Antecedentes
Antes de que comiencen con su lectura, hay algunas cosas que hay que tener en cuenta para el desarrollo de la Historia así que:
Han pasado 7 años desde que nuestro trío favorito dejo Hogwarts, afortunadamente, Voldemort fue derrotado un año después de que ellos dejaran la escuela, pero los mortífagos aún siguen causando problemas, cortesía de Lucius Malfoy & Co. Sirius no muere, de hecho, trabaja en el Ministerio de Magia y da Clases de DCAO, junto con Remus, ambos casados y felices...aunque no saldrán mucho en esta historia...o bueno, aún no lo sé (.
Albus Dumbledore es ahora el Ministro de Magia, y trabaja muy de cerca con Ron, Harry y Hermione, ya que ellos forman parte del departamento de Aurores, pero en una división especial...algo así como el FBI mágico...una división de la que no todos están enterados...Hermione tiene tres años de trabajar con sus amigos, ya que pasó los otros cuatro años en Francia, especializándose en Transformaciones, lo cual le valió entrar a la división especial de Aurores, donde Harry es el jefe. A pesar de la distancia, nunca perdieron el contacto con ella...y la consideran su hermanita. Un año antes de que regresara a Londres, sus padres murieron en un ataque de Mortifagos...ahora vive sola...al igual que Ron y Harry.
Los tres han cambiado demasiado....Hermi se ha hecho una persona bastante reservada desde la muerte de sus padres, Ron y Harry son los rompecorazones del ministerio y...Bueno, lo demás lo irán descubriendo a lo largo de la historia...
Agradezco de antemano a los que han comenzado a leer y espero que les guste tanto como a mí me ha gustado escribirlo.
Y, como todos saben...Todos los personajes pertenecen a J. K. Rowling, Warner Brothers y demás involucrados...si fueran míos, tal vez no estaría tan atareada tratando de terminar mi tesis.
Eso es todo....que lo disfruten (
P.D. Cualquier parecido con la realidad o la ficción...es pura coincidencia.
Una hechicera diferente
Capitulo I Un día de trabajo
-Vamos Hermione.
-No.
-¿Por qué no? Nos sobra tiempo...
-No, no nos sobra- erguida en el sillón, Hermione Granger evitó los ojos de su amigo del otro lado de la amplia mesa de roble. Con la vista clavada en el horizonte de Londres, visible por la ventana más allá de los anchos hombros de el, añadió-: Albus y Ron podrían venir en cualquier momento, y lo último que quiero es que el Ministro de Magia nos sorprenda tonteando.
-No llegarán hasta dentro de treinta minutos...
-Veinte.
-Veinte. Es tiempo suficiente- Harry Potter estudió la expresión inflexible de su amiga-.Vamos Hermione, me ayudará a relajarme. Esta operación anti- mortífgos me está estresando mucho.
Incapaz de evitarlo, Hermione lo miró a la cara. Los ojos verdes de él se encontraron con los suyos, y el estómago le dio un vuelco que no tenía nada que ver con los nervios que habían estado dominándola toda la mañana. Apartó la vista de esa mirada intensa, se subió las gafas sobre el puente de la nariz y lo observó, tratando de evaluar la verdad de la afirmación que acababa de hacer.
La verdad es que no parecía estresado. Como de costumbre, estaba reclinado en su sillón con las piernas extendidas y las manos metidas en los bolsillos de su traje gris a la medida. Aunque quizá sí sintiera la presión. Nadie mejor que ella sabía lo tenso que podía ser trabajar en la división de Aurores del Ministerio, y a Harry, como el jefe, se le planteaban suficientes retos.
Por otro lado, nadie mejor que ella sabía lo bueno que era Harry para salirse con la suya. Ni siquiera la expresión absurdamente esperanzada que había puesto podía ocultar la obstinada determinación marcada en las líneas de su rostro. Harry Potter era duro, y lo parecía...desde la complexión musculosa y compacta de su cuerpo de un metro ochenta hasta la inteligencia astuta y cínica que brillaba en sus ojos verdes. Al captar un destello divertido en sus profundidades, Hermione se puso aún más rígida.
-Pues a mi no me relaja- intentó que su voz suave sonara firme e implacable- . Yo solo termino con un montón de frustración.
-No pasará esta vez...lo prometo- afirmó el con rapidez.
Ella miró su bloc de notas y volvió a subirse las gafas que se había deslizado por su nariz. Se concentró en el papel, fingiendo que añadía más cosas a la lista que había hecho.
-Incluso te dejare salir.
Le tembló la pluma. Par su propio disgusto, sintió que se ablandaba. Se mordió el labio mientras trataba de no ceder.
-Por favor, Hermi...-la voz profunda de él se tornó persuasivamente ronca. Los últimos vestigios de resistencia se desmoronaron. En los tres años que llevaba trabajando con Harry, jamás había sido capaz de resistir ese tono entre exigente y suplicante. No sabía por qué creía que ese día iba a ser diferente.
Dejó el bloc de notas sobre el escritorio.
-De acuerdo...tú ganas. Jugaré una partida...¡pero solo una! Y por el amor del cielo, que sea rápida.
Harry se puso de pie de un saltó con expresión de triunfo en la cara.
-¡Estupendo! Siéntate en mi escritorio. Prepararé las cosas.
Hermione fue a ocupar el sillón de él. La piel magnífica aún retenía la calidez del cuerpo de Harry; suspiró cuando el calor la ayudó a desterrar los pequeños escalofrios de sus extremidades. Ni siquiera el grueso suéter marrón ni la larga falda de lana que llevaba ese día la ayudaban mucho a estar calientita.
Cruzó los brazos sobre el estómago cuando otro aguijonazo de dolor le tensó los músculos. No podía ser la gripe...no en ese momento. Desterró el inquietante pensamiento de que pudiera tratarse de otra cosa, algo más serio. NO tenía tiempo para problemas personales. Había demasiado trabajo. La reunión con Albus, Ron y el resto de la Orden, las futuras reuniones que debían arreglar para preparar la operación, la decoración para la fiesta de navidad...la lista era interminable. Y por encima de todo, tratar de manejar a un jefe que insistía en perder un tiempo precioso. Observó a Harry mientras se alejaba unos dos metros sobre la mullida alfombra para depositar el bote de basura metálico vacío en ese punto. Luego volvió hacia ella y de un cajón del escritorio sacó una pequeña canasta anaranjada con red.
Hermione movió la cabeza al ver la satisfacción en su rostro mientras se ponía en cuclillas para acoplarlo al borde del bote.
-¿No te cansas nunca de estos juegos tontos?
-No- respondió sin molestarse en levantar la vista de lo que hacía-. Me gusta ganar.
-Lo mas probable es que termines con una úlcera- le informó, y el pensamiento le genero otra oleada de náuseas-. Eres demasiado competitivo.
Harry miro a su amiga con expresión divertida. Hermione era casi más competitiva que él, lo que pasaba era que ella ya no lo demostraba.
Tampoco muchas personas lo descubrirían a simple vista. Ahora, ella llevaba unas gafas que siempre se le resbalaban por el puente de la nariz. Los cristales gruesos le daban a sus ojos ámbar una expresión de leve sorpresa, y el rostro delgado y las mejillas pálidas estaban enmarcados por un pelo castaño y, afortunadamente, liso. Era de movimientos precisos y actitud estricta. Hablaba poco de sí misma...inclusive a él o a Ron, desde la muerte de sus padres, se había vuelto más reservada que de costumbre. No tenía ni idea del objetivo, las reglas o incluso quiénes eran las estrellas de los juegos muggles que a Ron y el le gustaban...Futbol, Jockey, béisbol...en definitiva, ningún juego, excepto Quidditch, claro.
Harry había descubierto ese hecho asombroso a la semana de que comenzaran a trabajar juntos. Le había mencionado a Michael Jordan y había quedado completamente aturdido, mientras Ron lloraba de la risa, cuando con absoluta sinceridad ella le había preguntado si Jordan trabajaba en el Ministerio.
En ese mismo instante había sabido que Hermione necesitaba ayuda. Necesitaba salir más, dejar de ser tan seria y tan correcta en todo momento. Relajarse un poco, como lo hacían en el colegio...pero, además necesitaba regresar un poco de su espíritu combativo. Y no había nada mejor para lograr esos objetivos que un poco de competencia sana.
¿Acaso la práctica de fútbol y béisbol no lo habían mantenido lejos de problemas durante su formación de auror? (aunque, siendo sinceros, romperreglas Potter siempre se metía en problemas, junto con Ron) El Quidditch y los otros deportes le habían mantenido la mente aguda y una actitud agresiva. Y en cuanto se licenció, su capacidad para jugar bien sus cartas y no abandonar una operación hasta no haber conseguido lo que quería en los términos que el había propuesto lo habían ayudado a entrar al Ministerio de Magia...y poco después, a tener el puesto que ahora ostentaba.. Y al ser el gran tipo que era, había tomado a Hermione bajo su protección. Más o menos cada dos meses la había introducido en un juego nuevo, para ampliarle la experiencia y ayudarla a adoptar una actitud más relajada. Habían visto las reglas del Hockey, del tenis, del futbol y del béisbol, pero su juego favorito, de lejos, era el baloncesto con el bote de basura. Ese sí que requería destreza.
No era que Hermione no tuviera ninguna, pero eso de los deportes no era lo suyo. Su percepción de la profundidad era nula y su coordinación dejaba mucho que desear. No obstante, al ir a recoger la pelota de hule espuma que guardaba en la maceta de un helecho próximo a la ventana, supo que no podía evitar pensar su gran potencial para algún deporte. Era esbelta para su altura de un metro sesenta y cinco aproximadamente y tenía piernas bonitas. Era de complexión bastante atlética...hasta que se le ponía a prueba...Curiosamente, era muy buena para la defensa personal. Le arrojó la pelota y movió la cabeza cuando ella alargó los brazos con gesto torpe y falló en recogerla.
"Patético...simplemente patético"
Pero Harry sabía que su falta de habilidad en los deportes no le impedía entregarse al máximo. Hermione siempre era reacia a participar al principio...tenía unas ideas anticuadas acerca del comportamiento correcto en el trabajo; pero después de que él o Ron loa hubieran instigado, tentado o forzado a participar, su naturaleza competitiva surgía con toda intensidad. Odiaba perder, y entraba en cada una de las ridículas competiciones con la fiera determinación de ganar.
Harry trató de ocultar una leve sonrisa al ver que ya fruncía el ceño por la distancia a la que había puesto el bote de basura.
-¿No está más lejos que la última vez?- peguntó dubitativa.
-No.
-Pero...¡¡Harry!!- frunció más el ceño al verlo quitarse el saco.- ¿Qué haces? Albus...
-Le importa un bledo cómo me vista mientras cumpla con mi trabajo...y lo hago. Siempre- enarcó las cejas ante la expresión reprobatoria cuando comenzó a remangarse la camisa-. ¿No esperaras que juegue un partido serio con traje?
-¿Por qué no? Sabes que me ganarás con o sin Saco.
Ese último comentario fue un susurro, pero Harry lo oyó de todos modos. Igual que la coordinación, tenía un oído excelente. La miró con expresión de reproche.
-Eh, ¿no te doy siempre una oportunidad deportiva?- ella iba a responder, pero antes de que pudiera hacerlo, añadió-: Claro que sí. Yo tiraré desde el doble de distancia. -Como si eso fuera a importar- gruño Hermione, pero sabía que estaba enganchada. Hizo un movimiento de práctica con la pelota hacia la canasta antes de continuar-: Creo que te gusta hacerme jugar porque de esa manera siempre puedes ganar.
Harry contuvo otra sonrisa. No era típico de Hermione quejarse tanto. Por lo general participaba en resignado silencio.
Con prudencia mantuvo la boca cerrada, aunque podría haberle dicho que no era ganarle lo que hacía disfrutar tanto, sino observar la fiera determinación que ella proyectaba en el juego. Como en ese momento, olvidada por completo de la inminente llegada de Albus y Ron y abandonada la expresión grave y distante que últimamente parecía considerar como la apropiada. Le dio unos minutos para que estudiara la distancia que había hasta la canasta, luego pregunto:
-¿Lista?
-Lista- asintió.
Alzó la pelota. Justo cuando iba a soltarla, él dijo:
-¡Espera!
Hermione estuvo a punto de salir disparada del sillón. Jadeó, los ojos muy abiertos por la alarma, las gafas torcidas sobre su pequeña nariz.
-¿Qué? ¿Qué sucede?- se enderezó las gafas y miró nerviosa hacia la puerta- . ¿Viene Albus?
-No. Hemos olvidado hacer una apuesta.
No quiero apostar- lo miró con ojos entrecerrados-. No paro de recordarte que las apuestas son ilegales.
-¿Crees que sería capaz de sugerir algo ilegal?- la expresión de ella dijo que sí, pero Harry respondió por ella-.Claro que no. Solo pensaba en una apuesta sencilla, amistosa...quizá de un pequeño intercambio de servicios.
-¿Qué servicios?- aún se mostraba suspicaz.
-Oh, no sé- fingió meditarlo unos instantes-. Si ganas tú, ¿qué te parece que realice un donativo navideño al refugio de mujeres para el que recaudas fondos? Un donativo "generoso"- no hacía falta decirle que la orden para Gringotts ya estaba hecha y lista para ser entregada, con o sin partida. Eso la incentivaría.
Se le encendieron los ojos, pero al instante volvió a mostrarse cauta. -Y si pierdo...
-Si pierdes, entonces solo tendrás que hacer unas pequeñas compras navideñas por mí. Elegir algo para algunas de mis amigas.
-¿Qué amigas?
-Oh, no sé: Quizá Amy. Y Parvarti. Y decididamente Cho.
En ese momento sí que mostró su desaprobación...e indecisión. Harry necesitó un esfuerzo para mantener la seriedad. La semana anterior le había pedido que eligiera unos regalos para las mujeres con las que salía en ese momento, y ella le había respondido con una indignada charla sobre lo personal que era hacer regalos y que no le parecía adecuado hacerlo por él. Él había escuchado su argumentación y le había dado la razón, pero no tenía ni idea de que regalarle a una mujer y además odiaba salir de compras.
Sería mucho mejor que Hermione las hiciera por él. Y sabía que en realidad no le planteaba mucha elección: el refugio de mujeres significaba mucho para ella. Se metía a fondo en cosas de ese estilo. Beneficencia, la iglesia. Cualquier cosa que considerara que mejoraría la vida de alguien captaba siempre la atención de su amiga. Bajo ningún concepto sería capaz de rechazar un posible donativo.
-¿Qué dices?- se obligó a preguntarle-.Solo tendrás que comprar algo que le guste a una mujer. Todo cargado a mi cuenta.
-Bien- respondió con los pequeños dientes blancos apretados.
Harry supo que la había provocado de verdad. Hermione tomó la pluma y escribió una línea en su bloc de notas, e incluso se tomó el tiempo de garabaterar algo en el margen.
Cuando al fin terminó, soltó la pluma. Lo miró con ojos centelleantes, luego clavó la mirada furiosa en el bote de basura. Se acomodó las gafas, apretó la mandíbula delicada y se subió las mangas del suéter marrón. Incluso se adelantó hasta situarse en le mismo borde del sillón, mientras se ajustaba el borde de la falda marrón a cuadros que se le había subido unos centímetros por encima de las rodillas.
Volvió a levantar a levantar el brazo. Con un movimiento de muñeca, soltó la pelota. El misil anaranjado salió disparado hacia el bote y cayó...a un metro de distacia.
Harry tuvo ganas de reír ante la frustración que vio en su cara. Estaba rígida, como una escoba, con los puños cerrados a los costados. Pero en vez de reírse, movió la cabeza en falsa conmiseración.
-Ah, diablos. Es una pena- comentó con simpatía- Recogió la pelota de la alfombra-. Veamos si yo consigo mejorarlo.
Duplico la distancia desde la que había tirado Hermione, Luego, con un movimiento casual, arrojó el balón. Cuando se hundió justo por el centro de la canasta asintió satisfecho. Tuvo que reconocer que era bueno.
Al mirarla para ver si apreciaba en justa medida la proeza que acababa de realizar, la sonrisa se le desapareció de la cara.
Hermione parecía enferma. La piel pálida se le había puesto aún más pálida, y mientras la observaba, la vio hacer una mueca y cruzar los brazos sobre el estómago.
-¿Te encuentras bien?
-Claro- contestó, pero la palabra terminó con un pequeño jadeo-. Me duele un poco el estómago.
Él frunció el ceño al verla juntar más los brazos.
-¿Qué quieres decir con dolor?- quiso saber- ¿Cómo una apendicitis?
-No. En serio...estoy bien
-Hay un virus muy fuerte de la gripe...
-No es nada- insistió, desterrando su preocupación con un movimiento de la mano. Sin embargo, un segundo más tarde se llevó la misma mano a la boca, con los ojos muy abiertos por la alarma. Se levantó de un saltó, miró en la dirección del cubo, que aún seguía recubierto por la estúpida red, y salió corriendo por la puerta.
Antes de que comiencen con su lectura, hay algunas cosas que hay que tener en cuenta para el desarrollo de la Historia así que:
Han pasado 7 años desde que nuestro trío favorito dejo Hogwarts, afortunadamente, Voldemort fue derrotado un año después de que ellos dejaran la escuela, pero los mortífagos aún siguen causando problemas, cortesía de Lucius Malfoy & Co. Sirius no muere, de hecho, trabaja en el Ministerio de Magia y da Clases de DCAO, junto con Remus, ambos casados y felices...aunque no saldrán mucho en esta historia...o bueno, aún no lo sé (.
Albus Dumbledore es ahora el Ministro de Magia, y trabaja muy de cerca con Ron, Harry y Hermione, ya que ellos forman parte del departamento de Aurores, pero en una división especial...algo así como el FBI mágico...una división de la que no todos están enterados...Hermione tiene tres años de trabajar con sus amigos, ya que pasó los otros cuatro años en Francia, especializándose en Transformaciones, lo cual le valió entrar a la división especial de Aurores, donde Harry es el jefe. A pesar de la distancia, nunca perdieron el contacto con ella...y la consideran su hermanita. Un año antes de que regresara a Londres, sus padres murieron en un ataque de Mortifagos...ahora vive sola...al igual que Ron y Harry.
Los tres han cambiado demasiado....Hermi se ha hecho una persona bastante reservada desde la muerte de sus padres, Ron y Harry son los rompecorazones del ministerio y...Bueno, lo demás lo irán descubriendo a lo largo de la historia...
Agradezco de antemano a los que han comenzado a leer y espero que les guste tanto como a mí me ha gustado escribirlo.
Y, como todos saben...Todos los personajes pertenecen a J. K. Rowling, Warner Brothers y demás involucrados...si fueran míos, tal vez no estaría tan atareada tratando de terminar mi tesis.
Eso es todo....que lo disfruten (
P.D. Cualquier parecido con la realidad o la ficción...es pura coincidencia.
Una hechicera diferente
Capitulo I Un día de trabajo
-Vamos Hermione.
-No.
-¿Por qué no? Nos sobra tiempo...
-No, no nos sobra- erguida en el sillón, Hermione Granger evitó los ojos de su amigo del otro lado de la amplia mesa de roble. Con la vista clavada en el horizonte de Londres, visible por la ventana más allá de los anchos hombros de el, añadió-: Albus y Ron podrían venir en cualquier momento, y lo último que quiero es que el Ministro de Magia nos sorprenda tonteando.
-No llegarán hasta dentro de treinta minutos...
-Veinte.
-Veinte. Es tiempo suficiente- Harry Potter estudió la expresión inflexible de su amiga-.Vamos Hermione, me ayudará a relajarme. Esta operación anti- mortífgos me está estresando mucho.
Incapaz de evitarlo, Hermione lo miró a la cara. Los ojos verdes de él se encontraron con los suyos, y el estómago le dio un vuelco que no tenía nada que ver con los nervios que habían estado dominándola toda la mañana. Apartó la vista de esa mirada intensa, se subió las gafas sobre el puente de la nariz y lo observó, tratando de evaluar la verdad de la afirmación que acababa de hacer.
La verdad es que no parecía estresado. Como de costumbre, estaba reclinado en su sillón con las piernas extendidas y las manos metidas en los bolsillos de su traje gris a la medida. Aunque quizá sí sintiera la presión. Nadie mejor que ella sabía lo tenso que podía ser trabajar en la división de Aurores del Ministerio, y a Harry, como el jefe, se le planteaban suficientes retos.
Por otro lado, nadie mejor que ella sabía lo bueno que era Harry para salirse con la suya. Ni siquiera la expresión absurdamente esperanzada que había puesto podía ocultar la obstinada determinación marcada en las líneas de su rostro. Harry Potter era duro, y lo parecía...desde la complexión musculosa y compacta de su cuerpo de un metro ochenta hasta la inteligencia astuta y cínica que brillaba en sus ojos verdes. Al captar un destello divertido en sus profundidades, Hermione se puso aún más rígida.
-Pues a mi no me relaja- intentó que su voz suave sonara firme e implacable- . Yo solo termino con un montón de frustración.
-No pasará esta vez...lo prometo- afirmó el con rapidez.
Ella miró su bloc de notas y volvió a subirse las gafas que se había deslizado por su nariz. Se concentró en el papel, fingiendo que añadía más cosas a la lista que había hecho.
-Incluso te dejare salir.
Le tembló la pluma. Par su propio disgusto, sintió que se ablandaba. Se mordió el labio mientras trataba de no ceder.
-Por favor, Hermi...-la voz profunda de él se tornó persuasivamente ronca. Los últimos vestigios de resistencia se desmoronaron. En los tres años que llevaba trabajando con Harry, jamás había sido capaz de resistir ese tono entre exigente y suplicante. No sabía por qué creía que ese día iba a ser diferente.
Dejó el bloc de notas sobre el escritorio.
-De acuerdo...tú ganas. Jugaré una partida...¡pero solo una! Y por el amor del cielo, que sea rápida.
Harry se puso de pie de un saltó con expresión de triunfo en la cara.
-¡Estupendo! Siéntate en mi escritorio. Prepararé las cosas.
Hermione fue a ocupar el sillón de él. La piel magnífica aún retenía la calidez del cuerpo de Harry; suspiró cuando el calor la ayudó a desterrar los pequeños escalofrios de sus extremidades. Ni siquiera el grueso suéter marrón ni la larga falda de lana que llevaba ese día la ayudaban mucho a estar calientita.
Cruzó los brazos sobre el estómago cuando otro aguijonazo de dolor le tensó los músculos. No podía ser la gripe...no en ese momento. Desterró el inquietante pensamiento de que pudiera tratarse de otra cosa, algo más serio. NO tenía tiempo para problemas personales. Había demasiado trabajo. La reunión con Albus, Ron y el resto de la Orden, las futuras reuniones que debían arreglar para preparar la operación, la decoración para la fiesta de navidad...la lista era interminable. Y por encima de todo, tratar de manejar a un jefe que insistía en perder un tiempo precioso. Observó a Harry mientras se alejaba unos dos metros sobre la mullida alfombra para depositar el bote de basura metálico vacío en ese punto. Luego volvió hacia ella y de un cajón del escritorio sacó una pequeña canasta anaranjada con red.
Hermione movió la cabeza al ver la satisfacción en su rostro mientras se ponía en cuclillas para acoplarlo al borde del bote.
-¿No te cansas nunca de estos juegos tontos?
-No- respondió sin molestarse en levantar la vista de lo que hacía-. Me gusta ganar.
-Lo mas probable es que termines con una úlcera- le informó, y el pensamiento le genero otra oleada de náuseas-. Eres demasiado competitivo.
Harry miro a su amiga con expresión divertida. Hermione era casi más competitiva que él, lo que pasaba era que ella ya no lo demostraba.
Tampoco muchas personas lo descubrirían a simple vista. Ahora, ella llevaba unas gafas que siempre se le resbalaban por el puente de la nariz. Los cristales gruesos le daban a sus ojos ámbar una expresión de leve sorpresa, y el rostro delgado y las mejillas pálidas estaban enmarcados por un pelo castaño y, afortunadamente, liso. Era de movimientos precisos y actitud estricta. Hablaba poco de sí misma...inclusive a él o a Ron, desde la muerte de sus padres, se había vuelto más reservada que de costumbre. No tenía ni idea del objetivo, las reglas o incluso quiénes eran las estrellas de los juegos muggles que a Ron y el le gustaban...Futbol, Jockey, béisbol...en definitiva, ningún juego, excepto Quidditch, claro.
Harry había descubierto ese hecho asombroso a la semana de que comenzaran a trabajar juntos. Le había mencionado a Michael Jordan y había quedado completamente aturdido, mientras Ron lloraba de la risa, cuando con absoluta sinceridad ella le había preguntado si Jordan trabajaba en el Ministerio.
En ese mismo instante había sabido que Hermione necesitaba ayuda. Necesitaba salir más, dejar de ser tan seria y tan correcta en todo momento. Relajarse un poco, como lo hacían en el colegio...pero, además necesitaba regresar un poco de su espíritu combativo. Y no había nada mejor para lograr esos objetivos que un poco de competencia sana.
¿Acaso la práctica de fútbol y béisbol no lo habían mantenido lejos de problemas durante su formación de auror? (aunque, siendo sinceros, romperreglas Potter siempre se metía en problemas, junto con Ron) El Quidditch y los otros deportes le habían mantenido la mente aguda y una actitud agresiva. Y en cuanto se licenció, su capacidad para jugar bien sus cartas y no abandonar una operación hasta no haber conseguido lo que quería en los términos que el había propuesto lo habían ayudado a entrar al Ministerio de Magia...y poco después, a tener el puesto que ahora ostentaba.. Y al ser el gran tipo que era, había tomado a Hermione bajo su protección. Más o menos cada dos meses la había introducido en un juego nuevo, para ampliarle la experiencia y ayudarla a adoptar una actitud más relajada. Habían visto las reglas del Hockey, del tenis, del futbol y del béisbol, pero su juego favorito, de lejos, era el baloncesto con el bote de basura. Ese sí que requería destreza.
No era que Hermione no tuviera ninguna, pero eso de los deportes no era lo suyo. Su percepción de la profundidad era nula y su coordinación dejaba mucho que desear. No obstante, al ir a recoger la pelota de hule espuma que guardaba en la maceta de un helecho próximo a la ventana, supo que no podía evitar pensar su gran potencial para algún deporte. Era esbelta para su altura de un metro sesenta y cinco aproximadamente y tenía piernas bonitas. Era de complexión bastante atlética...hasta que se le ponía a prueba...Curiosamente, era muy buena para la defensa personal. Le arrojó la pelota y movió la cabeza cuando ella alargó los brazos con gesto torpe y falló en recogerla.
"Patético...simplemente patético"
Pero Harry sabía que su falta de habilidad en los deportes no le impedía entregarse al máximo. Hermione siempre era reacia a participar al principio...tenía unas ideas anticuadas acerca del comportamiento correcto en el trabajo; pero después de que él o Ron loa hubieran instigado, tentado o forzado a participar, su naturaleza competitiva surgía con toda intensidad. Odiaba perder, y entraba en cada una de las ridículas competiciones con la fiera determinación de ganar.
Harry trató de ocultar una leve sonrisa al ver que ya fruncía el ceño por la distancia a la que había puesto el bote de basura.
-¿No está más lejos que la última vez?- peguntó dubitativa.
-No.
-Pero...¡¡Harry!!- frunció más el ceño al verlo quitarse el saco.- ¿Qué haces? Albus...
-Le importa un bledo cómo me vista mientras cumpla con mi trabajo...y lo hago. Siempre- enarcó las cejas ante la expresión reprobatoria cuando comenzó a remangarse la camisa-. ¿No esperaras que juegue un partido serio con traje?
-¿Por qué no? Sabes que me ganarás con o sin Saco.
Ese último comentario fue un susurro, pero Harry lo oyó de todos modos. Igual que la coordinación, tenía un oído excelente. La miró con expresión de reproche.
-Eh, ¿no te doy siempre una oportunidad deportiva?- ella iba a responder, pero antes de que pudiera hacerlo, añadió-: Claro que sí. Yo tiraré desde el doble de distancia. -Como si eso fuera a importar- gruño Hermione, pero sabía que estaba enganchada. Hizo un movimiento de práctica con la pelota hacia la canasta antes de continuar-: Creo que te gusta hacerme jugar porque de esa manera siempre puedes ganar.
Harry contuvo otra sonrisa. No era típico de Hermione quejarse tanto. Por lo general participaba en resignado silencio.
Con prudencia mantuvo la boca cerrada, aunque podría haberle dicho que no era ganarle lo que hacía disfrutar tanto, sino observar la fiera determinación que ella proyectaba en el juego. Como en ese momento, olvidada por completo de la inminente llegada de Albus y Ron y abandonada la expresión grave y distante que últimamente parecía considerar como la apropiada. Le dio unos minutos para que estudiara la distancia que había hasta la canasta, luego pregunto:
-¿Lista?
-Lista- asintió.
Alzó la pelota. Justo cuando iba a soltarla, él dijo:
-¡Espera!
Hermione estuvo a punto de salir disparada del sillón. Jadeó, los ojos muy abiertos por la alarma, las gafas torcidas sobre su pequeña nariz.
-¿Qué? ¿Qué sucede?- se enderezó las gafas y miró nerviosa hacia la puerta- . ¿Viene Albus?
-No. Hemos olvidado hacer una apuesta.
No quiero apostar- lo miró con ojos entrecerrados-. No paro de recordarte que las apuestas son ilegales.
-¿Crees que sería capaz de sugerir algo ilegal?- la expresión de ella dijo que sí, pero Harry respondió por ella-.Claro que no. Solo pensaba en una apuesta sencilla, amistosa...quizá de un pequeño intercambio de servicios.
-¿Qué servicios?- aún se mostraba suspicaz.
-Oh, no sé- fingió meditarlo unos instantes-. Si ganas tú, ¿qué te parece que realice un donativo navideño al refugio de mujeres para el que recaudas fondos? Un donativo "generoso"- no hacía falta decirle que la orden para Gringotts ya estaba hecha y lista para ser entregada, con o sin partida. Eso la incentivaría.
Se le encendieron los ojos, pero al instante volvió a mostrarse cauta. -Y si pierdo...
-Si pierdes, entonces solo tendrás que hacer unas pequeñas compras navideñas por mí. Elegir algo para algunas de mis amigas.
-¿Qué amigas?
-Oh, no sé: Quizá Amy. Y Parvarti. Y decididamente Cho.
En ese momento sí que mostró su desaprobación...e indecisión. Harry necesitó un esfuerzo para mantener la seriedad. La semana anterior le había pedido que eligiera unos regalos para las mujeres con las que salía en ese momento, y ella le había respondido con una indignada charla sobre lo personal que era hacer regalos y que no le parecía adecuado hacerlo por él. Él había escuchado su argumentación y le había dado la razón, pero no tenía ni idea de que regalarle a una mujer y además odiaba salir de compras.
Sería mucho mejor que Hermione las hiciera por él. Y sabía que en realidad no le planteaba mucha elección: el refugio de mujeres significaba mucho para ella. Se metía a fondo en cosas de ese estilo. Beneficencia, la iglesia. Cualquier cosa que considerara que mejoraría la vida de alguien captaba siempre la atención de su amiga. Bajo ningún concepto sería capaz de rechazar un posible donativo.
-¿Qué dices?- se obligó a preguntarle-.Solo tendrás que comprar algo que le guste a una mujer. Todo cargado a mi cuenta.
-Bien- respondió con los pequeños dientes blancos apretados.
Harry supo que la había provocado de verdad. Hermione tomó la pluma y escribió una línea en su bloc de notas, e incluso se tomó el tiempo de garabaterar algo en el margen.
Cuando al fin terminó, soltó la pluma. Lo miró con ojos centelleantes, luego clavó la mirada furiosa en el bote de basura. Se acomodó las gafas, apretó la mandíbula delicada y se subió las mangas del suéter marrón. Incluso se adelantó hasta situarse en le mismo borde del sillón, mientras se ajustaba el borde de la falda marrón a cuadros que se le había subido unos centímetros por encima de las rodillas.
Volvió a levantar a levantar el brazo. Con un movimiento de muñeca, soltó la pelota. El misil anaranjado salió disparado hacia el bote y cayó...a un metro de distacia.
Harry tuvo ganas de reír ante la frustración que vio en su cara. Estaba rígida, como una escoba, con los puños cerrados a los costados. Pero en vez de reírse, movió la cabeza en falsa conmiseración.
-Ah, diablos. Es una pena- comentó con simpatía- Recogió la pelota de la alfombra-. Veamos si yo consigo mejorarlo.
Duplico la distancia desde la que había tirado Hermione, Luego, con un movimiento casual, arrojó el balón. Cuando se hundió justo por el centro de la canasta asintió satisfecho. Tuvo que reconocer que era bueno.
Al mirarla para ver si apreciaba en justa medida la proeza que acababa de realizar, la sonrisa se le desapareció de la cara.
Hermione parecía enferma. La piel pálida se le había puesto aún más pálida, y mientras la observaba, la vio hacer una mueca y cruzar los brazos sobre el estómago.
-¿Te encuentras bien?
-Claro- contestó, pero la palabra terminó con un pequeño jadeo-. Me duele un poco el estómago.
Él frunció el ceño al verla juntar más los brazos.
-¿Qué quieres decir con dolor?- quiso saber- ¿Cómo una apendicitis?
-No. En serio...estoy bien
-Hay un virus muy fuerte de la gripe...
-No es nada- insistió, desterrando su preocupación con un movimiento de la mano. Sin embargo, un segundo más tarde se llevó la misma mano a la boca, con los ojos muy abiertos por la alarma. Se levantó de un saltó, miró en la dirección del cubo, que aún seguía recubierto por la estúpida red, y salió corriendo por la puerta.
