Notas de la traductora:

¡Hola!

Esta es una traducción autorizada de un fic en inglés de Cheryl Dyson. La historia me encantó, y la pareja es muy original, creo que merece la pena de leer, y de traducir. Si entendéis el inglés, os recomiendo que leáis la historia original, aquí en fanfiction, en el perfil de la autora.

Siento haber empezado a traducir estos cinco capítulos en vez de continuar con mi fic, pero lo leí hace muy poco mientras hacía una pausa de estudiar, y la verdad es que me encantó. Os pido que le deis una oportunidad, a pesar de la inusual pareja.

Advertencia: Esta historia tiene contenido adulto.

Notas de la autora:

Lo sé, es un milagro, pero esta es una historia hetero. No hay muchas parejas heterosexuales que me gusten en HP, pero esta es especial. Surgió como tema en la reciente Teddy Fest en Livejournal, y no pude dejarlo pasar. La historia prácticamente se escribió sola. De todos modos, incluso aunque nadie la leyera, adoro esta historia!

Knock Three Times (Llama tres veces)

*** UNO***

Teddy Lupin conoció a su primer amor cuando tenía quince años. Había admirado otras chicas con anterioridad, por supuesto, ya que sólo un imbécil no sentiría ningún tipo de atracción por nadie a esta edad. Incluso tenía una especie de novia, por aquél entonces. Pero nunca había sentido nada tan espantosamente intenso –casi como un puñetazo en el estómago– como cuando subió los escalones y prácticamente la tiró al suelo.

Era increíble. Sus ojos marrones parecían penetrarle en alma, desnudando sus secretos y descubriendo sus deseos mejor guardados. Los miró fijamente durante unos quince segundos antes de que su mirada cayera, solo para fijarse en algo aún más increíble –su escote.

La mandíbula de Teddy se abrió de manera desmesurada e intentó desesperadamente forzarse a mirar hacia otro lado, pero eran tan increíblemente llenos y perfectos y… allí, casi escapándose del ajustado corpiño verde esmeralda que intentaba contenerlos.

–Si tienes intención de babear, ¿podrías al menos avisarme, y así cogeré un pañuelo? –preguntó en tono seco, y Teddy apartó la mirada, tartamudeando.

Le rodeó mientras él intentaba balbucear una disculpa, pero sus cuerdas vocales parecían incapaces de conectar con su cerebro. Las ropas de la mujer ondeaban al moverse y sus carnosos labios se curvaron cuando se giró para mirarle. El corazón de Teddy casi se paró cuando ella le guiñó el ojo.

Teddy la siguió observando embelesado, ganándose una mirada hostil del profesor Susscrofa, quién la acompañaba, quejándose audiblemente cerca de las delicadas orejas de la joven. Teddy se sintió encoger de vergüenza. Suscroffa se parecía bastante a un jabalí, y sus frondosas cejas estaban adornadas de largos pelos que sobresalían formando ángulos aleatorios. Su hinchada mano la rodeaba hasta apoyarse en el codo del nuevo objet d'amour de Teddy, guiándola al bajar las escaleras.

–Nuestros estudiantes no son, en general, tan maleducados, Srta. Parkinson, y estoy seguro de que Teddy se dirige a clase ahora mismo, ¿no es así, Sr. Lupin? –La voz de Susscroffa era una mezcla entre sermoneante y desdeñosa. Era jefe de casa de Hufflepuff, y nunca le había gustado Teddy.

–Srta. Parkinson –Teddy dijo en un suspiro, ganándose un codazo por parte de Robin.

–Eh, Teddy, vuelve a la tierra.

–¿La has visto? –preguntó, admirando el vaivén de las caderas de la Srta. Parkinson al descender por las escaleras y doblar la esquina. Ella no se giró.

–Unas tetas increíbles, para alguien de su edad –comentó Robin, y le arrastró por el brazo.

Teddy le miró con reprobación.

–¡No es vieja!

Robbin puso los ojos en blanco.

–Probablemente esté por encima de los treinta, y esto es vieja, tío. Manda Glasgow tiene unas tetas tan impresionantes como las suyas.

Teddy hizo una mueca. Manda Glasgow podía tener un buen busto, pero tenía ojos de bovino, y una costumbre de mascar chicle que sólo incrementaba su parecido a una vaquilla de granja. No se parecía en absoluto a la asombrosa Srta. Parkinson, con su piel perfecta, sus labios gruesos, sus ojos ardientes, y…

Teddy dejó escapar un suspiro enamorado y se apresuró en seguir a Robin. Era muy posible que no volviera a ver a la increíble Srta. Parkinson nunca más.

Pero Teddy volvió a ver a la Srta. Parkinson. Muy a menudo, de hecho. La escuela estaba planeando un gran evento para en quinceavo aniversario de la Batalla de Hogwarts. La Srta. Parkinson, cuyo nombre de pila era Pansy, como la bonita flor, tenía la responsabilidad de planear gran parte del acontecimiento, debido a su cargo en el Ministerio. Teddy no había prestado mucha atención a los detalles del asunto, simplemente se alegraba de su presencia bajo su mirada adoradora.

Por desgracia para Teddy, Pansy prácticamente ni era consciente de su existencia. Diversos estudiantes habían sido asignados como ayudantes de la Srta. Parkinson para atender a cualquiera de sus necesidades. La ardiente mete de Teddy no paraba de inventar fantasías en las cuales Pansy tenía muchas necesidades, entre las que se incluían besos, caricias y declaraciones de amor. Desafortunadamente, en realidad, parecía necesitar únicamente su fuerza física.

–Mueve esta estantería unos quince centímetros a la derecha –pidió, ladeando la cabeza.

Teddy tensó los músculos y se preguntó si sería muy obvio quitarse la camisa. Gracias a sus habilidades como metamorfomago, podía aumentar sus músculos a voluntad, para no tener que parecer un adolescente esmirriado. Frecuentemente se imaginaba a si mismo acercándose a ella, con la apariencia de un hombre adulto, engañándola para que pensar que era mayor de edad…

Teddy suspiró. Eso sería deshonesto y se negaba a mancillar la pureza de su amor con una mentira tan grande. Eventualmente, la verdad saldría a la luz y él sería tratado de charlatán.

–¡Aquí! –exclamó–. Está perfecto, Tommy. Gracias por ayudar.

Se giró para mirarla, abatido.

–Teddy –corrigió por tercera vez. Merlín, ni siquiera podía acodarse de su nombre.

Pansy le sonrió distraídamente y le dio una palmadita en la cabeza. Sus ojos estaban fijos en la pared, sin duda planeando la posición del próximo mueble que Teddy tendría que mover.

–Sí, cielo. Teddy. ¿Puedes traerme las muestras de tela que he dejado en aquella mesa? Necesito decidir cuál quedará mejor aquí…

Dejó escapar un largo y sufrido suspiro y obedeció.

Teddy investigó todo lo que pudo con respecto a Pansy Parkinson. Descubrió que había estudiado en Hogwarts, había pertenecido a Slytherin y había sido "una estudiante muy ordinaria" de acuerdo con la directora McGonagall. Teddy se alegró de oírlo, puesto que él mismo era también un estudiante muy ordinario.

Su padrino fue menos halagador cuando Teddy regresó a su casa durante las vacaciones y sacó el tema.

–¿Pansy Parkinson? –Harry pareció contenerse durante un instante y luego resopló antes de dirigir la mirada a la tía Hermione –¿Qué está tramando ahora?¿En Hogwarts?

–Probablemente intenta formar al próximo Señor Tenebroso –contestó.

Tanto ella como Harry se rieron, pero Teddy no lo encontró divertido en absoluto. No había visto a Pansy hacer nada que insinuara maldad siquiera. Era preciosa y perfecta y olía a galletas azucaradas. Decidió que simplemente estaban prejuiciados contra los Slytherin, algo con lo que él podía identificarse, ya que los Slytherin de su curso eran realmente insoportables; pero estaba dispuesto a darle a Pansy el beneficio de la duda. Era una adulta, y cualquier transgresión infantil por su parte debería haber sido olvidada tiempo atrás.

Felicitándose a sí mismo por su madurez, Teddy empezó a pensar en métodos para conseguir que Pansy se fijara en él.

Todos sus planes para atraer la atención de Pansy fracasaron estrepitosamente. Parecía tener ojos solamente para su trabajo, y cuando llegó el gran día, el Gran Comedor estaba espectacular, cubierto con los colores de todas las Casas, con bengalas mágicas disparando fuegos artificiales que se convertían en nebulosas escenas de batallas, las cuales garantizaban dejar a los veteranos de guerra sollozando en sus cervezas de mantequilla.

Por supuesto, todo perdía color al compararlo con la imagen de Pansy. Su pelo oscuro estaba recogido con brillantes peinetas verdes y dos hadas que emitían luz. Su vestido también era verde –color que, según Teddy había notado, era su favorito– y se aferraba a sus voluptuosas curvas. Algunas esmeraldas refulgían en su cuello y sus muñecas, y su sonrisa relucía más que cualquiera de ellas. El cuerpo de Teddy dolía por el mero hecho de mirarla.

Dignatarios y oficiales del ministerio llenaban el Gran Salón. Habían tenido lugar una lujosa ceremonia y festín que habían incluido a los estudiantes de Hogwarts aquél mismo día, pero después del toque de queda solamente los adultos y los alumnos de séptimo curso tenían permitido quedarse, para bailar, beber y charlar sentimentalmente de la guerra. Era terriblemente aburrido.

Teddy sólo podía mirar, puesto que había cogido prestada la capa de invisibilidad de Harry –posiblemente sin su permiso– y estaba encogido en un rincón apartado para observar a Pansy. Deseó haberse ido a la cama con el resto de estudiantes cuando la vio cogida del brazo de un atractivo mago rubio. Se reía con él con una familiaridad que hizo que el corazón de Teddy encogiera, acercándose a él suficientemente como para besarlo.

Cuando se dirigió a la pista de baile con el hombre, Teddy no pudo soportarlo más. Devastado, escapó de la habitación para cuidar su corazón herido.

Tenía que asumirlo. Pansy Parkinson era una mujer de mundo y él era solamente un estudiante estúpido escondiendo un flechazo. Tenía que olvidarse de ella. Dos días más tarde ya se había marchado de Hogwarts, como si nunca hubiera estado y trastocado su vida. Intentó olvidarla, una decisión ayudada por el hecho de que no la vio durante siete largos años…

TBC