El doppelganger: Juego de Espejos
"Nunca mires a un doppelganger a los ojos"
Prefacio:
La linea entre la verdad y la mentira
Era un día espectacular. El sol brillaba como no lo había hecho en una semana, la grama parecía más verde que nunca y la suave brisa jugaba con sus cabellos.
Pero era un día lleno de tristeza.
—Ella era una gran promesa. Llena de amor por la vida, de alegría, de determinación… Siempre dio lo mejor de sí misma, no solo como ninja, sino como ser humano, como mujer…
Sasuke observaba la fotografía de su compañera.
Ella tenía una sonrisa radiante que parecía ajena a los problemas, de esas que a él tanto le enervaban los nervios. ¿Cuándo se había sacado esa fotografía? Se preguntaba una y otra vez, ¿Antes de la guerra, cuando él era un renegado? ¿Le dedicaba esas sonrisas a alguien más en su ausencia? ¿Eran reales? ¿O, había sido después de la guerra, cuando el regreso a Konoha? ¿Estaba feliz por él? ¿Había olvidado todo el sufrimiento del campo de batalla? ¿Eran falsas?
El discurso de la Hokage llegaba como un murmullo hasta sus oídos, a pesar de tenerla frente a él, pero eran palabras que ni siquiera merecían ser oídas. Eran vacías, un cascaron para proteger lo que la Hokage realmente sentía. Sasuke levanto la mirada hacia la mujer rubia, sus ojos castaños tenían ojeras y su piel lucia pálida, pero su expresión era inalterable. Recitaba las palabras aprendidas de memoria con una indiferencia que nunca la había caracterizado, mostrando, solamente, la solemnidad que un Hokage debía presentar ante un subordinado.
Sasuke quiso reírse de la estúpida actuación. Él la había visto derrumbarse en su oficina al conocer la noticia, les había gritado, lo había golpeado; y finalmente, al creerles, había llorado de la forma que él nunca sería capaz de hacerlo.
¿Por qué lo hacia? Todos conocían el afecto entre alumna y maestra, ¿Por qué mentirse de esa forma?
El discurso termino y era el momento en el que cada uno de los presentes colocaba una flor frente a la tumba de la chica
Los padres de Sakura fueron los primeros. Sasuke apenas y habia estado con ellos un par de veces en su vida y mirando el dolor en sus rostros, desvió su mirada a Naruto, que estaba a su lado, sintiéndose intruso en el momento íntimo en el que unos padres se despiden de su hija.
Pero la imagen de Naruto no le ayudo a cambiar sus pensamientos.
El rubio permanecía taciturno, cabizbajo y las lágrimas viajaban por sus mejillas en completo silencio. Sasuke casi lo prefería armando un escándalo que en esa forma. Y a su otro lado, podía escuchar a Ino hipando sin parar.
No había ni un tan solo lugar al que podía mirar sin sentirse un mirón del dolor ajeno. Todos lloraban la perdida de una amiga, de una compañera, de una alumna, de un familiar.
Entonces, ¿Por qué él no lo hacía? ¿Acaso no tenía ninguna afinidad con la kunoichi? ¿Qué habia sido Sakura para él? ¿Le dolía su perdida? ¿O acaso estaba tan acostumbrado al dolor que no sentía diferencia alguna, o tal vez, tenía un caparazón igual a Tsunade?
Naruto regreso a su lado y con él, llego su turno de colocar la flor. Avanzo con pasos lentos y decididos, la forma en la que siempre caminaba; su rostro era serio e inexpresivo y sus ojos estaban clavados en la fotografía de la chica. Escucho como los murmullos a sus espaldas comenzaron y algunos llantos se hicieron más potentes, recordando, con ello, que él ya había llorado la muerte de su compañera.
La historia de que Uchiha Sasuke había llorado al encontrar el cuerpo de Sakura, corrió como pólvora por todo el pueblo. Y él se había convertido en el personaje vivo de una trágica historia de amor.
No sabía si matar a Naruto o a Kakashi por correr el rumor, y sabía que huir tras las paredes de su mansión de las miradas lastimeras que todos le ofrecían solo aumentaba las habladurías sobre su supuesto estado depresivo.
Le parecía hasta cómico como podían trasmutar los hechos.
Si acaso él y Sakura habían tenido una historia, esa había terminado más rápido de lo que había empezado.
Sonrió al detenerse frente a la tumba. Y se dio cuenta que la razón por la que no podía llorar era, porque él no había perdido a nadie.
Era una de las cinco personas que sabían que el cuerpo de Sakura no estaba en ese lugar, y de esas era el único que podía asegurar que aún seguía viva.
Él la sentía viva, de una forma inexplicable podía hacerlo. Era la misma sensación que tenía en el bosque cuando ella lo guio entre la neblina, solo que esta vez el llamado era más débil y no podía ver con claridad el camino a seguir.
Era ilógico como una semana atrás todo el asunto le habría parecido absurdo. Personas dentro de los espejos, bosques encantados, sexto sentido… Era totalmente ridículo, pero ahora él era parte de eso, había dejado una brecha abierta y era momento de que su lucha personal comenzara.
Se agacho y miro la flor blanca en sus manos. Era una …., como las que Sakura siempre colocaba en el hospital cuando uno de sus amigos se encontraba herido, de las mismas que le había colocado a él cada día sin falta, aun después de su traición.
Es curioso que sea la primera flor que te entrego, ¿no? – Dijo en su mente, mientras se levantaba y leía la lápida – Haruno Sakura.
Soltó un suspiro y coloco las manos en sus bolsillos, girando elegantemente sobre sus talones y volviendo a su posición.
Se quedó de pie, mientras todos seguían avanzando. Con su vista clavada en el piso y sus pensamientos removiéndose sin parar, viajando desde su niñez hasta el momento actual, recordando momentos que creía enterrados, removiendo emociones olvidadas. Sus ojos se elevaron levemente, dirigiéndose a la parte antigua del cementerio. Las voces de sus familiares volvieron a resonar en su cabeza…
—Sasuke…
—Sasuke…
—¿Eh? ¿Qué es lo que miras Teme? – Naruto le dio una pequeña sacudida en el hombro. Sasuke volvió a la realidad y rápidamente negó con la cabeza.
—No es nada.
—Te hemos estado llamando. – le informo Naruto.
Sasuke miro un poco más atrás de Naruto, topándose con los chicos de la academia reunidos. Alzo una ceja hacia el rubio y espero por una explicación.
—Solo nos acompañaran a casa. – dijo Naruto encogiéndose de hombros.
—No necesitamos escolta y mucho menos a ellos. – gruño, pero fue lo suficientemente alto para que los chicos escucharan.
—¿Qué sucede contigo Uchiha? – Kiba se acercó y la tensión entre los dos chicos se volvió palpable.
—¿Tengo que decírtelo? – Sasuke desvió ligeramente su vista hacia la tumba y todos los chicos se revolvieron incomodos.
—No eres el único, ella también era nuestra amiga.
—Por supuesto Hyuuga. Sus acusaciones solo fueron una peculiar forma de demostrarlo.
—Sasuke, ya déjalo…
—No, Naruto. Solo porque ha muerto la han perdonado… siempre es de esa forma. Solo son una bola de hipócritas.
—Está bien. Nos hemos equivocado – rugió. Kiba, acercándose aún más a Naruto y Sasuke, los demás se mantenían tensos mirando de uno a otro sin parar. – pero por supuesto que al señor perfección, nunca le ha pasado. – agrego con sarcasmo.
—¿Te estas comparando con un sucio traidor? – Kiba se quedó sin palabras, y al igual que el resto de los presentes, no movió ni un musculo. Sasuke por otro lado, sonrió con arrogancia, detallando los rostros compungidos de cada uno. – Hmp, eso pensaba.
Sasuke comenzó a caminar atravesando el grupo de personas y sintiendo la mirada de cada uno de ellos clavada en su cuerpo.
—Tu sabias algo. – dijo de repente Kiba, cuando él ya lo había dejado atrás. – Estabas bastante seguro que esto sucedería.
Con una rapidez envidiable, y sin que nadie pudiera hacer nada para detenerlo. Sasuke se lanzó hacia Kiba, logrando encajarle un puño en el pómulo, que lo derribo. Las chicas soltaron un grito lleno de sorpresa, escucho a Naruto llamándolo y los chicos se apresuraron a detenerlo antes de poder dar otro golpe.
Pero fue Sai el único que logro bloquearlo, sujetándolo por el brazo.
Sasuke lo miro por una fracción de segundos. El rostro del artista estaba contraído y negó con la cabeza casi imperceptiblemente.
—Suéltame. – ordeno.
Sai lo hizo, y con la arrogancia marcando cada una de sus acciones, Sasuke se acomodó la ropa y miro despectivamente a Kiba, que aún estaba en el suelo.
—No intentes culparme, solo para acallar a tu consciencia.
Volvió a reanudar su camino y esta vez nadie se preocupó por detenerlo. Una vez salió del cementerio, apresuro su paso. Su mal humor parecía irradiar de su cuerpo, ahuyentando a cada persona que pasa cerca de él. Fue hasta que estuvo a unos pasos de su casa que se dio cuenta de los pasos apresurados que lo seguían y que Naruto lo estaba llamando.
—¿Qué te ocurre? – Naruto lo jalo del hombro, haciéndolo girarse y encararlo. – Solo intentan ser amables.
—Ya es tarde. Tal vez con su ayuda, hubiéramos llegado a tiempo.
—¡¿Pero si ni siquiera querias decírmelo a mi?!
—Entonces, no te hubieras entrometido asi no habría perdido tiempo buscándote. – Naruto lo miro incrédulo por unos segundos, antes de soltar un grito lleno de frustración, llevándose las manos al cabello.
—¿Por qué haces que todo sea mas difícil? Acaso no ves que esto es lo suficientemente malo como para seguir así. ¡Son nuestros amigos…!
—Tus amigos. – lo corto Sasuke, con su típico monótono. – Yo apenas los conozco.
—Y con esa actitud solo me tendrás a mí.
Sasuke se encogió de hombro, restándole importancia, y la verdad era que no le interesaba la amistad de ninguna persona. Se dio la vuelta y dio los pocos pasos que le quedaban para llegar a la mansión. Una vez abrió la puerta, Naruto volvió a hablar.
—Me quedare en mi apartamento. – Le dijo. Sasuke lo vio sobre su hombro con la indiferencia llenando su rostro.
—Me parece perfecto.
Cerro la puerta y se apoyó en ella por unos segundos, cerrando sus ojos, concentrándose en su respiración para acallar la ira que lo estaba consumiendo y ni siquiera sabía porque.
Era mejor estar solo, de esa forma su doble no tendría a quien utilizar. Todo se resumiría a ellos dos.
Soltó un suspiro y atravesó el pequeño descaso, dejo sus zapatos a un lado y se introdujo en la sala. El reflejo del vidrio de una estantería le dio la bienvenida y con ello, su doble sonrió.
—Me parece que estabas pensando en mi. – dijo el chico sonriendo con cinismo.
—Muérete. – respondió él, sin apaciguar su paso al segundo piso, ni voltear a verlo.
—¡Oh, tranquilo! Ambos lo haremos en unos… tres días.
La risa de su doble lo siguió por todo el camino hasta su habitación. Cerró la puerta de un golpe y se tumbó en la cama. El cuarto estaba oscuro, las cortinas corridas y la puerta que llevaba al baño cerrada. Aparte de la gran cama que estaba en el centro de la habitación solo poseía un ropero a su izquierda y el antiguo escritorio que tenía en su apartamento estaba a la derecha, junto a la ventana.
Corrió su mirada hacia ese lugar y no necesito hacer un esfuerzo alguno para visualizar a la chica pelirosa sentada sobre su escritorio.
—¿Me extrañas Sasuke—kun?
La pelirosa salto desde la mesa y camino hacia él, de la misma forma que lo había hecho en el departamento: seductiva, peligrosa. Sasuke dejo que se acercara, que se sentara en el borde de la cama y que se inclinara sobre él. Esta vez, él no escondía un kunai bajo la almohada, y ella no murmuraba en doble sentido. Cerró sus ojos en medio de un suspiro, sus labios cosquillaron anhelantes y su mente trajo el recuerdo del característico olor de su compañera.
Abrió sus ojos, pero no había nada.
Estaba solo, en un cuarto oscuro y frio.
—¡Demonios! – maldijo entre un gruñido, una risa estallo dentro de su mente y con un gran esfuerzo la recluyo al sitio más alejado de sus pensamientos. Tomo la almohada más cercana y hundió su cara en ella. — ¿Qué fue lo que hice?
Agotado, emocionalmente, su cuerpo encontró descanso en los brazos de Morfeo.
Sasuke se sintió deslumbrado por el brillante sol de esa mañana. Camino despacio y a medida avanzaba, todo a su alrededor se volvía más nítido. Su cuerpo sabía hacia dónde ir, aunque él no lo recordaba, pero pronto distinguió el punto de reunión del equipo siete.
El puente rojo se mantenía inalterable con el paso del tiempo y sobre él, estaba la finísima silueta de su compañera. Apresuro su paso y cuando su pie toco la madera, ella volteo.
Le sonrió, de una forma que opacaba el sol, con dulzura y alegría; y los sus ojos, mas verdes de lo que jamás lo había notado, lo petrificaron.
Ella era Sakura, la real.
—Te he estado esperando, Sasuke—kun.
El atravesó el poco espacio que los separaba y se colocó junto a ella. Pero Sakura ya no lo observaba, sino que mantenía su completa atención en el agua bajo ellos.
—Ya no tengo un reflejo. – dijo de pronto, como leyendo sus pensamientos. — ¿No te parece curioso?
—Creo que es mejor así.
Sasuke alargo una mano, queriendo sentir la nívea piel de Sakura bajo sus dedos, pero antes de rozarla, ella se giró divertida. Sus cabellos rosas acariciaron la mano de Sasuke y su aroma le golpeo el rostro.
—Apresúrate Sasuke, nos queda poco tiempo.
Sakura atravesó el puente, sonriendo como solo ella lo sabía hacer y él no pudo evitar imitarla, sabiendo que lo guiaría al camino correcto.
—1—
—Abuela, seguro que este es el camino. – la voz del adolescente retumbo entre las paredes de piedra. El frio se colaba por todo el lugar y la tormenta que azotaba la montaña solo llegaba hasta ellos como un suave murmullo.
El joven iba envuelto en una capa oscura que tapaba todo su cuerpo y la mayor parte de su rostro, al igual que la anciana que iba unos pasos por delante. La antorcha que él sostenía sobre la cabeza de ambos, apenas iluminaba unos cuantos metros por delante y su calor era lo único que impedía que no murieran de hipotermia. El joven llevo una mano hasta su pecho, acariciando un objeto que se encontraba debajo de su ropa.
—No seas insolente. Sé este camino de memoria.
Unos metros después, el estrecho túnel se abría en una especia de antesala sin salida. La anciana se apuró a atravesarla y sus huesudas manos tocaron la piedra negra y húmeda en busca de algo. Cuando finalmente lo encontró, sacó una navaja de entre su ropa y rasgo su palma izquierda, una finísima línea escarlata brillo en la oscuridad y ella coloco la palma de nuevo sobre la roca y dio dos pasos hacia atrás.
Poco a poco rocas comenzaron a desprenderse, primero pequeños granitos, luego pedazos del tamaño de una mano, hasta que finalmente se formó un túnel capaz de dejar pasar a una persona.
—¿Eso es…?
—Sí. – respondió la anciana.
Ambos se apresuraron a entrar a la nueva cueva y una vez dentro, una ráfaga de viento cruzo por todo el lugar, encendiendo un centenar de velas. El joven miro sobre su hombro, el hueco por el que entraron había desaparecido. Trago en seco y volvió a concentrarse en su abuela.
La vieja avanzo hasta el centro de la estancia y le dio un fugaz vistazo a las seis piedras resplandecientes que ahí se encontraban, aunque la que llamo su verdadera atención fue la séptima, la que no brillaba.
—¿Cómo se ha roto esa abuela? – señalo el joven.
—Porque el espejo se ha quebrado. – La anciana se agacho y tomo la roca entre sus manos. –Solo pudo haber sido un espejo de unión.
—¿Pero quién pudo? – el chico negó confundido. — ¿Cómo los han podido encontrar?
—No lo sé, pero estoy segura que la persona que lo hizo, pronto llegara hasta nosotros.
El chico examino las seis piedras restantes, mordiendo su labio con nerviosismo.
¡Hola a todos! A los nuevos lectores que pueden estar algo perdidos, les recomiendo leer primero el doppelganger: Persecucion, es la pimera parte de este fic y no creo que entiendan mucho si no lo hacen.
Para quienes ya lo hicieron, bueno bienvenidos a esta segundo parte y espero que la disfruten tanto como primera.
Este ha sido mi detalle de Halloween para ustedes y por circustancias mayores no puede actualizar ayer, pero hoy tenemos el dia de los muerto y creo que el capitulo le da muy buen.
No olviden dejarme sus comentario, su opinion es muy importante para mi y no saben la cantidad de ideas que he tomado de esos comentarios y la inspiracion que dan.
¡Nos leemos a la proxima!
XOXO
