¡Hola! ¡Hola!
Después de un año y un mes xD les traigo otra historia. Aunque en ésta ocasión es un hermoso SuiKa *-*
Quiero agradecer a mi hermosa Beta Andreea Maca y a todas aquéllas personitas que creen en mí como escritora^^
Les aclaro que es un two-shot con tendencia a tree-shot xD todo depende de la inspiración. Espero que disfruten y que se rían tanto como yo me reí.
Si quieren dejar review, pueden hacerlo; si desean ponerme en favoritos o en follow también pueden hacerlo. No me enojo ni exijo algo a cambio por hacer lo que me gusta hacer... Jejeje ^^
Ya no digo más, los dejo leer a gusto ;)
Simplemente no alcanzo a entender ¿cómo llegué a este punto? No sé si llorar de tristeza o de felicidad porque no puedo creer que alguien como yo pudo dar vida a un ser tan bello y frágil. Me siento indigna de esta oportunidad, después de lo que hice, porque todo lo que sucedió fue por mi maldita culpa.
— ¿Qué haré? — es la pregunta de cada segundo mientras observo más a detalle a mi hermosa bebé. Sí, quizás no la quería en un principio y quería deshacerme de ella; me doy cuenta de lo estúpida e inmadura que fui. Es tan preciosa como un rubí con su cabello escarlata, sus ojos… tan parecidos a los de su padre aunque con un poco más de luz e inocencia típica de alguien que no conoce de la vida.
¡Claro que sé lo que tengo que hacer!
— Prometo, mi amor — le digo mientras la veo a los ojos y siento cómo su manita se aferra a mi dedo como si estuviera diciéndome que está escuchando atentamente. — que lucharé por darte la familia que te mereces, la que yo misma te negué con mis acciones. Que recuperaré a tu papá y que jamás, jamás lo dejaré ir de nuestro lado.
¿La verdad? Es muy fácil decirlo. Tendré que tragarme el orgullo para poder cumplirle a mi Ayami.
Tan metida estaba en mis pensamientos, que cuando sentí su presencia fue demasiado tarde.
— ¡¿Cómo está mi prima, la más bella del clan Uzumaki y la nueva joya de Konoha?! — Sí, Naruto no puede ser más estúpido.
— ¿Te das cuenta de que posiblemente no seamos primos y de que sólo el clan está compuesto por seis personas y un no nato? No es que sea aguafiestas, pero es la verdad — Oh, sí, ver su cara no tiene precio.
— Eres muy mala, Karin. — me reclamó haciendo un puchero infantil. ¿En serio es el Hokage? — Yo aquí viniendo a verte. ¡El gran séptimo Hokage te está dando tiempo de su apretada agenda! ¿Y así es como lo pagas? No tienes perdón de Kami-sama.
¡Dios! ¡Que alguien venga a sacarme a mí y a mi hija de este infierno!
— Tú eres demasiado dramático e inmaduro. ¿A qué viniste?
— Amargada…— susurró.
— ¡Te escuché bastardo! — Ya me harté de escucharlo. Esa sonrisa de zorro me saca de quicio — ¿De qué te ríes? ¡Ya dime de una buena vez a qué viniste!
— Es obvio que me río de ti. — dijo antes de carcajearse. — Lo siento, prima. Ocupaba dejar el ambiente un poco relajado. — ¿A eso se le llama relajar? ¿Está hablando en serio? No puede ser, esa cara no me gusta. — Karin, vine por dos cosas. — Repito, no me gusta nada. — La primera es para saber cómo estaban y la segunda para hablar contigo, como Hokage, de lo que sucedió. Necesito que me digas quién o qué fue lo que provocó que Ayami naciera antes de tiempo. Y sobre todo, saber quién el papá. — Diablos… sabía que tarde o temprano iba a preguntar. No puedo decir que la culpa la tiene… porque sería mentir.
— ¿Tiene que ser ahora? — Le estaba suplicando con la mirada que dijera un no porque aún no estoy lista para contar lo que sucedió. Necesito tiempo y por su cara sé que no lo tengo.
— Lo siento. Ya te dimos tres días, tiempo suficiente para que pensaras y pusieras tu mente en paz.
Qué triste. Lo que menos hice en este tiempo fue poner en paz mi mente.
— Muy bien, Naruto. Toma asiento porque lo que te voy a decir es muy largo y espero que "el gran Hokage" me haya dedicado un gran espacio es su apretadísima agenda. — Ok, es tiempo de que todo salga a la luz, absolutamente todo.
— Soy todo oídos, 'ttebayo.
.
Era un bello día. El sol estaba resplandeciente; por fin se había terminado el invierno y la primavera se podía oler tan exquisita que se me hacía agua la boca. Reí conmigo misma, este embarazo me tiene con hambre todo el tiempo.
Creo es hora de que vaya a comprar los ingredientes que necesitaré para la cena. Estoy contenta. Falta muy poco para tenerte en mis brazos, mi pequeño angelito. Vuelvo a reír al sentir que acaricio mi vientre, es algo natural.
Espero que pueda cenar con nosotros Juugo para poder darle la noticia. Definitivamente nada ni nadie podrán arruinar este día tan especial para nosotros. Seguí caminando rumbo a las compras.
Lástima que el destino no piense lo mismo.
De regreso podía sentir une presión en mi pecho, que ignoré completamente. Venía pensando en los posibles nombres que le pondría a mi bebé cuando sentí otro chakra cerca de mí. ¿No se va a cansar nunca de acosarme? Me urgen unas vacaciones, me va a volver loca este hombre.
— Buenos días, Karin. — dijo interrumpiendo mi caminar.
— Vaya, pensé que te tendría el resto del camino detrás de mí como guardaespaldas. — dije con molestia en mi voz.
— Andamos de malas el día de hoy. Creo que el embarazo te está afectando más de la cuenta. — Malnacido, perro.
— Claro que no. El embarazo me sienta perfecto, sólo que de repente el aire se volvió más repugnante. No sé, creo que soltaron algún contaminante en él.
— Que graciosa, querida — Sonrió de una forma que daba escalofríos. Todo él da escalofríos.
— Es lo que dicen.
— Dejémonos de rodeos — pensé que nunca iba a hablar lo que realmente quería.
— Te escucho.
Se acercó a mí con una sonrisa que pretendía ser sensual. No puedo negar que tiene unos ojos dorados hipnotizantes, un cuerpo alto y trabajado sin llegar a ser tosco. Ese cabello rojo eléctrico, en combinación con sus ojos, le dan un aire fiero y masculino… Pero nada se compara a esos ojos violeta profundo que te pueden atrapar y que por más que quieras escapar no hay forma de hacerlo. Ese cuerpo escultural que desprende frescura y olor a mar. La masculinidad andando con esos dientes salvajes, que con solo verlos te promete horas y horas de placer. ¿Qué decir de ese cabello suave y sedoso que me encanta jalar cada vez que…? ¡Kami! El embarazo me calienta demasiado. Tranquila, Karin, que Seiya pensará que tu sonrojo es por su culpa. No queremos que su ego crezca más de lo debe ya tuvimos suficiente con la única, y descerebrada, ocasión en la que le dimos entrada.
— Te haré la cosa fácil, querida Karin.
— No sé de qué hablas. — Creo que a este hombre en una de sus misiones le dieron un golpe muy fuerte en la cabeza.
— Por supuesto que sabes de qué hablo, mi amor.
— ¿Qué? — ¿Tan tarado lo dejaron?
Se acercó a mí, demasiado he de aclarar. Estoy demasiado impactada como para notar que a unos metros se encontraba la persona que me roba el aliento con tan solo verla.
— Karin. Yo sé que has ocultado la identidad del padre de tu bebé porque piensas que él va a rechazarte.
— ¿Por qué carajos piensas eso? — Desde antes de llegar a Konoha sabía que eran retrasados mentales, pero hoy lo confirmo.
— Es muy obvio, preciosa. Y vengo a sacarte de tu error.
— ¿Eh? ¿De qué me estás hablando? — ¡Dios! ¿Es mucho pedir que te lo lleves? ¿O quieres que te lo mande?
— De que sé que ese bebé que esperas es hijo mío y que tú me amas con la misma intensidad con la que yo lo hago. Con una pasión desmedida — Oh, por Dios… — que veo en tus ojos cada vez que me miras. — A veces pienso que Naruto es el único capaz tantas idioteces a la vez pero me he equivocado todo este tiempo.
— ¿Estás… estás demente? — Como escuché en una aldea: sabes que una persona está mal del cerebro cuando ésta dice pura mierda sin sentido.
— Ya no trates de ocultarlo, mi amor. He trabajado todos estos meses para lograr una estabilidad económica para poder mantenerlos a ti y a mi retoño. — ¡Claro que ha estado trabajando por meses! Le ha estado calentando la cabeza a Suigetsu todo este tiempo el muy maldito.
— ¿Sabes qué? Ya me cansé de escuchar tus tonteras, imbé…
— Entonces ¿quiere decir que Seiya es el papá de tu hija?
— ¡No, Naruto! Y no me interrumpas cuando hablo. Déjame explicarte bien cómo sucedieron las cosas. — Si no se calla, le cerraré el hocico a trancazos.
Lo fulminé con la mirada dándole a entender que una palabra más que salga de su boca y lo mando directo y sin escalas a Suna.
— Ok, ya entendí. No te sulfures, das miedo cuando lo haces. — Hice como que no escuché nada y seguí contando.
— Muy bien, prosigo.
.
— ¡No vas a ir a ningún lado, Karin! — me sujetó de los brazos sin lastimarme.
— ¡Suéltame bruto animal! — No me agrada lo que está pasando, tengo que salir de aquí antes de que cometa una locura.
— No te voy a soltar. — susurró muy cerca de mis labios. — Tienes que entender que me voy a hacer cargo de mi hijo, que nos casaremos y que le daremos la feliz familia a nuestro bebé. — En su momento, su aliento a mente me hubiera hecho rendirme a sus pies. El tiempo ha pasado y ya nada es igual. He madurado y he tomado las decisiones que creo correctas.
— El que debe entender eres tú, Seiya. Yo no siento nada por ti. — Podía sentir cómo su cuerpo temblaba por mis palabras. La ira era palpable en el ambiente y aun así le mantuve la mirada.
— Estás mintiendo, estás min…
— No, Seiya. Eres tú el que no quiere ver la verdad en mis palabras.
— Tú me amas ¡Tú me amas! — No va a tardar en explotar y no sé cómo va a reaccionar cuando le diga lo que no quiere escuchar.
— Seiya, escúchame: — susurré lo más calmada posible. — yo no te amo y tú no eres el papá de mi hijo.
Listo, ya está. Lo solté sin anestesia. Tengo que aprovechar que no sale aún de su asombro para quitármelo de encima. Lo pude haber logrado pero volvió a ejercer fuerza en el agarre, me pegó aún más a su cuerpo y estampó sus labios sobre los míos de manera violenta, haciéndome sangrar de mi labio inferior.
Sentía repulsión en ese beso, me estaba lastimando y él lo sabía. Lo hacía a propósito, para demostrar quién tenía la fuerza en ese momento. Y cayó sobre mí la revelación de lo que estaba sucediendo. Fue menos de un segundo, pero ahí estuvo el chakra de mi pez favorito. Lo sentí esfumarse y solo pedí a Dios que Seiya no lograra su cometido. Porque tarde me di cuenta de que ese hombre había planeado todo. Que sabía que Suigetsu estuvo todo este tiempo viendo lo que sucedía y que por las posiciones, comprometedoras, se haría su propia historia llegando a la conclusión errónea.
— ¡Que me dejes! — grité mientras le volteaba el rostro con todas mis fuerzas. — Eres un maldito desgraciado, sabías que estaba él aquí. — Estaba tratando de controlarme para no hacerle daño al bebé.
— ¿Yo? Yo no sabía nada y no sé de quién me hablas.
— ¡Si! ¡Si sabes de quién hablo! — Respira Karin el bebé sufre más que tú con esto, recuérdalo.
— ¿Y qué si lo sabía? Tarde o temprano se iba a enterar de la verdad que tanto niegas. Pero corre, te doy permiso de despedirte de ese intento de ninja asesino. Porque tú eres sólo mía. Y nadie te apartará de mi lado. — Un escalofrío me recorrió la espina dorsal al darme cuenta de que no era un juego sus palabras. Sus ojos me confirmaban que estaba hablando muy enserio y que sería capaz de todo con tal de tenerme sólo para él.
Con un beso suave en los labios se despidió de mí. ¿A dónde corro? Temblaba de miedo, no quería ser testigo de lo que ese hombre era capaz de hacer. Tanto era el temor que sentía en esos momentos que se me olvidó que tenía de mi parte a los dos seres más poderosos del mundo.
Así que hice lo primero que se me vino a la mente: buscar a Suigetsu. Lo encontré en la casa y en cuanto entré quedé impactada por lo que mis ojos veían. Los muebles estaban destrozados, las flores que había cortado del jardín estaban regados por todo el piso, las fotografías de nosotros tres hecha pedazos cerca de la entrada de la cocina. Era un desastre completo.
Quedamos a una distancia considerable. Su mirada no se apartaba de mí. Mi bebé estaba muy inquieto, sintiendo la tensión en el ambiente. Y dicen que los fetos no son conscientes de nada. ¡Ja! Mi bebé es demasiado listo.
— Suigetsu ¿qué pasó? — No decía nada solo me observaba.
— Sui, tenemos que hablar, lo que viste fue un mal enten…
— Eres una hipócrita. Con razón te callaste quién es el padre de tu escuincle.
— Dios, no, Sui. Tienes que escucharme.
— ¡No quiero escuchar a una puta aprovechada como tú!
— ¡Eres un cabrón de mierda, sushi! — Me duele lo que me dice pero eso no quiere decir que me voy a dejar insultar por un troglodita.
— ¡¿Qué quieres que te diga, estúpida?! ¿Qué voy a creer que lo que sea que está dentro de ti es mío? ¿Crees que estoy mal de la cabeza para caer en tus juegos? — No puedo con esto. Se siente tan irreal.
— ¡Ahora resulta que la que está mal de la cabeza soy yo cuando fuiste tú el que metió con gusto su pequeño pene en mi vagina! — Ese pescado no puede estar diciendo eso. No ahora que todo estaba bien.
— ¡Puede ser de cualquier imbécil ese engendro que esperas! — Podía sentir mi sangre hervir con cada palabra que salía de su boca. ¿Escucharon eso? Fue mi corazón y mi alma quebrándose en pedazos.
— ¿Cómo puedes decir eso, Suigetsu? — Y me sorprendió que salieran firmes esas palabras.
— ¡Tú! — Me tomó de los hombros y me zarandeó bruscamente — ¿Cómo pudiste verme la cara durante todos estos meses? No quise creer lo que me decían de ti. ¡No quise escuchar! Y me arrepiento de no haberlo hecho.
— ¿Te arrepientes? — Ya no podía seguir escuchando. Sentía una pequeña punzada en mí bajo vientre.
— Claro que me arrepiento, Karin. Me arrepiento de haber metido mi pene en tu vagina y creer que había algo bello en ti.
No podía creer que ese día hermoso se volviera en un infierno. Hoy íbamos a saber qué sería nuestro bebé después del almuerzo y todo se fue al carajo por culpa de Seiya.
— Suigetsu tienes que escuchar. El bebé es tu…
— ¡No! Ya tuve suficiente con lo que vi. — me interrumpió. — ¡No me quieras engatusar! He caído tan bajo. Y pensar que todo este tiempo te reías a mis espaldas con ese estúpido.
— No, Sui, por fa… — vocalicé con las pocas fuerzas que me quedaban.
— ¡CÁLLATE! — Me soltó cegado por la ira y caí al piso. En el trayecto de la caída, con la fuerza del empuje me golpee con la mesa muy fuerte en la espalda. Sentí otro pinchazo de dolor en mi vientre. — ¿Qué no entiendes que te vi besándote con ése? ¡Que lo disfrutabas!
— Así no fueron las cosas, tienes que creerme y dejarme explicarte, por favor. Tienes que saber que yo te… — dije desde el piso ya que no me podía levantar por la molestia que estaba sintiendo. Está de más señalar que ya era un mar de lágrimas.
— ¿En serio, Karin? ¿Piensas que si dices esas palabras caeré rendido a tus pies? No vales nada — Sus ojos se clavaron en los míos y me sentí desfallecer aún más al reconocer los sentimientos de odio, dolor, rabia y decepción. — Me das asco. — Dejé de respirar. — Mientras yo te fui fiel, tú te revolcabas con ese maldito. Se burlaban de mí. ¡De mi amor por ti! ¡Claro! Ahora entiendo. Enamoremos al bacalao. — expresó con una amarga sonrisa — Lo lograste. Pero no lograrás que crea que el hijo de Seiya es mi hijo.
— Suigetsu. — Esto está mal, aún no puede nacer mi bebé. — Por favor… — Me agarré el vientre, al darme cuenta que eran las contracciones las que apenas me dejaban hablar. ¡Maldita sea se me rompió la fuente!
— Jamás volveré a caer en tus redes.
- Suigetsu ...
— Eres una maldita zorra desgraciada.
— Suigetsu, para por favor…
— Siempre lo supe. Tú no eres mujer de un solo hombre y creí lo contrario.
- Sui ...
— ¡¿QUÉ?! ¡¿Qué carajos quieres?!
— El bebé, el bebé va nacer. — Abrió sus ojos en shock por mis palabras.
— Suigetsu, por favor, duele mucho. — Ya estaba sollozaba sin poder detenerme. — Se me rompió la fuente, no dejes que le pase nada al bebé. — Seguía viéndome sin poder creer que el charco que veía debajo de mí era el líquido amniótico, no tenía tiempo para clases de ginecología. — ¡Reacciona estúpido!
Ese grito pudo haber espantado a cualquiera que se encontrara cerca de la casa pero cumplió su cometido al sacar de su letargo a Suigetsu, a quien se le ensombrecieron los ojos al notar que él lo había provocado al empujarme.
— Maldita sea. Lo único que hacía falta, echar en mi expediente provocar abortos.
— ¿De qué demonios estás ha…? ¡Aaaahhhh! — grité al tener, hasta ahora, la contracción más fuerte. Me están partiendo a la mitad y ese está diciendo puras idioteces. ¡No vuelvo a dejar que me embaracen y más si son tarados! No sé ni lo que digo. ¡Dios! No dejes que le pase algo malo a mi bebé
Suigetsu salió corriendo a la cocina para llamar por teléfono no sin antes poder ver en su rostro pintada la preocupación por nosotros. Lo único que podía hacer era agarrarme de lo que pudiera y seguir retorciéndome en el piso. Suigetsu regresó después de unos minutos.
— Karin, no te preocupes. Ya llamé al Hokage, viene para acá.
Escuchaba su voz a la lejanía.
— Karin, no te duermas. ¡Diablos!
— Suigetsu… — murmuré en medio de mi próxima inconciencia.
— Shh, tranquila. Llegaran pronto.
— No me dejes, por favor. — suplicaba con dolor por las contracciones y en el corazón.
— Eso no puedes evitarlo, Karin. Lo hecho, hecho está. No soy el papá de ese…
— Sui, tienes que entender que…
— Ya no sigas con más mentiras. Tú y yo sabemos que las cuentas no encajaban desde un principio. — No, por favor. Tiene que saber la verdad. — Por más que yo quisiera que ese bebé sea mío, no lo es. Y por más que desee con toda mi alma, mente y corazón que me ames, sé que no lo haces.
— Suigetsu, te amo — fue lo último que murmuré antes de perder en conocimiento.
Lo que yo no sabía es que él no alcanzo a escuchar esas palabras porque ya se había ido de mi lado. Y se iba lejos de la vida de nuestro bebé y de la mía.
.
— ¡Kami-sama! ¡El sushi albino es el padre de Ayami!
Si ponemos a Seiya y a Naruto en una competencia de estupidez los expulsan por ser profesionales.
— Si, Naruto. Debes entender que callé todo este tiempo porque quería evitar lo que desgraciadamente sucedió y porque yo no estaba segura de querer traer al mundo un ser tan puro como Ayami.
— ¿Me estás queriendo decir que ibas a abortar? — Creo que no es tan estúpido como su cara da a entender.
— Así es. Fue en un momento de desesperación. La guerra tenía poco tiempo de haber terminado, yo no sabía que no era la única Uzumaki en esta tierra, me sentía sobrepasada con todo referente a una nueva vida y en mis planes aún no estaba contemplado tener un bebé ni mucho menos amar a alguien.
— Pero nosotros te ofrecimos ayuda, hospitalidad. Konoha te abrió las puertas sin señalarte.
— Lo sé. Y tú debes entender que era inmadura en ese tiempo. Fue mi bebé la que me hizo madurar y ver las cosas de diferente forma. No sabes cuánto agradezco haberme dado cuenta de mi embarazo después del tiempo en que se puede… bueno tú sabes qué.
— Yo también lo agradezco, prima. — Naruto podrá ser el mayor dobe de la tierra, pero no puedo negar que ese dobe es el mejor primo que pude tener. Aunque aún no comprobemos nuestro parentesco, para mí siempre será Naruto-dobe-tarado-estúpido-primo. — Tienes todo mi apoyo y por Seiya no te preocupes. No sabe lo que le espera por meterse con el clan Uzumaki — No evité reírme de sus tonteras. Esa sonrisa esconde mil maneras de hacer pagar un bastardo que se mete con alguien preciado para él. — El teme y yo nos encargaremos de recordarle algunos principios.
— Gracias, Naruto.
— Ya que sé lo importante, me retiro. Tendré un escuadrón anbu vigilando tu cuarto por si alguien se atreve a buscarte. Descansa, que aunque ya pasaron unos días, Sakura me dijo que sigues delicada por lo agresivo que fue el parto.
— Yo pensaba que ya podría salir. — Hice un puchero fastidiada por tanto blanco en el paisaje.
Naruto tiene razón, tengo que descansar para poder recuperarme y poder pelear por lo que es mío. Te extraño tanto, Suigetsu. ¿Dónde estarás? Necesito refugiarme entre tus brazos y que me digas que todo va a estar bien. Que Seiya no nos hará daño a nuestra niña y a mí. Por favor, regresa. Te necesitamos con nosotras, mi amor. Tienes que saber que te amo, que te amamos.
El cielo estaba despejado y la noche reclamaba su lugar. El atardecer era un arrullo, un hermoso cantar que me relajaba y me hundía en las profundidades de Morfeo marcando mi destino.
.
Desperté en el hospital conectada a muchas cosas y con Sakura muy cerca de mi rostro. Todavía sentía a mi bebé dentro de mí.
— Que bueno que estés consiente, Karin. — En realidad no estaba totalmente consiente. — Sé que estás un poco confundida, pero tuvimos que sedarte para que no pudieras sentir el dolor en su totalidad. — ¡Oh! Eso explica porque veo elefantes rosas atrás de Sakura.
— ¿Mi… mi bebé? Sakura, mi bebé.
— No te alteres, le hace daño al bebé. Necesitas saber qué vamos a hacer y porque estás medio consiente. En el transcurso de tu casa al hospital las contracciones se hicieron constantes y por lo tanto tu cuerpo trabajaba sin tu consentimiento. Sólo te faltan dos centímetros de dilatación y ya no es posible hacerte una cesaría. Así que necesito que reúnas fuerzas para que puedas al fin tener a tu bebé entre tus brazos.
No entendía todo lo que hablaba Sakura pero sí entendía lo suficiente para saber que estaba en mis manos que mi bebé naciera bien.
— Está bien. Haz lo que tengas que hacer. — Realmente me sentía muy cansada, dudaba poder salir con vida; mas haría todo lo que estaba en mis manos para que mi retoño lo lograra. — Sakura, escúchame por favor. — La vi asentir seriamente. — Si yo no logro sobrevivir…
— No, Karin. Tú vas a vivir…
— ¡Escucha! Por favor — dije sollozando porque no era idiota, soy rastreadora de chakra, una de las mejores. Mi chackra está fluctuando demasiado, está rosando las reservas. Y según calculo no será suficiente para que yo salga bien. — Si yo no salgo viva de aquí, te concedo la patria potestad de mi bebé mientras encuentran a Suigetsu. Hagan pruebas de paternidad, hagan lo que sea, pero él tiene que saber que es su bebé y que ese bebé fue el mejor regalo que me pudo haber dado…
- Karin , sin ...
— Que estos años a su lado valieron la pena. Que fui feliz con él y que por sobre todas las cosas lo amo.
— Que bueno que lo ames, Karin. Pero he de decirte que serás tú la que le diga todas esas bellas palabras. ¡Terminemos con esto de una vez! — gritó Sakura a sus asistentes. — ¡Haremos lo que está en nuestras manos para que todo salga bien! Si no, dejo de llamarme Sakura Uchiha. ¡Shannaro!
Enseguida sentí que me acomodaban con las piernas separadas y con mi torso flexionado hacia delante. Era una posición incómoda pero que facilitaba el empuje. ¡Madre santa de los olivos! Duele horrores. Si estando sedada me sentía ese dolor, no quiero nunca saber lo que es no estar sedada.
— En unos segundos tendrás otra contracción cuando te diga pujas.
- Ok.
— ¡Ahora!
¡Por la vida del sabio de los seis caminos! Este bebé está cabezón, me está partiendo en pedazos.
— ¡Vamos, Karin! Tú puedes, nena. Un poco más, sólo un poco más.
Muchos susurros, había muchos susurros a mi alrededor. Sentía que faltaba poco para acabar, pero no me quedaban fuerzas suficientes.
— ¡Doctora Uchiha, el pulso de la paciente está disminuyendo!
— ¡Izumi, Comienza transfusión de chakra directa a su sistema! Hay que mantenerla con el chakra constante. — No, Sakura, no lo hagas. — Natsu, pregúntale al Hokagesi ya tiene al equipo que le pedí,porque lo necesito en este mismo instante.
— ¡Regreso enseguida!
— Karin, mírame. No pierdas de vista mis ojos.
— Es difí… difícil lo que… pides, Sakura. — El chakra que está entrando en mi sistema no es suficiente, tienen que recordar que somos dos personas y no una los que dependemos de ella.
— Naruto ya debió de agrupar a la gente que le pedí así que solo tienes que aguantar un poco más.
— Me siento muy cansada, Sakura.
— Soy consciente de ello, pero no tardarán en llegar los refuerzos de chakra. Recuerda que eres la prima del Hokage. — dijo Sakura riendo. — Ya te imaginarás lo eufórico que se encuentra Naruto y que estará usando su título para que nadie pueda negarse o retasarse en su cometido.
— Ese Naruto no cam… ¡En el nombre de Madara! ¡¿Dónde están esos inservibles donadores de chakra?! ¡No son ellos los que están pariendo y tienen atorado en su vagina la enorme cabeza de un bello bebé!
— ¡Ese es el poder Uzumaki, señores! Aunque se esté muriendo sigue siendo salvaje con sus rabietas.
En eso se escuchó un gran estruendo. Naruto estaba haciendo acto de presencia con todo su sequito.
— ¡Naruto! ¡Eres un animal!
— Vengo con los refuerzos, Sakura.
— Ya lo sé, pero no es necesario que entres así.
— No podemos perder tiempo. — Se escuchó la voz aburrida de alguien en medio del grupo que entró con Naruto hace unos instantes. — Esos segundos son valiosos y para no hacerlo más problemático e irme a dormir más rápido, seré el primero.
— Eres un vago de lo peor, Shikamaru. — comentó Sakura en medio del ajetreo.
— ¡¿Ya pueden sacar a mi bebé?! ¡Con todo el respeto, pero es a mí a la que tienen medio muerta y con las piernas abiertas con un bebé atravesado!
Solo recuerdo que una vez, Shikamaru, me transfirió chakra todo fue más fácil. Insisto, pensaré dos veces o más el volver a embarazarme. Tienen razón en decir que la primero impresión nunca se olvida. Sin embargo, luego de escuchar ese llanto y de ver esos ojos entrecerrados, supe que esa primera impresión no me valdría para negar un proceso similar. Siempre y cuando, fuera el mismo hombre por el que pasara eso. Siempre y cuando, fuera ese hombre el que tomara mi mano durante el parto y fuera él el primero en ofrecer su chakra.
Siempre y cuando, Suigetsu siguiera estando a mi lado.
