Si estás leyendo esto, es que tienes curiosidad por este fic tan raro, pero te advertimos, vas a empezar una partida de un juego terriblemente rebuscado. Es tu decisión seguir leyendo más abajo de la línea.

Título: El Juego del Merodeador.

Autoras: LittleGranger y Lenalup (O Lenalup y LittleGranger, es lo mismo)

Resumen: Entre los muros de Hogwarts lleva escondido un juego durante casi 42 años. Sus cuatro creadores prentendían que su recuerdo permaneciese vivo en el Juego, pero sobre todo quisieron hacer su última gran travesura. No sabían que una inocente partida pudiera cambiar tanto las vidas de los seis jugadores que 42 años después, empiezan a jugar.

Advertencias: De momento, ninguna, esta historia es apta. Si en algún capítulo hay que modificar eso, avisaremos.

Y ahora, puedes tirar los dados, si te atreves.


Prólogo.

En el mundo de los malditos

2019 ‡

Azkaban es la prisión que encierra a aquellos magos y brujas que cometen los peores delitos empleando magia negra. Es un lugar fío y sombrío. Está localizada en una isla perdida del Atlántico donde nunca se ve un día soleado, no es locura imaginar que alguien controla mágicamente los fenómenos meteorológicos para que haya permanentemente una tempestad atacando los acorazados muros de la prisión.

No hace mucho todo ese lugar estaba poblado por monstruos de la peor calaña, los Dementores, seres que se alimentaban de todos los pensamientos y recuerdos alegres del mago y los reemplazaba con sus peores temores y sus pesadillas. Estos seres podían acabar por robarte el alma y en Azkaban nadie se hubiese dado cuenta.

Pero actualmente no es así. Los Dementores han sido expulsados de sus funciones como vigilantes de la prisión debido a su traición durante la última Guerra Mágica. Ahora son aurores y hechiceros los que vigilan la cárcel, con turnos muy seguidos puesto que nadie aguanta mucho en ese lugar. Cuando los Dementores se fueron, llegaron los gritos, las risotadas, los continuos insultos, el caos…

Los dos hermanos llegan a la prisión en barca. Con semejante oleaje es un milagro, o puede que simplemente fuera magia, que la embarcación de madera no haya volcado y que el anciano remero haya podido controlarla sin mayor problema.

Llevan una capa que les cubre el rostro. El barquero no les da indicaciones, no es la primera vez que esos dos visitan la prisión.

Caminaron entre las rocas en dirección a la entrada. Van en silencio, no hay nada que comentar, saben a qué han venido y cuanto antes acaben, mejor.

Al pasar se adentran en un lugar que huele a pesadillas, a sufrimiento. Parece como si la corriente que hay entre los pasillos trajese restos de magia oscura, el aliento se seca y los escalofríos empiezan a recorrer todos los rincones del cuerpo. Es un lugar horrible incluso para los sociópatas.

Un vigilante les acompaña a la celda de su padre.

- Queremos estar a solas con él- dice una voz que en cualquier otro contexto hubiese resultado hasta dulce- Si es posible.

- Es posible- responde el auror cansado. Con esos dos era siempre la misma historia, se creían los reyes del universo pero era su padre el que estaba encerrado en una celda de ratas vestido con harapos y apestando como un muerto- Tenéis diez minutos. Nada más.

El guardia se va jugueteando con el manojo de llaves y cierra la puerta por fuera, dejándoles encerrados en esa sección de celdas.

Su padre está flaco y débil, le supone un evidente esfuerzo levantarse del fondo de la celda y caminar hasta donde están sus dos hijos. Agarra los barrotes con fuerza y les mira con sus ojos amarillentos. Tiene una barba greñosa aunque se está quedando calvo. Verle con ese aspecto de moribundo no es agradable para sus hijos, pero apenas recuerdan otra imagen de él, lleva encerrado en Azkaban desde que ellos eran unos mocosos.

- Hola, niños- les saluda el hombre casi con desgana- Me alegro de veros, estáis muy guapos los dos.

- Hola, padre- saluda una voz que parece femenina

- Querías hablar con nosotros- le recuerda el segundo hijo- Recibimos tu mensaje.

- Sí, sí- dice el padre con un repentino entusiasmo- Tengo algo que pediros a los dos. Se avecina algo grande. Han sido muchos, muchos años de espera, pero la venganza está preparada, o eso tengo entendido al menos… No sé si fiarme del todo de mis fuentes… Pero el rumor corre, la gente empieza a susurrar cosas…

- ¿Qué es lo que están tramando, padre?

El hombre les indica que se acerquen y sus hijos obedecen. Al hablar, susurra y les llega un aliento fétido.

- Quieren que Potter pague por lo que hizo- dice riendo histéricamente debido a la emoción- Cuando pase, más le valdrá quitarse la vida…

- ¿Y qué pintamos nosotros en esto?

Su mirada parece la de un loco y, francamente, les asusta incluso a ellos cuando dice como un maníaco

- Todo. Vais a cazar a sus hijos y morirán. Os ayudarán, sólo estad atentos a las señales.

Los hermanos se miraran en busca de comprensión, pero ninguno de los dos parece dispuesto a seguir a su padre en esto. Puede que finalmente la prisión haya terminado de enloquecerle.

- ¿Por qué haríamos algo así nosotros?- pregunta enfadado uno de ellos- Esos niños están muy vigilados y en Hogwarts no podríamos tocarles un pelo.

- ¡¡¿POR QUÉ HARÍAIS ESTO?!!- grita su padre furioso- Porque Harry Potter encerró aquí a vuestro padre, por eso. ¿Tan poco orgullo tenéis como para aceptarlo?

- No es eso, padre. Pero es muy arriesgado acercarse a la familia Potter.

- No tendréis que hacer nada peligroso- les aclara el padre- Ni que decir tiene que no seríais capaces, sois unos débiles, faltos de ambición. Lo que tenéis que hacer es bien sencillo. Tenéis que hacer que caigan en una trampa. En menos de un año, todos los del clan Potter y los traidores habrán muerto.

Los dos hermanos se alejan de Azkaban en bote, no les asusta el oleaje, ni las manos temblorosas del barquero, ni la inmensidad del océano, lo que les aterroriza es la misión para la que han sido encomendados. No se ven capaces de cumplirla, sin embargo tampoco ven la alternativa de desobedecer.

Nadie elije su destino en el mundo de los malditos.

Capítulo 1

Sólo apto para merodeadores y maleantes

2019, Agosto

No es una mañana feliz, ni será una tarde feliz, el día en sí será horrible, aunque sin duda lo peor vaya a ser la noche, cuando todos los invitados vestidos de negro se hayan ido y haya que hacer frente a la realidad. Y es que mientras te comes los canapés y hablas de cualquier cosa con la gente que ha venido a presentar sus respetos, no tienes que pensar en que a la hora de correr el pestillo de la cerradura de casa, Andrómeda Tonks no estará leyendo en su butaca, como siempre durante los últimos 21 años.

Teddy Lupin no escuchó una palabra de la homilía del pastor, dijo algo de la gran persona que Andrómeda había sido, aunque se le olvidó mencionar que tenía un mal genio casi volcánico tan propio de los Black. También dijo algo de la otra vida. Qué sabrá ese meco recién salido del seminario de la otra vida.

La casa está llena de gente, hasta ha aparecido Minerva McGonagall. Estupendo. Mientras intenta evitarles a todos haciéndose el invisible con la cabeza baja, no puede evitar sonreír por primera vez al ver a James haciendo muecas de asco al comerse un aperitivo de huevas de nosequé con paté de nosecuantos. Sea lo que sea que se ha comido, tarda dos segundos en escupirlo de vuelta a la bandeja.

- Puaaajjjj ¡menudo asco!, ¿qué era eso? ¿uña de ogro?

- La uña no creo, puede que el hígado- dice Rose evidentemente divertida por la cara de asco que le ha quedado a James.

- Esto es un aburrimiento- dice Albus apareciendo por el otro lado de la mesa. Debía de haber estado un buen rato escondido detrás de la larga mesa con mantel blanco que ocupaba buena parte del comedor de la vieja casa.

- ¡Calla, Al! Teddy te va a oír- le regaña Lily. Pero claro que Teddy le ha oído, y no podía estar más de acuerdo con Al, si los funerales son algo, es aburridos.

Teddy se acerca más a ellos, son las únicas personas de toda la casa con las que hoy puede comportarse con naturalidad.

- Hola, enanos- les saluda sentándose en el suelo al lado de Hugo Weasley.

- Ted, papá dice que te vienes a vivir con nosotros- dice James sonriendo de oreja a oreja- Yo me he pedido que vengas a mi habitación antes que Al.

- ¡Ah! Así que no voy a dormir en el sofá…

- No, pero la habitación de James apesta a pies- dice Al dejando claro que es un punto clave a tener en cuenta- Y es un caos, tendrías que encontrar tu cama debajo de todos los calcetines, las latas de soda vacías y las revistas que papá no le deja tener.

- Pero la de Al es mucho más pequeña, además no habrá espacio entre todos los trastos muggles que tiene acumulados en un perfecto y armonioso orden.

- Creo que voy a irme a la de Lily, ¿a ti te importa?- Le dice Teddy mirando divertido a la más pequeña de todos.

- ¡Claro que no! Será genial. Así me puedes contar historias de Hogwarts antes de apagar la luz.

- Teddy se va a cansar tan pronto de todos vosotros que vendrá a nuestra casa a los dos días.- anuncia Hugo.- Nosotros tenemos las mejores escobas de carreras de todo el mercado en el garaje, seguro que con Ted, papá nos las dejará usar.

- Pero no querrás meter a Teddy en tu habitación, estoy segura de que aún quedan restos de la pizza de la semana pasada debajo de la cama…- dice Rose con los brazos en la cadera.

Tardan medio minuto en estar todos haciendo corrillo alrededor de Teddy, detrás de la mesa, fuera de la vista de los invitados, planeando con quién se iba a quedar Teddy, cuántos días a la semana y quién iba primero y quién después. Teddy supone que James solo les sigue el rollo a sus hermanos para picarles, Lily y Al sin embargo están más que enfrascados en la discusión, Hugo y Rose aunque saben que al final Teddy no irá a casa de los Weasley, también dan sus buenos argumentos para que se quede con ellos. No basta para olvidar el verdadero motivo por el que se tiene que mudar, pero ayuda.

- ¡Oh no!- susurra Hugo tras asomarse por encima de la mesa para vigilar que no había moros en la costa- creo que Victoire te está buscando, Teddy.

Victoire. No puede evitarlo, se siente culpable, y es que ella quiere darle su apoyo en estos momentos, pero tocarla ahora haría todo mucho más real, y no está preparado. De algún modo sabe que ella puede decir exactamente lo que necesita oír, pero por otra parte no quiere oírlo viniendo de ella.

- ¿No querrá Victoire también que Teddy se mude con ella?- Pregunta Lily inocentemente.

Teddy prefiere no pensar en la respuesta.

- Vuelvo en un rato, chicos, tendré que cumplir mis funciones de anfitrión de la fiesta.

2007, Julio‡

Teddy pasea por Londres al lado de Harry Potter. Una vez que te acostumbras a que la gente pare cada dos por tres a tu padrino por la calle *Señor Potter es todo un honor, ¿me firmaría un autógrafo para mí, para mi hija, mi hijo, mi abuela y mi tía? Le admiramos todos mucho*, pues hasta parece divertido.

De todas formas hoy Harry se ha disfrazado. Es una vieja costumbre. A Teddy con seis años le pareció lógico porque así despistaría a sus admiradores. Se ponía una peluca rubia con una cinta roja atada a la frente, unas gafas galácticas, chupa de cuero y botas de motorista. Ahora a los nueve años entiende que tal vez Harry se vestía tan raro para divertirle a él, pero no lo dice porque en el fondo le hace gracia, sobre todo cuando se pone un tatuaje de gema en el brazo con forma de colacuerno húngaro (Teddy no tiene ni idea de por qué eso le hace tanta gracia a la tía Ginny). Cuando van juntos por la calle de esa manera, parecen un padre chiflado y su hijo del pelo azul turquesa.

- ¿Qué te pareció el London Eye, Teddy?- le pregunta Harry mientras le tiende un helado que acaba de adquirir en un carrito que está colocado entre todo el alboroto de Coven Garden- ¿no es impresionante lo que pueden hacer los muggles sin necesidad de magia?

Teddy lo medita un rato pero sólo llega a una conclusión lógica.

- Harry, aunque los muggles no lo sepan, es obvio que algún mago está moviendo hilos para que esa noria se sostenga en pie. Me parece increíble que no lo veas tan claro.

- Créeme que no- le contesta Harry mientras sorbe su helado de limón.- El Ministerio siempre se pregunta cómo lo hacen, pero el caso es que lo hacen sin magia. Como la luz, la cocacola y los suggus.

- Alucinante- dice Teddy mientras se gira de nuevo para volver a ver la gigantesca noria antes de seguir su camino- No sé porque se vuelven tan locos con todo el asunto de la magia si prácticamente pueden hacer de todo.

- No pueden lanzar mocos en forma de murciélago…- le recuerda Harry riéndose.

- Es cierto, son unos desgraciados.

- Los mocos en forma de murciélagos es una de las cosas que más me sedujo de mi mujer, no es poca cosa.

- Te recomiendo que no le digas eso a Ginny- le dice Teddy atragantándose con el helado de chocolate.

El paseo por la mágica ciudad les dura buena parte de la tarde, pero antes de las ocho Harry deja a Teddy en casa de su abuela. Harry tiene que volver a casa para ayudar a Ginny con el pequeño James y el recién nacido Albus.

Teddy ya no va tanto a dormir a casa de Harry como antes, ahora su antigua habitación es la habitación de James. No es que le haya molestado gravísimamente el cambio, siempre supo que Harry y Ginny no eran sus verdaderos padres y que cuando se casaron hace cuatro años, era para formar una familia en la que él era solamente un invitado. Sus verdaderos padres en realidad se llamaban Remus John Lupin y Ninphadora Lupin (aka Tonks), ambos habían muerto durante la batalla de Hogwarts, según Harry y los demás habían sido unas grandes personas, unos héroes. Todo el mundo le dice lo mismo cuando pregunta por su madre.

- Era una mujer muy divertida- le había dicho Hermione Weasley- Sumamente torpe al andar, pero muy inteligente. Heredaste de ella el poder para cambiar tu aspecto físico a tu antojo, como tú, ella era una metamorfomaga. Una gran auror, muy valiente. Nos salvó el cuello más de una vez durante la guerra, Teddy. Puedes estar orgulloso de ella.

Pero de su padre sin embargo había oído diferentes cosas.

- Lupin… un caso peculiar- había dicho Druella Rosier, una compañera de trabajo de Harry- Tengo que admitir que me sorprendió su papel jugado en la guerra, nadie hubiese dicho que moriría con los nuestros.

Harry se había enfadado muchísimo con ella y le dijo cosas como que ella no le había conocido en persona y que hablaba llena de prejuicios. Pero ambos se habían callado de repente al recordar que Teddy estaba escuchando.

- No le hagas ni caso- le había dicho Harry- Tu padre fue un gran hombre. Fue mi profesor, ¿sabías? Probablemente el mejor profesor de Defensa que nunca tuve. Un héroe. Teddy, no dejes que nunca, nunca, nadie dañe la imagen que tienes de tus padres. Yo tuve el honor de conocerles y te aseguro que eran dos bellísimas personas.

Pero no tiene que esperar a que nadie le arruinase la imagen de sus padres, sucede la misma noche en la que Harry y Teddy vuelven de subir a la gran noria de Londres.

La Luna brilla con todo su esplendor esa noche. No sabe por qué, no tiene lógica, cuando a todo el mundo la Luna llena le parece algo hermoso, a Teddy sin embargo le horroriza, le provoca pesadillas, le hace sentirse mal por dentro. Y no entiende por qué. Es una tontería.

Pero esa noche en concreto, pasa algo extraño, que por un momento justifica el miedo que siempre le ha guardado Teddy a la Luna.

La cama parece como si se hiciese muy pequeña, como si las sábanas pesasen toneladas y le estuviesen aplastando. A media noche un dolor intenso, brutal, mortal, le atraviesa desde las rótulas de las rodillas hasta todos los rincones del cuerpo. Tarda segundos en averiguar que lo que le duele en realidad son los huesos. Grita. Grita porque en realidad no puede hacer nada más, no puede moverse, no puede hacer que pare el dolor y, es que es insoportable, es que aunque nadie le pudiese ayudar, seguiría gritando. Llora, llora del dolor físico. No puede pensar con claridad, sólo quiere que el dolor pare de una vez, que la Luna se vaya y que le deje de una vez en paz.

Andrómeda entra en la habitación corriendo como loca, el pelo gris canoso le cae como una catarata por el camisón blanco y su cara es de un horror absoluto

- ¡Ted! ¡Teddy, cariño, ¿qué es lo que te pasa?!- dice la anciana desconsolada mientras se acerca a él.

- ¡Me duele todo!- gime Teddy- Los huesos, los huesos….

En San Mungo no tienen que esperar, en seguida un medimago atiende a Teddy, le da una poción calmante que finalmente hace que el dolor cese y después el sanador se dirige hacia Andrómeda Tonks y su nieto.

- ¿Por qué le dolía tanto?- pregunta aún preocupada la yaya Andrómeda- ¿Puede haber sido algo que tomase? Esta noche le puse a la sopa extracto de adormidera para que no tuviese pesadillas. Pero era muy poco, inofensivo, diría que hasta inefectivo…

- No- niega el sanador con la cabeza- No se `preocupe. No tiene nada que ver con la comida. Lo más probable es que tenga que ver con la licantropía de su padre. Es raro que no haya presentado síntomas hasta ahora. No es común, pero ya he visto algún otro caso más de hijos de licántropos y se desarrollan antes. Pero todo indica a que probablemente nunca llegue a completar una metamorfosis, seguramente podremos mantener a ralla tus síntomas con otras pociones. La poción matalobos no será necesaria.

Teddy no entiende nada. ¿licantro qué?

- Se está usted equivocando- le dice tranquilo porque evidentemente, aquí acaba de ocurrir un error- Mi padre no tenía de eso…

El medimago levanta mucho las cejas sorprendido y mira de Teddy a su abuela, que se está tapando el rostro con las manos como si estuviese arrepentida por algo, les mira con incredulidad.

- Siento mucho… puede que haya habido un malentendido- dice el medimago intentando salir del apuro

Pero Teddy se asombra al ver por primera vez a su abuela callada ante una situación semejante. Normalmente cuando le dan mal el cambio en una tienda, cuando le atienden mal en un restaurante, cuando encuentra un roto en una túnica nueva, Andrómeda Tonks no se queda callada, es más, monta la de San Quintín para asegurarse de que no se repita. Por eso no es el azoramiento del joven sanador lo que hace pensar a Teddy que eso que acaba de decir es verdad, si no el silencio de su abuela, el no poder verle la cara en esos momentos.

- ¿licantropía?- pregunta Teddy con los ojos abiertos como platos- ¿no es eso lo de convertirse en lobo? Los de la plataforma por un sueldo justo y bajas por Luna Llena…

Pero su abuela sigue sin hablar. Y el que calla, otorga.

Merlín santísimo. Su padre era un hombre lobo.

2019, un triste funeral en Agosto ‡

James está francamente, aburrido. Lo siente mucho por Teddy, y bueno, por la yaya Andrómeda también, aunque siendo sinceros, la mujer siempre había sido un poco agria de más.

- chsst!- llama a Rose quien lleva un rato sentada de brazos cruzados en frente suya- ¿y si nos escaqueamos al desván a mirar entre los trastos viejos de la yaya Andrómeda?

- Sí, Jimmy, muy propio- ironiza ella- cuchichear entre las cosas de una difunta en su propio funeral. Gran idea.

- Pues me dijo Ted que tenía cabezas de elfos disecadas en el desván- dice Albus quien ha escuchado la idea- seguro que da miedo ahí arriba, hace mucho que no vamos.

- Podíamos coger las cabezas disecadas para asustar a Lily de noche- idea James.

- El tío Harry os mataría- dice Rose- No quería decíroslo, pero se comenta que Lily es su favorita.

- No es por Lily- dice James con una sonrisa y ojos cargados de travesuras- Lo que pasa es que a ti te da cague ir allá arriba. Aunque es natural, no sé para qué te digo nada si eres una chica…

Y James sabe que ella es consciente de que el reto no es nada más que otra manera para que él se salga con la suya, pero hay una regla entre primos sobre los desafíos: una vez en la mesa, o lo cumples, o eres la gallina del grupo. Touchè, Rose!

- James, pensaba que ya habíamos dejado ese punto claro hace tiempo- dice Rose cayendo en la trampa con la mayor dignidad posible- cualquier chica, hasta Fleuuggr, tiene más coraje que tú en tus días buenos.

- Eso vas a tener que probarlo, primita.- dice él contento por su victoria- ¿Vamos, Al?

- Mejor que quedarse aquí sin hacer nada…- contesta el aludido levantándose y sacudiéndose la ropa, arrugada por haber estado toda la mañana sentado en el suelo.

- ¿Rose?

Rose empieza a negar con la cabeza, pero no está diciendo que no a ir con ellos, si no a alguna clase de pensamiento, más que probablemente nada agradable, sobre James.

- James Sirius Potter- empieza, y cuando se pone con los nombres completos es cosa mala- Me vas a deber una bien grande después de esto.

Se levantan los tres y como quien no quiere la cosa, se van colando entre la gente hasta dejar el salón de lado y llegar a un pasillo tan estrecho que lo recorren en fila india. No hay elfos disecados en las paredes, pero la vieja casa tiene cierto aspecto tétrico: la pintura está agrietada en algunas zonas y la madera del suelo parece sufrir mientras ellos caminan. Al final del corredor está la puerta que abre paso a las escaleras que dan al desván.

De pequeños siempre que iban a jugar a casa de Teddy cuando sus padres estaban ocupados en algún acto oficial del Ministerio, la yaya Andrómeda les decía que podían correr por toda la casa pero que no podían entrar de ningún modo en el desván. Por supuesto, James se había tomado esas advertencias como una invitación para ver qué había en "el cuarto prohibido". Nunca habían encontrado nada especialmente interesante: espejos viejos, muebles rotos, ropa usada, baúles llenos de polvo con trastos viejos dentro… el desván era inmenso, siempre encontraban cosas nuevas y era el mejor sitio para jugar a las tinieblas. Pero ahora James tiene 14 años recién cumplidos y la única emoción que guarda el desván es la de una oportunidad para saltarse las normas, eso y también que hacía años que no entraba.

Rose entra en el polvoriento desván de última y su cara de aburrimiento demuestra perfectamente el poco miedo que le da todo el asunto.

- Ya estamos dentro, ¿contento, James?- pregunta mientras aparta una tela de araña de su camino.- ¿Podemos volver ya con el resto o estás buscando algún cachivache roto en particular?

- Sí, Al, ¿no te apetece volver?- contesta James mirando a Albus como si estuviese hablando totalmente en serio- Con lo bien que lo estábamos pasando allá abajo…

- Creo que no nos queda nada por ver aquí arriba- contesta Al sentándose encima de un mueble tapado con una sábana blanca- Pero no quiero volver a bajar, la tía Audrey no para de decir lo mucho que he crecido. Es incómodo, yo no tengo la culpa de que ella sea tan bajita.

Rose se encoje de hombros y empieza a mirar entre las cosas del desván. Al caminar se forman huellas de los zapatos en la madera polvorienta del suelo. James se sienta al lado de Al y le da un repaso general a todo el cuarto.

Si algo ha cambiado en los últimos cinco años, James no podría decirlo, pero ese cuarto siempre tiene un aura misteriosa, parece que esconde algo importante entre sus paredes. Como un secreto que muere por ser contado.

James se levanta y camina hacia lo que parece un cuadro que está tapado con una sábana, apoyado entre el suelo y la pared. Un instinto le dice que lo que sea que esté pintado en ese cuadro le va a sorprender. Pero cuando quita la sábana despacio se da cuenta de que estaba equivocado: no solo no está sorprendido, si no que eso no es un cuadro, es un antiguo espejo enmarcado y con demasiado polvo. Con decepción mira su propio reflejo, unos ojos como avellanas le devuelven la mirada a través de la suciedad del cristal, su pelo cobrizo nunca ha sido posible de domar y la ropa le empieza a quedar algo pequeña debido al último estirón. Limpia un poco el espejo con la manga de su sudadera y se detiene lentamente. Detrás de él en el reflejo puede ver justo lo que estaba buscando: debajo de una mesa vieja cubierta por un mantel, asoma la esquina de un baúl que no recuerda haber abierto nunca para hurgar en él.

- Rose, Al, mirad ahí- dice señalando los bajos de la mesa- Ayudadme a sacarlo.

- Seguramente haya ropa de los años locos de la yaya- dice Rose, pero aún así levanta el mantel y tira de una de las anillas del baúl.

Una vez colocado el baúl al alcance de todos, Albus sopla sobre la tapa y la limpia con el brazo dejando visibles unas iniciales.

- R.J.L- lee Al en voz alta- ¿os suena?

- Ni Idea- contesta James- ¿pero no es emocionante? Abrámoslo.

Harry no tiene ni idea de cómo hacer esto. Lleva aproximadamente once años sin tener una conversación profunda con su ahijado y ha necesitado la muerte de su abuela para saber que es ahora o nunca, que el momento no se puede posponer más y que lleva 21 años de retraso.

Claro que un funeral no es el mejor momento para abordar al pobre chaval con historias familiares que preferiría no escuchar. Pero es que el niño ya no es tan niño, y ya va siendo hora de que crezca, aunque no podrá hacerlo si no sabe la verdad, así que hoy habrá que dar el primer paso.

Ginny, por supuesto, está de acuerdo e incluso ha estado limpiando un cuarto para Teddy en el ático, aunque cuando los niños se vayan a Hogwarts tendrá habitaciones de sobra para elegir. Cada año le cuesta más dejar que los niños se marchen en el tren escarlata, el uno de septiembre con una despedida de "¡Nos vemos en Navidad!" mientras dicen adiós con las manos, con caras de un horrible entusiasmo. Y ahora le toca a Lily también, su princesita, ir al colegio. Con Teddy en casa al menos se sentirá un poco menos solo. Claro que primero convendría empezar a hablar con él. Seriamente. Por primera vez en once años.

- Merlin, dame fuerzas- dice Harry mientras se toma un buen trago de whisky de fuego- estoy muy viejo para estas cosas…

George aunque unos años más mayor que él, parece cruelmente más joven, y su mujer Angelina destaca entre todas las mujeres de la casa, con la edad ha ido adquiriendo una belleza casi felina. Juntos esos dos parecen un matrimonio de película. Decidieron no traer a Fred y a Roxanne al funeral. Harry piensa que debió haber hecho lo mismo: los críos llevan un buen rato fuera de vista, eso no puede ser bueno.

- Hola George, Angelina- Saluda poniendo una mano sobre la espalda de George- ¿qué tal los críos?

George sonríe maliciosamente como si tuviera diecisiete años otra vez. Su mujer no parece igual de contenta.

- Pues muy bien, Harry. Verás, Fred se ha echado novia- contesta- A Angie no le gusta la chica en cuestión, creo que es porque quiere ser bailarina muggle.

- ¿y a ti te parece que eso está bien?- dice Angelina con las manos en la cadera- ¿tener como única aspiración mover el trasero al ritmo de la música el resto de tu vida?

Es ballet clásico, mujer- insiste George.-Es elegante y sofisticado. En serio, creo que deberías probar a ir con las marujas de tus amigas un día, será un acontecimiento único en la historia: Que os reunáis todas y que no habléis como cotorras durante una hora entera. ¡Quién sabe! Puede que os guste y todo.

- Tu avísame cuando vayan- dice Harry sonriendo- y me escapo a tu casa con unas latas de cerveza y la tropa de críos. Les enseñaremos qué es lo que hacen los hombres: beber y hablar de escobas.

- Aléjate de mis hijos- dice Angelina amenazadoramente pero con la sombra de una sonrisa en los labios.

- Tranquila, Angie- dice Harry- Oíd, ¿habéis visto a Ted?

- Hace un rato- contesta George- estaba escondido debajo de la mesa del comedor.

Vale, Harry sabe que Teddy es mayorcito, pero es que simplemente no puede evitar ni tampoco ignorar la alarma que salta en su interior, ¿escondido debajo de la mesa? Tiene 21 años, pero es que nunca terminó de crecer del todo, y en parte Harry sabe que es su culpa. El tenía la misión de cuidar de él, de algún modo piensa que no lo ha hecho todo lo bien que su padre hubiera querido. Para evitar enfrentarle, siempre se dedicó a consentirle.

Puede que en el momento en el que Teddy le necesitaba más, Harry le fallase de alguna manera, pero de esta vez sí que no pasa. Van a hablar. Alto y claro. A Teddy se le han acabado las excusas para odiar a Remus Lupin.

Está hablando con Victoire. Harry no quiere interrumpirles, solo quiere tenerle localizado hasta que le toque su turno, así que se coloca a una distancia prudente desde donde no puede evitar oír el final de la conversación.

- Ted, este no es el mejor momento para discutir esto. –dice Victoire mirando hacia la comida como si quisiese elegir algo de la mesa, pero es más que obvio que sus ojos no se están fijando en nada en concreto, solo en pensamientos y sentimientos reprimidos- ¿por qué no hablamos en otro momento?

- Vic, es lo que necesito ahora. No sé si es el mejor momento o no, pero espero que lo entiendas, yo no puedo seguir en esto… Hay cosas de mi vida que necesito solucionar y no quiero estar contigo sabiendo que… que no eres una prioridad… en estos momentos.

- Como comprenderás, no voy a suplicarte- dice ella levantando la cabeza y mirándole directamente a los ojos- Pero si en estos momentos no soy una prioridad, no esperes que yo vuelva de rositas a tu lado cuando hayas decidido que sí lo soy. Si es lo que necesitas, vale. Pero yo también voy a mirar por lo que yo necesito esta vez, Teddy.

Dicho esto, la bella Victoire Weasley se marcha del lado de Teddy con la cabeza bien alta, al contrario del ahijado de Harry, que se apoya en la mesa de cabeza caída. Pero levanta la vista en cuanto nota que Harry le está mirando. No parece muy contento de verle.

- Hola- saluda fríamente.- ¿disfrutas de la fiesta?

Harry respira hondo. Recuerda que si bien el chaval es un criajo mimado de las narices, es en parte por su propia culpa.

- Teddy, estamos despidiéndonos de la yaya Andrómeda y cuando antes te des cuenta y dejes de comportarte como si todos los que estamos aquí viniésemos a molestarte, pues mejor.

- Siento haber herido tus sentimientos, Harry- dice el llevándose las manos al pecho en un gesto de falso arrepentimiento- Se me había olvidado lo mucho que la querías y lo unidos que estabais tú y ella. Debió haber sido como una madre para ti. Te acompaño en el sentimiento.

- ¡Teddy, basta ya!- le regaña Harry.- Siento mucho lo de tu abuela. Sé que esto va a ser duro para ti, pero quiero ayudarte, ¡a ver si te enteras!

- No necesito tu ayuda- le contesta él con una cara en la que se refleja claramente las pocas ganas que tiene de continuar esa conversación- Puedo quedarme en esta casa hasta que se venda y pagar el alquiler de un piso en Londres, no entiendo por qué insistís todos en que me vaya contigo y con Ginny.

- Porque soy tu padrino- contesta Harry- Tu padre así lo quiso y aunque le he fallado en muchos aspectos, no voy a dejar que te vayas de nuestra vida así por así.

- Tarde. Soy mayor de edad. Puedo hacer lo que quiera sin tener que contar con tu aprobación.

- Vale.- contesta Harry levantando las manos como si se rindiese- No lo hagas por mí y por el mucho cariño que me tienes. Pero hazlo por los niños. Ellos no querrán que desaparezcas, Teddy. Ven con nosotros una temporada, mientras se arregla todo, después podrás seguir tu camino.

Teddy desvía la mirada y niega con la cabeza, pero no necesariamente está diciéndole que no a Harry. Harry cruza los dedos (mentalmente).

-Venga, Teddy- insiste Harry con un tono más amistoso- ¿No ves lo que está pasando aquí? Te estoy pidiendo una segunda oportunidad.

Teddy mira fijamente a Harry está vez. Abre la boca para decir algo, pero no sale ningún sonido. Baja la cabeza y vuelve a levantarla pero ahora para mirar ligeramente al techo. Está conteniendo unas lágrimas. Por su abuela Andrómeda, lo más parecido que nunca tuvo a una madre. Por Harry, su padre durante la niñez, su enemigo durante la adolescencia. Por su verdadero padre y por su verdadera madre, a los que nunca conoció. Especialmente por su padre, al que odia en muerte desde que tiene nueve años.

Harry sabe que Teddy no llora en público y que le está costando horrores reprimirse, así que actúa por impulso cuando abre los brazos para abrazarle por primera vez en muchos, demasiados, años.

- Te prometo que todo irá bien. Aunque suene estúpido decirlo ahora. Pero antes de que te des cuenta tu cabeza dejará de ser un lio y si Merlín quiere me odiarás un poquito menos.

- Yo no te odio- solloza Teddy en su hombro- Lo que pasa es que eres un pesado de los cojones.

Harry se ríe un poco, pero es que en el fondo sabe que Teddy tiene razones para estar enfadado, MUY enfadado con él.

2007, Julio ‡

Harry se despierta en mitad de la noche, Ginny duerme tranquila a su lado. Su pelo pelirrojo le tapa parte de la cara y a Harry le salta el auto reflejo de apartarle ese mechón de pelo que le tapa las pecas de la nariz. Se acerca y le besa suavemente la frente con cuidado para no despertarla.

Se incorpora en la cama y mira a su alrededor, por la ventana se ve claramente la luna llena, y sin saber por qué tiene un mal presentimiento. Lo sacude de su cabeza, esta misma tarde en Londres estaba bien, piensa.

Baja de la cama y sale del dormitorio caminando descalzo. Intenta no hacer ruido cuando baja por las escaleras, James y el pequeño Albus están dormidos. Se sirve un vaso de leche en la cocina y camina hasta el salón, donde se repantinga en un sillón y vuelve a mirar a la luna a través de la ventana. Sabe que no puede ser, que nunca ha pasado, pero no puede matar ese brote de duda en alguna condenada parte de su cerebro.

De pronto ve moverse algo en la chimenea, un fuego chispea y crece hasta que de pronto ve formarse una cara en las llamas. Tarda dos segundos en identificar a Andrómeda Tonks y en darse cuenta de que otra vez más sus presentimientos eran correctos. Lo que daría porque fallasen de vez en cuando.

- ¡Harry!- dice la anciana, parece al borde de las lágrimas- Ha ocurrido algo, no sé cómo no me di cuenta antes, no sé qué hacer… Teddy no quiere escucharme y creo que está pasando dolor.

- Voy ahora mismo para tu casa y me cuentas qué ha pasado.

Harry corre escaleras arriba, rápidamente le deja una nota en la almohada a Ginny *Teddy no está bien, estaré en casa de Andrómeda*, se viste con la ropa del día anterior y no han pasado ni tres minutos cuando aparece en casa de Teddy. Andrómeda está sentada en el salón de la casa, vestida con ropa de salir y tomando un té. Salta a la vista que ha estado llorando.

- ¿Qué le pasa?

La anciana levanta la cabeza y mira a Harry como si le debiese una disculpa. La anciana habla despacio y evidentemente conmovida. Le cuenta el episodio en San Mungo y Harry no necesita más explicaciones: a Teddy no le duele la luna, le duele algo que hicieron Harry y Andrómeda, o más bien algo que no hicieron. Le duele una mentira, una verdad a medias.

La puerta de la habitación del hijo de Remus Lupin está cerrada y no hay ningún letrero que ponga "prohibida la entrada a Harry Potter", pero sin embargo Harry se lo puede imaginar casi como si estuviera ahí. Le da miedo entrar y hacer frente a su propio error. Cuando los padres y sus hijos de nueve años se enfadan suele ser por culpa del niño, o al menos así debería ser. A Harry lo que le da miedo es ver un posible fracaso como padre y le da miedo que en algún momento pueda defraudar también a sus propios hijos.

Llama a la puerta.

- ¿Teddy? Soy yo, quiero charlar contigo, ¿puedo pasar?

No hay respuesta. No, no puede pasar. Lo vuelve a intentar.

- Ted, encerrándote en tu habitación no vamos a solucionar nada…

Harry apoya la cabeza en la puerta con desesperación. Nueve años atrás cuando la guerra hubo terminado y el pudo llorar a los muertos, juró ante la tumba de Remus Lupin que nunca permitiría que algo malo le pasase a Teddy. También juró a sus propios padres que les honraría siendo el buen padre que ellos nunca pudieron llegar a ser. A Sirius le prometió que consistiría al chaval, pero un poco menos de lo que la oveja negra de los Black hubiese querido.

- Teddy…- le vuelve a llamar Harry abriendo la puerta de su cuarto. Teddy está en su cama dándole la espalda. Lo que primero le llama la atención es que el pelo alborotado color turquesa de su ahijado ha desaparecido y en su lugar hay una mata de pelo lacio negro, demasiado largo para un niño de su edad- Creo que tienes una idea equivocada de las cosas…

- ¿¿EQUIVOCADA??- grita Teddy tirándole a Harry un cojín-¡Me mentiste! Me dijiste que mi padre había sido un héroe cuando en realidad no era ni siquiera una persona. ¿¿POR QUÉ NO ME DIJISTE QUE MI PADRE HABÍA SIDO UN HOMBRE LOBO??

- Teddy, no saques las cosas de quicio.- le pide Harry- Y no me grites, no sé con quién te crees que estás hablando…

- ¡No eres mi padre! ¡No me digas qué es lo que tengo que hacer!- El pequeño Ted no parece tan pequeño mientras mastica, escupe, esas palabras. Harry quiere pensar que la luna que ilumina esa noche de verano es la verdadera causante de la ira de Teddy, y no él mismo.

- No soy tu padre.- Harry no puede discutir eso- Pero soy la persona en la que confió para que si algún día faltase él, me hiciese responsable de ti. Por desgracia para todos, pero sobre todo para ti, murió antes de que pudieses recordarle. Haz el favor de no insultar su recuerdo diciendo que no era una persona.

-¿Lo era, Harry? ¿Me ha mentido el médico o ERES TÚ EL QUE ME VUELVE A MENTIR?

- Yo no quería mentirte- intenta explicar Harry, pero realmente no sabe qué excusa le salvará de la verdad- Tu abuela y yo decidimos que esperaríamos hasta que fueras mayor y pudieses entenderlo…

- No metas a la abuela en esto. Ella nunca me habló de mi padre, fuiste tú el que me mintió. ¡¿Y qué es eso de esperar hasta que lo pudiese entender?! ¿Qué hay que entender?! Mi padre era una bestia y tú me dijiste que era un buen hombre.

- ¡No era una bestia! Y ERA UN BUEN HOMBRE- gritó Harry, puede que sin quererlo, o puede que haya límites que ni Teddy debería cruzar.- No te mentí en eso.

- ¿Tengo que creerte?- Teddy lloraba, pero hablaba con una maldad de la que Harry nunca le hubiese creído capaz.

- ¡SÍ, TEDDY, TIENES QUE CREERME!- volvió a gritar Harry- Porque si no crees que un licántropo pueda ser un buen hombre, un héroe, entonces no te mereces ser hijo de tus padres.

Harry oye sus palabras como un eco en la habitación, y si se arrepiente, no lo dice. Respira agitadamente y mira a Teddy en la penumbra del cuarto con los ojos hinchados de tanto llorar y las mejillas mojadas por las lágrimas, pero con furia en el rostro. Por un instante cree estar mirando a un lobo.

- No te avergüences de tu padre- porque te pareces más a él de lo que crees.

Teddy se seca las lágrimas y mira serio a Harry, parece haber recobrado un poco de control en sí mismo en tan sólo unos segundos. Por eso resulta más doloroso cuando habla.

- Harry, yo no tengo padre.

2019, Agosto ‡

Al mira el interior del baúl con creciente curiosidad. James no para de revolver entre las cosas buscando algún juguetito que le pueda servir para hacer explotar algo, pero Al sin embargo se está fijando en todo. Hay un jersey viejo y raído con los colores de Gryffindor, una corbata a juego, una túnica, una vieja varita, varios libros de texto que datan de 1970, plumas usadas, un montón de cartas atadas con un lazo rojo, algo que parece una caja de música… pero James se detiene en un cuaderno que encuentra y coge entre sus manos. Su cara se ilumina al leer lo que pone en la tapadera.

-"Contenido altamente peligroso. Sólo apto para merodeadores y maleantes"- lee en voz alta. Después les mira a Rose y a él- ¿Qué os parece?

-Creo que eso te está llamando a gritos, Jimmy- dice Rose como indiferente, pero está claro que a ella también le pica la curiosidad- Ábrelo ya, yo voy a echarle un ojo a estos libros. Me pareció haber visto un ejemplar de los Juicios de Salem

- Esto debe haber sido de la yaya Andrómeda en sus años de colegio- dice Al como concusión lógica.

- ¿merodeadores y maleantes?- se ríe James- ¿de verdad crees que la yaya entra en ese grupo?

- R.J.L- repite Rose para sí misma. Piensa un rato pero no llega a ninguna conclusión - ¿qué pone en el cuaderno?

James lo abre y pone cara de decepción.

- Está en blanco- dice mientras pasa las páginas- No tiene ningún sentido.

- Aquí hay unas cartas- dice Albus mientras saca del baúl el montón de sobres atados con un lazo rojo- Así sabremos quién es R.J.L…

Al abre el primer sobre y lo que ve no le aclara las dudas.

Jilio 1977

Lunático:

No sé qué se te ha perdido por Aberdeen, pero ta puede tener las tetas grandes para preferir eso a estar aquí con Cornamenta, Colagusano y Conmigo.

¿Qué quieres que te diga? ¡Esto sí que es vida!

Los Rolling, la playa, la comida de la señora P.... Y lo mejor: ¡He visto en un escaparate de una tienda muggle algo mucho mejor que una escoba (Cornamenta casi me pega cuando se lo dije), UNA MOTOCICLETA. Hasta tiene sidecar, así que si te portas bien puede que un día acceda a darte una vuelta. No tengo pelas para comprarla, pero creo que mi tio Alphrad me ayudará con el dinero sólo si le dejo ver la cara que pondrá mi jodida madre cuando aparezca en moto por Grimmauld Place.

Cornamenta dice que sólo la quiero para ligar, pero yo creo que eso no es más que una indirecta para que se la deje para conquistar a Evans.

¿Tú que estás haciendo de tu vida? Dime, dime por favor que no te has leído ya los quinietos libros de los que me hablaste antes del verano.

Sin más, un lametazo.

-c.

¿Lunático? ¿Cornamenta? Parecen identidades secretas, pero probablemente no sea nada más que una broma. Lo que está claro es que no es la yaya Andrómeda.

- Esto es extraño- dice Al mientras abre más sobres- En todas aparecen estos nombres raros…

- No es tan extraño- dice Rose ojeando la primera carta- Datan de la I Guerra Mágica, era corriente usar nombres falsos en la correspondencia por si era interceptada. Aunque no parece que se trate de información confidencial precisamente.

- ¿No os ha entrado verdadera curiosidad por saber quién era este tipo y con quién se mandaba cartas? - pregunta James mientras busca alguna señal en el cuaderno vacío.

- A ti lo único que te interesa es lo de los maleantes- dice Al como si James no se estuviese tomando el asunto con la seriedad que corresponde.

Rose mira su reloj y pone cara de circunstancias.

- Será mejor que bajemos, pronto nos empezarán a buscar.

James saca un par de libros del baúl y se los coloca a Rose en los brazos.

- Al, tú quédate con las cartas, yo me quedaré con el cuaderno.- Mira a Rose y la señala con el dedo- Tienes que usar tu cerebrito para algo útil por primera vez en tu vida. Seguro que leyendo algo de eso puedes averiguar algo sobre esta persona.

- ¿Y por qué haría eso si todo esto me importa un rábano?- pregunta ella indignada con los libros en los brazos como si le pesasen toneladas.

- Porque, primita, no puedes negar que no sólo te importa, si no que te mueres tanto como yo por saber la historia de esta persona que vivió la I Guerra Mágica y blablabla.

- Eres odioso- le dice ella con el ceño fruncido- dame todos los libros. A ver si me caben en el bolso con algún encantamiento reductor.

Al guardó las cartas en el bolsillo de su cazadora, Rose escondió los libros de laguna manera en su bandolera y James puso el cuaderno entre el pecho y su cazadora de cuero para después cerrar la cremallera.

- Vámonos.

Al sabe que su padre se cabrearía mucho si se entera de que anduvieron fisgoneando en las cosas de la abuela de Teddy y se siente un poco mal por ello. Pero por otra parte todo este asunto le huele a intriga, secretos y aventuras. Sencillamente, ante el entusiasmo que pone su hermano no puede resistirse.

Teddy llega a la casa de los Potter con una mochila al hombro asegurando que de momento no necesitará nada más.

- Teddy, cielo- le dice Ginny cogiendo la mochila- Pensamos que estarías más cómodo en el ático que compartiendo cuarto con las fieras.

- Mamá, eres una aguafiestas- refunfuña James- Teddy quería quedarse en mi cuarto.

- Tú alucinas- le dice Al

- No les hagas ni caso- le aconseja Harry- Tú estás en tu casa, ya lo sabes, así que puedes elegir dónde quieres dormir, aunque francamente, yo me iría al ático.

- El ático estará bien- accede Teddy porque al fin de al cabo sólo serán un par de días, no hay que complicarse mucho.

- Oh…- suspira Lily- Pero papá, ¿Puedo ir yo al ático después de cenar para que Teddy me cuente sus historias?

Los Potter viven a 15 minutos en coche y a un ¡plaf! apareciéndose de Londres. La casa es de piedra con un pequeño jardín en la parte de atrás en el que hay un árbol del que cuelga un columpio viejo hecho con una cuerda y un trozo de madera que debe ser como un hotel para termitas. El columpio lo había montado Harry cuando Teddy era pequeño y el ahijado de Harry había sido el ayudante durante la construcción. Teddy lo recuerda mientras mira a través de la ventana del ático, pero sacude rápidamente ese pensamiento de su cabeza.

- Céntrate- se dice mientras abre la mochila para desempaquetar las dos camisetas, el par de calcetines y la ropa interior que iba a necesitar ese par de días antes de ponerse manos a la obra con lo de arreglarse la vida por sí solo.

Toc, Toc.

La escalera que permite el paso a su habitación temporal está desplegada y la buhardilla abierta, pero James da golpecitos en el suelo para pedir un permiso para entrar que ya se ha concedido a sí mismo porque camina hacia la cama de Teddy y se tumba boca arriba antes de que Teddy pueda decir "Pasa".

- Yo siempre quise vivir en este ático- le confiesa. No es que quiera iniciar una conversación sin más. Teddy sabe que James es una de esas personas con las que un silencio largo no es necesariamente incómodo. O puede que no sea James, si no que sea James con Teddy, o Teddy con James, que viene siendo lo mismo. – Papá nunca me dejó. Ni idea de por qué.

- ¿Estás celoso porque yo esté en el ático?

- No. Para nada- le dice James seriamente. Teddy se pregunta cuánto tardará en decir cualquier chorrada y mondarse de la risa.- Todo lo contrario. Tiene todo el sentido que tú estés aquí.

Teddy sigue la mirada de James que en esos momentos está recorriendo todo el cuarto. La cama es un viejo mueble de acero como las de antes, el suelo está cubierto con una alfombra de colores llamativos, fotos de varios equipos de quidditch de Inglaterra decoran la pared. Hay un armario de madera en la pared del fondo y Teddy se fija ahora en que hay un gran poster pegado a la puerta del armario en el que se ve una foto típica de Londres, la vista del Támesis con en Big Ben y la Noria de Londres. Él lo sabe y también sabe que Harry sabe lo que significa esa imagen. Un recuerdo de hace 12 años se pasea sin permiso por su cabeza y Teddy no sabe si conmoverse o enfadarse con Harry.

- ¿Por qué lo dices?- le pregunta a James- Creía que tú querías que durmiese en tu cuarto.

James se coloca sobre un costado en la cama para mirar a la cara de Teddy cuando responde:

- Digo que tiene todo el sentido que estés aquí porque esta habitación está preparada desde hace años. Creo que papá te la tenía reservada.- Teddy no quería saber eso- Además, te lo has creído… pero si tú roncas como un hipogrifo, no te dejaría dormir en mi cuarto ni aunque te trajeras a todas las primas veelas de Victoire contigo.