24 de diciembre de 1942

Alemania estaba con Italia celebrando la Nochebuena, Japón en su casa, solo, pues él no celebraba esas cosas, y Gilbert…. Gilbert estaba en casa, con su "einsamkeit". No tenía ganas ni de poner el árbol de Navidad.

En otro plano, a la lusa le pasaba exactamente lo mismo. Ella no pensaba celebrar la Navidad con España. Era obvio. Y el día cinco de enero debía darles comida a las fuerzas del eje encargado por su querido y amado Salazar, nótese la ironía, pues si la lusa hubiera podido, al principio le hubiera partido la cara… Pero al final, siempre acababa recibiendo las palizas Paulo, para que ella no sufriera.

Cogió el primer vuelo que había a Alemania. En poco tiempo –unas dos o tres horas- ya estaba delante de casa de Gilbert y Ludwig. Los perros ladraban fuertemente y ella suspiró pesadamente antes de anunciar que ya estaba allí.

-Gilbert… he venido con la comida para este mes y el que viene –le dijo, mientras el albino abría la puerta, con su típica sonrisa egocéntrica… pero había algo que le gustaba a la lusa de él.

-Hallo María… ¿Qué te trae por aquí? Pensaba que la comida la traías el día cinco… -dijo, con una mueca pensativa.

-Sí, pero como hoy es Nochebuena… había pensado en venir… pero si no quieres me voy –dijo, dándose media vuelta, dispuesta a irse a Portugal nuevamente.

-N-no hace falta, quédate… digo, puedes quedarte si quieres –dijo, con un pequeño rubor.

La lusa entró, con una gran sonrisa, la cual desapareció al ver que no tenía ni el árbol puesto. Pasaron un buen rato montándolo, con una gran sonrisa los dos. Mientras lo montaban, la lusa consiguió olvidar el dolor de la guerra. Era un momento de gran paz. La paz se rompió cuando los militares los devolvieron a la guerra. ¿Cuánto tiempo más duraría todo esto?