Disclaimer: Saint Seiya NO me pertenece a mí sino a ese ser superior que es Kurumada.

Advertencias: ...

Pareja/Personajes: DM de Cáncer x Aioria de Leo

Acotaciones:

¡Hola! :D

Tabla para la comunidad en LJ de 30 VICIOS.


Inicio

Aioria era un niño bueno. Al menos eso le pareció la última vez que se tomó la molestia de comprobarlo. Tal vez sería por ello que, ciertamente, el cáncer no se explicaba cómo un niño tan pero tan pero taaaaan bueno había terminado en una situación tan bizarra precisamente con…

Él. DeathMask. Quién no tenía ni una gotita de bondad en todo su cuerpo cuyo signo regente era, curiosamente, del tipo acuático. Qué ironía, como la jodida vida que de pronto parecía ser menos jodida y plantarle delante un divertido panorama del cual ser espectador.

Aioria era un niño bueno, pero vaya que sabía embriagarse como todo un chico malo. El muy tonto se había zampado tres botellas de vino y cinco cervezas él solito sin siquiera chistar. Así que de pronto, sin más que eso, Death tenía a Leo tan borracho como el pobre no había estado desde hacía décadas atrás.

Jah, pensar todo lo que le había costado al quinto guardián querer quedarse en el cuarto templo para empezar y ni mencionar lo mucho que tuvo que insistir el cangrejo para convencerlo de servirse un vaso de vino para despejar un poco la cabeza. El pobrecito, sin embargo, por mucho que dijo que sería sólo uno, pareció resistirse cada vez menos a los siguientes vasos que vinieron después del primero.

DeathMask sonrió, reprimiendo una carcajada, porque era increíblemente hilarante cómo había bastado una simple y sencilla orden del patriarca para ponerlos a trabajar, sin pelear, como niñitos bien portados.

A ellos que, precisamente, no eran muy dados a convivir en tranquilidad bajo el mismo techo, menos si se trataba de tenerlos metidos en cosas tan, pero tan burdas como lo era ordenar un montón de papeles burocráticos que de tanto en tanto su santidad les mandaba para entretenerlos y mantenerlos al margen, en sus puestos de guardias y de caballeros, pero siempre dentro de sus templos.

El dichoso papeleo, por cierto, había terminado en el piso después de que Aioria decidiera hacerle más espacio a las botellas y porque sinceramente no tenía muchas ganas de agacharse, gracias. Es que, sin duda, era más llamativo mirar al prepotente león balbucear torpemente mientras trataba de servirse la siguiente copa.

Seh, porque un espectáculo como ese no es una cosa que vayas a encontrarte ni siquiera una vez cada cien años. De hecho Death diría que había más posibilidades y más probabilidades de que estallara la próxima guerra santa a encontrarse nuevamente con un panorama semejante.

El problema es que en ese momento, en que algo como eso le estaba pasando precisamente a alguien como él, no tenía ni la más mínima idea de cómo sacarle provecho a la situación, ni sabía qué hacer exactamente con el pobre griego modosito y ebrio como una cuba a su merced.

Se le ocurría una cantidad descomunal de cosas sucias, porque no había tenido un buen revolcón desde hacía semanas y porque Leo, con su actitud de mierda y su hermano traidor muerto y todo a cuestas, estaba demasiado bueno, borracho incluso, como para no considerarlo.

Aioria, por su parte, de pronto pareció caer en cuenta de la atenta mirada que, tal parecía, le había estado dedicando el canceriano desde hacía rato. Le dieron ganas, que nunca supo de dónde salieron, de observar esos preciosos ojos carmín brillantes más de cerca, por lo que apartó botellas y vasos con las manos para recostarse encima del mesón.

Se deslizó desde allí, estirando las manos para agarrarse del otro extremo, dónde un pasmado crustáceo no daba crédito ni dejaba de mirarle. Es que, bueh, estaba borracho después de todo, por lo que intentó no recrearse demasiado con la visión del puto gato de las pelotas arrastrándose con gracia hacía él. Si hasta intentó no reparar en el detalle de cómo la delgada camiseta que Leo traía puesta se pegaba divinamente a sus trabajados pectorales mientras estos apenas se permitían rozar la superficie de madera.

DeathMask pegó un pequeño salto en cuanto sintió la respiración caliente del otro dorado demasiado cerca de la propia. La tentación era demasiado grande, muchísimo más cuando logró pillar la intención oculta en las orbes increíblemente verdes del muchacho.

Se obligó a sí mismo a salir prontamente de su estupor y miró para otra parte porque, sin duda, no todos los días tienes un cuerpo tan apetecible acercándose tan deliciosamente hacia ti.

Aioria, por su parte, sintió como todo su cuerpo se estremecía al notar el paso que había conseguido hacer que el cáncer diese hacia atrás, por lo que irguiéndose cómo lo haría de estar acechando una presa, se lamió los labios y sonrió.

De esa manera seductora que sólo los de su signo saben hacer.

El muy tonto, pensó Death decidiéndose a mirarlo después de un rato, estaba demasiado borracho como para darse cuenta de lo que hacía y las presuntas consecuencias que sus acciones podrían tener, especialmente, sobre sus partes posteriores.

La verdad es que, por otra parte, bien que mañana podrían culpar al alcohol, por lo que sobrio como no había estado desde hacía meses, decidió devolver la sonrisa.

-Tal vez, gatito, este sea el inicio de una bonita… Unión.