Secreto

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Primera parte

Un llanto fuerte lleno el pequeño y austero recinto, apenas contaba con lo indispensable para cumplir la función a la cual estaba destinado: sala de expulsión.

No seria la primera ni la ultima en hacer uso de aquel lugar, con el paso de los meses se había ganado la confianza del raquítico personal medico pero eso le bastaba para que hicieran una buena labor con su más preciado tesoro, sudorosa y exhausta levanto la cabeza sonriendo para poder ver aquel pequeño milagro llorar con todas sus fuerzas, vio como la enfermera lo limpiaba y prodigaba los primeros cuidados a su bebé.

Al fin fue cubierto por una manta y entregado en sus brazos, cuanta infinita alegría sintió al poder tocarlo después de la larga espera… 6 meses y medio de que tuvo conocimiento de que lo esperaba. Fue un shock al principio pero después se convirtió en esperanza, fe en el futuro y un terrible temor.

En aquel encerrado lugar había dado a luz, a luz… Cuan cierta era aquella frase, ahora que lo vivía en carne propia podía entender su significado, de pronto aquel lugar se había convertido en un Campos Eliseos, nada mas bello habían visto sus ojos antes, la luz y la vida se abrían paso dándole renovadas fuerzas. Lo toco y beso, no permitió que su decisión empañara el momento, después vería como sobrevivir sin el… Por ahora solo quería meterlo dentro de su alma y guardar cada instante en su memoria porque eso es lo que le permitiría seguir viviendo los años siguientes.

-Es precioso Candy.

-Si, hermana María, ¿ha visto usted a un bebé más perfecto?

María se quedo mirándola amarrando su propio corazón negó levemente y derramo sinceras lagrimas agradecida por estar ahí presenciando como Candy daba su fruto al mundo pero muy pronto aquel lugar que ahora resplandecía se volvería el infierno mismo para ella aquí en la tierra.

Como madre de muchos niños sabia que Candy estaba bloqueando el momento, ese que no podría eludir por mucho tiempo, ella sabia lo que significaba el dolor de la separación, había visto marchar a tantos niños del hogar, y a quien mas lloraron fue a esa mujer con las entrañas abiertas y maltrecha que ahora no tenia nada mas que a un bebé en brazos y demasiado pronto se tendría que desprender de el.

Si el dolor de decir adiós a un niño que no había parido era tremendo, no podía imaginarse que significaba para una madre entregar a un hijo propio… Entonces reflexiono profundamente, ¿Cuantas madres no habrían pasado por lo que esta pasando Candy? ¿Qué terribles circunstancias las habían obligado a desprenderse de ellos? Cuanto dolor debieron haber padecido, el mismo dolor que le permitió a ella y a Pony convertirse en felices madres adoptivas.

Que contrariedad, de un gran dolor puede desprenderse un milagro, ciertamente los chicos de Pony Hill estaban bien cuidados, crecían felizmente con algunas carencias pero con muchísimo afecto y Fe cristiana, María junto sus manos y elevo una oración por aquellas madres y padres que confiaron en Pony´s House para encargar a sus hijos, esperaba que ellos supieran que hicieron lo mejor que pudieron para educarlos y entregarlos a una buena familia.

Oró por Candy, para que pudiera tener la fortaleza de soportar lo que vendría, ahora la miraba sonreír entre lagrimas, hablar a su bebé mientras lo amamantaba, unos pocos días mas suficientes para mamar los calostros tan benéficos y ella tendría que arrancarle el alma…

Se estremeció completa ante tal pensamiento, ¿tendría el valor? Se mordió los labios para no sollozar, tendría que sacarlo de alguna parte y mostrarse reacia y justa como siempre, sabia dentro de si que eso era lo mejor, ambas lo sabían y por mas difícil que fuera tendrían que aceptarlo.

Después de una semana de visitarla a diario y atestiguar que se repuso rápidamente del parto, el despiadado momento había llegado.

Los papeles cediendo la patria potestad estaban en regla, Candy los había firmado desde antes del alumbramiento para que después no pudiera arrepentirse, de todas formas no tenia opción bien lo sabia ella, hubiera deseado quedarse con su bebé pero aquello significaba posiblemente perderlo para siempre.

María con manos temblorosas volvió a repasarlos, no faltaba nada ni un sello, solo su firma y tomar el pase para verla por última vez, donde se haría la "transacción" habían dicho las autoridades.

Con mano insegura firmo y sello el destino, aspiro hondamente para calmarse, tomo el pase y se dirigió hacia el pabellón, mientras recorría el gris y frio pasillo que ya le era familiar, trato de recomponerse, seco sus lagrimas y oró.

El chasquido de la puerta de metal la sacudió y quiso salir corriendo de ahí, pero el mismo temor la paralizo al escuchar la voz de Candy hablarle a su bebé dentro de la pequeña habitación, entonces comprendió, si no se guardaba el temor y hacia lo que debía, lo que Candy les había casi rogado a ella y a Pony, las consecuencias podrían ser fatales.

Entonces instaló su cara dura, en trinco la mandíbula, cerro la llave de las lágrimas y entro derecha y con paso firme, no debía fallarle a Candy por más que ella suplicara y se arrastrara, no debía fallarle…

Respiro hongo al verla, ella ya tenia los ojos llenos abrazaba a su bebé con ambos brazos en actitud sobreprotectora, aquello no seria fácil.

-Candy, llego el momento.

-Por favor… solo un día mas… -Dijo con la barbilla temblando y la cara descompuesta, -valor María, valor- Me repetía a mi misma.

-Tengo que irme, el tren parte por la tarde. –Estuve a punto de flaquear, pero si decía una sola palabra de aliento Candy se quebraría aun mas y aquello seria realmente cruel, le quitarían el bebé a la fuerza y yo no deseaba ese recuerdo para ella…

La trabajadora social se acerco con actitud negativa y amenazante, Candy por instinto se echo hacia atrás envuelta en terror, -¡Dios mío! Dale fuerza, Dale fortaleza, llena su alma de entereza, Dámela a mí también-

-¡No! Yo… lo hare… -Dijo ella rodeando la mesa y dirigiéndose a mi. Lo deposito en mis brazos sin mirarme, le hizo la señal de la cruz en su pequeña frente, lo bendijo, beso sus manitas y le pidió perdón, amarrándose las lagrimas, tan fuerte y decidida como siempre. El vuelvo en mi corazón fue terrible, antes de que me viera llorar gire sobre mis talones y salí rápidamente de la habitación con el bebé en brazos sin despedirme de ella, simplemente no podría.

Camine por el pasillo escuchando su llanto y llamándome a gritos, suplicando que lo cuidara, rogando a su pequeño corazón por su perdón, por tener que alejarlo de ella… no podía soportar el nudo en mi estomago y en mi garganta, cuando salí de la cárcel femenil aun podía escuchar su llanto desesperado, y aquel nombre que salió de su boca fue lo ultimo que escuche de ella.

Ella se quedo llorando en brazos de la enfermera que la asistió en el parto, le pedí que no la dejara sola, que la acompañara lo más que pudiera, que la distrajera, pero como puede calmarse el dolor de una madre por una pérdida… es imposible.

-Este pequeño secreto, se guardara perfectamente bien entre las montañas, te lo prometo, Candy.

María se alejo de aquel horrible y lejano lugar con destino a Lakewood y de ahí al hogar de Pony, llevándose el alma de Candy con ella para resguardarla del peligro, definitivamente algo perverso y malvado tenia a Candy recluida ahí, nadie volvió por ella, nadie se entero que ella estaba en cinta, simplemente la olvidaron, la dejaron encerrada pudriéndose en sus mejores años de juventud. No había forma de ayudarla más que aquella, quien podría hacerlo, quien podría ayudarle, ella no se lo permitía, ya no podía confiar en el, ni en nadie.