CAPITULO 2
(Pov Darío)
Salí de la ducha y lo primero que me encontré fue a una joven de pelo negro y ojos verdes con la boca abierta sujetando un plumero.
-¿Señorita?-.
Esta no me respondió, simplemente pasó a mirarme la polla, cosa que me dio un poco igual.
Ella me miró a los ojos y empezó a gritar y vaya si gritaba, parecía tener por garganta un audífono.
-Shhhhhh-.
Ella seguía gritando.
-SHHHHHHHHH-.
Le tapé la boca con tan mala suerte que me golpeé el dedo meñique con la esquina de la pata de la cama y al cojear me caí sobre ella y de ahí directos a la cama.
Conseguí taparle la boca.
-No voy a hacerte nada- dije claramente- deja de gritar idiota-.
Ella preció relajarse notablemente y me retiré de encima de su cuerpo.
-Empieza por el baño yo tengo que salir y mucho cuidado con las cosas que hay en la habitación, las tengo contadas una a una-.
Me vestí bajo su atenta mirada y salí de allí lo más rápido que pude, que cadena de infortunios más tonta...
(Pov Alaska)
Había pasado lo que yo creía que había pasado, ese hombre había salido desnudo.
Me tapé la cara con mis manos por la vergüenza, toda la sangre de mi cuerpo se había subido a mi cabeza y ahora estaba mareada y a la vez muy muy colorada.
Era la primera vez que veía en tiempo real a un hombre desnudo, las películas no contaban, ni tampoco las porno que por curiosidad había ojeado alguna noche que otra sin llegar a masturbarme... me daba mucha vergüenza, mucha mucha vergüenza.
Pude leer en su carnet, ya que miré entre sus cosas su nombre...
Darío, era un nombre bonito, distinguido por no mencionar que su ropa era de lo más cara y exclusiva, de hecho estaba en una de las habitaciones presidenciales, de las más caras de ese hotel, solo la alquilaban famosos, o millonarios para traer a sus amantes, lo raro de todo esto es que él no era para nada un hombre mayor, es más me parecía hasta mucho más joven.
Y no tenía pinta de estar casado, ni lo ponía en su carnet de identidad.
Cuando finalicé con el registro me fui derechita a la siguiente habitación donde no dudé en llamar a la puerta y entrar como antes, y allí estaba un viejo conocido.
-Profesor Parmacks-.
-Hola- dijo el hombre mayor metiendo su billetera en el bolsillo de su traje oscuro- ¿Cómo va todo por ahí arriba Alaska?-.
Di una pequeña risotada, siempre me gastaba el mismo chiste.
-Bien, profesor ¿qué hace aquí?-.
-Estoy en una conferencia-.
-Vaya, no sabía que usted daba conferencias-.
-Desde que tu ibas al instituto han pasado cosas ¿estudiaste al final para abogado?-.
-No profesor, no podía pagarme los estudios y al final hice un grado en cuidado facial y esteticién-.
-Bueno, es algo-.
-Sí, la verdad es que me gusta mucho la moda, usted lo sabe, también la belleza y todo eso-.
-Se nota, te cuidas-.
-No profesor, yo no- me puse a fregar- espero verle más tarde le invito a un café de máquina, como los viejos tiempos-.
-Claro, cuando quieras-.
El hombre de barba blanca y gemelos plateados en los puños de su camisa se fue limpiando las solapas de su lujosa chaqueta seguramente deGucci o alguna de esas marcas pijas que solo se podían permitir lo más privilegiados.
