Summary: La maternidad nunca fue lo suyo. Pero su piel cálida, su llanto suave y melodioso, su cabello tupido y suave, sus mejillas regordetas y su pequeño latido puede hacerla cambiar de opinión. Ama a su pequeño tejón topo.
Disclaimer: LoK no me pertenece. Tampoco ATLA. Todo es de Bryke. La imagen pertenece a Minuiko en deviantart.
Ese latido tuyo
Cuando supo que estaba embarazada, casi se va de bruces. No era un secreto que los médicos de sus padres habían dicho que lo más probable era que no pudiese tener hijos. Pero según ellos moriría antes de pasar los quince años, así que no podía creerles.
Al principio sintió confusión. ¿Cómo había sucedido? Claramente lo sabía, pero prefería olvidarlo. No se suponía que un ser diminuto comenzaría a crecer dentro de sus entrañas. Había tomado todas las precauciones posibles, y aún así, ya podía escuchar un sonido de más.
Luego fue rabia. Había sido demasiado idiota en caer a las tentaciones humanas. Su vida perfecta como jefa de policía y héroe de la guerra comenzaba a decaer, y después de todo, su vida se arruinaría. Nunca quiso tener hijos, y ahora su vida estaba a punto de derrumbarse gracias a uno.
Después sintió miedo. No valía la pena arriesgarse. Si bien ella era una excelente e independiente maestra tierra ciega, su bebé podía no serlo. Su padre —o en quien tenía las sospechas— no era un maestra tierra. ¿Y si
Finalmente, se calmó. No tenía por qué estresarse de esa manera. Katara y Aang estarían para ella, al igual que Sokka, y probablemente Zuko que solía visitar Ciudad República más de lo seguido. Sus amigos casi hermanos la apoyarían en todo. O por lo menos eso quería pensar.
Los meses pasaron rápido. Gracias a su falta de cuidado, estuvo a punto de perder al bebé un par de veces. Pero jamás sucedió gracias a Katara. Empero, se llevaba unas riñas terribles.
Cuando por fin dio a luz al bebé, casi destruye medio Templo Aire. Y ahí nació un a bebé rosada, pequeña y gordita, con mucho cabello y mejillas enormes. Era madre. Y no sabía que diablos hacer ahora.
Balanceó al bebé en sus brazos. Con su mano rozó su mejilla, sintiendo toda la extensión suave de su piel. Se sentía tan cálida. No podía evitar sonreír mientras que una calidez crecía en su estómago. Ahora, una bebé dependía de ella. Su Lin.
—¿Sabes? Nunca quise tenerte —susurró de manera cortante cuando sintió que la pequeña bebé se había dormido en su hombro—. Pero ese latido tuyo... Me agrada.
Se acostó con suavidad, posicionado a la criatura en su pecho. Su respiración era cálida y le hacia cosquillas en su pecho. Sonrió. Comenzaba a ver la vida de manera distinta, aunque nunca la había visto en realidad.
—Serás una gran maestra tierra. Aún no sabemos si eres ciega o no, pero tanto si lo eres o no, serás mi bebé. Serás fuerte, ruda como una roca. Serás cabezota y terca como yo, una persona justa y leal. Tendrás la libertad que nunca tuve —besó su coronilla, sonriente—. Mi madre nunca me aceptó, pero yo siempre de aceptaré como eres.
Finalmente relajó su cuerpo, dejándose caer en el sueño.
