I carry your heart with me
Llevo tu corazón conmigo
Hello! Emmm... primero nada de Crepúsculo es mío! Segundo es mi primer fanfic escribiendo de Crepúsculo, así que espero les guste este pequeño mundo alterno con todos humanos!
Acotaciones:
Negritas... Subtítulos
&.&... Cambio de escena
Jasper
Un día más de trabajo, todo normal y sin nada emocionante. Pero así debían ser las cosas, ya después tendría tiempo para divertirse.
En ese momento, la hora de la comida, caminaba desde el edificio donde trabajaba hasta su restaurant favorito, apenas a unas tres cuadras, el sol no parecía servir de nada para aminorar el frío de la temporada, pronto sería año nuevo y el invierno había decidido azotar con fuerza en la gran ciudad.
Entró con tranquilidad al lugar y le sonrió a la chica que todos los días le había plática mientras lo conducía a la mesa de siempre, la misma rutina que le gustaba y no. Pero como un firme recordatorio de que no todo en la vida es monotonía, sintió el dolor punzante de su costilla rota cuando se rió un poco de la broma que hizo la muchacha, a quien en realidad no le prestaba demasiada atención. Al sentarse se despidió de ella y a lo lejos vio a la mesera de siempre, quien también le sonrió y levantó el menú para preguntar en la distancia y en silencio si debía llevárselo, cuando Jasper simplemente negó con la cabeza, ella entendió que pediría lo mismo de siempre.
Jasper recordó cómo fue que obtuvo la costilla ropa y sonrió al recordar que el otro quedó peor, aunque esa lesión lo estaba obligando a permanecer alejado de su diversión por algunas semanas. Divagó y calculó cuándo podría volver y en la emoción que eso le produciría, la adrenalina, las apuestas, los gritos, absolutamente todo. Quizás ese pasatiempo suyo no era lo más saludable del mundo, ya había terminado en el hospital más de una vez, pero aún así no tenía la mínima intención de dejarlo.
El hombre rubio esperó tranquilamente hasta que su comida apareció en la mesa y saludó a la chica, igual que todos los días, pero en esta ocasión la mujer le entregó algo más, un simple panfleto que en un inicio no llamó su atención, fue hasta que de verdad leyó el contenido de letras blancas resaltando sobre el fondo rojo, que se dio cuenta de que ese día sería todo menos normal y rutinario.
Concierto de año nuevo… concierto de año nuevo… concierto de año nuevo.
¿Podría…?
&.&...
Alice
Sonrió por milésima vez en el día, estaba teniendo una excelente tarde, por fin dio con qué era el detalle que le faltaba para hacer esa falda perfecta y apenas se ponía a trabajar en ella, definitivamente su siguiente colección sería la mejor, claro, trabajaba en equipo con otras tres diseñadoras, pero no importaba, con ser parte del resultado total ella se sentía bien.
Mientras sus manos continuaron trabajando su mente divagó, pensó en mil cosas y nada al mismo tiempo, en qué almorzó ese día, lo que cenaría, qué se pondría mañana, si el fin de semana rentaría una película o mejor… invitar a sus compañeras de trabajo al cine… hasta que al final se le vinieron a la mente los festejos de año nuevo.
Como cada año la marca de ropa para la que trabajaba daría una fiesta impresionante, con diseñadores muy famosos… era su festejo preferido… desde un mes atrás tenía el vestido perfecto, ella misma lo diseñó y lo hizo, cada puntada, todos los cortes… ansiaba como nunca asistir.
Y sin embargo estaba muy tentada a no hacerlo, o mínimo, a llegar verdaderamente tarde. En realidad, no estaba tentada, sabía que llegaría muy tarde y todo por un folleto que le dieron días atrás en la calle, fondo rojo y letras blancas. Levantó la mirada hacia su pizarrón de caucho, ahí con tachuelas estaban colgados recortes y dibujos, cosas que la inspiraban a diseñar. Pero en una esquina estaba… ese simple papel que podría cambiar muchas cosas.
Suspiró distraída y melancólica por su fiesta, pero a la vez no pudo evitar notar ese buen presentimiento, esa fuerza invisible que le decía qué era lo correcto, tenía que asistir, ir y escuchar cada nota y después… quién sabe, tal vez buscar al intérprete tras bambalinas. Y antes de regresar a su trabajo leyó una última vez el folleto.
Concierto de año nuevo… 10pm… el Centro de la Ciudad… concierto de año nuevo… 10pm… el Centro de la Ciudad.
Definitivamente lo haría.
&.&...
Emmett
Era de noche y un grupo de hombres jóvenes y por demás musculosos salían de un bar, un puño de amigos que aprovechó el tiempo para salir y distraerse, conquistar algunos corazones y pasar un buen rato, como era usual.
Todos tenían el trabajo que siempre soñaron, ese año pasaron de ser jugadores de foot ball colegial a las grandes ligas, a los equipos verdaderos. Cierto, eran novatos aún y estaban probándose a sí mismos y a los demás que se merecían esa oportunidad, pero habían llegado. Cada día se dedicaban con entusiasmo a hacerlo bien, a tener su lugar entre los titulares permanentemente y por las noches salían a divertirse, a disfrutar de todo lo que el dinero y el prestigio pueden dar. Porque cada vez que una mujer se enteraba de su ocupación… caía rendida ante ellos ¿quién se resiste a un jugador profesional de foot ball que hace montones de dinero y es famoso, o que por lo menos, lo será? Hasta ahora nadie.
Emmett llegó hasta su auto y se despidió de los compañeros, era muy tarde y tenía que dormir algo antes de levantarse con la luz del sol para ir a su entrenamiento, así que no más distracciones, iría directo a casa. Al quitarle la alarma al vehículo notó que tenía un papel en el parabrisas, parecía un folleto, con fondo rojo y letras blancas. Sin prestarle la más mínima atención lo arrojó en el asiento del copiloto al entrar y cerrar su puerta.
Condujo a casa tranquilo, con música de fondo y fijándose bien en el camino. Gracias a la hora el tráfico era nulo y pudo pasarse varias luces rojas. Le encantaba hacer eso… se sentía casi poderoso cuando no se topaba con ningún oficial que lo detuviera y esa noche tuvo suerte.
Al estacionarse y apagar el motor fue que vio de nuevo el folleto y pensó para sí mismo que no deberían llenar la ciudad con basura como esa, anunciando algo, seguramente nada que le interesara. Así con puras intenciones de hacerlo bolas y tirarlo al cesto de basura tan pronto como entrara en su departamento, lo miró de verdad por el más ínfimo segundo y sin quererlo leyó las palabras que automáticamente enviaron por su columna vertebral una descarga eléctrica por el desconcierto.
Concierto de año nuevo… 10pm… el Centro de la Ciudad…Sinfónica… Pianista Edward Cullen… Pianista Edward Cullen.
&.&...
Edward
Miró el reloj en su oscura habitación por milésima vez y suspiró cansado y hastiado, no había conciliado el sueño todavía y ya era de madrugada. Se dio la vuelta entre las cobijas para mirar por la ventana, allá sólo existía oscuridad, ni luna ni estrellas… de seguro por la contaminación. Pero eso era lo de menos, ahora debería concentrarse en dormir.
¿Por qué no podía? Tal vez la cama, que a pesar de ser suya le resultaba muy extraña. Hacía años que dejó de dormir ahí, desde que consiguió trabajo en la sinfónica en la que estaba y empezó a viajar… ahora se sentía muy cómodo en hoteles y sitios desconocidos. Pero tenía que mentalizarse a que todo eso había cambiado. El concierto de año nuevo sería el último que ofrecería como parte de aquel grupo que fue su inicio como profesional. Ahora tenía algo mejor, era parte de la mejor orquesta de una de las ciudades más grandes… todo un honor, a veces aún no se lo creía.
La desventaja que venía con eso era que sus padres vivían exactamente en la misma ciudad. Por supuesto que amaba a su familia, mamá, papá y a su hermana pequeña. Pero ya estaba muy acostumbrado a no estar todo el tiempo con ellos. Así que en los próximos días iba a buscarse un lugar para vivir solo, ya que no viajaría pronto. Algo pequeño y funcional le parecía bien. Podría decirles a sus padres que no quería atravesar toda la ciudad a diario, cosa que además era cierta, pues ellos vivían demasiado alejados de todo.
Se revolvió en la cama una vez más y suspiró decidiendo cambiar el rumbo de sus pensamientos, mejor concentrarse en lo verdaderamente importante. El concierto. Como tal no era nada del otro mundo, simplemente un evento para deleite del público en general. La ciudad estaba siendo empapelada con folletos y carteles y dado que la entrada era abierta, seguramente estaría lleno, o eso esperaba él. Porque quería hacerlo fantástico, lo más espectacular hasta ese momento… la última vez que tocaría con esas personas… la última, no podía creerlo. Era como cerrar un capítulo importante de su vida.
Pero estaba preparado, porque ya antes tuvo que enfrentarse a muchos cambios, cierres que fueron forzados… y ahí se detuvo, no queriendo traer a su cuerpo todas las desagradables sensaciones que siempre acompañaban los recuerdos del peor cierre de su vida, del evento que los marcó a él y a sus únicos amigos para siempre… sus amigos… ¿qué sería de ellos? No, no más, no recordaría eso, sólo iba a enfocarse en su música como llevaba haciendo diez años.
Concierto de año nuevo… 10pm… el Centro de la ciudad. Sinfónica. Pianista Edward Cullen... 31/diciembre.
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Concierto
La última noche del año, la más fría… pero quizás también la más mágica. Faltaban dos horas para que terminara ese año y las calles estaban casi vacías, mientras algunas casas y los bares y restaurantes rebosaban de gente, todos preparándose para finalmente dar un paso más.
La única excepción en toda la gran ciudad era el centro, donde justo en la plaza principal había un escenario grande, decorado con cientos de luces y al frente muchas personas, más de las que se esperaban. Eran ciudadanos de diversas edades que se reunieron ahí para darle la bienvenida al nuevo año con música.
Cuando las primeras notas sonaron en el ambiente frío los asistentes guardaron silencio para escuchar, era hermoso, todo el conjunto de instrumentos hacían que aquella noche especial se sintiera aún mejor.
Alice estaba muy lejos del escenario, no pudo llegar rato antes a buscar un mejor lugar por arreglarse debidamente para después asistir a la fiesta de su trabajo. Llevaba puesto un abrigo rojo brillante que resaltaba hermoso contra su piel blanca y con su cabello negro, debajo el vestido negro no se veía, pero así estaba bien, hacía mucho frío. Sus ojos recorrieron la tarima, o lo que podía ver de ella, y pronto lo encontró. Enfundado en un smoking, Edward tocaba el piano magistralmente y no pudo evitar sonreír. Ver su nombre en el folleto días atrás fue maravilloso, pero verlo a él era… algo diferente, algo más. Ahí se dio cuenta de lo mucho que lo extrañaba… y a los demás también. Volteó a su alrededor buscando un sitio más alto para ver y no encontró nada, suspiró resignada, resintiendo su corta estatura, y se quedó ahí de pie mirando a Edward fijamente mientras pasaron los minutos.
Jasper estaba en una de las orillas, de pie viendo al escenario, desde que comenzó su vista y su mente divagaban, vio a Edward, claro, pero eso sólo hizo que muchas cosas más le vinieran a la cabeza… ¿cómo estaría? ¿Y los demás? ¿Y Alice? Suspiró por milésima vez disfrutando de la música. Casi podía sentir las emociones de todos los presentes, jubilosos, alegres por esa noche y las notas perfectas de la sinfónica. Estaba en paz, un año nuevo que era diferente, no estaría solo en su casa toda la noche como solía hacerlo.
Tuvo muchas dudas, tantas, que pensó en más de una ocasión que no asistiría, pero estaba ahí… ¿y si al final se acercaba a buscar a Edward? ¿Haría mucho daño? Hacía diez años que perdieron contacto, que pactaron nunca más volver a verse y ahí estaba él… a punto de romper la promesa más sagrada que hizo en su vida, esa que juró, a sí mismo y a los demás honrar por el resto de su vida. ¿Podría? ¿En verdad era tan importante acercarse a saludar? Su vida estaba… no exactamente bien, pero subsistía… probablemente a su amigo de la infancia le iba mejor y a los demás también. Continuaron hacia adelante sin hablarse durante diez años, forjaron sus vidas y las vivieron… sin tener contacto, enterrando profundamente todo… ¿rompería eso ahora?
Emmett estaba de pie entre la multitud, solo y vestido muy casual. Era raro encontrarse ahí en un concierto de año nuevo cuando podría estar en su casa muy bien acompañado, o en un bar… pero finalmente decidió ir. En realidad no tuvo que pensarlo mucho, en cuanto pasó su primera impresión, miedo ante la posibilidad de hacerlo, supo que no había opción. Ahora que ante sí se presentó la oportunidad no la desperdiciaría. Después de todo no faltaba mucho a su palabra. Sí, claro, acordaron no volver a contactarse nunca pero… ¿un concierto? ¿Un saludo casual después? Sólo Edward y él, no haría daño, no estaban los demás involucrados ni nunca lo sabrían, por que jamás volverían a verse. El concierto se escuchaba bien, aunque no era su tipo de música, nunca lo fue… mientras crecían y Edward comenzó a tocar el piano él siempre se burlaba por sus gustos musicales… más parecidos a los de un abuelo que a los de un niño o adolescente. Pero tuvo que reconocer que era bueno en lo que hacía. Y conforme el concierto fue llegando a su final, igual que el año en curso, él se fue moviendo entre la multitud dispuesto a ir tras el escenario y saludar a su viejo ex-amigo.
La última nota, las doce de la noche, campanas, aplausos, festejos, ambiente mágico… un desempeño perfecto. El fin del concierto, del año y de su estancia en la sinfónica donde inició. Muchas cosas llegaron a su final en un mismo segundo. Se levantó del piano con calma y abrazó a los compañeros que se acercaron, algunos felices y otros con lágrimas… él sólo estaba tranquilo, sabía que después tenía una cena con sus padres y hermana, luego de varios años pasaría las fiestas con ellos y se sentía bien. Ante la ovación él y los demás se inclinaron, recibieron los aplausos mientras lentamente bajaban uno a uno del escenario por las pequeñas y algo frágiles escaleras improvisadas. Una vez fuera de ojos expectantes pudo hablar más con sus ahora ex-compañeros, esperando pacientemente a que, según lo planearon, su hermana llegara a rescatarlo de todo el barullo.
Era la segunda vez en una noche que Alice encontraba inconvenientes a su corta estatura, fue demasiado difícil pasar entre la multitud para llegar hasta la parte trasera del escenario, la empujaron y apretujaron mucho, pero casi estaba ahí y su corazón latía cada vez más rápido ente la posibilidad de ver a Edward, de hablar con él después de tantos años.
Pasó a duras penas entre dos hombres que se daban la espalda, ajenos a que ella quería cruzar, abrazados de alguien más y justo cuando se sintió libre, tropezó y la descarga de adrenalina le avisó que se daría un mal golpe contra el suelo y peor… estropearía sus medias… pero entonces, chocó contra un enorme cuerpo, un hombre de grandes proporciones que la detuvo sin querer de la caía, simplemente estando en el momento y lugar adecuados. Ella se alegró y apenó al mismo tiempo.
- ¡Disculpe! –murmuró apresurada mientras alzaba la mirada para ver al extraño, pero en ese instante se congeló cuando vio el rostro de ese descomunal chico.
No pudo decir más, su cerebro no coordinaba nada, simplemente se quedó ahí viéndolo con la boca abierta y en una total conmoción… era él... después de tanto tiempo estaba frente ese amigo, ese típico niño de aspecto imponente y corazón de oso de peluche. Obviamente él también la reconoció pues la miró fijamente con el seño fruncido varios segundos, hasta que esbozó una gran sonrisa y la estrechó entre sus brazos con mucha fuerza, cortándole el aire en su gesto amistoso.
- ¡Alice! –rió él sin darse cuenta del exceso de fuerza- ¡Eres tú!
- Emmett… no puedo… respirar… -dijo ella entrecortado y él la puso bien plantada en el piso todavía sin dejar de reírse, cuando la miró de nuevo notó que ella le sonreía de vuelta y sus ojos estaban llenos de lágrimas.
- ¡Estás aquí!
- ¡Tú también! –Alice rió y él lo hizo también por unos segundos antes de fruncir el seño y mirarla con una seriedad que pocas veces le vio antes.
- ¿Estás en contacto con él? –preguntó.
- No. –se apresuró a responder. – Vi su nombre en un folleto y no pude resistirme.
- Yo también. –contestó Emmett riendo de nuevo y con un gesto de la mano señaló hacia donde una valla cerraba el paso a los espectadores, allá debería estar Edward, del otro lado. -¿Vamos?
- Claro.
Juntos pasaron a las pocas personas que quedaban, a Alice ahora con su protector le costó mucho menos trabajo avanzar. Poco después llegaron al guardia de seguridad, un tipo serio de ropa negra y se preguntaron en silencio si podrían convencerlo de dejarlos pasar, pero antes de que pudieran decir cualquier cosa, una voz detrás suyo, proveniente de uno de los extraños que acababan de pasar sin ver, los detuvo en seco.
- ¿Qué hacen aquí?
Inmediatamente voltearon a verlo, ahí estaba, alto y atlético, con el cabello rubio un poco largo dándole el mismo toque renegado a su apariencia… igual que siempre. Emmett y Alice sonrieron ante la mirada de confusión de Jasper y ella simplemente le tendió la mano, un gesto simple que muchos años atrás hacía con frecuencia y que inconscientemente fue su primera reacción.
Jasper la miró entreabriendo un poco los labios como si quisiera decir algo, pero no lo hizo, sólo se limitó a tomar su mano y acercarse a ella hasta abrazarla, la estrechó contra su cuerpo sin pensarlo antes y lo hizo con su delicadeza habitual, conocía muy bien a Alice y lo frágil que podía llegar a ser cuando así lo deseaba. Mientras ella le devolvió el gesto, los dos chicos se miraron y sonrieron, sólo sintiéndose bien por unos segundos, antes de decir algo, de preguntar cualquier cosa… simplemente estaban felices de volver a verse.
- Jasper… -murmuró muy bajito Alice al separarse, esta vez las lágrimas no se quedaron contenidas en sus ojos, sino que corrían libremente por su rostro.
- ¿Qué hacen aquí? –preguntó mientras en automático se acercaba a Emmett y se daban un abrazo fraternal, sin embargo Jasper en ningún momento soltó la mano de Alice, como si temiera que al hacerlo ella se evaporara.
- Vimos el nombre de Edward en un folleto y vinimos a verlo. –explicó sencillamente Emmett, cuando vio que la chica no daba señales de recuperarse de la impresión, después hizo una de sus típicas bromas sin pensarlo. -¡Ey tú! ¡Por qué no te pusiste a llorar cuando me viste! Me siendo ofendido. –él se rió y Alice también, aunque Jasper se quedó serio.
- ¿No vienen juntos? –quiso saber el rubio, no lo pensó antes pero… ¿es que ellos estaban en contacto? ¿Cómo podrían…?
- No. –dijo Alice quitándose las lágrimas del rostro. –Choqué con él hace dos minutos ¿tú estás en contacto con Edward?
- No. También vi el folleto.
Por unos minutos se soltaron a reír los tres. Vaya mundo pequeño, ellos que juraron verse nunca más, reunidos por simples panfletos… por vivir en la misma ciudad sin querer, sin haberlo planeado… estaban ahí de nuevo sonriéndose como si nunca se hubieran separado, como si el día que marcó sus vidas para siempre jamás hubiese sucedido.
- ¿Y ahora? –preguntó Alice de repente.
- Vamos a buscar a Ed. –respondió Emmett entusiasta.
- ¿Creen que esté bien hacerlo? Dudé en venir solo… ahora que somos tres… -les externó Jasper su preocupación y lo entendieron de inmediato, estaban quebrando su pacto.
- Ya estamos aquí. –Alice se encogió de hombros y habló a su amigo hasta el hombre de seguridad.
No es que estuviera conscientemente segura de lo que hacían, claro que no, pero esa fuerza invisible le avisó que sería lo correcto, que estaba haciendo las cosas bien, un buen presentimiento, eso era. La chica puso su mano en el hombro del desconocido para llamar su atención, pensó en hacerlo ella que conocía bien la magia de los encantos femeninos.
- Disculpe… feliz año. –lo saludó sonriendo y él le devolvió el gesto ampliamente, hasta que el recorrido que hicieron sus ojos lo llevaron a la mano de Alice… y la Jasper unida, como fundida para siempre, entonces, frunció el seño.
- ¿En qué puedo ayudarles?
- Queremos pasar a ver a Edward Cullen, es importante. –dijo todavía sonriendo la mujer y el otro negó con la cabeza antes de hablar, pero no fue su voz la primera en romper el momento, sino la de una mujer que apareció al lado de ellos.
- Mi hermano no recibe admiradores.
Automáticamente voltearon todos hacia ella. Era una muchacha joven, diecisiete o dieciocho años, de cabello castaño en hermosos rizos y ojos que combinaban perfectamente, les sonreía de forma educada y sincera, igual que su tono de voz. Por un momento todos se quedaron en silencio ¿su hermano? Si Edward no tenía hermanos o hermanas… a menos que…
- Por lo menos no esta noche. –continuó la chica al ver que ninguno de los otros pronunció palabra- Tenemos planes para las fiestas.
- No somos admiradores. –fue Alice la primera capaz de idear algo. –Somos sus amigos.
- Él no tiene amigos fuera de la sinfónica. –frunció un poco el seño claramente contrariada, no podía dudar del tono de la mujer del cabello negro pero conocía bien a Edward y de verdad no le conocía amigos… fuera, ni dentro de su trabajo en realidad.
- Somos amigos de la infancia. –continuó Alice con naturalidad.
- ¿De Forks? –preguntó ahora la más joven sonriendo otra vez, casi emocionada, pero ante la simple mención de la palabra, del nombre de ese pueblecillo donde… todo pasó, Alice se estremeció ligeramente y se quedó helada.
- Exactamente. Crecimos juntos. –dijo Jasper al sentir a Alice temblar.
- Mis papás me han hablado de ustedes. –dijo emocionada. – Pasen. –volteó con el hombre de seguridad, con quien fue presentada antes del concierto y a quien dieron instrucciones de dejarla pasar.
Así todos cruzaron a la parte posterior del escenario y siguieron a la joven adolescente entre las personas, buscando a Edward con la mirada, ansiosos por qué pasaría cuando se toparan, por cómo iban a suceder las cosas… qué palabras dirían.
- ¡Edward! –gritó la joven y se apresuró hacia su hermano agitando una mano en lo alto, él estaba solo momentáneamente y todos sus amigos notaron el segundo exacto en el que los vio, justo cuando se tensó de pies a cabeza. -¡Feliz año! –lo abrazó la chica muy afectiva y él correspondió al cabo de unos segundos, envolviéndola entre sus brazos con un movimiento lento y seco sin despegarles los ojos a los demás, que lo miraban con el seño fruncido ante ese recibimiento. - ¡Mira son tus amigos! Vinieron a verte y los hice pasar. Ellos son… bueno… no me dijeron sus nombres.
- Sé quienes son. –replicó él muy seco y su hermana lo miró confundido, dándose cuenta por primera vez de su estado de ánimo. -¿Qué hacen aquí?
- Vinimos a verte. –empezó a hablar Alice, guiada por su intuición, quizás no es que Edward odiara verlos, tal vez sólo odiaba el verlos juntos. – Nos encontramos hace cinco minutos, fue una sorpresa para todos. No venimos juntos. ¡Es tu culpa por ser una súper estrella!
Luego de la aclaración tanto Jasper como Emmett asintieron y los cuatro olvidándose del mundo a su alrededor se miraron a los ojos, esperando, sopesando el siguiente paso, recordando… hasta que al cabo de un minuto Edward sonrió ampliamente y negó un poco con la cabeza dando unos pasos para dejar atrás a su hermana y acercarse mucho a sus amigos con los brazos abiertos.
Así ante los ojos de varias personas los cuatro se reconocieron, haciendo un abrazo grupal, un gesto de cariño, simplemente eso… porque se querían y a pesar de haberlo reprimido por tantos años… de que en algún momento incluso hubiesen lamentado conocerse… en ese instante, en el inicio de ese año… todo era perfecto por el simple hecho de estar juntos. Aunque no estuvieran todos.
- No lo puedo creer. –mustió Edward dando dos pasos hacia atrás, todavía con la sonrisa en el rostro.
- ¿De qué me perdí? –preguntó su hermana de repente, algo molesta por no entender absolutamente nada.
- Te voy a presentar. –la tomó Edward de la mano. – Ella es Ness, mi hermana, se unió a la familia hace ocho años. –él encontró natural decirles la verdad, al fin y al cabo todos sabían que sus padres nunca pudieron tener hijos y que él era adoptado.
- Emmett. –se presentó sonriendo el chico y la saludó con un apretón fuerte de mano.
- Jasper. –dijo el rubio inclinando la cabeza en un gesto caballeroso y galante.
- Alice. –la joven se acercó para abrazarla brevemente, soltando por primera vez la mano de Jasper.
- Mucho gusto de conocerlos a todos. –dijo la joven. - ¿Vienen a cenar con nosotros? Mamá y papá están esperando y estoy segura de que les va a dar gusto verlos, me han hablado mucho de ustedes.
Al instante todos se tensaron otra vez, una cosa era pasar a saludar y otra muy diferente entablar una larga conversación, además con los padres de Edward ¿qué hacer? ¿Sería imprudente? Pero… en ese momento, con toda esa alegría rodeándolos era muy tentador, imposible de resistir el saber un poco más, estar juntos aunque fuera una noche.
- Quizás ellos tienen ya planes. –intervino el músico dirigiéndose a todos, más bien en tono de pregunta, sus viejos amigos entendieron, él quería que fueran.
- En realidad, no. –Emmett fue el primero en hablar, simple y directo, como fue él siempre.
- Regresar solo al departamento donde nadie me espera. –dijo Jasper, esperanzado ante la posibilidad de estar más tiempo no sólo con los chicos, sino con Alice.
- Pues… -dudó ella mordiéndose el labio, sí tenía planes, una fiesta importante… para la que hizo ese vestido especial… pero ¿y si no fue así? ¿Y si su entusiasmo extra fue una premonición? Ella estaba habituada ya a ese tipo de cosas y como una certeza más del universo se dio cuenta de que toda su preparación no fue para la fiesta, sino para ese reencuentro. – Me encantaría ir también.
La adolescente sonrió y sin una palabra más tomó a su hermano de la mano, ignorando los ojos curiosos de quienes estaban a su alrededor, después de todo su trabajo era sacarlo de ahí para que fuera libre de ir a pasar las fiestas con sus padres. Cuando cruzaron las vayas y Edward estuvo fuera de peligro, la joven lo soltó y se dirigió a todos.
- ¿Se van juntos y nos vemos allá? Mis padres están esperándome.
- Vamos en mi auto. –dijo Emmett y la chica se fue despidiéndose con un gesto de la mano para perderse entre la multitud. – Síganme.
El camino hasta el vehículo fue largo, tres cuadras que recorrieron en silencio total, quizás todos tenían demasiado en sus mentes para expresarlo, o quizás esperaban a que alguien más hablara… dijera cualquier cosa… ninguno lo sabía. Cuando llegaron al auto se subieron sin dudar, Jasper abrió la puerta para Alice y luego rodeó para subirse a del otro lado, también en el asiento de atrás. Edward iba de copiloto y le dio la dirección a Emmett, éste asintió y arrancó, hasta entonces alguien decidió empezar por lo más obvio.
- Es un mundo pequeño. –dijo Alice sintiendo la mano de Jasper tomar la suya otra vez.
- Demasiado. –contestó Edward. - ¿Saben algo de Bella y Rosalie?
- No ¡qué va! Si hace media hora no sabía nada de ustedes. –Emmett se rió y todos hicieron lo mismo.
- Yo estoy igual, esta noche me tomó por sorpresa. –dijo Jasper.
- Creo que a todos. –Edward habló en tono bajo.
- Yo veo a Rose todos los días. –con esa afirmación triste ella sintió cómo todos se le quedaron viendo, hasta Emmett utilizando el espejo retrovisor. – En la esquina de la 18 y la 43 ¿no pasan seguido por ahí? –todos negaron con la cabeza y ella suspiró antes de seguir con la explicación. – Supongo que no. Si lo hicieran la habrían visto. Hay un espectacular con su rostro y sus manos.
- ¿Qué? –preguntó Emmett exaltado, aunque los otros dos quisieron hacer lo mismo. Alice rió, ella también reaccionó así cuando vio a su amiga en ese anuncio gigantesco.
- Supongo que terminó por volverse modelo. Está aún más linda que antes…
- Imposible. –se rió Emmett, si ella ya era la mujer más hermosa que sus ojos jamás vieran.
- ¿Qué anuncia? –quiso saber Edward.
- Esmalte para uñas. –Alice sonrió y todos hicieron lo mismo recordando la obsesión que siempre tuvo su amiga con sus uñas. – Pero es todo lo que sé de ella. Y de Bella jamás volví a saber nada.
Durante el resto del camino continuaron conversando, poniéndose al corriente con las cosas más simples, a qué se dedicaban, que aún no se habían casado, cómo es que terminaron todos viviendo en la misma ciudad. Las cosas sencillas de sus vidas, nada de recuerdos, nada sobre el pacto que estaban rompiendo, en esos momentos nada más querían estar juntos y charlar. Ya encontrándose cerca de su destino Alice quiso indagar un poco más sobre a qué se enfrentarían al llegar.
- ¿Cómo están Esme y Carlisle? –preguntó a Edward en tono casual.
- Como siempre. Él trabaja en un hospital gratuito y en consulta privada y ella reconstruye edificios viejos. No han cambiado mucho.
- ¿Tu hermana aún vive con ellos?
- Sí. Aunque no creo que por mucho tiempo. Está por graduarse y la universidad le queda demasiado lejos de casa, haría dos horas de camino todas las mañanas. Aunque creo que les va a costar dejarla ir.
- Esme siempre fue tan maternal. Es maravilloso que hayan decidido adoptarla también.
- Sí, Ness es una niña maravillosa. –Edward no quiso ahondar más en explicaciones ahí, no podía decirles que siempre tuvo la impresión de que parte del motivo de sus padres para ampliar la familia fue la actitud tan extraña que él demostró cada día desde que se dejaron de ver… ese no era el momento para malos recuerdos.
Cuando llegaron a la casa notaron el toque de Esme por todos lados, los adornos de la temporada, el jardín amplio y hermoso, la construcción de diseño muy parecido a la que conocieran de niños en otro lugar, absolutamente todo les fue familiar, a pesar de nunca haberlo visto antes.
De inmediato la puerta se abrió y Esme salió casi corriendo, con Carlisle justo detrás, definitivamente la hermana de Edward debió decirles todo, puesto que la recepción fue más que cálida. Estando los tres invitados juntos de pie, Alice y Jasper todavía tomados de la mano, les fue fácil hacer otro abrazo grupal. La madre de Edward los envolvió a los tres casi como si fueran niños de nuevo, y su esposo hizo lo mismo. En ese instante, los tres, que no eran cercanos a su familia, sintieron como si el tiempo no hubiera pasado y todavía anduvieran en la casa de los Cullen cada día, mirando televisión y comiendo las galletas de Esme. Desafortunadamente nada era lo mismo y cuando se soltaron pudieron sentir de nuevo ese peso de las cosas que no querían recordar.
- ¿Cómo es posible que…? –pero Esme no pudo terminar la frase, con la garganta hecha un nudo, sentía como si estuviera otra vez enfrente de sus niños, los cuales le fueron arrebatados abruptamente, aunque nunca fueron suyos de verdad.
- Destino. –le sonrió Alice con certeza, pues esa era la única posible respuesta para la pregunta no formulada.
- Pasen. –sonrió Carlisle- Bienvenidos a casa.
Esa noche fue maravillosa en más de un sentido. Edward tuvo razón, sus padres no habían cambiado mucho. Él conservaba su forma de ser, cálido y sereno, ahora cuando sonreía se marcaban en sus ojos unas finas líneas, pero aún así era el mismo hombre de siempre. Esme casi no podía contener su emoción, todo el tiempo los escuchó e hizo preguntas, sonriendo, extasiada por verlos ahí. Su comida también era la misma… la mejor que probaran jamás.
Casi todo fue sencillo y feliz, en general repetir lo mismo del camino, excepto que esta vez los cuestionaron sobre sus familias y ellos tuvieron que dar pocos detalles, ya que ninguno estaba en muy buenos términos… siempre consecuencia del secreto que guardaban. Alice les dijo que sus padres y hermana vivían en Biloxi, no hablaba mucho con ellos. Jasper contó que sus padres y hermanos volvieron al sur del país de donde eran originarios y tampoco mantenía comunicación. Y Emmett se limitó a decir que sus padres estaban retirados y vivían en un país pequeño de Centroamérica, como en unas vacaciones permanentes, por lo que tampoco eran muy cercanos.
Eventualmente Carlisle y Esme también preguntaron por Rosalie y Bella, y todos pudieron notar la decepción cuando les dijeron que de ellas no sabían nada, o prácticamente nada. Esme prometió que al día siguiente iría a ver el espectacular de Rosalie y Emmett riendo añadió que él haría exactamente lo mismo.
Al final la noche se les hizo mañana y se dieron cuenta de que debían despedirse, al hacerlo los padres de Edward los hicieron prometer que volverían y ellos, por mera cortesía aceptaron… ya que en realidad no era algo seguro y no deberían hacerlo. Los tres dejaron saludos para Ness, quien mucho antes estaba ya dormida en el sillón, y salieron en compañía de Edward.
- ¿Y esto es todo? –preguntó el chico de cabello color bronce.
- Debería ser todo. –se apresuró a decir Jasper.
- No veo por qué. –contradijo Emmett.
- Porque lo prometimos, lo juramos en realidad. Nunca más. –le recordó el chico rubio.
- Las cosas cambian. –el jugador de foot ball, generalmente alegre cambió su semblante por uno serio sin darse cuenta.
- No Emmett, lo que pasó nunca va a cambiar. –concluyó Jasper y todos sabían que estaba en lo correcto, el pasado estaba grabado para siempre.
- Hay que pensarlo. –sugirió Alice, sintiéndose confundida, Jasper tenía razón… pero en ese momento su corazón no se sentía capaz de dejarlos ir. – Una semana, creo que es buen tiempo. ¿Conocen el restaurant italiano de la avenida principal? –preguntó diciendo el primer lugar famoso que se le vino a la mente y todos asintieron. –Nos vemos ahí, en una semana exactamente, a las ocho para cenar. Yo hago la reservación. Piénsenlo y si finalmente alguno decide que no quiere volver a vernos… simplemente no vaya.
Los miró a todos con seriedad y uno a uno asintieron, comprendiendo el peso de aquella nueva promesa y que de verdad deberían pensar bien las cosas, las consecuencias que les traería volver a entablar una relación… que estaba prohibida. Al final la joven sacó de su bolsa tres tarjetas de presentación y se las repartió.
- Entonces… tú sí estás segura de volver a vernos. –apuntó Edward, quien desde niño se entendía bien con Alice, captando la esencia de su intuición demasiado bien.
- En este momento, se siente como la opción correcta. –respondió ella, también tenía dudas… pero cada vez eran menos.
- De acuerdo.
Los tres visitantes se marcharon después de despedirse y el camino de regreso lo hicieron en silencio, Alice iba perdida dentro de mil ideas, pero los chicos, al igual que Edward en casa, pensaban sólo en una cosa, en esa valiosa lección que sabían desde niños… pero que olvidaron un día… y pagaron muy caro el hacerlo, que seguirían pagando el resto de sus vidas. Nunca apostar en contra de Alice.
CoNTiNuaRá...
Hello de nuevo! Espero que les haya gustado este capi y les haya dejado curiosidad por leer lo que sigue, y saber del pasado y el futuro de los chicos y chicas! Si tienen un minuto les pide con comentario, crítica, jutomatazo, pedrada, etc! Y espero seguir leyéndonos pronto!
Feliz inicio de año.
PD
El título del fic es el de un poema de e. e. cummings, el cual iré mostrando en futuros capítulos conforme las circunstancias se vayan dando y llegue el momento adecuado.
