Crepúsculo y sus personajes pertenecen a Stephenie Meyer, solo la trama es mía.


Porque decidí dejarla. Porque era lo mejor para ella.

Pero no puedo evitar pensar en ella, tenerla siempre en mi mente.

Pero, ¿cómo puedo olvidarla si ella me dio todo?

¿Cómo pude dejarla ahí en el medio del bosque destrozada?

Mi único consuelo es que ella me olvidará. Me olvidará, como a cualquiera, así como un día me dejo entrar a su vida.

Su frágil memoria humana dentro de unos años hará que deje de pensar en mí. Y en ese momento aparecerá un humano que le de todo lo que yo no pude darle.

Ese pensamiento me paralizó. Nadie la va a amar como yo lo hago, eso es seguro. Durante todo lo que quede de mi eternidad no encontraré algo más perfecto y puro que ese ángel de ojos color chocolate.

Pero irme era y es lo mejor de ella. Yo era como una manzana podrida, de a poco iría infectándola, y convertirla en un monstruo no era ni es una opción.

Debo asumir que mi decisión flaqueó cuando vi su mirada sin vida. Y me maldije internamente por ello.

Sé que soy venenoso para ella, y por eso tomé mi decisión.

Pero mi decisión trajo consecuencias terribles.

Y esas consecuencias derivaron en otra decisión.

Una eternidad viviendo sabiendo que nunca voy a volver a verla me destruye.

Por eso no vale la pena seguir en este mundo.

Y de alguna manera voy a irme de aquí. No voy a llegar al cielo junto a ese ángel, porque ella es demasiado pura comparándola con el monstruo que yo soy.

Por eso abro las puertas y doy un paso hacia delante. Me desabotono la camisa. Poco a poco, voy dejando mi pecho de mármol al aire. Un paso más, otro y otro. La paz está cerca, finalmente.

Cuando doy el paso decisivo a la luz del sol, cierro los ojos, sonriendo, saboreo mi muerte, un olor a fresas y fresias me llega a mis fosas nasales. ¡Oh si! Llegué finalmente con mi ángel. La presiono contra mi pecho y mi sonrisa se ensancha, porque por fin estoy en paz con ella en mis brazos.

-Abre los ojos- dice una vocecita tan dulce que solo puede pertenecer a un ángel como ella. No sé cómo será el cielo, ¿estaré entre las nubes? ¿Bella estará toda vestida de blanco y tendrá alas en su espalda?

Mi curiosidad me gana y abro los ojos. Pero no estoy rodeado de nubes y que no hay ninguna Bella de blanco flotando entre ellas.

Pero si estamos rodeados de muchas personas con capas rojas. Pero lo más importante de todo, si está ella. De carne y hueso, con un corazón latiendo acelerado y sus mejillas sonrosadas, mirándome fijamente con esos orbes chocolates. Los más preciosos que he visto en toda mi eternidad.

La estrechó más fuerte contra mi pecho temiendo que se vaya. Que desaparezca. Que me deje como yo hice con ella.

Y en ese momento me doy cuenta de que sin ella no soy ni sería nada. Si, ella es un ángel, y yo un monstruo.

Pero no voy a dejar que se quite su vida así como así por mi culpa. Porque si uno muere, el otro le sigue, esa es la verdad.

Porque a pesar de todo, estamos juntos. Abrazándonos. Besándonos. Porque en algún momento que no me di cuenta y entramos al castillo de nuevo, y estamos besándonos.

Si, besándonos, tan apasionadamente pero a su vez con tanta dulzura. Con tanta ternura. Con tanto amor.

Amor, amor es lo que sobra en este momento, porque ella es mi vida, ella es mi todo.

Y nunca voy a dejarla ir de nuevo. Porque no podría superar una nueva despedida.

Porque a pesar de ser un monstruo, mi amor por ella es tan puro e inocente como ella.

Nuestro amor es para siempre.

Fin


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