palabras que pronunció ante ellos eran de lo más alejadas a cualquiera de las conjeturas que sus compañeros pudieran haber hecho desde su llamada. La sorpresa fue inmediata, ruidosa, unánime y, cuando fue comprendida, causante de gran tristeza en todos. Pero nadie sufría tanto como ella. Sus ojos estaban clavados en el suelo, empeñados en retener las lágrimas.

-Pero… ¿Por qué? – Exclamó la que se había convertido en su mejor amiga.

Ella se mantuvo en silencio, le costaba mucho mirarlos sabiendo que pronto dejaría de hacerlo.

-¿Segura que no es sólo una opción que plantearon? – Preguntó un chico de castaño cabello enmarañado.

Ella sólo negó con la cabeza.

-No es justo… -Dijo la voz del chico más joven del grupo. – Apenas podíamos comenzar a salir en grupo juntos durante las vacaciones… -Bajó la mirada, y la mano de su hermano se posó sobre el hombro del pequeño en un gesto de consuelo.

Todos guardaron silencio, desviaron la mirada, pensando en las implicaciones, buscando realmente comprender lo que sucedía, o sucedería. Ella se mordió el labio, juntando el valor para hablar sin soltar las lágrimas. Lo logró después de unos momentos.

-Ellos…- Comenzó con voz baja, y los ojos de los demás se posaron nuevamente en ella.- Ellos piensan que… lo que pasó en Odaiba… Es demasiado peligroso para mí… Y… Por eso…

Se detuvo al sentir su voz quebrar. Todos bajaron la mirada nuevamente. Claro. Era de esperarse. Lo que había pasado, las batallas en el mundo digital y el real, realmente eran algo que había afectado las vidas de muchos japoneses, principalmente a las familias de todos y cada uno de los niños elegidos. No resultaba una razón de poco peso para que un par de padres, sobre todo un par de padres tan protectores como los de ella, decidiera alejarse lo más posible del lugar; y después de todos, todos se habían mudado años atrás por una situación demasiado similar.

Pero eso no significaba que fuera menos triste e inesperado.

Para su mejor amiga, Sora, resultaba casi incomprensible cómo es que se separaría de su mejor amiga. Nunca había sido buena en relacionarse con otras chicas, su gusto por los deportes, y hasta cierto punto desinterés por la ropa y apariencia física, no le dejeaban muchos temas de conversación con las demás chicas. Claro, todas sus compañeras eran buenas y amables con ella, y ella las apreciaba a todas, pero no fue hasta que conoció a la joven Tachikawa, cuando comenzaron aquella aventura, que comenzó a hacerse realmente cercana a otra chica. Incluso había comenzado a desarrollar cierto estilo de vestir más femenino gracias a Mimi. Se había convertido en casi una hermana por quién se preocupaba y quien se preocupaba con ella. Mimi la quería como era y el sentimiento era mutuo. Pero ahora se iría…

Taichi no podía creer que una del equipo se fuera, y más a aun que no fuera nada más y nada menos que la princesa del grupo. No siempre había congeniado con ella, ya que sus personalidades e intereses eran bastante diferentes. Ella tenía cierta propiedad y delicadeza que a él le faltaba; él siempre actuaba antes de pensar y ella se guiaba por sentimientos. Pero era lo que la hacía tan agradable, y habían logrado tener una amistad divertida y cariñosa a pesar que a él se le escapaban ciertas sutilezas que parecían necesarias para la castaña.

Koushiro, claro, sentía la partida de su compañera con un poco más de profundidad, ya que compartían un poco más y pasaban más tiempo en compañía del otro gracias a que estaban en el mismo grado escolar. Ella siempre había resaltado en el grupo de la escuela, y en su grupo de digi-elegidos no había sido la excepción. Siempre atraía las miradas y la atención de todos, y, a pesar de que las computadoras y el estudio muy a menudo absorbían toda su atención, aquella chica lograba distraerlo a veces. Muy a menudo la chica se quejaba que la ignoraba y no le prestaba atención, lo que a veces terminaba con Koushiro disculpándose, bajando la pantalla de su laptop, y prestando unos minutos de su atención a las pláticas de banalidades que tanto le gustaban a ella.

Los pequeños sufrían también el prospecto de perder a su amiga. Además de sus hermanos, Mimi era probablemente la digi-elegida con quien más podían platicar, reír y bromear. Ella siempre jugaba con ellos y compartía su infantil diversión cualquiera que fuese. Takeru había conectado con la chica desde su llegada al digimundo. Habían compartido ciertas debilidades al comienzo, de las cuales se fueron deshaciendo con el pasar de su aventura, pero ella siempre se había mantenido cercana a él. Era casi una hermana mayor. Hikari, al integrarse al grupo, había descubierto que compartía una sensibilidad con la chica del sombrero vaquero que no lograba compartir con muchas otras personas, o quizás con ninguna. Al igual que Sora se había convertido en un prospecto a seguir, aunque cada una de una forma diferente.

El superior Joe, por una vez, dejó de preocuparse de su futuro académico, al darse cuenta que estaba a punto de separarse de una chica a la cual había terminado por admirar. Ella siempre había sido alegre, y aunque al principio era siempre un problema al grupo cuando se quejaba, había madurado significativamente. Su tiempo viajando juntos, separados de todos los demás, le había abierto los ojos a la personalidad tan candorosa de la chica, cuya pureza e inocencia lo habían cautivado, como había sucedido con aquél gran grupo de digimons que se unieron a ellos en su batalla contra Piemon. Si incluso el corazón amargado y frío de Ogremon se había derretido ante la chica, ¿qué se podía esperar del suyo propio?

Yamato, aunque nunca había sido el tipo de chico que expresaba sus sentimientos, no sentía menos que sus compañeros. Mimi había demostrado, al comienzo, ser una carga para el grupo equiparable a tener a un niño tan pequeño como TK con ellos. Claro, Takeru era su hermano, por lo que hacía todo lo posible por mantenerse al cuidado de él y evitar cualquier inconveniente, pero esta chica a veces se había quejado como si fuera aún más pequeña que su hermano. Pero, aun así, al igual que había sucedido con todos, ella se había ganado un lugar especial en su corazón. Se había dado cuenta que un lado protector hacia ella había despertado en algún momento en el digimundo, quizá porque ella era sensible, delicada, y parecía necesitar atenciones constantes… En otras palabras, como había escuchado a Taichi llamarla alguna vez, era una princesa. Gran parte de su aprecio por la chica había nacido al ver la cercanía y cariño que había surgido entre ella y TK, lo que propiciaba que pasaran mucho tiempo uno al lado del otro. Era común, y bastante agradable, verlos reír y jugar juntos, ella siempre lograba que Takeru estuviera feliz. Además, Cuando Taichi había desaparecido, ella fue la última en separarse de él y su hermano menor, y habían pasado bastante tiempo juntos. Se había acostumbrado a ella, y jamás hubiera esperado sentirse tan… ¿vacío? cuando ella también, por fin, se separó y los dejó solos. Claro, nadie sabía que había sentido aquello, ni siquiera Takeru, y se había dicho varias veces que ese sentimiento había sido sólo por haber sido la última en irse, y hubiera sentido igual así hubiera sido cualquier otro del grupo, después de todo, eran sólo niños. Pero sin duda, aunque se lo hubiese negado a sí mismo, su alegría y sonrisa siempre lo hacían sentir extrañamente mejor. Se había dado cuenta de esto mientras crecían, pero no era fácil decidirse a ponerle nombre a ese sentimiento.

Aunque ahora, ni él ni nadie podían ver aquella sonrisa. Sólo una mirada vidriosa clavada en el sueño, unas manos temblorosas que jugaban con la orilla de su blusa, casi nerviosa, pero no era difícil darse cuenta que era una forma de intentar contener las lágrimas. Yamato, en otra situación, hubiera sonreído ante la idea que la señorita Tachikawa ahora tratara de contener las lágrimas, en vez de hacer un escándalo. En vez de eso, frunció el ceño, inexplicablemente molesto de ver aquella expresión en la chica. Sin embargo, todos los demás compartían el triste semblante.

Sora se acercó a ella.

- Ánimo, Mimi… – comenzó – Quizá realmente no vaya a suceder, aún queda un poco de tiempo, y quizá cambien de opinión.

Sora tomó una mano de la chica entre las de ella, y le sonrió tiernamente como sólo ella sabía. Taichi se unió al mensaje de optimismo, dando un paso hacia el frente y colocando una mano sobre el hombro de ella, quien siempre inspiraba querer verla feliz.

- ¡Claro! Quizás incluso nosotros podamos hablar con tus padres, y decirles que ya todo está bien y no hay necesidad que te vayas. –Él le sonrió alegremente, tratando de traer el sol a la oscura conversación.

Mimi lo miró y una pequeña sonrisa, aún triste, se formó sobre sus labios. Ella sabía que las palabras tenían buena intención, pero también sabía que sería imposible.

-Sí…- Asintió, se había prometido no llorar.

-Seguro que no habrá problema si hacemos eso. – Trató de sonreírle el superior Joe.

- ¡Sí! Si se dan cuenta que no hay razones para que te vayas, seguro te dejan quedar con nosotros. –Takeru caminó hacia ella y estiró una mano para tomar la mano libre de la dueña de la insignia de la Pureza quien tomó la de su pequeño amigo con firmeza.

-¡Sí! – Se unió Hikari, sonriendo con suavidad, esperanzada.

- Además, no tienes de qué preocuparte. Como Sora dice, es probable que no te vayas, y aún si así fuera, jamás dejarías de tener tu lugar entre todos. – Dijo Koushiro también acercándose. No era la clase de chico que dijera algo tan subjetivamente positivo y sensible, pero la chica y la situación lo requería.

- ¿De verdad? – dijo ella en un sollozo. Se había prometido no llorar.

Yamato los miró, todos se habían acercado a ella mientras le aseguraban que no habría forma de que ella dejara de ser parte de ellos. Los necesitaba. Ella lo pedía aún sin pedirlo. Sin duda los quería cerca todo el tiempo que pudiera. Él también se acercó.

- Claro… - Dijo el mayor de los rubios, sin pensarlo realmtente. Su mirada se había suavizado, al igual que su voz, aunque no la inquietud y pesar que sentía en su pecho. – Nosotros te esperaremos… Todo el tiempo que sea necesario. –No sabía de qué venían esas palabras, no era su forma común de expresarse. Pero, sin duda, su cualidad, la cual le había ganado la insignia de la Amistad, hablaba por él en ese momento. Eso debía ser. Pero entonces, ¿por qué sentiría sus mejillas enrojecer? No, eso no importaba. – Aunque realmente tuvieras que irte, siempre estarás aquí, con nosotros…

Los ojos azules de su amigo se posaron en ella, y las lágrimas la obligaron a romper la promesa que se había hecho. Sora y los demás sonrieron ante las palabras del chico. Sí, sin duda, era su cualidad de buen amigo la que hablaba, y hablaba con las palabras que todos habrían querido decir. Pero a Mimi no le importaba la razón.

-Claro,- terminó por agregar Sora, mientras la miraba, y sonreía a pesar de ver las lágrimas de su amiga correr, porque tenía que sonreírle a su amiga, para intentar hacerla sentir mejor – siempre estarás con nosotros, Mimi.

Todos asintieron, Sora la rodeó en brazos, y Mimi correspondió el abrazo con una mano, sin soltar con la otra la de TK. Comenzó a llorar, silenciosamente, tratando de hacerse a la idea, mientras uno a uno los elegidos se acercaban sólo para apoyar una mano en su brazo, hombro, o espalda, para que ella supiera que estaban todos allí.

Sólo Yamato no se acercó a tocarla. Muchas ideas peleaban en su cabeza. La noticia lo había molestado, entristecido y hundido en una confusión que sentía oprimiéndolo, pero que a su corta edad no entendía.

Mimi, en cambio, se sumía en una profunda tristeza al saber que, a pesar de las palabras de esperanza y las sonrisas de sus amigos, su destino estaba sellado. Todas las amistades que había creado durante una aventura tan maravillosa y peligrosa como la que habían compartido en el digimundo, y todos los sentimientos que había desarrollado por cada uno de sus amigos, los sentimientos que tenían nombre y los que aún no, los que tenía hacia humanos y digimons, y todos sus recuerdos, y la oportunidad de crear más ahora tendrían que llegar a un fin prematuro. No quería irse. No quería dejarlos. No quería alejarse a un lugar donde no conocía a nadie, y no quería olvidarlos ni que la olvidaran. Rogó, rodeada por sus amigos, que por favor, no tuviera que irse…

¡Hola! ¡Muchas gracias por haber leído mi fic! Tiene años que no escribía y mucho menos publicaba algo, pero espero que te haya agradado~

Me encantaría saber qué te parece este comienzo en un review o comentario, sea bueno, malo, queja, crítica sugerencia o pregunta ^w^

Gracias nuevamente y ¡nos vemos el próximo capítulo!