Sid se alejó del armario y se tiró en la cama, a su lado. Cerró los ojos. Ella se volvió y le posó suavemente el índice en la frente. Lo deslizó hacia abajo esquivando el puente de sus gafas y terminó parándolo en la punta de su nariz. Sonrió, y Cassie respondió instintivamente a su sonrisa con otra que dejaba ver todos sus dientes.
- Me gusta tu voz, Sid. Dime algo.
- Eeeh... vale - abrió los ojos - ¿Qué... qué exactamente?
- Da igual, Sid. Me gusta cómo hablas. Di algo.
- Hmm... vale. No sé... Tony me ha dicho que Chris hará una fiesta en su casa el sábado.
- Oh, wow... será divertido. ¡El papel de las paredes de la casa de Chris es precioso!, ¿No te parece? – sin dar tiempo a que Sid contestara, salió de un salto de la cama- ¿Qué más te ha dicho Tony?
Mientras él hablaba, Cassie fue dando saltos por la habitación, haciendo un ruidito sordo cada vez que sus zapatos dorados chocaban contra el suelo. Cuando llegó al escritorio, paró, se metió las manos en los bolsillos del vestido y sacó su pistola de agua y una bolsa pequeña con varias pastillas blancas.
- ...¿Cass?
- Aha... -con la punta del mismo dedo con que antes le acariciaba, estaba alieando perfectamente las pastillas en el escritorio- Qué pena no haberlas encontrado de más colores... va a ser un poco aburrido.
- Cassie, ¿Qué haces?
- Sigue hablándome, Sid - cogió la pistola y se disparó un chorro de Vodka en la boca -, yo me voy a otro sitio, pero volveré pronto.
Él se incorporó en la cama, mirando hacia donde estaba ella.
- Estás loca.
- Aha... adiós, Sidney.
Una pastilla, dos pastillas, tres...
Sid se acercó hacia donde estaba ella y le quitó la cuarta pastilla de las manos. Ella le apuntó con la pistola. Recogió las demás y las metió en un cajón del escritorio, y ella respondió lanzándole un chorro de vodka a las gafas.
- ¡Ey!¡Quieta! -le ayudó a levantarse de la silla- Ven aquí, anda.
Avanzaron juntos por la habitación. Los zapatos dorados de Cassie volvian a sonar contra el suelo. Esta vez, solo cuatro o cinco pasos cortos. Ella se tumbó en la cama, y él se sentó a su lado, de espaldas.
- Sigue hablándome, Sid.
- Pero qué coño quieres que...
- Gracias por esto, Sid.
- Claro, Cass... claro.
- Te quiero, Sid.
Ella cerró los ojos y él se volvió hacia ella. Le puso el índice en la frente y ella lo apartó con la mano y le tendió la pistola sin abrir los ojos.
- Todavía queda... ¿Te la acabas tú?
