Disclaimer: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto. Este fic no es con ánimo de lucro.
Advertencias: Algo de OoC. (Un mal que resulta, a veces, inevitable).
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~No Lloro por Ti~
Ino se sentía sola. Se sentía patéticamente abandonada.
No había ido a sus últimos entrenamientos, ni tampoco a la florería Yamanaka. Vamos, que ni siquiera se había sentido capaz de salir de su habitación. Todos sus amigos habían intentado que volviera a sonreír, algo que siempre había sido común en ella…, pero ahora no.
—Vamos Ino, ya no llores, por favor.
—¡Deja de llorar, Ino!
—¡Kiba! No le hables así a Ino. ¿Qué no ves que est-
—Ino no parará de llorar y es bastante desesperante. Chōji, es inútil, déjala ya.
—Kiba… Lo mejor, es que dejemos a Ino sola; Chōji.
—De acuerdo. Ino, si ocurre algún inconveniente, sólo háblame. ¿Vale?
Ni siquiera le había contestado. Tenía un gran dolor en su corazón, como para sólo asentir. Chōji, Ten Ten, Shikamaru y hasta Kiba… Todos habían intentado, infructuosamente, levantar su ánimo. Y ahora, recordaba con pesar los rostros tristes de cada uno de ellos. 'Ino, si ocurre algún inconveniente, sólo llámame'. Claro que tenía un inconveniente, uno bastante grave por cierto. Y hasta tenía un nombr
—Uchiha Sasuke… —Surgió de sus temblorosos y mojados labios, debido a las lágrimas derramadas.
No quería aceptarlo, simplemente no quería tener que decirlo. No aceptaba lo que sentía en lo más profundo de su corazón, se suponía que debía de haberse borrado. Debían de haberse desvanecido aquellos dulces recuerdos de su niñez, de su tierna inocencia y de su ridícula ingenuidad. Veía con tristeza cómo el cielo empezaba a nublarse poco a poco, el ver las nubes, era lo que solía hacer…
—Shikamaru… Siento haberte metido en un aprieto tan grave —Limpió un poco de las abundantes lágrimas que salían de sus orbes azulados—. Lamento, haber provocado todo tu pesar y la preocupación de todos.
Se sentía terriblemente mal, la boca se le anegaba en amargura. Todos sus recuerdos golpeaban su memoria con violencia, daban duros golpes a su corazón.
Todas aquellas memorias en las cuales se veía a ella misma con una enorme sonrisa en el rostro. Siendo feliz por causa del ahora criminal, Sasuke Uchiha. Las peleas con Sakura, los deseos de ser mejor cada día e incluso, los hermosos momentos que pasaba con sus amigos. Sobre todo, que no podía olvidar que su linda apariencia externa era también por él. Quería ser la chica más guapa de la aldea, para así tener, por lo menos, la esperanza de ganar el frío corazón de su amado de cabellos azabaches.
Un amor que le hacía mejorar como persona, un néctar que la hacía llenarse de vitalidad y energía, que siempre consideró positivo.
Pero, en el interior de su corazón, sabía que era algo inalcanzable para ella. Y la hacía sufrir tanto. Todo era tan feo y tan horrible.
Por fin, se decidió a levantarse y acercarse a su ventana. Daba directo a la calle, era bastante amplia, con un árbol enfrente de ella y que daba como flores unos hermosos botones de cerezo.
Dejó que el viento jugueteara con su cabello rubio, que traía suelto. Se asomó con indiferencia, hasta ver que las ramas del árbol, se movían graciosamente y soltaban con suavidad sus hermosas flores. Tomó una entre sus manos y la observó con tierna melancolía:
—Sakura…
No había podido acompañarla en aquella misión, se sentía tan culpable. Pero sabía que si iba, rompería a llorar en cualquier momento, estropearía la misión. Se encontrarían con Sasuke, de eso estaba segura, y eso era a lo que más temía. No podría controlarse frente al joven Uchiha y eso le enfurecía.
¡Se suponía que debió haberse quedado en el pasado! Todo el amor hacia Sasuke, las preocupaciones y los celos hacia él, debían olvidarse. Pero no pudo, el chico de oscuros cabellos había hecho huella en ella. A veces, soñaba con que venía a su habitación y le susurraba palabras de amor. Otras, que en lo más profundo de la noche, llegaba hasta su cama y la besaba con pasión o con ternura.
Bah, si que le gustaba hacerse sufrir a sí misma con ridículas mentiras.
Lo único que lamentaba, era que las dulces flores de cerezo, fuesen pisadas por gente descuidada. Qué pena, qué abandono.
Entonces, vio con sorpresa que después de un poco más de 3 horas, Sakura y Sai acompañados por Kiba y Rock Lee, partieran por fin a la misión. El castaño y el "cejotas" charlaban mientras Akamaru hacía mil piruetas; la Haruno y el ANBU iban bastante serios.
—Me estaban esperando… por eso, salen hasta ahora de Konoha —Susurró levemente, avergonzada y con rastros de lágrimas recientes en sus pálidas mejillas.
No podía evitarlo, era imposible aguantar que las saladas gotas de agua no resbalaran de sus ojos hasta sus labios, donde perecían. Observó con cariño, al ahora enorme perro de Kiba, Akamaru. Él intentó también reanimarla; jugueteó con ella, le ladró gustoso y hasta le lamió. Pero todo eso fue inútil, ella no estaba para juegos o para dar cariños a cualquiera.
¡Ella necesitaba esos cariños!
¿Pero quién podría otorgárselos?
Sólo la persona por quien lloraba y suspiraba ella… Pero, claro, eso era completamente imposible. Y eso era un motivo más para su frustración personal. ¡Pero que decía! Ella ya lo había olvidado, su corazón ya no lo necesitaba a él. Ella no sentía nada por él. ¿O sí?
—No lloro por ti… no lloro por ti, Sasuke kun — Ahora sí, que las lágrimas caían a raudales de sus ahora opacados ojos azules.
Ella quería convencerse, ¡Quería creer que nunca lo amó! Que nunca tuvo sentimientos románticos, hacia el Uchiha Sasuke que abandonó su aldea y traicionó a todos. Cuánto le dolía el querer convencerse de lo contrario.
Vio con gusto, cómo por fin anochecía. La luz de la luna, la relajaba con una magia inexplicable; era hermosa la sensación de cubrirse por completo de ella. Decidió que lo mejor, era olvidarse de todo y cerró sus ojos, tratando de buscar algún alivio. Prefirió ignorar esa sensación de ser vigilada y hasta de ser abrazada por un ser misterioso.
Una sombra se movió de repente. Un par de acechadores ojos observaban todo desde la oscuridad de la noche. Se prendieron de un brillante color y se desvaneció la figura en el aire.
Entonces, un muchacho entró al cuarto de la joven y la miró. Estaba en una posición muy incómoda, entre sentada y recostada. Su rostro estaba un poco enrojecido por el llanto, al igual que sus párpados. Era una imagen bastante deprimente, probablemente un efecto que daba la luz de la luna sobre ella.
El joven pareció extrañarse y hasta en cierto grado, enternecerse por la escena. Se acercó más a la chica y tomó sus manos. Se dio cuenta que ella llevaba una pequeña foto, era de él… Eso lo hizo ruborizarse un poco. Quiso tomar la imagen, pero ella no lo dejó. Era como si ella intentara aferrarse a lo único que parecía ser una preciosa y valiosa posesión.
Ese acto le dolió en el alma, extrañado por eso, se puso cercano al oído de la mujer. Se sentía tan raro por ello, por preocuparse de aquella chica. Casi se sentía arrepentido de ser el motivo por el cual la chica sufría. Era él y sólo él.
—Lo lamento tanto. Todos ustedes han sufrido por mí… pero este es mi camino: el de la eterna oscuridad, de la soledad eterna. Siento que no puedan entender eso. Gracias… —Susurró con voz tenue, pero con profundo sentimiento en lo más profundo de su corazón—. Gracias por todos tus sentimientos y preocupaciones hacia mí.
Se levantó con cuidado y se iba a dar la media vuelta, cuando decidió agacharse y depositar un beso en los labios de la rubia.
Ella, en cambio, soñaba con el chico de cabellos azabaches. Soñaba que lo tenía enfrente de ella y que le daba un dulce abrazo, ella aprovechaba para susurrarle al oído unas traviesas palabras:
—No lloro por ti, Sasuke kun… ya no lloro por ti. Porque trataré de olvidarte, pero siempre tendrás un espacio en mi corazón. Te lo prometo.
El chico solamente se limitó a sonreír y a tomar entre sus brazos a la rubia con más fuerza.
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Fin
